Christianísimos
e muy altos y poderosos prínçipes, rey e reina,
nuestros señores:
La vitoria que
Nuestro Señor dio a V. Al. tan señalada de las Yndias
en tan breve tiempo amostrava qu'el subçeder uviese de
ser muy próspero y a causa de cosa de maravilla en el mundo.
Yo partí de Cádiz miércoles a veinte e cinco
de septiembre con la armada y gente que Vra. Al. me mandaron dar
que yo llevase a las Indias; y llevé maestros de todas
maneras de ofiçios que en fabricar çiudad y villa
menester heran, con todos sus estrumentos; y llevé los
cavallos, yeguas y mulas y todas las otra vestias, y simoentes
de trigo y çevada y todos los árboles y de suerte
de frutas, todo esto en muy grande abundançia. Llegué
a las islas de Canaria de V. Al. el martes siguientes antes del
sol salido, de donde partí después de aver forneçido
los navíos y caravelas de bastimentos. Y dexelas de vista
lunes, siete de otubre, para benir a esta isla Ysabela, adonde
yo avía dexado la gente el año pasado, y primero
benir a la isla de los caníbales, porque yo tenía
qu'estavan más al oriente y poco distante de mi camino.
A los cuales yo llegué por la merçed de Nuestro
Señor en veinte días, con viento y tiempo que fasta
oy truxe tal, que en viaje ni se aya oído ni visto de mar
tan llano, de viento tan quieto y dulçe y de templança
de cielo tan suave.
Llegué
tres de noviembre, domingo, antes del sol levantado a una isla
de altísima montaña, a la cual llamé Dominica
a conmemoraçión del mismo día. La longura
d'ella hera del setrentrión en austro, la cual toda corrí
buscando puerto por el mar. Y por grande zerrazón de çielo
que se engendrava, y porque no le hallé en tiempo idóneo,
tomé la buelta sobre toda la armada, que benía muy
derramada, y la recogí toda en un cuerpo. Y después
enbié una caravela, que se halló más aparejada
de todas, que fuese del cabo qu'es de la parte del norte y, si
ubiese puerto, que me hiziese señal que le avía
dicho. Y así partió y no halló el puerto
y no dio la seña, y yo estava con pena por el mal tiempo
que se amostrava. Restreñí las naos y navíos
conmigo y cargué las belas al camino de otra isla, qu'estava
d'esta Dominica distante diez leguas, a la cual llegué
a buen tiempo del día. Y desçindí en tierra
con mucha jente con una vandera real y, en el lugar más
idóneso, con pendón y alta voz, e escrivanos e testigos,
nuevamente torné a tomar posesión d'ella y de todas
las otras y de tierra firme en nombre de V. Al., replicando los
autos de la mesma posesión del año pasado, de la
cual nuevamente no obstante nuevamente tomava, llamado si alguien
lo contradeçía, y nombré esta isla la Galana;
ella es muy llana y llena de árboles odoríferos.
El siguiente
día levanté las áncoras muy temprano y di
la vela para otra isla, que me demorava al norte nueve leguas,
en donde yo llegué en breve espaçio del día.
Era esta isla altísima, que figura de punta de diamante,
atán alta qu'es maravilla, y en el colmo d'ella salía
una grandísima fuente que derramava el agua de todo cavo
de la montaña; y de la parte de donde yo estava, benía
alliende de otros ramos uno tan grande que por la áspera
caída y alta amostrava la grandura de un tonel, y todo
blanco y encreíble a nuestra vista que fuese ello agua,
salvo que fuese una bena de peña blanca, sobre lo cual
se apostaron muchas apuestas entre la gente. Yo sería entonzes
cuatro legua grandes lexos de la tierra, por lo cual creo qu'esta
agua sea en estrema cantidad, y por la vista de muy muchos ríos
que después se hallaron y en muy pocas leguas, que, por
una gente nuestra que se perdieron en el monte, los otros que
los fueron a buscar en espaçio de seis leguas pasaron veinte
y seis ríos, que cada uno el agua les llegava más
alta que a la çinta. Luego que yo llegé a esta isla,
la llamé Santa María de Guadalupe, que ansí
me lo avía encomendado el padre prior y los frailes cuando
de allí partí. Y al tiempo que llegué a tierra
pensé que no faltarían puertos , mas mudó
el viento y se levantó gran niebla con mucha lluvia, e
yo llegué a tierra muy junto para surgir y no hallé
fondo, y ansí me anduve gran espaçio del día
y con mucho viento y mar grande.
Gran plazer
era ver las verduras y los buenos asientos de las casas y las
muchas aguas de la fuente de la montaña junto con la mar.
Anduve ansí corriendo por costa d'esta isla sin poder fallar
puerto ni fondo para sorgir, fasta que yo llegué a la parte
del norte, adonde hera la mayor parte del pueblo, y fue mucho
en tierra y surgí con toda la armada. Y procuré
de aver lengua, y supe que todas estas islas no heran de caníbales
y pobladas d'esta gente que a la otra come, como berá e
sabrá V. Al. de los mesmos que agora en estos navíos
le enbío. Las poblaçiones d'estas islas no eran
muchas y repartidas en diversas partes a las faldas de la isla.
Las casas heran muy buenas y llenas de mantenimientos e muchos.
De los hombres pocos se tomaron y pocos fueron vistos; los cuales
todos fuyeron por el monte, y por la gran espesura de los árboles
no se pudo tornar a prender d'ellos más que de las mugeres,
las cuales tanbién enbío a V. Al., con otras muchas
hermosuras que ellos allí tenían. Las cuales me
deçían que las avían traído de otras
islas, que, a mi ver, teníanlas en servitud y por concubinas;
tanbién me deçían por palabra y seña
cómo les avían comido los maridos, y a otras los
hijos y hermanos, y les fazían qu'ellas mesmas d'ellos
comiesen. Tanbién hallé algunos moços que
asimesmo se avían traído y a todos cortados su miembro;
pensava yo que sería por çelos de las mugeres, mas
acostúmbranlo porque engorden, como fazen en Castilla a
los capones para comer en fiesta; de las mugeres jamás
matan. Todo sabrán d'ellos mesmos que, como digo, les enbío.
