La Real Academia de la Historia apunta que «la reputación de la segunda Bobadilla de deslumbrante belleza en la historia de España no pudo ser peor: cruel, ninfómana y codiciosa». Su tía, Beatriz de Bobadilla, marquesa de Moya, la introdujo en el círculo de poder de los Reyes Católicos. El escritor Baltasar de Castiglione fue el que apuntó ciertas inclinaciones de Fernando el Católico por esta dama.
José Viera y Clavijo la define de esta forma: «Mujer rara, que teniendo todas las gracias y flaquezas de su sexo, tuvo la crueldad y constancia de un hombre sañudo».
Isabel la Católica la quitó de circulación y la mandó a Canarias al sospechar que tenía algo con su marido. La forzó en 1481 a casarse con Hernán Peraza, señor de La Gomera. Hernán Peraza debió cumplir con esta pena por haber participado, por omisión, en la muerte de Juan Rejón, jefe de las tropas de la Conquista, cuando iba a La Palma a su paso por La Gomera por una tormenta.
Beatriz de Bobadilla y Ossorio llega a Canarias con ese matrimonio forzado y Peraza muere por un ataque de los antiguos canarios. A los 21 años ya era adinerada y poderosa viuda, con dos hijos. En 1488 la tomó con todos los gomeros mayores de 15 años en venganza por la muerte de su esposo: los canarios fueron empalados y lanzados al mar. Mujeres y niños, al mercado esclavista de la mano de Pedro de Vera, gobernador militar de Gran Canaria.
Al quedarse viuda, inicia una batalla legal contra su suegra Inés Peraza y su cuñado, Sancho de Herrera, con intereses en otros territorios insulares. Se jugó el poder absoluto de toda Canarias. Con el dinero obtenido de sus pleitos, financia la conquista de Tenerife a quien después sería su segundo marido: Alonso Fernández de Lugo. De Lugo logra superar a los canarios y aplica el mismo método que su esposa: arrasa con cualquier indicio de repulsa a su poder.
Hasta Cristóbal Colón
Juan Álvarez Delgado, catedrático de la Universidad de La Laguna, Tenerife, sostiene que «a esta dama de la Reina» se le negoció enlace con Hernán Peraza «con el fin de poner mar por medio entre la bella dama y su esposo don Fernando, que se resistía a indultar a Hernán Peraza de la muerte de Rejón».
A su juicio, «el gesto real de este indulto a Hernán Peraza no debe parecer extraño, pues en ese tiempo con frecuencia se indultaban delitos de sangre, por ejemplo, a quienes acudieran al asedio de Antequera, a la toma de Granada u otras gestas similares». Agrega que «del mismo modo Hernán Peraza fué indultado de la muerte de Rejón, con la condición de tomar parte, por sí y con los responsables directos de la misma en ia conquista de Gran Canaria». Como París bien vale una misa, Hernán Peraza «quedó muy contento de su suerte, que en vez del degüello seguro».
El cronista Viera y Clavijo señala en sus crónicas que Isabel La Católica «advertía que el rey se le aficionaba demasiado, tomó el partido de hacer feliz a Hernán Peraza con su mano saliendo por medio de este destierro honroso de una rival».
En 1492 Cristóbal Colón la conocería en la Península a la gobernadora de La Gomera. Quizás no era necersario, pero ese año hizo escala en la isla rumbo al Nuevo Mundo. En 1493 Colón repitió la operación. En un tercer viaje ya Beatriz de Bobadilla estaba casada con Alonso Fernández de Lugo y Colón optó por perder menos tiempo en esta isla para recoger provisiones.
El matrimonio creó una sanguinaria campaña para acabar con cualquier rechazo a la Conquista. Isabel la Católica recibió denuncias y la mandó a llamar. La jornada anterior a su comparecencia en Valladolid apareció en noviembre de 1504 muerta por supuesto envenamiento en Medina del Campo.
Antonio Rumeu de Armas afirma que «fue una mujer apasionada y dura, de reacciones impremeditadas bajo al impulso de la violencia». Y es que la Señora de Canarias aplicó que «sus terribles justicias contra los antiguos canarios de una manera sangrienta». Fray Rumeu de Armas afirma que no tuvo líos amorosos con Fernando El Católico porque «el soberano no sobrepasó el límite de la inclinación amorosa por la dama, cortada a tiempo por la reina Isabel, decidida y enérgica».
Sobre la historia sentimental que tuvo con Cristóbal Colón, Rumeu de Armas afirma que, efectivamente, «despertó entre ambos una indiscutible inclinación amorosa, llamada a esfumarse, por mor del destino, en los vericuetos de unas existencias harto dispares y atormentadas».
En 1492 se convirtió al cristianismo, con el nombre de Ferrán, Fernán o Fernando Pérez Coronel o Fernando Núñez Coronel, fundando el linaje noble de los Coronel.
