Enrique de Trastámara
(1333-1379) fue uno de los diez hijos de Alfonso XI tuvo con su amante
Leonor de Guzmán. En 1345 recibió el título de
conde de Trastámara, que dio nombre a las dinastía real
fundada por él. Desde fechas tempranas, Enrique, junto con sus
hermanos Tello y Sancho, se enfrentó a Pedro I, sobre todo después
de la prisión y posterior ejecución, en 1351, de su madre,
Leonor de Guzmán. En el curso de su enfrentamiento con Pedro,
Enrique que mostró coraje y astucia, sobre todo el en terreno
diplomático.
Una vez consolidado en el trono
en 1369, Enrique II desplegó una hábil política
tendente a lograr la hegemonía en el ámbito peninsular.
Incumplió las promesas hechas a Pedro IV de Aragón, con
el cual concluyó finalmente la paz de Almazán (1375).
Asimismo, llevó a su redil a Portugal y Navarra. En el concierto
internacional su alianza con Francia en 1368 desembocó en la
intervención de la marina castellana en la victoria naval de
La Rochela sobre los ingleses (1372). En la política interior,
concedió generosas mercedes a la nobleza, pero también
procuró fortalecer el poder regio. Un paso importante en ese
sentido fue la vertebración definitiva de la Audiencia, tribunal
superior de justicia. A diferencia de su hermanastro, convocó
con frecuencia las Cortes. Y en cuanto al antijudaísmo que había
atizado él mismo durante los años de la guerra, rectificó
rápidamente tras subir al trono.