La nao capitana
"Marigalante".
Hallé
en sus casas çestos y arcos grandes de güesos de hombres
y cabezas colgadas en casa cassa. Aquí hallé un
gran pedazo de codaste de una nao de España, creo que sería
de la que antaño aquí en la Navidad dexé.
Aquí se falló pez e miel y çerca de mill
maneras frutas muy buenas y grandes y de gran sabor, muchos arcos
y muchas frechas, y en la montaña muchos árboles
odoríferos, según renunçiaron los sobredichos
que fueron buscar los otros que se avían perdido. No les
quemé las casas, porque nos aprobechen cuando por allí
pasáremos, pues están en camino para Castilla. Las
canoas d'ellos son muy grandes y más largas que fustas
y de mejor hechura qu'estas otras d'esta gente más oçidental,
y todas se las quebré, pequeñas y grandes, y ansí
en todos los otros lugares, y ansí tenía en boluntad
de fazer en cada isla y tenía gran deseo de las correr
todas. Mas el deseo de socorro d'esta gente, que aquí avía
dexado, no me daba lugar a otra cosa ni requerir ni reposo al
ánima. Aquí en esta isla, lexos de donde yo estava
ancleado, avía una poblaçión adonde avía
desçendido una barca de una caravela, y los vecinos todos
se avían fuido, y por la priesa dexaron un niño
de hedad de un año, el cual estuvo solo seis días
en esta casa. Y porque cada día se acaesçió
llegar a su casa y poblaçón y hallava siempre a
su niño con un manojo de ferchas, y benía hasta
un río que allí junto estava y bevía del
agua, y después se bolvía a la posada, y siempre
alegre y con fiesta, mandé que le truxeren a Dios y a ventura
y le mandé dar una muger que de Castilla acá benía;
agora está aquí muy bueno, y fabla y entiende toda
nuesta lengua qu'es maravilla. Enbiárale agora a V. Al.,
mas e miedo que, por ser tan niño, que no se muera; enbiarlo
e cuando mandaren.
D'esta isla
vine a la otra de Santa María de Monserrate, que era a
la distançia de çinco leguas; tierra es muy alta
y conforme a Moserrate. Y d'esta vine de una en otra corriendo
a mi camino, poniéndoles a cada una nombre; y porque açinde
a gran número, a todas juntamente las nombré de
Todos los Santos, hasta que yo llegué a una isla bien luenga,
adonde çorgí para aver lengua. Y echada la barca
armada en tierra, por fuera vino una canoa con tres hombres y
dos mugeres, todos d'esta generaçión que comen carne
umana. Salió el batel a le prender, y ellos se pusieron
en defensa y pelearon muy fuertemente, y fueron feridos tres personas
de los nuestros con frechas. Truxéronlos presos a la nao
o de la fuerça que una muger d'estas fazía con un
arco no es de olvidar, que dizen que a una adarga pasó
con una frecha en claro. Allá los enbío todos a
V. Al., así ella como los otros, salvo uno que fue muerto.
Esta muger y otro de los mismos hombres dizen que allí
ay islas en que ay oro atanto qu'es maravilla, y esto no lo pueden
aver consultado porque luego la muger enbié en otro navío,
y fasta oy no ha visto el uno al otro, y se conçierta lo
que dizen; y por esto lo creo y por estos indios que yo tengo,
como diré después a su tiempo. Partí d'esta
isla al setentrión doze leguas, adonde fallé grandísimo
número de islas todas juntas, de la cuales anote cincuenta
e cuatro de que pude aver conoçimiento; d'ellas son grandes,
mas las pequeñas son mayor número. Todas son tratábiles
y de gran fondo y distançia entremedias, ni son pequeñas
a comparaçión de las Canarias. D'ellas son verdes
y llenas de árboles y pobladas, mas no la mayor parte,
que pareçían estériles, mas no de metales;
ni son llanas, salvo montuosas y de altas tierras. Llamé
a la mayor de Santa Úrsula y a las otras de la Honze mill
Vírgenes. Uno d'estos caníbales que se tomó
en una canoa en la sobredicha isla vezina, agora que veen que
oro es de lo que nos preçiamos, dizen por lengua y por
señas que en esta ay oro infinitísimo y que le lleven
a ella preso y le maten si no es verdad, y que también
hay mucho cobre. Yo me acuerdo qu'el año pasado un indio
viejo, aquí en esta isla Ysavela, me dixo que en esta parte
de los caníbales avía una isla pequeña y
que los tres cuartos eran oro, y agora conforma, porque yo beo
la tierra para ello dispuesta.
Todas estas
islas que agora se an fallado enbío por pintura con las
otras del año pasado, y todo en una cata que yo compuse
bien que con harto trabajo, por las grandes mis ocupaçiones
del asiento que acá se faze de la villa y el despachado
del armada porque se buelva; en el cual negoçio el ayuda
que yo esperava de alguna persona que dezían allá
que deseavan tanto el servicio de V. Al., allende de la razón
que les obligava, acá les pesa. Con él, bien fecho,
verá V. Al. la tierra d'España y África,
y enfrente d'ellas todas la islas halladas y descubiertas este
viaje y el otro. Las rayas que ban en largo amuestran la istançia
de oriente a oçidente; las otras qu'están de través
amuestran la istançia de setentrión an ahustro.
