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Medina del Campo. Villa histórica, monumental, escultórica y paisajista
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TAUROMAQUIAS MEDINENSES OTROS TIEMPOS.
Todos los artículos que se publican en esta página son facilitados por Paula de la Fuente, su autora, para su publicación reafirmando la necesidad de declarar los encierros de interés turístico internacional de Medina del Campo, la Villa de las Ferias.

Paula de la Fuente
Paula de la Fuente

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10-08-22 - Ecos de las tauromaquias medinenses de otros tiempos.

Ecos de las tauromaquias medinenses de otros tiempos.
Ecos de las tauromaquias medinenses de otros tiempos.

P. De la Fuente-. Sepia. Ese es el color de las páginas que guardan la más historia ‘reciente’ de las Ferias y Fiestas de San Antolín y de su actividad estrella: los encierros tradicionales. Y es que La Voz de Medina y Comarca, desde su fundación en 1959, no ha hecho más que difundir y poner en valor las más afables tradiciones que se han venido celebrando en la Villa de las Ferias.

Una villa que no ha hecho más que poner, recientemente, fin a este periodo festivo, y que ahora se ve inmersa en la posibilidad de elevar a la Junta de Castilla y León la posibilidad de declarar a los encierros tradicionales, de Interés Turístico Internacional.

Historia no falta, pues al sólido relato de tiempos inmemoriales donde los festejos se vinculaban a acontecimientos religiosos o bien regios, se le suman aquellas otras citas ya de corte popular y tradicional, ligadas a “tan solo” unas décadas pasadas.

Narraciones que emanaron del puño y letra de Felipe Ruiz Reguero, periodista en esta cabecera, que en 1988 puso en el foco a Juan Mozo, apodo que estaba detrás de Juan García Hernández, nacido en 1874 y fiel protagonista de las fiestas de San Antolín, que “se dedicaba a dar toros para las capeas, por vivir en el centro de las ganaderías salmantinas”. Era definido en este semanario, en la década de los 80, como “el típico charro con gran sombrero negro, recta palabra y finos modales; conocedor de muchos alcaldes, al contratar los Ayuntamientos a sus reses casi siempre verbalmente”.

De hecho, contaba Ruiz Reguero que “si en algún pueblo le salían los novillos mansos y los mozos del lugar le sacaban cantares, sin enfadarse, les decía que subieran al palco a cantárselos, que quería aprendérselos”.

Pero es que este popular Juan Mozo, estuvo durante dos años, 1935 y 1936, asociado con Luís Martín Tejedor, “El Chula”, de Torrecilla de la Orden. Una ganadería que, a día de hoy, ha dado a Medina del Campo grandes y buenos toros. De hecho, este mismo año, la Asociación Taurino Cultural “Los Cortes” rendirá homenaje a tal hierro con raíces en las Tierras de Medina, para venerar tanto a su legado ganadero como a su magna historia.
La ganadería de los Hermanos Martín Alonso, conocida popularmente como “Los Chulas” actualmente, protagonizó estas Ferias y Fiestas de San Antolín el encierro del 4 de septiembre, en el que destacó soberanamente la bravura de sus reses. Pero son múltiples las ocasiones que ha hecho gala de tal cualidad por las calles de Medina del Campo.

En el verano de 1988, La Voz de Medina y Comarca titulaba: “Toros de ‘El Chula’ y de Puertas para encierros y capeas”. Así hacía referencia la noticia a la información exclusiva que daba a conocer a los medinenses cómo los novillos para los festejos populares ya habían sido seleccionados.

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10-10-22 - Las capeas de Medina del Campo en la obra de Tirso de Molina.

P. De la Fuente

Tirso de Molina.
Tirso de Molina.

“Tocan dentro chirimías y trompetas como en la plaza cuando hay toros; silbos y grita”. Así arranca el primer acto de “La lealtad contra la envidia”, una obra del prolífico literato Tirso de Molina, cuyos de sobra conocidos personajes de la familia Pizarro, se desenvuelven en una trama marcada por los tópicos acerca de la Conquista española, en plenas capeas de Medina del Campo.

Un coso medinense de palos que, de hecho, acaba incendiado en la obra. La trilogía, cuyo año de publicación se estima entre 1626-1632, desglosa en su acto primero la llegada de Fernando Pizarro desde Perú a la entonces plaza de toros de palos de Medina del Campo, con el propósito hacer entrega al rey el botín obtenido. Así, mantiene una conversación con Quintanilla para darle parte de sus intenciones: "Don Alonso Quintanilla / fama pretendo, no plata"; a lo que éste responde: "Con una y otra / se adquieren blasones / y estados grandes. Ricos de fama hay en Flandes / que pobres de plata mueren (...)".

Sin embargo, la conversación, marcada por un intercambio de intereses socio-económicos,  contó con la reclamación de Quintanilla a Fernando, para disfrutar de la capea: "Gocemos ahora los toros / y aquella ventana honrad/ oiréis aplausos desde ella/ que la plaza os apercibe".

