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Medina del Campo. Villa histórica, monumental, escultórica y paisajística
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Vd. se encuentra en: - V Centenario muerte de Isabel la Católica.


Cuadro De Eduardo Rosales 1864, Museo del Prado de Madrid
Cuadro De Eduardo Rosales 1864, Museo del Prado de Madrid

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01-02-2020 - Una ruta por Valladolid tras la huella de dos mujeres poderosas

De Medina del Campo a Tordesillas, repasamos los rincones marcados por Isabel la Católica y Juana la Loca

Noelia Ferreiro

Castillo de la Mota de Medina del Campo. Foto: Turismo de Medina del Campo

Castillo de la Mota de Medina del Campo. Foto: Turismo de Medina del Campo

Están vinculadas a este rincón de Valladolid donde han dejado para siempre su huella. Ambas, mujeres de poderosa transcendencia, contemplaron diferentes destinos. La una no estaba llamada a ocupar el trono, pero acabó convertida en la primera reina de España. La otra, reina sin corona, estuvo cautiva por casi medio siglo, arrebatada por el desamor. Hablamos de Isabel la Católica y Juana I, más conocida como Juana la Loca.

Emprendemos una ruta por el corazón de Castilla para repasar la Historia que se cuela entre los gruesos muros de sus fortalezas, los ecos que flotan sobre sus campos amarillos, el pasado orgulloso que se esconde bajo la bruma. Una ruta tras los pasos de estas féminas en la que descubrir bellos pueblos ligados al mudéjar, degustar una gastronomía de bandera y, por supuesto, saltar de bodega en bodega siguiendo la pista del vino de Rueda.

La villa próspera

Plaza Mayor de la Hispanidad de Medina del Campo. Foto: Turismo de Medina del Campo

Plaza Mayor de la Hispanidad de Medina del Campo. Foto: Turismo de Medina del Campo

El trayecto arranca en Medina del Campo, donde los ecos de Isabel retumban aún por sus calles y plazas. Aquí la más universal de nuestras reinas, la dama que tuvo que enfrentarse al descubrimiento de América, el conflicto sucesorio de su reino y las encarnizadas luchas nobiliarias, pasó largas temporadas.

Castillo de la Mota. Foto: Turismo de Medina del Campo

Castillo de la Mota. Foto: Turismo de Medina del Campo

Cuentan que, con sus favores y privilegios, la villa alcanzó su mayor gloria. A finales del siglo XV, Medina era el centro europeo del comercio de la lana y en sus famosas ferias, aquellas que atraían a importantes prestamistas, se podía adquirir todo tipo de mercancías. De esta época quedó una curiosa costumbre que perdura hasta nuestros días: la de abrir en domingo los comercios y la banca para trasladar al jueves el día de descanso.

Imponente castillo

En la Plaza Mayor de Medina, declarada Conjunto Histórico Artístico, se erige el Palacio Real Testamentario, en el que Isabel la Católica dictó su última voluntad antes de morir en 1504. Es el lugar donde acudir para conocer la faceta humana de la reina y la influencia que desplegó tanto en Europa como allende los mares.

La siguiente parada, imprescindible, es el Castillo de la Mota, un imponente fuerte gótico-mudéjar, cuya construcción fue finalizada en el siglo XV por los Reyes Católicos. En este recinto, ahora dedicado a actividades culturales, además de la soberbia Torre del Homenaje destaca el tocador de la reina dentro de sus estancias interiores.

Castillo de la Mota. Foto: Turismo de Medina del Campo

Castillo de la Mota. Foto: Turismo de Medina del Campo

Un confinamiento cruel

Así, del esplendor de la figura de Isabel saltamos al ocaso de su hija, Juana I de Castilla, que dejó su rastro conmovedor en otra localidad castellana. Hay que recorrer un trayecto de media hora para acercarnos a Tordesillas, a orillas del Duero, allí donde España y Portugal se repartieron el nuevo mundo con aquel tratado trascendental de 1494. Es éste el lugar donde la reina loca fue confinada hasta su muerte.

Plaza Mayor de Tordesillas

Plaza Mayor de Tordesillas

En el monasterio de Santa Clara podemos rastrear lo que aún queda de este drama. Porque en lo que antaño fuera el palacio real de Alfonso XI se mantiene el vestigio de la capilla dorada, donde se guarda un órgano que pudo pertenecer a Doña Juana. Por supuesto, también hay que visitar el torreón de la Iglesia de San Antolín, desde cuya ventana se cuenta que solía asomarse esta desventurada mujer, acuciada por la melancolía, para contemplar la meseta castellana.

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04-03-2020 - ¿Isabel contemplando el cadáver de su padre?

La pintura historicista española del siglo XIX puso especial énfasis en tratar el reinado de Isabel La Católica, son numerosos los cuadrados que narran diferentes episodios de su vida, hoy nos detendremos en uno de los menos conocidos y más curiosos cuya realidad histórica trataremos de desentrañar.

Doña Isabel La Católica en la Cartuja de Miraflores por Luis Álvarez Catalá, 1866. Museo del Prado.
Doña Isabel La Católica en la Cartuja de Miraflores por Luis Álvarez Catalá, 1866. Museo del Prado.