Los espaçios de cada raya significan un grado, que e contado
çincuenta y seis millas y dos terçios, que responden,
d'estas nuestras leguas de la mar, catorze leguas e un sesto;
y ansí pude contar de oçidente a oriente como de
setentrión an ahustro el dicho número de leguas,
y contar con el cuento de Tolomeo, que aporçionó
los grados de la longuitud con los del equinoçial, diziendo
que tanto responde cuatro grados equinoçiales, como çinco
por paralelo de Rodas los treinta y seis grados, ansí que
cada grado qu'está en esta dicha carta responde catorze
leguas y un sesto ansí de setentrión en ahustro
como de oriente en oçidente; e por aquí podrán
ver la distançia del camino qu'es de España al comienço
o fin de las Yndias, y verán en cuál distançia
las unas tierras de las otras responden; berán en la dicha
carta una raya, que pasa de setentrión en austro, qu'es
vermeja y pasa por çima de la isla Ysavela sobr'el Fin
d'España, allende del cual están las tierras decubiertas
el otro viaje y las otras de agora, de acá de la raya se
entiende. Y espero en Nuestro Señor que cada año
mucho abremos de acreçentar an la pintura porque se descubrirá
continuamente.
En esta isla
de Guadalupe e casi en todas la otras, en espeçial en esta
Ysavela, e fallado (¿?) y en los árboles canela,
y se podría aver grandísima cantidad salvo que es
amarga en el gusto, que creo que proçede por la sazón
y adovo del tiempo, sana e probechosa mucho a las personas; almástigo
e ençienso, y cera y miel y muchas resinas y áloe
e sándalo y spoliofelio, gengibre finísimo; del
axí, a qui deçimos pimienta, del que truxe el otro
viaje a V. Al., aquí ay y abrá cuanto V. Al. mandare,
que les siembran y naçen en huertas, como otras mill cosas
de que sería para lo contar muy prolixo, y cada día
se halla cosa nueva; algodón, ya lo dixe el año
pasado por mi carta, la cual en todo y por todo afirmo lo en ella
contenido. De abundançia de todo esto yo no yerro; verdad
es que nadie no sepa por ayuntar cosa alguna y tanpoco del oro,
de que conozco que ay más que no dezía ni escreví
por mi carta. Esto proçede de que la gente todas d'estas
tierra andan desnudos, sin tener propios bienes ni hazer concebto
salvo de su vitualla; de todo lo otro tienen en poco, ni cogen
salvo para su reparo. Creo yo que, si empeçasen a recibir
algo, que ellos por preçio travajarían, porque son
enbidiosos ultra manera, y por esto se pornían a apañar
cualquier cosa qu'ellos supiesen que les baldría presçio;
mas yo no sé la lengua para los poner en el arte, ni les
demando lo que yo querría, y después beo que no
es bien por agora que conozcan que nos deseamos cosa alguna y
en espeçial oro, porque, aunque de lo que tienen por poco
preçio, de conoçimiento son para mudar el propósito
y lo vender caro, si asus manos de dexase; y por esto se acoxerá
por V. Al. en todas la minas, que son muchas, como después
diré a su tiempo.
Torno a mi porpósito
de mi camino y digo que, junto con la isala de Santa Húrsula
y la Honze mill Vírgenes, fallé otra isla de la
cuan no vi salvo la parte d'ella del norte con aquél de
poniente, mas según mi albedrío mayor que Seçilia
y de mayores tierras y más fermosa y ansí de la
mesma fechura, a la cual dixe el nombre de Sant Juan Baptista.
Poblada es de gente que come carne umana, enemigo de los caníbales
y de todas las otras islas. Tienen muy buenos puertos y mucho
agua y grandes ríos. Altas son las tierras, y baías
linpias, y de montañas y árboles muy grandes, y
todas muy labradas y sembradas de sus 'axis', qu'es singularísimo
mantenimiento. Aquí vi yo muy buenas casa y adornamientos
en el camino, de algunas d'ellas de redes y de cañas de
una parte y de otra del camino, que salían de las casas
fasta la mar al luengo; y allí adonde fazían fin,
en la playa, tenían un entretexido cadafalso como açutes
sobr'el camino, casi en manera de puerta y de tan perfecto lavor,
que en Valençia sería bien açebto.
Y en esta y
en todas las otras islas y en especial aquí en la Ysavela
e visto muchos falcones neblíes y de toda suerte, mas los
de Guadalupe fueron tenidos por los mejores, porque en aquélla
no ay lugar de adonde se çeven, no por defecto de aves
de toda manera, de que ay gran cantidad, salvo porque es espesísima
de árboles; y los alcones cada mañana los beíamos
ir a otra isla y después bolver en la tarde. Aquí,
en la Ysavela, se hallan algunos çevándose en palomas
torcaçes y en garças y en otras aves, de las cuales
y de todas maneras ay grandísima cantidad; y en el señal
d'ellas se amuestra que son muy boladas, porque huyen mucho de
las personas. Procuraré, tanto que yo tengo en buen subçeso
y término estos otros negoçios de V. Al. que más
relieban a su serviçio, de aver d'estos falcones para le
enbiar. Y creo que, aviendo persona que sea maestro de prenderlos,
los que pudiere aver cuantos oviere menester para su serviçio,
y podrá enviar a otros prínçipes.
Dexo esta isla
de Sant Juan y torno a tomar el comienço de la Ysavela,
después de aver dexado algunas otras y no indinas de memoria.
Y no fue mi comienço agora adonde fue el fin el año
pasado, cuando d'ellas yo partí para Castilla, adonde yo
llamé Fin d'España, mas hallé acá,
al oriente, una gran provinçia que es de tierra muy baja
y llana y que d'este cavo de Fin d'España corre al sueste,
la cual no vi al tiempo de mi partida, porque yo llevé
el camino del este a la cuarta del nordeste y partí de
noche, de manera que la tierra me quedava a la mano derecha, y
por ser baja y al rodeo del sueste no ove d'ella vista, así
que agora la reconocí toda del comienço hasta el
cavo del Angel ay buen tiempo, adonde los indios llaman Samaná,
adonde agora no quise anclear por la priesa que traía y
el buen tiempo que me ayudava. Solamente anbié una caravela
que pusiese allí en tierra uno de los cuatro indios que
allí avía tomado el año pasado, el cual no
se avía muerto como los otros de viruelas a la partida
de Cádiz, y otros de Guanafaní o Sant Salvador.
