El rey Pedro I (1334-1369)
es el famoso de la historia por su singular personalidad, que algunos
autores han considerado propia de un psicópata. Las relaciones
que mantuvo con diversas mujeres fueron motivo de escándalo:
tras declarar nulo su matrimonio con Banca de Borbón, casó
con Juana de Castro, a la que abandonó poco después; parece
que su verdadero amor fue María d Padilla. Mostró un espíritu
vengativo que le llevó a ordenar numerosas ejecuciones, denunciadas
por sus enemigos como señal de su tiranía. Fue, en cualquier
caso, un monarca autoritario.
Después de la reunión
celebrada en Valladolid, en 1351, nunca más volvió a convocar
las Cortes. Desconfiaba de la alta aristocracia y buscó sus colaboradores
entre la pequeña nobleza y los juristas. Asimismo, mostró
gran admiración por el arte y la cultura musulmana, pero a la
vez fue un defensor de los judíos. Algunos historiadores han
visto en Pedro I un paladín de la burguesía frente a la
nobleza feudal. Es cierto que los grandes señores territoriales,
dañados por la crisis del siglo XIV, apoyaron a Enrique de Trastámara
porque esperaban de él, como así sucedió, la concesión
de suculentas mercedes. Pero no cabe duda de este hecho que Pedro I
fuera un adelantado del capitalismo. Por lo demás, el filojudaismo
de Pedro facilitó la demagogia antisemita utilizada por su hermanastro
durante la guerra por el trono.