No se trata de la única interrupción, dado que un acuciante incendio terminaría consumiendo la totalidad del coso taurino medinense. Con estupor, Fernando Pizarro se lamenta: "¡Válgame Dios! ¿No es aquella doña Isabel de Mercado?, ¿qué espero aquí si la adoro?" y así, queda prendado el conquistador de la joven, haciendo lo imposible para salvarla de las llamas, incluso sortea los pitones de un toro que acababa de salir de los toriles.

Dejando atrás esta 'historia de amor', cuyo desenlace está al alcalce de cualquier lector, puesto que se trata de una obra de apertura pública en la Biblioteca Virtual de Miguel de Cervantes, merece la pena destacar el papel de las capeas de Medina del Campo como personaje único. Así, se desprende de esta obra una extensa descripción de la idiosincrasia medinense del momento y de los detalles tradicionales que no podían faltar en una capea. Aspectos como el aviso de la salida del toro: "Acogerse que el toril / está abierto y las trompetas / hacen señal", anunciaba desde un principio uno de los personajes de "La lealtad contra la envidia".

Lo cierto es que tampoco faltaba el 'líquido' para hidratarse entonces, vanagloriando incluso los vinos de Medina. En una charla entre Cañizares y Obregón, el segundo pregunta al primero: "¿Hay bota?" a lo que Cañizares responde: "Con munición de Alaejos", una afirmación que no agrada al otro interlocutor en cuestión, pues lamenta: "Esa afrenta / tome Medina a su cuenta / pues solos sus vinos son / los monarcas de Castilla. / Ya sé que en fe de su vino / dicen que Baco es vecino / desta populosa villa, / mas todo lo forastero / suele ser más estimado". Esta 'gastronómica' capea medinense, también contó entonces con "conejo empanado y una pierna de carnero".

Es evidente, por tanto, que Tirso de Molina se empapó de las tradiciones que en esta Villa de las Ferias acontecían. Más concretamente, de unas capeas singulares y únicas, que todavía a día de hoy perviven tras los encierros tradicionales de San Antolín, que buscan y justifican en su historia una esperada y merecida distinción de Interés Turístico Internacional.

De hecho, justamente este próximo martes, 18 de octubre, se conmemoran los 38 años del fallecimiento del torero José María de la Fuente “Pinturas”, un capa único en las capeas de la villa, promotor y precursor, junto a su hermano Carlos, del Primer Premio Nacional de Cortes de Novillos de la historia, siendo por ello el decano y la cuna de los cortes.

Una suerte que, como muestran infinitud de documentos, prevalecía en estas Tierras de Medina en décadas pasadas, pero también presentes y plausiblemente futuras. Y es que la actual Plaza Mayor de la Hispanidad, y las capeas celebrada en sus entrañas, ha sido objeto no solo del ya citado autor, también de otros tantos, como es el caso del popularísimo título “El Caballero de Olmedo”, de Lope de Vega.

De hecho, Tirso de Molina fue discípulo de Lope. Hasta el momento, se sabe que el primer documento que atestigua los festejos con toros en Medina data del 20 de octubre de 1418, con el casamiento entre Juan II y María de Aragón.

Casualmente, justo cien años más tarde de la publicación de esta obra de Tirso de Molina, en 1726, se celebró en Medina del Campo la canonización de San Juan de la Cruz.

Un acto del que se guardan documentos gracias a la Fundación Museo de las Ferias, encabezada por Antonio Sánchez del Barrio. Textos en los que se da parte de una celebración principalmente religiosa, en el convento de Santa Ana de Carmelitas Calzados.

Es el prior de esta congregación el que invita a la Corporación Municipal al evento e insta a que se conmemore de manera paulatina en años venideros. Sin embargo, esta no sería la única cita, puesto que en el marco de la canonización del Santo también hubo hueco para actos de carácter ‘profano’. Concretamente, un festejo con ocho toros en la Plaza Mayor.

Lo curioso viene cuando el Consistorio se negó a pagar los 1.700 reales, haciendo referencia a que el pleno no lo había acordado, y que había sido el pueblo el que realmente había solicitado la celebración del evento. Tal y como explica un artículo redactado por Juan Carlos Moreno Moreno y Pablo Santos Martínez, disponible en las plataformas oficiales del Museo de las Ferias, el asunto se zanjó con una Provisión Real que obligaba al ayuntamiento a pagar los gastos “de toreros, zerrar dicha Plaza, sacar los toros y barras”, más una sanción económica añadida.

He aquí un nexo de unión entre Tirso de Molina (1579-1648) y la Villa de las Ferias. Un vínculo forjado a hierro candente en una literatura universal que este religioso trató de incorporar a su extensa obra, cuyos bibliógrafos estiman en 400 publicaciones.