Este se fue a la tierra muy alegre, diziendo qu'el bien hera muy
fuerte porque era christiano y que tenía a Dios en sí
y rezando el Ave Maria y Salve Regina y diçiendo que, luego
qu'él estuviese tres días en su casa, qu'él
se bernía a Çibao o adonde yo estuviese; y así
le di muy bien de vestir y otras cosas qu'él diese a sus
parientes.
Después
bine con muy buen tiempo corriendo la costa d'esta isla fasta
Montechristo, adonde en el puerto cogí con toda la flota
y hordené todo los que cumplía por regimiento y
serviçio de V. Al, porque de allí fasta la villa
de la Navidad se puede ir en un día con buen tiempo. Y
así esto fecho, di la vela con todos los navíos,
y a medio camino vi que atrás me venía una canoa
a gran priesa, y nunca la quise esperar porque se me hazía
tarde para entrar en el puerto de día, y con todo no pude
yo llegar a tiempo y ove de sorgir de fuera; adonde, a gran rato
de la noche, llegó la dicha canoa, por la cual benía
un privado de un rey Ocanaguarí, el qual benía de
navío en navío llamando por mí; y hasta que
no me vido y oyó, no quiso entrar en la nao. Él
traía una carátula de oro de persona que me enbiava
Ocanaguarí, y a otro otra al capitán de la nao Antonio
Torres, hermano del ama. Yo le mandé dar de comer, porque
todo el día avía travajado tras de nosostros y no
avía comido, y les mandé dar de vestir a amos. Este
me dixo en cómo la gente que yo avía dexado en la
çuidad ovieron entre sí discordia y uno mató
a otro y que Pedro, repostero de V. Al., se avía ido con
una gran parte de jente para otro rey que se llama Cahonaboa,
el cual posee tierra en que ay mucho oro; un vizcaíno,
que se llama Chacho, se avía ido con otros vizcaínos
y moços; solamente avía quedado Diego de Arana de
Córdova con honze; y que unos tres se avían muerto
de dolençia, qu'ellos mesmos deçían que era
la causa del gran tracto de las mugeres, diziendo que, cuantos
quedaron allí, que cad uno avía tomado cuatro mugeres,
y no solamente éstas les abastava, que les tomavan las
muchachas. Y deçían qu'el comienço d'esta
discordia fue que, luego que yo partí, cada uno no quiso
entrar a obediençia ni apañar oro salvo para sí,
sino Pedro, repostero, y Escobedo -a éste avía yo
dexado el cargo de todas las cosas-. Y que los otros no entendían
salvo con mugeres y moravan en casa d'éllas, y que Pedro
y Escobedo mataron uno que se llamaba Jácome; y después
se fueron con sus mugeres a este Cahonaboa; y dende a çierto
tiempo bino este Cahonaboa y de noche puso fuego en la villa,
la cual quemó toda que no quedó nada, de qu'es de
aver piadad, porque otra poblaçión tan grande ni
de tan hermosas casas e visto en todas las Yndias. Alo cual tiempo
huyó Ocanaguarí con toda su gente, hombre y mugeres
y niños, y requirió a los christianos que fuesen
con él, y no le plugo, salvo que se fuyeron al canal, adonde
se afogaron; y fueron ahogados ocho, y los tres murieron durmiendo,
según después paresçió por las feridas.
Díxome después cómo este Ocanaguarí
luego me bernía a ver, el qual estava en otra su villa;
después me pidieron liçencia, y yo se la di.
Carabela "La
Niña" que Colón utilizó tanto en el
primer viaje como en el segundo a las "Indias del Mar Oceano".
Y luego otro
día a ora de bíspera, al tiempo qu'el viento me
fue próspero, lebanté las áncoras y entré
en el puerto y fui a sorgir delante la sobredicha villa, de que
uve piadad grande después del daño y mal que a nuestros
christianos avía aconteçido; que aunque conozco
y es verdad que a sido su culpa, es mucho de doler de semejante
casso, e a mí es mayor pena que a ningún otro su
pariente, por el deseo que yo tenía qu'ellos saliesen con
tan grande honrra y con tan poco peligro, si se rigieran según
mi instruçión los constrengía: que sobre
todo dexasen las mugeres ajenas y todas las de los indios, y nunca
saliesen de la fortaleza a otra parte salvo seis d'ellos, y otros
tantos después d'éstos bueltos; mas como se viesen
tan seguros y superiores de los indios y según eran todos
ellos de poca criança, tirados dos u tres criados míos
y este Pedro repostero, se darían al comer y plazer de
las mugeres; y ansí se perdieron y se destruyeron a sí,
y a mí han dado y dan tanta pena. Este presente día
no desçendí en tierra fasta el otro siguiente de
gran madrugada, que halé todo este sitio fecho huerta sin
forma de cassa salvo de la fortaleza, que ansí destruida
y quemada amostrava que, en la mitad de Castilla, se defendería
buenos días a gran gente. Y hallé ocho hombres enterrados
a la orilla del mar y tres en al campo, los cuales se conoçían
heran feridos de piedra en la frente, que durmiendo pareçe
que a manteniente los mataron; y debe ser ansí, porque
la fortaleza hera muy llena de artillería. Y esto, según
mi alvedrío, no pasava un mes qu'esto avía acaeçido.
