Carta titulada "Navidad sin Dios"
Bajo el título "Navidad sin Dios" Miguel Rivilla Sanmartí publica una sencilla, humilde pero certera carta en Metro Directe, Barcelona 17 de diciembre de 2003, página 8. No me resisto a copiarla entera. Dice así:
"Se ha rizado el rizo. Mira que era difícil la cosa, pero se ha logrado. Era como hacer una tortilla de patatas sin patatas. En fin, ahí lo tienen. Ellos, los listos, los progres, los agnósticos, los influyentes
Se han sacado de la manga nada menos que una Navidad sin Dios. Como en un juego de prestidigitación, han escamoteado habilísimamente al protagonista del invento y éste se ha volatilizado. La Navidad de siempre pivotaba sobre el nacimiento en Belén del hijo de Dios. Pues bien, ahora por arte de birlibirloque se sigue hablando de la Navidad, sin mencionar para nada al personaje principal, Jesús, Jesucristo. Sencillamente se le ignora, se le camufla, se le cambia o se le trasviste por otros personajes foráneos o flamantes sucedáneos. ¡Qué imaginación! He tenido en mis manos una lujosa revista de la Navidad: papel satinado, con toda clase de fotos para incitar al consumismo. Pues bien, ni una referencia a Dios. Dentro de poco sobrarán palabras obsoletas como paz, amor, solidaridad, fraternidad. Las suplirán otras más actuales: guerras, egoísmo, sexo, consumismo. Nos han estafado sin remedio".
No creamos que 'sin remedio'. Hay varias, no sólo una, pero veo ahora que hay una buena posible solución. Que no aceptemos durante estas fechas navideñas hacer nada, ni recibir ni hacer regalo alguno, ni acudir a fiesta, recepción, comida, cena, viaje, reunión familiar, sin dejar perfectamente claro a todos los que nos rodean -recuerda, 'a tiempo y a destiempo' dice el Evangelio, y ahora es a tiempo- que todo esto ocurre y lo hacemos por que hace 2000 años nació Jesús en Belén de Judá, el hijo de María, el hijo de Dios, Jesucristo, el Mesías, el Señor, al que adoraron los pastores de la región y buscaron los Santos Reyes Magos del Oriente.
Con seguridad: sería suficiente con que lo hiciera así el diez por ciento de los 3.000 millones de creyentes en Jesucristo, cada año por Navidad, (seamos altos o bajos, guapos o feos listos o menos listos, pecadores o muy pecadores, casados o solteros, jóvenes o viejos
) para que cambiase radical y totalmente el Espíritu, hoy parcialmente perdido, de la Navidad. Aquel espíritu de la Navidad del que escribieron tan hermosamente los ingleses en los siglos XVIII y XIX, y que tan querido y entrañable ha sido siempre, hasta hace poco, en nuestra España. Basta con que te digas a ti mismo y trasmitas a tus allegados 'estamos celebrado la Navidad, el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, hace 200 años en un establo de Belén".
No perdamos la esperanza. Las cosas estaban bastante peor cuando Juan Bautista predicaba, antes de la manifestación publica de Jesús, hace unos 2000 años, más o menos. En el fondo no ocurre otra cosa que los vendedores, comerciantes y grandes almacenes están dispuestos a 'hacer su agosto' siempre que pueden, incluso en pleno diciembre.
Ellos a lo suyo, pero nosotros a lo nuestro. Felices Fiestas. Feliz Navidad.
Barcelona, Miércoles 17 de diciembre de 2003.
Eduardo de Prado Álvarez.