La familia Senior, Senneor o Seneor y su entorno conformaron un importante grupo financiero que desde los años 1460 consiguió arrendar las principales rentas fiscales de la Corona de Castilla, negocio en el que permanecieron durante el resto del siglo. También intervinieron en política, apoyando a lo que algunas fuentes denominan un partido burgués, defensor de los intereses de las ciudades artesanas del centro de Castilla, gobernadas por un patriciado urbano proveniente de la baja nobleza y la burguesía (como la propia Segovia). En ese grupo destacaba la presencia de un buen número de relaciones personales de Abraham Senior: su pariente Andrés Cabrera (mayordomo del rey Enrique IV de Castilla), la esposa de Andrés, Beatriz de Bobadilla (dama de la entonces princesa Isabel), y Alonso de Quintanilla, Contador Mayor de Cuentas, al que el infante Alfonso había confiado la fundación de una fábrica de moneda en Medina del Campo (ciudad enriquecida gracias a las ferias). Una de las consecuencias de la actividad de este partido fue la creación de la Santa Hermandad (1476), promovida por Quintanilla, de la que Abraham Senior llegó a ser tesorero en 1488.
Cortesano de Isabel la Católica
Su posición en la corte era tan importante, que no se limitaba a sus funciones de recaudador mayor del reino: en 1469 intervino de forma decisiva en las negociaciones para el matrimonio de los Reyes Católicos, en 1473 en la reconciliación entre Isabel y su hermanastro Enrique IV, y en 1474 en la entrega del Alcázar de Segovia (cuyo alcaide era Andrés Cabrera). Alcanzó un alto nivel de confianza de Isabel, quien, ya reina, en gratitud por sus importantes servicios, le dotó con una pensión vitalicia de 100.000 maravedíes, confirmada en 1480 a instancias del confesor real Hernando de Talavera. Fue nombrado juez supremo de la aljama (comunidad judía) de Segovia (donde tuvo enfrentamientos con conversos y sus familiares judíos) y “rab do la corte” (“rabí” o “rabino mayor de Castilla”); cargo para el que, como muchos de sus predecesores, carecía de cualificaciones apropiadas desde el punto de vista de la ortodoxia religiosa del judaísmo. Era tan respetado por las altas instancias, que las Cortes de Toledo de 1480 le obsequiaron con 50.000 maravedíes procedentes de las rentas recaudadas por él mismo. En la recaudación de impuestos estaba asociado con Isaac Abravanel, del que se hizo íntimo amigo tras haberle tomado bajo su protección al verse forzado Abravanel a abandonar Portugal en 1483. En la Guerra de Granada ambos desempeñaron un valioso papel financiero, y Abraham ocupó el cargo de factor-general. Ambos también realizaron gestiones, inicialmente infructuosas, a favor del proyecto de expedición transatlántica de Cristóbal Colón.
Intervino activamente en apoyo de la causa de la comunidad judía, sometida a una presión cada vez mayor. Gracias a sus esfuerzos, se logró recaudar entre las aljamas castellanas una gran suma para permitir a los judíos capturados en la toma de Málaga la continuidad en el ejercicio de su religión. En esa ocasión se le acusó de haber vendido las joyas de las mujeres cautivas para añadir esa suma al rescate. Tras conseguir demorar la decisión, largamente considerada por los reyes, de expulsar a los judíos de España y a la vista de la definitiva publicación del Edicto de Granada (31 de marzo de 1492), Abraham Senior e Isaac Abravanel solicitaron la derogación del edicto a cambio de grandes sumas de dinero,o alguna causa para ser excluidos. Ante la negativa de la reina, Senior (un anciano de 80 años) optó por la conversión, mientras su amigo Abravanel (de 65) eligió conservar su religión y partió hacia Nápoles.
De la conversión de Abraham Senior se esperaba gran repercusión y respondía a la estrategia política de los Reyes Católicos, por lo que fue cuidadosamente escenificada, publicitada y rodeada de toda clase de solemnidades, en una ceremonia que tuvo lugar el 15 de junio de 1492 en el monasterio de Guadalupe, siendo los padrinos del bautizo ambos reyes, y el oficiante el primado de España. A partir de entonces llevó el nombre cristiano de su padrino, Fernando (Ferrán o Ferrad), y los apellidos Pérez Coronel o Núñez Coronel (escogido por estar extinto un linaje noble con el apellido de Coronel, aunque hay quien lo interpreta como un mensaje cripto judío), junto con el reconocimiento regio de Hidalguía de solar conocido, un hecho excepcional. Con Senior fue bautizada toda su familia, entre los que se encontraba su yerno (o según otras fuentes su cuñado o su suegro) el rabino y recaudador de impuestos Meir, o Mayr Malamed.
Tras la conversión, cuya sinceridad fue objeto de debate, ocupó a los pocos díaslos cargos de regidor de Segovia, miembro del Consejo Real y contador mayor del príncipe don Juan. Durante la expulsión siguió manteniendo un papel financiero clave en las relaciones con la comunidad judía que debía abandonar España cumpliendo una legislación económica muy restrictiva; de modo que en los siguientes años la familia Coronel reclamó y obtuvo de los reyes el cobro de sustanciales cantidades que tenían su origen en estas operaciones (quiebras de judíos).
