Durante
el siglo XVI, el comercio del libro en la Corona de Castilla se
desarrolla fundamentalmente en dos grandes
centros: Salamanca y Medina del Campo. En
ellos se llevan a cabo dos actividades complementarias: la producción
y la distribución de impresos. Medina del Campo es el gran
centro comercial donde están instalados los más importantes
mercaderes de libros y donde se hallan los mayores depósitos
de papel (Medina del Campo era por entonces el centro del comercio
del libro que centralizaba las importaciones que llegaban a España.
En la villa había de 10 a 15 almacenes cada uno de los cuales
tenía a la venta entre 15.000 y 20.000 libros). Gracias
a esta red de libreros y su poderosa infraestructura, la villa se
convierte en el más destacado centro de importación
de obras impresas procedentes del extranjero que llegan en resmas
y sin encuadernar.
Este
comercio conoce tres momentos bien diferentes: un primer período
de provisionalidad, que puede encuadrarse entre los finales del
siglo XV y 1540, con la intervención de libreros de paso
andantes en ferias"; una etapa de gran florecimiento
entre los años 1540 y 1590, período en el que libreros
procedentes de Salamanca, Sevilla, Amberes, Lyon, Venecia, Roma,
Colonia o Génova, se instalan ya de forma permanente en el
foco ferial; y una etapa de decadencia que llegará en la
última década del siglo, momento de la desaparición
casi absoluta de esta actividad en la villa.
Respecto
a la actividad impresora, Medina del Campo no llega a conocer la
importancia y resonancia internacional alcanzada por el comercio
y distribución de libros, sin embargo cabe situarla al mismo
nivel alcanzado por ciudades de larga tradición impresora
como Valladolid, Burgos, Zamora, Alcalá de Henares o Toledo.
En el Museo se exponen originales del siglo XVI, representativos
de los libros impresos en las tipografías medinenses, así
como en las imprentas de los grandes centros europeos de Amberes,
Lyon, Colonia, Venecia, etc. También se muestran encuadernaciones
platerescas y una serie de grabados y estampas realizados a caballo
entre el siglo XVI y XVII por artistas tan reconocidos como Antonio
Tempesta, Johannes Wierix, Joan Stradanus, Otto van Veen, Adrian
Collaert o Philipp Galle que permiten hacer referencia al activo
comercio de estampas que tuvo lugar en las Ferias de Medina del
Campo.
Exposición
temporal Lazarillo de Tormes
Índice
del Libro Catálogo:
- Francisco
Rico, Real Academia Española: Prólogo
- Bienvenido
Morros, Universidad Autónoma de Barcelona: Las primeras ediciones
del Lazarillo de Tormes.
- Teófanes
Egido, Universidad de Valladolid: Ambiente histórico del
Lazarillo de Tormes.
- Pedro
M. Cátedra, Universidad de Salamanca: Imprenta en España
e imprenta en Medina (siglos XV - XVI).
- Anastasio
Rojo Vega, Universidad de Valladolid: Medina del Campo, centro de
importación de libros en el siglo XVI.
- Antonio
Sánchez del Barrio, Fundación Museo de las Ferias:
La exposición Lazarillo. Vida picaresca en el siglo XVI.
No
cabe duda que las exposiciones se han convertido en uno de los medios
más eficaces en la difusión de la cultura en los tiempos
recientes. Gracias a la iniciativa de instituciones de diversa naturaleza,
estas muestras,
generalmente germen propicio de numerosas actividades paralelas
a su celebración -edición de libros y catálogos,
restauración de obras artísticas, organización
de jornadas y congresos, conciertos, ciclos de conferencias, etc.-
están contribuyendo al estudio riguroso de nuestro patrimonio,
profundizando en el conocimiento objetivo de los hechos históricos
o de las obras señeras de la literatura y las artes plásticas.
El
reciente descubrimiento fortuito de una nueva edición del
Lazarillo de Tormes en la localidad de Barcarrota (Badajoz), impresa
en 1554 (como las otras primeras ediciones conocidas de Burgos,
Alcalá y Amberes) en los talleres que los hermanos Francisco
y Mateo del Canto tenían en Medina del Campo, ha propiciado
en estos últimos años numerosas actuaciones de diversa
índole y proyección que han dado como resultado, junto
con una renovada difusión de la obra, nuevos análisis
y revisiones de la misma a cargo, fundamentalmente, de filólogos
e historiadores de la literatura.
