20-03-10 - Hacia una Nueva Seguridad Social
Por Eduardo de Prado Álvarez
He leído con detenimiento el escrito "Atención trabajadores” de DE LA SERNA DE PEDRO, Portavoz del PARTIDO DE CASTILLA Y LEÓN (PCAL) en el Ayuntamiento de Aranda de Duero (Burgos) donde recapacita sobre la jubilación y los planes de pensiones.
Quisiera añadir, sin discrepar, algunas consideraciones.
De acuerdo en que 'los Planes de Pensiones Privados, son un producto creado más para las empresas de seguros que para los ahorradores y ahí están los resultados de siempre para afirmar lo que indicamos: iliquidez, inseguridad, riesgo, ventajas fiscales inexistentes,... ', como dice el portavoz de PCAL en Aranda.
Algunos, pocos, hace un par de años o tres tuvieron la previsión o el acierto de poner sus ahorros del Plan en un digamos Ídem (plan) de ahorro garantizado que era entonces minúsculo, pero al menos aseguraron un crecimiento anual por mínimo que fuera durante los últimos 10 años de vigencia, hasta su jubilación. Ahora se ve que aquel ‘garantizado’ escuálido, que parecía casi ridículo, resultó providencial.
n cuanto a la seguridad social, creo que ha llegado la hora y el momento de hacer alguna propuesta seria y, por lo que a mí respecta, creo que novedosa, por más que de alguna forma pueda parecer heterodoxa, no lo voy a negar.
Se dice que los trabajadores de ahora (este año, este lustro…) financiamos las Pensiones de "ahora” (este año, este lustro…) y que lo que se cobra nada tiene que ver con la suma, el montante, de lo cotizado a lo largo de la vida laboral, salvo, claro está, los requisitos de permanencia y el hecho de la proporcionalidad del cálculo de lo que se ha de cobrar, pero que la filosofía es la otra: que lo cotizado por cada uno ha servido en todo caso para financiar las pensiones de entonces, las pensiones que se han pagado durante nuestra vida laboral a otros, entonces pensionistas.
Creo, y es mi propuesta, que habrá que añadir un nuevo elemento, de nueva filosofía y de Nueva Concepción de lo que la Seguridad Social sea y deba ser y sobre su financiación.
Durante algun tiempo fui miembro del Consejo General de la Seguridad Social, del INSS, y acudía desde Barcelona trimestralmente a Madrid, en representación de los trabajadores, en mi caso por la Unión General de Trabadores, UGT.
Experiencia enormemente enriquecedora en conocimientos y en casuística. Sin ser un experto consumado, creo que algo sé del tema.
Mi propuesta de cambio de la filosofía y concepto, dicho muy resumido ahora, es que la Seguridad Socia hay que conceptuarla como pieza clave, ‘Pal de palier’ dicho en catalán, (viga maestra en castellano) del Estado del Bienestar. Del Estado social y democrático de Derecho.
Tanto y como el derecho a un trabajo digno, y tanto como el derecho a una vivienda digna que dice garantizar la Constitución, es importante, decisivo, esencial, garantizar de hecho, no de teoría o de palabra, el derecho a recibir el pago mensual de por vida de la Seguridad Social, acaba da la vida laboral activa remunerada del trabajador, varón o mujer, y a que la cantidad sea la que los tiempos exigen.
Y es esencial para garantizar ese derecho efectivo la financiación. El sujeto y la cantidad.
En este sentido, una mínima responsabilidad y previsión dice que no se puede dejar ya exclusivamente la Seguridad Social a la Financiación por parte del trabajo y por parte del empresario. Hay que incluir el tercer elemento necesario, ya hoy imprescindible: la Administración, el Estado.
Primero como sujeto activo. Segundo en cuanto al montante o cantidad a incrementar el presupuesto de la SS y tercero en cuanto a la previsión que le es obligada, y que tiene que ser superior a 40 ó 50 años. Que tiene que ser de 100 años vista como mínimo, incluso más.
Es decir: hay que pasar de la instantaneidad, filosofía que ahora rige: --los trabajadores de hoy financian las pensiones de hoy (sin previsión posible a largo plazo en que el trabajo puede escasear, antes al contrario, estamos encadenados a lo realmente existente hoy y ahora) -- a la filosofía de la previsibilidad centenaria: donde las partes que financian pasan a ser tres y además la Administracion, el gobierno, hace planes a 100 años vista y fortalece el Fondo Centenario de la Seguridad Social ya desde hoy mismo.
Un Fondo a 100 años vista de Capitalizión de la Seguridad Social nacional para que las Administraciones públicas, -- y tenemos muchas, nacional, autonómicas, provinciales y locales--, prioricen, presupuesten y capitalicen la Seguridad Social en cuanto garantes del Estado social y democrático de derecho que predica la Carta Magna de 1978 en la proporción que se les asigne. Se trata, por supuesto, de una Nueva Prioridad.
Yo propongo, pues, un Plan CENTENARIO DE PREVISIÓN Y CAPITALIZACIÓN DE LA SEGURIDAD SOCIAL con cargo al Estado y a las administraciones central, autonómicas y locales. La parte que les toque y se les asigne.
(Mucho mejor que no, por ejemplo, y sin cebarnos ahora en el tema, dedicarlo a abrir embajadas de casi todas las Autonomías en el extranjero, o a pagar viajes de alcaldes y concejales por todo el mundo, donde No Tienen Competencias, etc.).
Es evidente.