Mandé que se enterrasen y rogasen por sus ánimas;
mandé cavar toda la casa fuerte, porque en mi instruçión
le avía mandado que, luego que algún oro tubiesen,
que lo pusiesen debajo de la tierra; y no se halló cosa
alguna. Y este mismo día avía yo enviado una caravela
a ver el golfo de España, qu'es de allí açerca
ocho leguas, porque creía yo, según su fechura,
que avía de ver un gran río y que traería
oro. La cual caravela fue a topar donde estaba Ocanaguarí,
el qual rogó a Melchior que me rogase que yo le fuese a
ver y le dio un bonete de oro y otro a Marque, criado de Rodrigo
de Ulloa, capitán de la dicha caravela, y en pedazos dio
también yna buena parte a Gorbalán, criado de Fonseca,
y al piloto otro tanto. Bolvió Melchior con la caravela,
y me dieron la embajada y de lo que les avía contado de
la muerte d'esta gente, y que tenían ellos que yo era a
él en grande cargo.
Luego el otro
día fue allá y fallé a Ocanaguarí
en tierra en cama, el qual me abraçó e estovo sin
habla un rato grande, siempre con las lágrimas a los ojos.
Y después, por palabras y señas, me recontó
todo como avía acaeçido este desastre, en tal manera
que no pasó punto que yo no lo entendiese; y como, luego
que yo le dexé en la Navidad, ovieron discordia entre sí
esta nuestra gente, y uno mató a otro y cada uno apartava
oro para sí, salvo Pedro y Escobedo, y que sobr'esto les
avía puesto en paz muchas vezes; y que también luego
cada uno tomó cuatro mugeres, allende de las cuales tomavan
en la villa las moças que querían; y vinieron a
bandos, de que se pasó a que se apartaron, como ençima
yo dixe, en tres partes; y que despues d'él por su persona
aver ido a la mina y llevado allá a Pedro y Escobedo, amostrando
cómo se coxía el oro, qu'ellos se determinaron para
ir a otro rey a quien llamaban Caonaboa, como sobredixe, y qu'él
les rogó que no se fuesen, que les daría pan y pescado
y mugeres y un fijico que tenía Pedro, y se fueron, y que
jamás después se avían acordado d'él
ni de mí; y dende que a çierto tiempo vino a este
Cahonaboa y de noche les quemó las casas, así como
me recontó su mensajero. Creo y digo otra vez que ovo desensión
entre esos dos y Diego de Arana, y la muerte fue hordenada d'ellos
mismos por vengança. Este Arana, aunque fuese muy sobervio,
tenía alguna criança, y le dexava el cargo del regimiento
al tiempo de mi partida, de que toda la gente quedava quexosa,
y ansí le di en compañía a los otros dos,
Pedro y Escobedo, y que se cimpliese lo que los dos acordasen.
Después, el día de mi partida, vino a mí
Escobedo haziéndome saber cómo bien estava seguro,
según el indiçio qu'él avía avido,
qu'él me tenía un tonel de oro aparejado cuando
yo bolviese; y esto fue a tiempo que yo ya andava a la caravela,
y me dixo que este Diego de Arana le avía dicho sobr'esta
plática: 'Hagámonos primero el papo, y después
se procurará para el rey'. A que yo le respondí
que tal cosa no hiziese, que rico estava él harto si servía
a V. Al. con tanta honra; y con este propósito se tornó
a tierra. Torno a Ocanaguarí, el cual me rogó que
le reçibiese en su compañía y fuésemos
a destruir a este Cahonaboa y le tomar las mugeres y fijos; respondí
que me plaçía, tanto que yo tuviese fecho asiento,
que ansí me mandava V. Al. que, fasta esto fecho, que no
entendiese en otra cosa, mas que sería muy presto; y él
respondió que, si quería asentar allí, que
me daría cuantas casas yo quisiese, mas que no me lo aconsejava,
porque era lugar no muy sano y muy angusto. Después me
dio ocho çintos de hombres de la manera de los otros que
antaño llevé a V. Al.; uno d'ellos hera muy fermoso
y labrado de mucho oro. Primero se quitó una joya de alambre
qu'él traía en la frente y me la puso en la mía,
con una corona en la cabeza, diziéndome que todo esto fue
de un rey de Marení, y tanbién me dio un çestillo
de oro en forja e una calabaza de oro fundido y otra de oro en
grano, ansí como benían de la mina; el cual y las
otras cosas todas enbío a V. Al. Yo le di el presente que
yo llevava, puesto que no tuviesen d'ellos conocimientos ni eran
salvo de la isla de San Salvador. Y no quiso que aquel día
ni noche se fuesen de su casa, para les preguntar bien las cosas
que en España avían visto. Quíseme yo ir
para la nao y él no quiso sino acompañar, y le amostré
los cavallos, de que ya tenían por oída notiçia;
y me dixo que, al tiempo que Pedro Escobedo iba con él
a la mina, que ellos cazavan mucho y le dexían cómo
en Castilla cabalgavan. Amostréle toda la nao, tanta gente
y tantas armas de que se maravillava, y le llevé a la cámara
donde estava el padre fray Buil malo, el cual se holgó
mucho con él; y después se bolvió a tierra
y no quiso que yo le mandase acompañar: tanto entiende
en cortesía. Ese día y el presente con el troque
que seguía vinieron al thesoro de V. Al. bien diez marcos
de oro, que todo no costó diez o çinco reales, y
se acertó que por un caxcavel davan el peso de ocho castellanos.
Ya dixe cómo esta gente ninguna cosa tienen en preçio
y que, lo que tienen, ansí lo dan por poco como por mucho,
que vía muchos indios, cuando yo estava con Ocanaguarí,
que venían a mí y me davan buenos pedaços
de oro sin demandar cosa alguna. Verdad es que su fin es que por
ello les den algo, mas si no se lo dan tanpoco lo demandan, salvo
que se van o quedan aí como estatuas. Este día siguiente
me enbió a dezir Ocanaguarí con su hermano qu'él
quería ir a la mina a apañar oro, que le enbiase
a dezir si me iría atán presto. Yo le respondí
lo que convenía, y él se partió con toda
su gente de la misma manera que hizo agora a un año, antes
que yo de la Navidad partiese. Creo qu'este Ocanaguarí
no tiene culpa en la muerte d'esta nuestra gente, antes me a a
él mucho obligado, ni vi señal porque se dé
tal sentençia, como yo escrivo más largo a V. Al.
por otra carta del Diurnal que yo escreví.