La
presente exposición monográfica quiere unirse a estas
manifestaciones culturales planteando un recorrido por los episodios
más conocidos del Lazarillo, a través de medio centenar
de piezas originales del siglo XVI -y por tanto, contemporáneas
a la redacción del texto original- que de manera directa
o indirecta tienen relación con las escenas narradas en el
libro. De este modo, se exponen esculturas, grabados, planos, obras
de platería y objetos de uso cotidiano o de carácter
decorativo, sin faltar a su lado los correspondientes párrafos
del libro donde son mencionados y que sirven de hilo argumental
de la muestra.
La
exposición ha sido articulada en siete espacios correlativos
para respetar la estructura del libro que ha llegado hasta nosotros;
sin embargo, se ha considerado oportuno nombrar cada uno de ellos
con un epígrafe que hiciera referencia a los diferentes amos
que conoce Lázaro en cada "tractado" o capítulo
de la obra. Son los mismos apartados que anotamos a continuación.
La
muestra comienza con la alusión a las circunstancias que
concurrieron en el nacimiento de Lázaro en una aceña
del río Tormes, en un paraje cercano a la ciudad de Salamanca
y, por ello, se expone uno de los manuscritos más importantes
que puedan encontrarse referidos a diseños de molinos, aceñas
e ingenios hidráulicos de aquel tiempo: el compuesto entre
1547 y 1585 por Francisco Lobato del Canto, "ingeniero"
cuya actividad se desarrolla fundamentalmente en su villa natal,
Medina del Campo, circunstancia que nos acerca aún más
si cabe a la "nueva" edición del Lazarillo.
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La
vida de Lázaro de Tormes y de sus fortunas y adversidades.
1554, Medina del Campo. Impr. de Mateo y Francisco del Canto.
Junta de Extremadura. Consejería de Cultura
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Colofón
de la edición de Medina del Campo, 1554
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Para
ilustrar las vivencias que Lázaro padece con el ciego,
se han seleccionado siete piezas ligadas a los episodios más conocidos de esta
primera parte de la obra, entre otros: el cabezazo de Lázaro
contra el toro de piedra en el puente de Salamanca, el jarrazo
en la cara, el racimo de uvas -recuérdese la famosa frase
"¿Sabes en qué veo que las comiste de tres
en tres? En que comía yo dos a dos y callabas"-,
para acabar con la vengativa escena del testarazo sufrido por
el ciego al lanzarse confiado contra un poste de piedra en la
plaza de Escalona.
Un
verraco de granito del siglo II d. C., procedente de Martiherrero
(Ávila) y conservado actualmente en el Museo de Ávila,
nos recuerda las palabras del ciego a Lázaro tras la
"cornada" del toro de Salamanca: "Necio, aprende,
que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el
diablo". De otra parte, es sin duda el célebre libro
de Pedaneo Dioscórides, Acerca de la materia medicinal
y de los venenos mortíferos..., el más difundido
tratado de remedios y plantas medicinales de esta época;
como cabe suponer, su inclusión en la muestra responde
a las alusiones que se hacen en el Lazarillo de los conocimientos
sobre estos temas que tenía el ciego: "Haced esto,
haréis estotro, coged tal yerba, tomad tal raíz..."
(se expone la edición del Dr. Andrés Laguna, impresa
en Amberes en 1555).
Un
puñado de blancas contemporáneas, esto es, acuñadas
durante los reinados de los Reyes Católicos y el Emperador
Carlos, hacen referencia a las sisas que el avariento personaje
hubo de padecer por parte de su "protegido" (la denominación
de media blanca dada en el libro, corresponde más a un
valor arbitrario asignado a una moneda que a una pieza acuñada
con ese valor). Un jarrillo "borracho", con decoración
esponjillada, como el que se muestra en la exposición,
sería muy parecido, sino idéntico, al descrito
en el célebre pasaje del jarrazo que acaba desdentando
al pobre joven Lázaro: "me quebró los dientes,
sin los cuales hasta hoy día me quedé. Desde aquella
hora quise mal al mal ciego".
Como
término de este primer espacio expositivo, se recoge
una columna de piedra, en recuerdo del poste ya aludido de la
plaza de Escalona contra el que el ciego se rompe la cabeza.