Los Coronel
Los Coronel siguieron siendo una de las más destacadas familias de Segovia en el siglo XVI. En 1493, los hijos de Abraham/Fernando, Juan Pérez Coronel e Íñigo López Coronel, heredaron su posición en la asociación comercial con Luis de Alcalá y Mayr/Fernán.Íñigo también fue regidor de Segovia, y en el levantamiento de las Comunidades (levantamiento armado de los denominados comuneros, acaecido en la Corona de Castilla desde el año 1520 hasta 1522, es decir, a comienzos del reinado de Carlos I) fue tesorero de los sublevados. Una hija de éste, María Coronel, se había casado en 1510 con Juan Bravo, el futuro líder comunero segoviano.
Un Pedro Fernández Coronel, probablemente hijo de Fernán Núñez Coronel, participó en el segundo viaje de Colón, que se refiere a él en términos elogiosos, y le nombró Alguacil Mayor de estas Indias (con sueldo de 15.000 maravedís al año). De vuelta a España, actuó como uno de los padrinos en la ceremonia de bautismo de los primeros indígenas americanos, dando su nombre al indio Pedro (29 de julio de 1496, curiosamente, en el mismo monasterio de Guadalupe donde fue bautizado él mismo unos años antes).
La casa de Abraham Senior en Segovia, en la Judería o barrio de los Coronel, que albergaba incluso una sinagoga-oratorio, fue convertida en convento de franciscanos en 1902, y acoge actualmente el Centro Didáctico de la Judería.En el Monasterio de El Parral todavía se conserva la capilla del Calvario, de la familia Coronel, con las tumbas de Abraham/Fernando, de su hermano Pablo Coronel (secretario del cardenal Cisneros y catedrático de hebreo de la Universidad de Alcalá, donde intervino en la Biblia Políglota Complutense) y de su nieta, María Coronel. Otros miembros destacados de la familia Coronel fueron Luis Núñez Coronel (sobrino de Abraham, teólogo, catedrático de la Sorbona, secretario de Alonso de Fonseca y amigo de Erasmo de Róterdam) y Pablo Núñez Coronel (catedrático de la Sorbona y rector del Colegio Montagut, donde también conoce a Erasmo). Vecino de los Coronel, y también cristiano nuevo, fue el destacado médico Andrés Laguna.
La fama de los Coronel era tan extendida, que, ya en el siglo XVII, Francisco de Quevedo utiliza su apellido (con las connotaciones obvias para los advertidos lectores de la época) en un personaje de El Buscón: Diego Coronel, estudiante noble al servicio del que entra el protagonista, y con quien sufre sus famosas desventuras universitarias.
No todos los descendientes del rabino Abraham Senior, también conocido como Fernán Pérez Coronel, realmente abrazaron el catolicismo. Algunos fueron denunciados como nuevos judaizantes cristianos (judíos secretos) y, castigados por la Inquisición, perdieron sus posesiones e incluso fueron deportados a Brasil. Otros descendientes huyeron a tierras más tolerantes a los judíos, como Duarte Saraiva (nacido en 1572), quien escapó a Holanda, donde adoptó el nombre de David Senior Coronel y posteriormente fue a Brasil, donde fue considerado el hombre más rico del Brasil holandés. El rabino Menasseh Ben Israel (1604–57) dedicó su libro, “Conciliador”, a Coronel. Los descendientes de Coronel se encuentran dispersos por todo el mundo, algunos en Israel, otros en Brasil, Ecuador, México, Venezuela, Holanda y los Estados Unidos.
El Último Exilarca
Según el profesor Haim Beinart en ‘La expulsión de los judíos de España’ (p. 420), se hizo referencia a Don Abraham Senior, en una carta de 1487 de los judíos de Castilla a los judíos de Roma y Lombardía, como ‘el Exilarca que está sobre nosotros’. ‘Exilarca’ significa ‘Príncipe de la cautividad’ o ‘Cabeza del exilio’ (es decir, de jure Rey de los judíos en el exilio), un título que data del Exilio de Babilonia del 597-538 a. C. que parece haber sobrevivido en Mesopotamia hasta que Tamerlán el Grande saqueó Bagdad en 1401. El título era hereditario y exclusivo de la Casa de David (La línea davídica o Casa de David se refiere al linaje del rey israelita David a través de los textos de la Biblia hebrea, el Nuevo Testamento y los siglos posteriores. Según la Biblia, David, de la Tribu de Judá, fue el tercer rey de la Monarquía Unida de Israel y Judá. Más tarde fue sucedido por su hijo, Salomón), pero era electivo entre los miembros varones inmediatos de esa familia y sujeto a aprobación rabínica.
Dado el hecho de que el título parece nunca haber sido otorgado (o usado para describir) a alguien que las autoridades rabínicas no reconocen que es de ascendencia davídica, y que el uso indebido de dicho título hubiera sido muy improbable, es razonable inferir que Don Abraham descendía de una de esas ramas de la Casa de David que se remontan a España y que se le otorgó el título en un intento de revivir el Exilarcado después de que había dejado de ser reconocido en Mesopotamia.
Fuente: Wikipedia