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16-08-22 - Santuarios: una segunda oportunidad para los animales olvidados.
Varios refugios de Castilla y León acogen animales maltratados, abandonados, explotados o incautados cuyo destino habría sido una muerte segura.
Azahara Ramos
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Algunos animales del Santuario Scooby, en Medina del Campo |
Existen lugares donde no hay diferencias entre especies. Donde todos los animales son tratados por igual, sin olvidar las necesidades de cada uno. Donde el destino de un cerdo no es el matadero y la finalidad de un ternero no es aportar alimento al ser humano. Se trata de los santuarios de animales, refugios que acogen desde caballos hasta vacas, pasando por palomas, gallinas o pavos. En el mundo, hay santuarios de todo tipo, de animales marinos, de primates o de grandes felinos. En España, en la última década han surgido refugios de esta índole dedicados al cuidado de los animales de granja, cuyo destino habría sido una muerte segura de no haber sido rescatados. Castilla y León cuenta con varios santuarios de este tipo.
Estos centros nacen, tal y como destacan los encargados de algunos de los santuarios de la Comunidad, "por la necesidad", y parten de la iniciativa de personas que buscan dar una segunda oportunidad a animales que han sido abandonados o incautados por las autoridades, que caen de los camiones que los transportan al matadero, que viven enfermos en granjas o que han sufrido maltrato.
El objetivo de los santuarios de animales, más allá del cuidado de estos, es concienciar sobre la realidad que afecta a diferentes especies, que no siempre despiertan la misma empatía de los perros o gatos. Pero el trabajo en estos lugares es duro y no siempre hay recursos ni personas suficientes, por lo que algunos tienen que parar de acoger animales. Los santuarios se mantienen, principalmente, con donaciones de particulares, socios, padrinos, teaming, venta de merchandising, eventos o recaudaciones de fondos para casos concretos. Los voluntarios también son una gran ayuda para los animales que en ellos habitan, aunque todos coinciden en que son menos de los que hacen falta.
Scooby: casi 40 años salvando animales en Medina del Campo
Muchas personas conocen Scooby como una protectora de perros y gatos a los que se busca adopción, pero quizá desconocen que también es un santuario, donde los animales viven hasta el último día de su vida. En sus extensos campos, habitan burros, caballos, cabras, ovejas, gallinas, gallos, gansos, patos, palomas o faisanes, entre otras especies. Son más de un centenar de ejemplares los que actualmente viven en este santuario situado en Medina del Campo (Valladolid).
Scooby nació en este municipio hace casi 40 años. En un primer momento, se enfocó en los perros, y principalmente, en los galgos, dada la crueldad con la que eran tratados en el ámbito de la caza. A principios de la década del 2000, el centro acogió a un burro "que se encontraba en unas condiciones lamentables", tal como recuerda su director, Fermín Pérez. A partir de ahí, sus instalaciones fueron acogiendo a otros animales de diferentes especies, cuando ni siquiera se hablaba del concepto de santuario.
Actualmente, en el santuario viven animales tan curiosos como un cebú, que llegó a sus instalaciones tras el cierre del ya desaparecido zoo de Valwo, en Matapozuelos. También alberga gallinas y perdices incautadas o faisanes procedentes de un criadero, así como una pava tan dócil como cualquier perro doméstico, cuyo destino era, probablemente, ser la comida de Navidad, o un cerdo vietnamita que un día fue una mascota. Desde las redes sociales de Scooby (Facebook, Instagram y Twitter) los internautas tienen la posibilidad de conocer a algunos de estos animales, así como a los perros y gatos de la protectora.
El santuario también ha acogido a algunos equinos procedentes de dos casos de violencia de género, en los que las propietarias eran mujeres maltratadas. Tras la crisis del 2008, Scooby también acogió varios caballos "porque era muy caro mantenerlos", señala el director, quien también recuerda que allí estos animales "no se montan". Otros equinos no tuvieron tanta suerte y acabaron en mataderos.
Como otros santuarios, los ingresos que obtiene Scooby se destinan, principalmente, a cubrir los gastos veterinarios y a la alimentación de los animales. "El voluntariado también es una forma de colaborar, pero son muy pocos, estamos en un momento extraño en la protección animal porque al finalizar la pandemia, la gente quiere salir y no se atreve a hacer voluntariado", manifiesta Fermín Pérez, pero a la vez, poco a poco "hay más concienciación sobre el maltrato animal".
Sin embargo, las administraciones no siempre se lo ponen fácil a los santuarios de animales, pues estos están sujetos a la misma normativa de saneamiento y seguridad alimentaria que las granjas. "Se nos trata como si fuéramos ganadería, cuando son animales que nunca van a ir a un matadero ni se va a consumir su carne", indica el director de Scooby, quien propone, además, "tratar a los santuarios legalmente como una protectora".
Otra de las dificultades con las que se encuentran estos refugios es la búsqueda de veterinarios que sepan tratar a animales de granja enfermos o viejos, porque la práctica habitual en la ganadería es el sacrificio de estos individuos.
Santuario Winston: un paraíso para los caballos
Un 15 de noviembre de 2012 nació un paraíso para los caballos en la provincia de Ávila: el Santuario Winston. La idea surgió después de que su fundadora y presidenta, María Dolores Pérez, recibiera como regalo un caballo llamado Winston, que después daría nombre al refugio. "Fijándome en sus conductas, él me enseñó que lo que realmente necesita un caballo no es lo que te enseñan", apunta. Dos años después, el equino falleció, pero por aquel entonces, "ya teníamos algún otro caballo que habíamos recogido, así que a raíz de su muerte, decidimos ayudar a otros", continúa.