Este cambio de filosofía propuesto aquí introducirá algunas variaciones en las consecuencias: por ejemplo respecto de los extranjeros que se incorporen a nuestra patria a trabajar, en la medida en que su parte aportada les dará sus derechos, pero que serán en todo caso menores que los de los nacionales porque ahora ya es el Estado y el impuesto nacional el que durante 100 años ha ido capitalizando ininterrumpidamente dicha seguridad social nacional. Etc. Pero este es tema de otro escrito.
El Estado hace autopistas, líneas férreas, aeropuertos, con independencia de que no todos los españoles conducen por la autopista, han viajado en su vida en tren y mucho menos en avión.
Igualmente, independientemente de que No el 100 por 100 de los nacionales estén en la Seguridad Social, aunque se podría llegar a una situación en que sí lo estuvieran, este Bien Nacional, viga maestra del Estado de derecho, puede y debe ser financiado por el Impuesto Público y por el Estado en un Plan a Cien Años Vista. Y la Seguridad Social y las Pensiones no correrán peligro alguno. Obvio. Seguro.
Hay que empezar cuanto antes.
EDUARDO DE PRADO ÁLVAREZ-
(*) Eduardo de Prado, es leonés, castellano-leonés que vive en Cataluña; exmiembro del Consejo General de la Seguridad Social (INSS) por la UGT-Cataluña, es ahora el presidente del Partido Castellano, PCAS, de Cataluña.
© EDUARDO DE PRADO ÁLVAREZ, Barcelona, 16 de diciembre de 2010.-
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a posteriori
tomado el dia 21-12-2010 en YA ' , Diario digita
21-12-10 - A vueltas con las pensiones
Sus señorías siguen dándole vueltas a la patata caliente de la pensiones, como si con cada giro la patata se enfriase. Buscan soluciones para que nuestras arcas públicas puedan seguir pagando a los pensionistas, en un escenario en el que las cotizaciones a la Seguridad Social siguen cayendo. Y lo cierto es que continuar buscando una salida a ese callejón sin salida, roneando como ratoncillos alrededor del queso de la edad de la jubilación no les va a llevar a ninguna parte.
Para garantizar nuestro sistema de pensiones, no es preciso ni necesario, ni supone una solución, alargar la vida laboral. Para que los actuales y venideros pensionistas cobren una jubilación digna hay que reformar estructuralmente el sistema de financiación de la Seguridad Social. Alargar la vida laboral no sólo no soluciona la dificultad sino que la agrava. Les explicaré donde está el problema para hacer entendible la explicación. El sistema de financiación de la Seguridad Social es un sistema piramidal. Lo que cualquiera de nosotros pagamos hoy, no se guarda en una cajita que se abre cuando nosotros nos jubilamos. Lo que cotizamos hoy, va destinado a las pensiones que se cobran ahora mismo. Eso nos lleva a ese callejón sin salida del que hablábamos antes, y ese sistema de financiación es una bomba de relojería que sólo nos puede conducir al desastre, de no ser reformado estructuralmente. El actual sistema funciona muy bien, cuando hay muchos cotizantes. El problema surge cuando no guardan relación las cotizaciones con las pensiones que hay que cubrir. Y eso sin contar con que no todas las cotizaciones van destinadas a las pensiones, sino que de ellas también hay que detraer la financiación de nuestro sistema sanitario público, amén de otras muchas cosas.
Alargar la vida laboral y modificar los criterios para acceder a una pensión digna es una medida miope. Una medida partidista sin duda alguna, que sólo busca que esa bomba de relojería no le estalle en las narices al gobernante de turno actual, con la que únicamente se pretende alargar en el tiempo el estallido para que el que venga detrás que arree. No es ninguna solución, porque el problema, que es el sistema de financiación, continúa estando ahí, y más vigoroso y agravado a medida que pasa el tiempo. Ante un problema de estas características, que supone una carga de profundidad alojada en la columna vertebral del Estado Social, no valen los apaños y precisa de una medida de Estado. Esa medida de Estado no puede ser otra que reformar profundamente el sistema de financiación de la Seguridad Social, que por estos y otros problemas reclama a gritos desde hace tiempo una profunda reforma. Y esa reforma sólo podrá producirse a través de un gran Pacto de Estado en el que se pongan de acuerdo todas las fuerzas políticas nacionales, los agentes sociales y la sociedad civil. Es preciso retornar a una senda del consenso en los grandes temas de Estado, y este es uno de ellos.
La reforma que nuestro Sistema de Seguridad Social precisa, no tiene que moverse en las directrices en las que se está debatiendo, sino que hay que replantear que hay que financiar la Seguridad Social en una parte a través de cotizaciones y en otra parte muy importante a través de la creación de un impuesto directo a la riqueza. De hacerse así, nuestro sistema de Seguridad Social dejaría de estar supeditado al vaivén del número de cotizantes, ya que su principal fuente de ingresos vendría de todos los ciudadanos sin excepción. Y por otra parte, eso proporcionaría la posibilidad de disminuir la enorme carga que supone para las empresas, y especialmente para las pymes, la cotización a la Seguridad Social. En este punto las empresas pagarían menos a la tesorería, pero trasladarían una parte de esa rebaja a los salarios de los trabajadores, acercándoles mucho más al nivel del coste de la vida, que desde la entrada del euro no guarda relación con los salarios y potenciando mediante esa reducción en las cotizaciones la creación de empleo. Todo lo demás, será seguirle dando vueltas a la patata .-