Nunca agradeceremos lo suficiente
todo lo que el turismo nos ofrece casi sin darnos cuenta.
Gracias a la acción del turismo cultural no solo
el viajero, sino también el ciudadano, está
interpretando la historia de una forma amena, digerible
e impactante. Aunque para algunos eruditos la frivolidad
pudiera rondar en torno a las recreaciones populares de
distintos pasajes de la historia, no es menos cierto que
habría que recordar a los historiadores su frivolidad
intelectual a la hora de interpretar con lecturas diferentes
-las más de la veces con marcado interés político-
los personajes y las etapas de la historia. Me inclino por
la parte que siempre el pueblo interpretó desde la
tradición oral, pasando por los cordeles de ciego
y finalizando en el teatro, que es la mejor manera de escenificar
la vida. En la pasada edición de Fitur, por los pasillos
del macrorecinto madrileño, desfilaron las lecciones
de historia que, tristemente, han desaparecido de los libros
de texto.
Cántabros,
celtíberos y arévacos se confundían
con legionarios y cónsules romanos. Moros y cristianos
saludaban sonriendo al Cid y a sus mesnadas y a Almanzor
a sus huestes. Soldados ingleses, irlandeses, portugueses
y españoles saludaban, no sin picardía, a
las tropas de Napoleón. Espadas sin filo, fusiles
sin pólvora y batallas de mentira recreaban el mensaje
de hospitalidad, paz y cultura que el turismo aporta a la
sociedad desigual e insolidaria de las naciones del mundo.
Y en este orden de cosas, Castilla y León no ha olvidado,
dentro de su inmenso paquete turístico-cultural,
la figura de la reina Isabel de Castilla. Por fin, los castellanos
y leoneses de hoy, los españoles y los europeos podemos
mirar, sin temor a ser vilipendiados, a una figura de nuestra
historia. Se acabó la instrumentalización.
Con lo bueno y con lo malo, la historia vuelve a ser un
inmenso caudal de voluntades.
Un
buen ejemplo es la celebración del V Centenario de
la muerte de Isabel la Católica.
Lo
siento por el alcalde de Medina del Campo al que le han
salido competidores por toda la región. Por otro
lado, no viene mal un repaso a la ciudad de Medina del Campo
que se verá beneficiada y esperemos que alimentada
presupuestariamente con los actos del V Centenario. La situación
estratégica de Medina en la red viaria y en la geografía
castellano y leonesa lleva demandando, desde hace tiempo,
un mayor protagonismo en la oferta turístico-cultural.
Lo cual no quiere decir que Madrigal de las Altas Torres,
Segovia, El Tiemblo, Támara, Dueñas y Ávila,
entre otras, no tengan su minuto de gloria. Interesante,
instructivo y bien repartido el programa de actos que concentra
la figura de Isabel La Católica.
Juan
Manuel de Prada, Joaquín Díaz y Jordi Savall
estamparán su firma, entre otros muchos, en el libro
de actos previstos y se reparará el olvido de América
en el testamento isabelino llevando a la reina de Castilla
a Nueva York. Ahora hay que esperar para ver la rentabilidad
turística del magno acontecimiento y, puestos a esperar,
ojalá algún día hagamos lo mismo con
los comuneros y Carlos V.