Partí
de aí y bine a Montechristo, de adonde porfié muchas
vezes con el viento contrario para benir al cavo del Angel, adonde
el otro día, pasando por él, avía venido
a mi canoa, y tods tenían la gente d'ellos oro, y yo les
di de vestir después de le dezir quién yo hera,
qu'esto ansí lo demandavan. Al cual logar tenía
bisto buen asiento y tierras fermosas y aguas y ríos, y
albitrava que era en buena comarca y çerca de Çivao
y de las otras minas. Y porqu'esta nao hera más grande
en forçejar con el viento, determiné de la dexar
en Monte Christo, e yo me pasé en la Colina, y con los
otros navíos subtiles porfié hasta que llegué
al río de Graçia, y dende hasta sobr'el cavo del
Angel. Mas como fuese esto en una tarde e de gran tiempo, no ove
razón de cometer la tierra ni de çufrir la noche
la alteraçión de la mar, que amostrava una tenebreza,
por los cavallos y vestias que en los navíos venían;
así que, por no los trabajar en aquella noche, yo determiné
de bolver al puerto de donde avía partido. Y el día
siguiente le busqué todo, porqu'es muy grande y de muy
pequeña entrada, con intençión de facer en
él asiento si uviera en él agua dulçe así
como fermosas tierras. Bolví atrás el día
siguiente fasta aquí, adonde fabricamos la villa Ysavela,
la cual por su mereçimiento, que diré después,
suplico a V. Al. que haga ciudad, adonde abría cuatro leguas;
no es aquí puerto cerrado, más es baía muy
grande en que caberán todas la naos del mundo. En ella
jamás entra tormenta, y aquí ay lugar muy idóneo
de una alta tierra, casi isla, al pie de la cual llega una gran
nao y descarga al pie del muro. De aquí a un tiro de lombarda
ay un poderoso río de agua mejor que Guadalquevir, del
cual por açequia se puede traer dentro en la villa en la
plaza, el cual pasa por una vega grandísima que ba al sueste,
de la cual hasta oy no e podido saber el cavo. La cual es de tierra
maravillosa sin comparaçión de ningunas de Castilla,
que agora ay en toda ella la hierva alta y berde y buena más
que alcaçer en España en el mejor tiempo. Dende
la villa al poniente grandes dos leguas es toda playa muy fermosa,
y al cavo un puerto de los mejores del mundo, en que cabrán
todas la naos que en él ay. Junto con esta vega, de la
parte tanbién del poniente, pasa una montaña de
norueste a sueste. En ella ay un puerto, al cual agora hize adereçar
el camino; está un cuarto de legua aquello que se ovo menester
que se adovase, porque los cavallos pasasen mucho sin pena. Aliende
él ay otra bega muy mejor qu'éstaa de que aquí
fablo, y en el medio pasa otro mayor río; navegable es,
según todos me dizen. Aquí en esta veha ay para
vente mill vezinos, para sembrar pan y hazer güertas y edifiçios
de agua. En la otra ay más otro tanto, y pobladas son de
gente muy umana, que cuanto tienen an por bien de darlo. Aquí,
adonde yo determiné el asiento de la villa, estavan çiertas
casas de indios; así se quedan como de primero, muy alegres
y contentos. Hágosle dar vituallas y de todo lo otro que
demandan, y a nosostros dan de lo que tienen; y lo que se les
enseña de la fee, todo lo reziben con el acatamiento y
reverençia que se les amuestra. En la iglesia están
de rodillas contemplando; no creo que llega el entender fasta
el neçesario, mas es buena señal, y se amuestra
que no tienen secta ni idolatría.
Yo escreví
agora a un año a V. Al. de todo lo que me pareçía
de tods estos pueblos, de su conversaçión a nuestra
fe santa, que me parescía muy ligera entendiendo nos a
ellos y si fuésemos entendidos; yo muy más lo afirmo,
porque beo que seta alguna no le impide. Dixe que todos y en todas
estas islas se entendían; aquí erré, y no
que a otro no aconteçiera, porque sin dubda a todo responden,
mas no conozco que la inteligençia es divisa como entre
christianos más y menos, según están propincos.
Bienes propios afirmo que no tienen, según mi vista y su
tracto y costumbre, porque beo que, aliende de lo aver en muchos
lugares esperimentado, aquí en la villa vienen ellos infinitos
y todos se ponen en casa, hombre y mugeres, y comen y toman de
lo que en ellas hallan como y tan libremente como su dueño
de la posada; ni tenían por mal a quien de sus cosas otro
tanto hazían, salvo que la inportunidad de algunos nuestros
y por la costumbre que sobr'esto de nosotros conoçen lo
hazen poner en aquello que nosotros estamos. Defiendo que nadie
no los importune ni le tome cosa contra su voluntad. Agora, si
plaze a Nuestro Señor ser esta armada del todo despachada,
y yo podré exercitar otra cosa, en que espero que la primera
será ençeguir la ciudad de muro, que en sólo
dos puertas quede entrada, y en traer el agua con el açequia
y todo el río al pie de la fortaleza, y todo muy ligero.
La temperançia
del çielo paresçe increíble, tan dulçe
y suave; los árboles y montes y yervas todo está
tan florido y fresco como en el Andalucía son en el mes
de abril o de mayo, y la yerva son en el mesmo estado; los pájaros
y aves eso mesmo así alegres, y cantan los ruiseñores,
y ansí façían todo el mes pasado. Fállanse
páxaros y aves y muy muchos nigdos, d'ellos con güevos
y otros con pollos, y anadones hartos, y en el río ánsares
ay más que en otro cavo, y todas las aves de muy gran cuerpo,
palomas, garças y de otras diez mill maneras; y no en pequeña
cantidad se hallan por los montes y campos perdizes y tórtolas
de la misma manera de Castilla. De papagayo ya no ay número.
