Concierto de abono nº 1 ( temporada enero/junio )2022
Director; Andrew Gourlay
Mezzosoprano: Katarina Kernéus
Obras de Thomas Largher, Richard Wagner y Richard Strauss
Auditorio Miguel Delibes 13 de enero de 2022
EL RETORNO DE GOURLAY
Volvió Gourlay por primera vez desde que dejó la batuta de titular de la OSCYL. Y dejó muestras de sus preferencias. Estrenó otra obra de encargo, y volvió a ponerse frente a Wagner, esta vez de un modo más académico, aunque la versión de las cinco canciones dedicadas a Mathilde Wesendonck, fue la más minimalista, hecha por Henze, a diferencia de la mas extendida para gran orquesta compuesta por Félix Mottl. Para terminar, la suite extraída de “El caballero de la rosa“ de Richard Strauss, obra elegante y festiva, adecuada para su característica gestualidad.
En su sinfonía nº 3, Thomas Larcher, demostró una personalidad atrevida y coherente a la vez. La obra titulada “Una línea sobre el -cielo“, está dedicada a la memoria de un alpinista fallecido prematuramente en una expedición al Himalaya. Larcher utiliza una larga profusión de instrumentos de percusión y la novedad de un acordeón. Todo, para obtener una variada gama de sonidos afines a su tiempo, sin olvidarse de un recuerdo al romanticismo. Destacaron los bellos efectos en un claro acercamiento a la naturaleza, que se dejan sentir en los sonidos del aire de los instrumentos sin emitir nota alguna. También hay misterio y cierta rebeldía en los sólidos empastes que nos golpean en los “fortes”, bordeando los límites en contraste con los susurros de los violines en “pianísimo“. Gourlay se mostró respetuoso con esta partitura que cubrió la primera parte.
Los “Wesendonck Lieder” fueron el recuerdo que Wagner dedicó a Mathilde, una de sus mujeres preferidas, poniendo música a sus propios poemas. La mezzo Katarina Karnéus, expresó bien los textos llenos de pasión, a veces contenida, “Der engel“, o desatada “Stehe still“. La cantante sufrió en la tesitura grave a pesar de tener detrás la versión más ligera y se notó la falta de fuerza en los ligados largos y crecientes de los momentos más inspirados. Con todo, su timbre lució en las subidas consiguiendo un notable acercamiento al compositor.
Para cerrar, Los valses de Richard Strauss surcaron la suite sin demasiado énfasis, pero con la sonrisa deseada por el compositor para el fin de fiesta.
EMILIANO ALLENDE