Grupo Procesional tallado por el artista de la tierra y restaurador en excedencia desde 1987, del Museo Nacional de Escultura, Mariano Nieto Pérez (Valladolid 1940), en el año 1989. Procesionado el Jueves Santo por las calles vallisoletanas un año después, fue seguidamente cuestionado por la cofradía de la Cena de dicha capital, en la recoleta y barroca iglesia popularmente conocida como del "Rosarillo". Recientemente, este paso fue cedido a la Junta Local de Semana Santa de Medina por la Diputación Provincial, para ser nuevamente procesionado en la general del Viernes Santo por las calles de la Villa en 1995, acompañado por los cofrades de la "Oración del Huerto", al carecer de hermandad propia.
El conjunto procesional, compuesto por cuatro figuras, centralizadas por la imagen de Cristo, escenifica el pasado evangélico en que Pedro se siega a ser lavado por el Maestro, en compañía de otros dos apóstoles (Jn. 13.4-10). Realizado en madera de pino ahuecado y policromado con temple al huevo, alcanza unas dimensiones entre 1,80 y 1,85 m. de altura por imagen, superior al tamaño natural, y compositivamente proyecta un esquema en X, con el juego de diagonales que se entrecruzan en la efigie cristífera, en actitud humillante ante Pedro.
Las figuras resueltas en facetados planos, denotan una acusada expresividad en sus contorneadas actitudes al ser dotadas de la necesaria teatralidad escénica, implica al tradicional canon barroco de ascendencia castellana. Jesús enjuga los píes a Simón Pedro en mutuo intercambio de miradas, mientras Juan con afecto, se incorpora a la acción y anima al resto de discípulos -en forzada compostura- que, en este caso, son los propios fieles y espectadores. En el extremo opuesto, Andrés, sorprendido por el ejemplo del Maestro, dirige su mano a Pedro conminándole a obtener el gesto iniciado por Jesús.
La composición goza de la adecuada visualización multióptica, prioriza el eje principal enmarcado por la efigie de Cristo y la interrelación figurativa del resto, insertado en un complicado esquema armónico.
Iconográficamente, el pasaje del "Lavatorio", identificado como la "Santa Ablución", responde al simbolismo del agua como elemento purificador, energía física y moral, así como a la arraigada costumbre hospitalaria entre los judíos de recibir y lavar a los huéspedes antes de las comidas. Jesús alecciona a sus discípulos con magistral humildad, desvinculándola de la exclusividad otorgada a la función del esclavo y equipara así, fraternalmente, la condición humana.
Figura igualmente la escena la ablución de los sacerdotes judíos en el templo de Salomón y representa simbólicamente el sacramento del bautismo precentes de la mesa compartida como emblema del banquete eucarístico.
En la iconografía oriental de origen bizantino, Jesús está de pie para lavar los pies a los apóstoles; en la occidental se sitúa arrodillado ante Pedro, secándole los pies con la tohalla anudada en la cintura. Los artistas desarrollaron el tema de los doce reunidos por Cristo, costumbre rememorada por la liturgia católica el Jueves Santo, en un ritual que perdura actualmente al recibir el ministro consagrado a doce personas revestidas con los pies descalzos.
Durante el siglo XVIII, María Magdalena aparece humildemente reclinada lavando los pies a Jesús en casa de Simón, en similar composición a la desarrollada por Cristo junto a Pedro. El componente pasional esta también implícito; el Cordero se dirige hacia el matadero y proclama alegóricamente la paz y el servicio fraterno hacia el género humano. El Maestro se equipara al esclavo y Pedro es coprotagonista de la acción con su espontánea respuesta, con su ciego y obediente seguimiento expresado en sus palabras: "Señor, no solo me laves los pies, sino las manos y la cabeza".
A partir de Trento, el Salvador está asistido por los ángeles que paliarán el exceso d humildad adoptado por Jesús. Ejemplos pasionales similares al grupo medinense se pueden localizar en localidades próximas, como el sencillo conjunto procesionado en la capital leonesa bajo el título "Unción en Betania", sufragado en 1983 por el ayuntamiento y cedido a las cofradías de aquella localidad.
Texto: Antonio Bonet