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DATIVO DE MIGUEL BENITO

Un profesor para la vida

Los años nos ofrecen a los humanos una especie de caparazón, con cierto grado de insensibilidad para no sorprendernos ante las cosas que suceden. Sin embargo, he de reconocer que leyendo las esquelas de EL NORTE del pasado lunes me sorprendió como un mazazo el recuadro mortuorio de mi antiguo profesor de primaria e incluso primeros cursos bachilleres y después amigo, Dativo de Miguel Benito, director del colegio Lope de Vega de Medina del Campo.

Ha fallecido pues, alguien muy significado para una población como Medina, el director de un colegio de enseñanza, un profesor, en definitiva un enseñante y preparador para la vida de varias generaciones de niños. Dativo de Miguel Benito dedicó toda su vida sin regatear esfuerzos y entusiasmo a una profesión, más aún, a una vocación: enseñar a los demás. Nada más terminar la carrera, o posiblemente antes de terminar Magisterio, ya daba clases en el desaparecido colegio Isabel la Católica, de Santiago Pereda. En la década de los cincuenta, creo recordar, fundó y empezó a dirigir su propio colegio, el Lope de Vega, una academia habilitada en varias habitaciones de su casa, que fue agrandándose con los años. Un colegio privado que, teniendo en cuenta que la condición de empresario es de por sí 'rara avis', mucho más lo era la de ser empresario de enseñanza o dirigir un colegio, con eso de la siempre manida polémica de escuela pública o escuela privada. Para gentes como Dativo, esta condición desde hace más de cincuenta años supuso todo un reto diario de vocación.

Don Dativo, con su esposa, Teodora Barajas Santos, también profesora, formaba una de esas parejas indisolubles en lo profesional y en lo personal, es decir en lo cotidiano de sus vidas, ahora que también en los tiempos que vivimos parece estar pasado de moda, pero que está ahí, indisoluble. Colaboradora inseparable en la misma vocación de enseñante, como lo han sido también esa saga de hijos dedicados a la enseñanza: María Jesús, José Ignacio, María Henar, María Teresa y María Mercedes, una larga lista de profesores que seguirán con el Colegio.

GONZALO SANTOS LÓPEZ

06-03-04 - Mi profesor.

Algunas veces intento hablar con ese niño pequeño que te respeta, pero no te comprende. Le intento convencer de que es por su bien, que éste es el camino para que el día de mañana sepa ser constante, que éste es el momento para aprender valores como el esfuerzo, el respeto, la familia. Quiero que entienda que sus padres han elegido lo mejor para él, que hubiera sido más fácil y económico mandarle a cualquier otro colegio, y que "DATIVO", como él le llama, pondrá los cimientos de una buena educación.

Todavía recuerdo como mirabas por el rabillo del ojo a esa compañera pelirroja de la izquierda, mientras pensabas: "Mayte no tiene más remedio que estar aquí. Es su hija. ¿Pero yo?. Lo único que entendías es que el resto de los niños tienen menos deberes, que con cuatro años tu tenías que saber leer, sumar, restar, multiplicar, mientras que te parecía que los demás vivían en un recreo continuo mientras que a tí ese colegio lo único que hacía era restarte horas de fútbol en la explanada del barrio.

Tuvieron que pasar veinte años para darme cuenta que solo una vocación inquebrantable hace llevadero la incomprensión que se tiene que soportar por parte de los niños, y lo poco generosos que somos en los agradecimientos, cuando nuestra madurez nos permite darnos cuenta del gran favor que nos hiciste.

Te fuiste a ese Cielo que siempre nos intentaste demostrar que existía, dejándonos una deuda moral que ya nunca te podremos pagar. ¡ Que poco te entendíamos ¡ Eras más duro con aquellas personas que veníamos de familia humilde. Nos inculcaste que la posición económica y social en la que se nace es solo una circunstancia puntual, que teníamos que luchar para ser los mejores. Nos enseñaste a mirar más allá de las cuatro paredes que formaban nuestra humilde casa, que el futuro empezaba aquí. Su alguna vez te defraudábamos, nos recordabas el inmenso esfuerzo que suponía para nuestros padres darnos este tipo de educación. Pero, si desde ese Cielo puedes leer este periódico, del que tú tienes parte de culpa que recayera en mis manos, te doy las gracias por mí, por mis otros dos hermanos y por todos aquellos compañeros con los que, años después, he podido disfrutar recordando los tiempos de infancia y contrastando que mi opinión era generalizada.

Contigo se va una época gloriosa de la enseñanza de esta villa, aunque nadie mejor que yo se que tu legado se mantendrá durante muchos años a través de tu familia, y espero poder explicar a mis hijas, que contemplan las mismas paredes que su padre, por qué su educación tiene tan buenos cimientos.

Hoy no me riñas, si esta carta lleva alguna falta de ortografía, porque nunca me enseñaste a escribir con los ojos acuosos embargados por la emoción.

Adiós a mi profesor, con mayúsculas. DATIVO DE MIGUEL.

Javier Cuevas Rodríguez - La VOZ DE MEDINA Y COMARCA
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