Año de 1866, Luis Álvarez Catalá pinta Doña Isabel La Católica en la Cartuja de Miraflores, obra con la que consigue la medalla de segunda clase de la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese mismo año. La pintura se enmarca en la corriente y gusto historicista tan en boga en esta época, fue alabada en su época por su calidad técnica y cromática. Narra el supuesto suceso histórico en el que la reina Isabel en 1483 visita la tumba de su padre Juan II en la Caruja de Miraflores de Burgos y jura lealtad a la corona y al reino ante el cadáver del soberano. El grupo principal se sitúa en el fondo de la composición donde podemos ver a la reina en actitud solemne poniendo la mano sobre el cadáver de su padre, a su izquierda aparecen su hija Isabel junto a su tutora observándose a la derecha un grupo de monjes cartujos enmarcándose todo el conjunto en la bella arquitectura de la cartuja.

Más allá de las características técnicas resulta interesante preguntarnos por el curioso acontecimiento que relata el cuadro y preguntarnos por su veracidad histórica. Juan II de Castilla había fallecido en Valladolid en 1454 y de tal manera fue enterrado en la iglesia de San Pablo de dicha ciudad, un año después sus restos fueron trasladados a la Cartuja de Miraflores e inhumados en su sacristía ya que el templo aún seguía en obras.

Juan II de Castilla por Francisco Prats y Velasco, 1848. Museo del Prado. La imagen y figura del rey está inspirada en la estatua yacente del sepulcro del monarca de la Caruja de Miraflores.

Juan II de Castilla por Francisco Prats y Velasco, 1848. Museo del Prado. La imagen y figura del rey está inspirada en la estatua yacente del sepulcro del monarca de la Caruja de Miraflores.

28 años después de todo esto, Isabel ya proclamada reina de Castilla visita la tumba de su padre y supuestamente realiza este extraño acto. Digo supuestamente porque existen serias dudas sobre su total veracidad. Los grandes historiadores que han tratado la figura de Isabel en el siglo XX (Tarsicio de Azcona, Manuel Fernández Álvarez, Luis Suarez) no hacen mención alguna a este juramento, reduciendo todo al apunte de que la reina fue recibida en estas fechas en la ciudad de Burgos “con gran solemnidad”. Resulta altamente llamativo que una ceremonia de tanto simbolismo no sea recogida por ellos y más chocante aún que tampoco aparezca recogida en la Crónica de los Reyes Católicos de Hernando del Pulgar, cronista de los soberanos y que se encuentra en estas fechas a su servicio. Por todo ello, podemos concluir que el acto tal y como muestra el cuadro de Luis Álvarez Catalá es difícil que pudiera acontecer.

Una de las primeras ocasiones en las que aparece relatado así es en 1843, en esa fecha Juan Arias de Miranda publica Apuntes históricos sobre La Cartuja de Miraflores de Burgos. En esta obra Miranda narra como en 1483 la reina se traslada a la Cartuja con la intención de visitar la tumba de su padre, ante la imposibilidad de acceder a ella al encontrarse dentro de la clausura (recordemos que en la sacristía) los cartujos deciden extraer el ataúd de la sacristía y llevarlo ante la reina, según relata Miranda Isabel “miró el cadáver con el mayor respeto y veneración, y habiéndole besado humildemente los pies, se retiró para ir a Burgos”. Será a partir de este momento cuando aparezca este relato con ligeras modificaciones en diferentes escritos.

Cartuja de Miraflores, Burgos.
Cartuja de Miraflores, Burgos.

Por tanto y en definitiva, podemos concluir que este suceso corresponde a una elaboración del siglo XIX más que un hecho fidedignamente veraz, una elaboración casi novelesca que por otra parte corresponde a inquietudes, modas, legitimidades o necesidades políticas del convulso siglo XIX. El tema tétrico y fúnebre del cadáver siendo contemplado años después de su muerte puede ser claramente enmarcado en la estética del romanticismo imperante, respecto al trasfondo político es un asunto que requiere un enfoque más detallado. Relatábamos que la pintura está fechada en 1866, reinado de Isabel II, su acceso al trono había sido más que complejo tras la promulgación de la Pragmática Sanción por Fernando VII que abría el acceso al trono a su hija Isabel. Como es bien sabido al comenzar el reinado de Isabel II se desatan con total virulencia las guerras carlistas que pretendían el coronamiento de Carlos María Isidro (hermano del difunto rey Fernando VII) en detrimento de Isabel. En este contexto esta iconografía de una reina, además Isabel, jurando y afirmando su derecho al trono en virtud de ser hija de rey entronca perfectamente con el panorama político en el que se enmarca el momento de elaboración de nuestro cuadro.

En conclusión, en ocasiones los acontecimientos del pasado han sido puestos no al servicio de la verdad histórica sino de las necesidades políticas de cada momento, modelando y modulando los hechos para servir de bandera o justificación para legitimar una determinada causa.

Por Felipe López Pérez.
Historiador del Arte y gestor cultural.

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