Ya dixe que
las tierras que este viaje se an descubierto son tantas y más
qu'el año pasado, y no de menos preçio, como la
pintura harán magnifiesto; por la cual berá V. Al.
que aquí en la Ysavela estamos más distante de la
línea iquinoçial veinte y seis grados, que todo
es con las islas de Canarias, en espeçial de la Gomera,
en un paralelo, y no diferençia en la latitud salvo treinta
minuto, ni desporçionado en la temperançia de frío
y calor, o día más prolijo. Y çertifico a
V. Al. que, después de diziembre hasta oy, acá a
fecho grandes fríos, atanto que yo e estado alegrado, y
de todo esto libre. Procedió esto que una noche me partí
de la villa de la Navidad con las barcas a ver un puerto lexos
bien nueve leguas, y un rato que al sueño di parte, me
atormentó todo el lado derecho de la planta del pie hasta
la cabeza en manera de perlesía, de que no poco e çofrido
pena. Agora estoy mejor ni dexo de trabajar en lo que cumple lo
mejor que puedo con alegría. Desde el cual tiempo fasta
oy, de noche y de día, no traigo menos ropa que yo haría
en Sevilla. Tanbién a llovido muy mucho y llueve con las
mesmas señales de inbierno que haze en Castilla.
Oy son treinta
y un día que yo llegué en este puerto. Agora tenemos
de todas maneras de hortalizas. Nasçieron las simientes
todas al terçero día. Rávanos y perexil y
semejantes yervas ya nos aprovechamos en éstos; y plantas
ya son grandes, trigo y çevada ya de un pie en alto, naranjos
y sarmientos y cañas dulçes están ya creçidas.
De las cañas no truxe cuantas quisiera, que, puesto que
fuesen muchas cargas, todas las que se pusieron en botas se escalfraron
y están perdidas, y tanbién las qu'están
en la nao, la cual a tardado hasta la semana pasada hasta llegar
aquí; así que deseo mucho que d'ellas se aya cantidad,
que lugar ay aquí para se hazer cañaberales, para
hazer un cuento de quintales de açúcar cada año,
otro tanto de algodón muy finísimo y no menos de
arroz, si aquí estuvieren los labradores de Valençia.
Para el ganado no cumple mas dezir cuánto la tierra para
ello es abta e buena. Puercos ya tenemos más de çiento;
cabras y obejas ya tenemos d'ellas hartas para simiente, y ansí
de otras todas maneras. Y ansí espero en Nuestro Señor
que antes de muchos años no abrá menester traer
acá salvo bistuarios, que de trigo acá dará
buena simiente, y vino se halla acá hartas bides que, trasponiéndolas
y labrándose, darán buen fruto. Otras mill maneras
de cosas se fallarán cada día.
De las minas
del oro y de la gran cantidad, ya ençima dixe que yo afirmava
el dezir de la carta del año pasado, y afirmo que su cantidad
suya comprehendo es muy grande, e ansí de la espeçería
de todas suertes, mas no se tiene acá en preçio
entre esta gente, porque van desnudos y de otra cosa no curan
salvo del comer y mugeres.
De la isla de
Mateninó, de adonde son todas mugeres, no ubo lugar ni
tiempo, porque mi gran priesa, de ir allá, la cual está
más oriental que la Domenica; notiçias ove d'ella,
mas dexo la ida para este verano con fustas de remo. Al tiempo
que yo corría todas las islas de los caníbales y
las vezinas, y les tomé y destruí y quemé
las casas y canoas. Bea V. Al. si se abrán de captivar,
que creo que después cada año se podrán aver
d'ellos y de las mugeres infinitos. Crean que cada uno baldría
más que de tres negros de Guinea en fuerça y ingenio,
como berán por los presentes que agora enbío.
Luego que aí
llegué, toda la gente se disçindió en tierra
por estada, y se açertó llover mucho agua. Después
adoleçieron muchos de çiçiones, como si el
mudamiento de los aires, puesto que sean los mejores del mundo,
y los ayan provado, y las biandas de la mar les ayan mudado la
sangre, con la esperança del inbierno grande, en que sus
cuerpos estavan avituados. Empero yo di la mayor culpa al tracto
de la mugeres, que acá hallan abondoso; y si son deshonestos
y deshordenados, no es maravilla que ayan pena. Con todo, loado
Nuestro Señor, luego sanan: Cuatro o çinco día
es su fuerça; dexo algunos qu'están más cargados.
Mucho aprovechó (?) que acá enbió V. Al.
con toda la botica.
El pescado aquí
lo ay de todas maneras y el más sabroso que en otra parte
yo aya comido. Y así dize toda esta gente. No faze cargamiento
en el cuerpo: degistivo es e de ligero mantenimiento: mándalo
dar el doctor a los dolientes por vianda. Ellos son la mayor parte
de la mesma condiçión y hechura de los de Castilla;
otros ay de nuevas maneras, y ay sardinas y salmonertes bien grandes
y langostines y langostas y pulpos, y de todas maneras que allá
se hallan.
Luego que determiné
la partida de la villa de la Navidad, enbié la caravela
que ya dixe que rodease esta isla fasta enfrente de Montechristo
de la otra parte del austro, trato que avía hallado costa
señalada del nacimiento del oro. Aguardo cada rato por
ella y no es maravilla de su tardada, porque los vientos an sido
y son para ella muy contrarios.
Tanbién
luego que aquí ove puesto asiento, enbié a Ojeda,
un buen mançebo y bien esforçado, con quinze hombres
a explorar el camino y ver cuánto ay de aquí a Çibao
y si puede saber la mina de oro, como allá me dizen. Creo
que traerá muy buen recabdo, porqu'es bien católico
y desioso de cumplir lo que yo le mando, y tiene ingenio y esfuerço.