II.-
Lázaro y el Clérigo de Maqueda
Siguiendo
puntualmente las penalidades de Lázaro de Tormes, las
malas artes del ciego son sustituidas por la
mezquindad y avaricia sin límites encarnadas en el clérigo
de Maqueda. Un extraordinario relieve flamenco realizado hacia
1515, que representa la ceremonia de la misa -iconográficamente
corresponde a la Misa de San Gregorio-, nos recuerda el arranque
de la relación de Lázaro como acólito del
miserable presbítero, su segundo amo: "me preguntó
si sabía ayudar a misa. Yo dije que sí, como era
verdad".
Muchos
de los episodios de este "tractado segundo" del Lazarillo
tienen relación con el arca donde el clérigo guarda
celosamente los "bodigos" de pan. El expuesto corresponde
a una tipología frecuente durante el siglo XVI, que se
extenderá hasta el siglo siguiente, y que muestra en
uno de sus lados "ratonaduras" similares a las del
"arcaz" descrito en la obra.
El
ofertorio de la misa sirve de escenario para mostrar la cicatería
y miseria del clérigo: "Cuando al ofertorio estábamos,
ninguna blanca en la concha caía
que no era dél registrada: el un ojo tenía en
la gente y el otro en mis manos".En la exposición,
la escena es ilustrada con un cáliz de plata sobredorada
elaborado hacia mediados del Quinientos; una bandeja o plato
limosnero del tipo "dinanderies" y una campanilla
"de Malinas", cuyas denominaciones nos ponen en relación
con su procedencia, las ciudades de Dinant y Malinas, grandes
centros de comercio con la Península durante todo el
siglo XVI, desde las cuales se exportaban, respectivamente,
millares de piezas como las presentadas.
Del
mismo modo, las salidas callejeras con el viático de
los enfermos y los rezos en los mortuorios, quedan reflejados
con la inevitable esquila que alertaba del paso del Sacramento,
la crismera de los santos óleos y el hostiario en el
cual se llevaba reservada la hostia consagrada. Como final de
esta segunda etapa de Lázaro se expone un sartal de llaves
en alusión al que llevara el "angélico calderero"
con el que se encontró Lázaro a la puerta de casa
"enviado por la mano de Dios".
III.-
Lázaro y el Escudero
Para
recrear las peripecias que Lázaro pasa con su tercer
amo, un hidalgo de apariencias que invita a la compasión,
se han seleccionado nueve piezas relacionadas con su atuendo,
su posición social, su lugar de nacimiento, etc. Así,
respectivamente, se muestran: un relieve que iconográficamente
representa el Martirio de San Pablo, donde se recoge un variado
elenco de indumentarias de los personajes de la época;
una ejecutoria de hidalguía con magníficos miniados;
la conocida vista de Valladolid, de Franz Hogenberg y Joris
Hoefnagel, y dos escrituras de censos documentados en la Costanilla,
calle pucelana donde se hallaba el pretendido solar del linaje
familiar de nuestro personaje; y, además, una espada
ropera contemporánea a la obra, en alusión a "los
prestos aceros" que blandiera orgullosamente como hidalgo,
sin faltar un real de plata, el particular "tesoro de Venecia"
del pobre escudero, acuñado en la ceca de Toledo antes
de 1566, año en que se firma el decreto de "nueva
estampa".
El
último episodio vivido por Lázaro con el hidalgo
vallisoletano, la persecución de éste por la justicia
de Toledo, es rememorado con un manuscrito original de las Ordenanzas
de Toledo, fechadas en 1505, documento inédito que por
razones que aún no conocemos con seguridad, se ha conservado
en el Archivo Municipal de Medina del Campo.
IV.-
Lázaro y el Fraile de la Merced
La
fugaz convivencia de Lázaro con un fraile mercedario,
carente de episodios concretos en el texto original, sugiere
la cercanía del protagonista a un mundo de moralidad
prohibida que no se relata en el libro por razones evidentes.
En la exposición, se muestra la escultura de un fraile
mercedario -corresponde iconográficamente al fundador
de la Orden de Ntra. Señora de la Merced, San Pedro Nolasco-,
ejecutada por Pedro de la Cuadra en los años finales
del siglo XVI, y un grabado xilográfico con el escudo
de la Orden que aparece en la portada de los Comentarios a Santo
Tomás (Salamanca, 1585), obra del insigne mercedario
Fray Francisco Zúmel.
Martirio
de San Pablo. Anónimo 1510 - 1525. Museo Nacional de
Escultura (obra depositada en el Museo de Valladolid)
Espada
ropera. Taller de Solingen (Alemania). Finales del XVI - s.
