Por abundantes
que fueran las obras de arte importadas, es lógico
que convivieran con una cuantiosa producción local,
que cubriría en su mayor parte la demanda de objetos
de culto en una población en la que se llegan a contabilizar
durante el siglo XVI quince parroquias, un número similar
de conventos y varios hospitales y ermitas.
Las grandes pérdidas
de patrimonio, que por una u otra causa se han producido en
todos los lugares, agravadas en Medina del Campo por el brusco
descendimiento de su población tras perder su carácter
de enclave mercantil, resultan argumentos lógicos para
justificar la presencia de obras que ahora consideramos únicas,
pero que quizás con el único resto de una amplia
producción. Para el campo de la pintura, los testimonios
documentales aportan nombres de maestros que ejercieron aquí
su oficio, como Juan Vélez, Nicolás de Arévalo
o Jacome de Blancas, con los que hasta el momento no se ha
logrado relacionar ninguna de las obras conservadas en la
villa. Las atribuciones son aún más complejas
si se tiene en cuenta que frecuentemente se trata de pintores
de segunda fila, que utilizan planteamientos similares. Éste
podría ser el caso de la Asunción que pertenece
a los fondos de la Fundación Simón Ruiz. El
modelo es el habitual en pintores castellanos del segundo
cuarto de siglo, apreciándose aún reminiscencias
de los grandes artistas del comienzo de la centuria, como
el tratamiento del paisaje a base de formas cúbicas.
La inocografía
de la Asunción de la Virgen, elevada al cielo por ángeles
ante la absorta mirada de los Apóstoles, tiene la mayor
representatividad en el apartado de las creencias, por su
abundancia en un siglo en el que la figura de María
despertó un gran fervor. Aunque se trata de un tema
con antecedentes medievales, su verdadero desarrollo se produce
desde finales del siglo XV, alcanzando en el XVI un valor
emblemático. Gracias a estas obras conocemos otros
aspectos de la época como los instrumentos musicales,
que con frecuencia aparecen en escenas de glorificación.
Uno de los más habituales es el laúd de caja
almendrada y clavijero en ángulo que se reproduce en
esta tabla.