Tanbién enbié otro criado de Fonseca por la mesma
guisa y con tanta gente acá al mediodía a Cahonaboa,
porque tiente muy bien el camino y bea si es verdad que aya tanto
oro. Al uno y al otro defendí que no entrasen en poblado,
si lo pudiesen escusar. Creo que será dificultoso, porque
los indios que son con ellos ban nunca se çofrirán
de no dormir en poblado y aun pasar por ello, en espeçial
agora qu'es inbierno y faze muy buen frío a nos qu'estamos
bestidos, de que más impremirá a ellos, que del
todo andan desnudos. Nuestro Señor los libre y traiga.
De los mantenimientos
que allá se cargaron se a gastado muy gran parte y se perdió
lo más del vino por el engaño de los toneleros de
Sevilla. Mereçen gran pena en sus personas, sin que aya
açebto escusa alguna de dezir de viaje largo, en que no
es de mirar, salvo cuánto a qu'esta basija estava cargada,
que otras vezes seis y siete meses está en Flandes y otras
partes dentro en los navíos cargados, mas no le faltan;
que en la ora que los requieren por cosa de V. Al., luego piensan
de cuál cavo y en qué manera les fincará
la mitad. Digo ansí esto porque acá otra cosa ninguna
tan grande mengua haze como el vino, porqu'es mantenimiento con
que se esfuerçan los que andan camino, que del comer en
cada cavo se halla, y con una bez de vino está la gente
harta y alegre. Es menester que V. Al. lo mande proveer para aquí
en los primeros navíos, y castigar quien este daño
hizo, así como de otros hurtos de otras vituallas, de que
quedó el cargo a don Juan al tiempo de mi partida.
Después
de escripto todo lo de ençima oy, qu'es día de San
Sebastián, bino Ojeda, el cual llegó a Çibao,
qu'es provinçia, él con toda la gente que avía
llevado, y falló grandísimas minas de oro; no truxo
d'él porque yo se lo tenía defendido, porque yo
no savía qué gente hera aquélla, y si le
pesarían de ver estranjeros o coger lo que en su tierra
tienen. No dexó de traer la muestra de cada río
, la cual enbío a V. Al.; y si es verdad lo qu'él
y los otros que fueron con él dizen, es cosa de admiraçión
la tanta cantidad de oro que fallaron. Él me a dado por
escripto todo su camino y lo que halló, todo por punto,
la cual escriptura con las muestras de oro a V. Al. con ésta
enbío. Solamente digo que de aquí a veinte leguas
ed la noble provinçia, y según yo puedo comprehender,
con ella junto es todo mineros de oro, y será tanta tierra
como todo el reino de Portugal, y que creo que aya más
oro de lo qu'ellos renunçiaron. Yo no boy luego allá
porque mucha gente de la que acá está es doliente,
e aun a este causa e detenido algunos acá que yo disiava
de enbiallos a Castilla.
Y tanbién
digo y afirmo, según yo puedo comprehender, que V. Al.
pueden bien estar seguros que acá están todos estos
indios a lo que se mandare, sin pensar que se ayan de poner a
resistençia, que no aya nadie que no se maraville cómo
se ayan dexado matar los que acá quedaron, según
éstos son temerosos; y aun por esto digo que yo sospecho
que entr'ellos mismos aya sido el desbarato.
También
esta mesma noche vino un escudero de los que fueron con Gorvalán,
y diz que fallaron muy muchas minas de oro, y qu'él venía
atrás muy alegre. En ellegando, escreviré su relaçión
toda distinta. El uno y el otro me dizen que les dezían
los indios que, cavando debajo de la tierra, hallavan pedazos
que, según la forma, sería un marco. Ellos no tienen
ingenio de lo coxer salvo en la rena del río, y no toman
salvo los pedazos que con los dedos abarquen, ni lo cojen más
salvo para sus carátulas, que fasta oy no se vende ni se
resgata; tanbién que, cuando llueve, se halla fuera de
los ríos pedazos grandes qu'el agua a descubierto. Nuestro
Señor nos dará lugar que sabremos todo enteramente
los primores; mas si es verdad lo qu'éstos dizen, que creen
que aya en esta isla tanto como de fierro en Vizcaya, creo que,
aunque no sea tanto, que sea demasiada cantidad.
Después
vino Gorvalán con todos los otros que con él fueron,
y él y ellos cuentan de las cosas del oro qu'es maravilla.
Truxeron la muestra del oro que coxieron en los ríos, la
cual tanbién enbío a V. Al. con aquéllas
que truxo Ojeda. Anbos cuentan en el negoçio del oro de
una manera, puesto qu'el uno del otro no savía cuando de
acá ni de allá partieron amos a una parte, como
arriba dixe.
Tanbién
vino la caravela y trae muy buenas nuevas, como verá V.
Al. por estenso por escriptura por ante escrivano d'ella, el cual
escrevía cada día lo qu'ellos hazían. El
capitán no da buena cuenta, y no abasta el yerro que hizo
en Guadalupe, y agora quería dexar de ir el viaje que yo
le avía mandado y se quería ir a Jamaica. Dizen
que en menos de seis leguas hallaron más de quinientas
poblaçiones, que en cada una avía más de
sesenta grandes casas y gente a maravilla, todos de la mejor condición
que se vido: dávanles a los nuestros cuanto tenían.
Este mesmo Marque fue por la tierra adentro y falló la
mejor campaña d'ellos del mundo; no le avía yo mandado
qu'él dexase la caravela ni que enbiase gente. El Fojeda
vanía malo del camino y, pensando de no llegar tan presto
acá, me escrivió una carta de lo qu'él avía
pasado. Y porque me parecía que V. Al. folgara de ver muy
por estenso, la traslado aquí al pie de la presente, y
es ésta que se sigue: (Sigue relación de Ojeda).