XVII. Museo de Valladolid
El
quinto de los amos de Lázaro es un "desenvuelto
y desvergonzado" buldero con quien pasa "hartas fatigas"
durante cerca de cuatro meses. Como es natural, se recoge en
la exposición una bula original de aquella centuria,
junto con dos Reales Provisiones, una de 1525 en la que se ordena
a los comisarios de la Santa Cruzada que no pidan dinero a un
Concejo y a sus vecinos, y otra fechada en 1554 -el mismo año
de las primeras impresiones conocidas del Lazarillo- en la que
se insta a los concejos a nombrar personas de orden para el
cobro de las bulas de la Santa Cruzada. También se expone
un libro impreso en Toledo en el que se explica, entre otras
cosas, el modo en que se ha de presentar la bula, las diferentes
clases admitidas o los beneficios que se obtienen al tomarla.
VI.-
Lázaro y el Capellán. Lázaro y el Pintor
de Panderos. Lázaro aguador
Por
un período más breve que en el caso anterior,
Lázaro se asienta con un pintor de panderos -sería
un buhonero o vendedor callejero de su propia producción-
al que "muele los colores", a golpe de mano de mortero
o almirez; de aquí que se recojan en la exposición
varios de estos utensilios cotidianos de bronce, con diversos
motivos decorativos habituales en aquella centuria -columnario,
heráldico, etc.- como recuerdo de esta efímera
actividad de nuestro protagonista.
Un
capellán de la catedral primada es el siguiente amo de
Lázaro; bajo su tutela se convierte en aguador, recorriendo
la ciudad con un asno, unos cántaros "y un azote"
que el eclesiástico pone a su disposición tras
su primer encuentro. Con él vive cuatro años y
por fin puede vestirse "muy honradamente de la ropa vieja"
con las ganancias que le proporciona su oficio. Realmente -y
en palabras del propio Lázaro- "fue el primer escalón
que yo subí para venir a alcanzar buena vida". Su
etapa como aguador es recordada en la exposición con
dos cántaros de distinto tamaño, cuyas características
son las propias de una cronología comprendida entre los
siglos XV y XVIII. También, como contrapunto, se muestra
un diseño manuscrito, fechado en 1561, de un ingenio
para subir agua del río Tajo al Alcázar de Toledo
y proveeer con ella al vecindario; esta necesidad imperiosa
de la ciudad imperial se logrará poco tiempo después
e incidirá notablemente en el esforzado trabajo de los
aguadores de Toledo (nos referimos al célebre artilugio
mecánico de brazos oscilantes construido por Juanelo
Turriano, en funcionamiento entre 1568 y 1639, que diariamente
suministraba a la ciudad "mil seiscientos cántaros
de a cuatro").
Ordenanzas
de Toledo. 1505.Archivo Municipal de Medina del Campo.
VII.-
Lázaro y el Alguacil. Lázaro pregonero y el Arcipreste
de San Salvador
Por
último, tras convivir poco tiempo con un alguacil, del
que se despide por parecerle oficio peligroso, Lázaro
se convierte en pregonero, "oficio real" que le proporciona
la estabilidad que tanto ansía; y lo consigue al casarse
con una criada del Arcipreste de San Salvador, el último
de sus amos.
En
este último espacio se exponen, de una parte, una ordenanza
de vinos, fechada en 1503, que incluye su pregón en la
plaza pública -en este caso en la del mercado de Medina
del Campo- y el que tradicionalmente se ha tenido siempre como
el tambor original del pregonero del concejo de Valladolid,
datado en el siglo XVI y conservado entre los fondos de la Catedral
Metropolitana, y, de otra, la excepcional vista de Toledo recogida
en el Civitates Orbis Terrarum que pone punto final a la muestra
como escenario urbano de la última etapa de la vida de
nuestro protagonista.
Se
ha hecho llegar a los centros de enseñanza de la provincia
de Valladolid información acerca de los contenidos de
la exposición para programar visitas guiadas. Asimismo,
dentro del programa de difusión y acción cultural,
se ha editado un cuaderno didáctico orientado a 2º
y 3º de Educación Secundaria Obligatoria que recoge
una propuesta de actividades sobre la exposición para
un mejor aprovechamiento de la visita de los alumnos.
Para
visitas concertadas a la exposición los grupos deberán
llamar al teléfono 983 83 75 27
de la Fundación Museo de las Ferias.
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