No podría haber otro escenario mejor, que el de una tradición antiquísima al que preceden unos excelentes encierros tradicionales de las Ferias y Fiestas de San Antolín. Unas capeas que, a día de hoy, siguen brindando la oportunidad única al aficionado de disfrutar de un profundo respeto a las reses, pero también al propio público, ofreciéndoles sendos muletazos y, sobre todo y con mayoría absoluta, multitud de ‘cortes’ a los novillos, cuidando así al festejo más antiguo de esta suerte en el panorama nacional, y haciendo de Medina del Campo un enclave taurino de categoría.

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21-10-22 - El legado de Santa Teresa como testigo de los encierros de Medina del Campo

Encuentro de Santa Teresa con los toros en Medina del Campo // Foto: Historia de "Medina del Campo y su Tierra" de Eufemio Lorenzo Sanz
Encuentro de Santa Teresa con los toros en Medina del Campo // Foto: Historia de "Medina del Campo y su Tierra" de Eufemio Lorenzo Sanz

De la Fuente-. Hace escasamente una semana, Medina del Campo celebraba la festividad de Santa Teresa. Voto de la Villa desde 1616. Y es que la localidad guarda un vínculo ciertamente anecdótico con la religiosa y de sobra conocido, que prueba la antigüedad de unos tradicionales encierros que buscan ahora la merecida distinción de «Interés Turístico Internacional».

Las calles de la Villa de las Ferias solamente contaban con la tenue luz de la luna. Eran las doce de la noche de un veraniego 14 de agosto de 1567, cuando Santa Teresa pisaba las tierras que habían visto morir a Isabel la Católica. Y es que el motivo que le trasladaba a Medina del Campo no era otro que llevar a cabo la consecución de su segunda fundación: el Convento de San José. Antes de ello, la Santa habría escogido su tierra natal, Ávila, para edificar lo que sería la primera fundación.

Y fue de tierras abulenses de donde partió, aquellos primeros días de agosto, la comitiva: “Sin más arrimo que este, salimos de Ávila dos monjas de San José y yo, y cuatro de la Encarnación (que es el monasterio de la Regla mitigada, adonde yo estaba antes que se fundase San José), con nuestro padre capellán, Julián de Ávila”, cerciora de su puño y letra Santa Teresa en el libro de “Las Fundaciones”.

Lo cierto es que ni el camino fue ligero, ni las disposiciones que se fueron ocasionando tampoco. A pesar de haber encontrado en Medina del Campo ya una morada donde edificar la orden “gracias a la predisposición de una mujer devota” las condiciones no eran las óptimas, llegando incluso a toparse con un edificio al que le faltaban varias paredes: “Todo lo iba disponiendo el Señor. Esta casa estaba tan sin paredes, que a esta causa alquilamos otra, mientras que aquella se aderezaba, que había harto que hacer” redacta en su obra ya citada.

Santa Teresa y el encierro de Medina del Campo

Pero si por algo se conoce la llegada de Santa Teresa a Medina del Campo es por un motivo taurino. Como por todos es sabido, los quehaceres populares de la época hacían que el 15 de agosto fuera uno de los ejes motores de la celebración en los pueblos, en conmemoración del acto de la ascensión del alma y cuerpo de la Virgen María. Ricardo Sendino, antiguo cronista medinense, garantiza en la obra «Historia de Medina del Campo y su tierra»: «Los toros bravos, en Medina del Campo y su tierra, constituyeron para nuestros antepasados, el espectáculo insustituible y núcleo principal de cualquier conmemoración o fiesta patronal, con mucha mayor importancia y categórica exigencia que en la actualidad».

De hecho, Sendino remata su reflexión apoyándose en documentación de 1490, que hace referencia a que los arrendadores de rentas del común (carnicerías, aceite…) «venían obligados a dar, sobre cantidades rematadas, un número determinado de toros bravos en esa fecha antes aludida, concretamente, once en total».

Entrado el siglo XVI, son los libros de acuerdos los que establecen en sus anejos la necesidad de contar con reses bravas para aquellos motivos religiosos de relevancia en la localidad: San Juan, Santiago, Nuestra Señora de Agosto y San Antolín.

Y es que en esa madrugada del 14 de agosto de 1567, varias reses bravas se toparon en el camino de la Santa abulense, que iban a ser encerradas para correrlas al día siguiente en la localidad. No en vano, y por “harta misericordia”, nadie resultó herido. Ella misma lo relata así:

“Llegamos a Medina del Campo, víspera de Nuestra Señora de Agosto, a las doce de la noche; apeámonos en el monasterio de Sta. Ana, por no hacer ruido; y a pie nos fuimos a la casa. Fue harta misericordia del Señor que aquella hora encerraban toros, para correr el otro día, no nos topar alguno. Con el embebimiento que llevábamos, no había acuerdo de nada; más el Señor que siempre le tiene de los que desean su servicio, nos libró, que cierto que allá no se pretendía otra cosa”

Volviendo a los «Votos de Villa» correspondientes a San Juan, Santiago, Nuestra Señora de Agosto y San Antolín […]

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