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Algunos de los habitantes de Winston. Arriba: Galán y Loretta |
En aquel momento, Winston era una asociación en la que se buscaba adopción para los animales, "pero viendo que la gente se lo tomaba como un capricho y al poco tiempo devolvían a los caballos, decidimos hacer un santuario donde estos se quedaran de por vida". En la actualidad, el santuario alberga en diferentes fincas a 60 caballos, tres burros, una poni, una oveja, dos cabras, cinco gatos, cinco perros y varias gallinas. "Nuestra misión principal son los equinos, pero los demás necesitaban ayuda y no supimos decir que no", señala María Dolores Pérez.
Además del cuidado de los animales, la labor del santuario es "concienciar a las personas, que vean al caballo como es y las necesidades que tiene como especie: hay mucho amante del caballo, pero es un amor muy mal entendido", sostiene Pérez. "Hoy en día, no hace falta utilizar a estos animales para nada, se merecen su espacio, respeto y dejarlos disfrutar en lugar de tenerlos metidos en boxes, algo antinatural para ellos porque son claustrofóbicos y acaban generando estereotipia, movimientos repetitivos y problemas de salud graves", agrega. "En países como Holanda, está prohibido tener a los animales en boxes más de determinadas horas, aquí eso ni se contempla".
Winston alberga caballos con historias muy diversas, como uno al que "dejaron atado a un árbol para que muriera, otros utilizados como animales de prácticas en hospitales veterinarios, otros que estaban sueltos en el monte sin identificar y sin que nadie los reclamara, ocho equinos de Hoyo de Pinares que eran sacos de huesos cuando llegaron", o una de las últimas incorporaciones, "una yegua mayor llamada Loretta que alguien metió en una de las fincas". Otro de los habitantes del santuario es Galán, que "convive con las yeguas porque no sabe relacionarse con otros caballos por no haber sociabilizado desde pequeño, ya que estos animales son separados de su madre muy pronto y a los pocos meses empieza la doma".
Galán "tiene una artrosis tremenda" y el mantenimiento, tratamientos y cuidado de los caballos requiere gastos elevados. Otro de los caballos, de carreras, "que nació con una lesión que no se le trató, estaba muy nervioso al principio, pero conviviendo con otros animales y dejándole su espacio, es una maravilla". También habita en Winston el burro Antón, que llegó desde Toledo "con hongos por todo el cuerpo, se le había caído el pelo, los cascos le daban la vuelta… No han pasado ni tres meses desde que está aquí y ya está jugando con otro burro, aunque todavía no está recuperado al cien por cien".
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El burro Antón en una imagen comparativa entre el estado en el que llegó al santuario y la actualidad |
En Winston, "los caballos no se utilizan en absoluto, ni se les monta ni se les exige nada". Los usuarios pueden conocer a los animales de Winston en sus redes sociales, Facebook, Twitter e Instagram.
León Vegano: una oveja que lo cambió todo
La provincia de León alberga un santuario en el que hoy viven 150 animales, León Vegano. Su fundadora, Evelyn Gutiérrez, emprendió esta aventura en 2013, cuando ya era activista y había acogido a una oveja llamada Edith que había escapado del camión que la llevaba al matadero. "Me informé de cuáles eran las opciones para estos animales mal llamados de granja: el matadero o devolverla a una explotación", recuerda.
Al principio, "era todo muy nuevo y la información sobre los animales estaba enfocada a la explotación, fue muy difícil buscar veterinarios y los primeros años fue un aprendizaje continuo", destaca su fundadora. La labor principal del santuario es la recuperación de los animales, "tanto física como emocionalmente, y el cuidado de estos por el resto de sus vidas", y todo ello sin subvenciones.
Muchos de sus habitantes "son animales enfermos, que tienen problemas crónicos que desarrollan con el tiempo o vienen ya con ellos", ya que la selección genética les provoca problemas de salud. Pero el santuario "no solo trata de rescatar animales, sino de intentar trabajar en el origen del problema para que no sean necesarios los santuarios", explica Evelyn Gutiérrez.
Entre los 150 animales que alberga León Vegano, se encuentran ovejas, gallos, gallinas, patos, pavos, ocas, patos, conejos usados para experimentación o una familia de erizos que "viven voluntariamente aquí", así como perros y gatos. Pero su espacio le impide acoger animales de gran tamaño, como vacas, caballos o burros. Por ello, uno de los objetivos del santuario "es mudarnos a un sitio más grande", sostiene Evelyn. Otra de sus tareas pendientes es "castrar a los gatos en situación de calle de la zona para que dejen de parir en la calle, porque no llegan al primer año de vida".
Sin embargo, ahora el principal objetivo del santuario es recuperarse económicamente, pues la crisis que trajo la COVID-19 "afectó a las donaciones y estamos intentado remontar porque los ingresos se han reducido, pero los gastos nunca se reducen". Esta situación obliga al santuario a no poder hacer rescates por el momento.
A día de hoy, son dos las personas que atienden el refugio y no todo el mundo se anima a hacer voluntariado, algo que en el caso de los animales de granja, "que desconfían de los humanos porque nunca han tenido buenas experiencias con estos", es una tarea que implica "aprender a relacionarse con ellos, conocer cómo son, sus traumas y cómo tratarlos, se requiere un compromiso de tiempo y es necesario que la gente se implique".
León Vegano ha logrado que un gallo paralítico o una oveja paralítica tuvieran "sillas de ruedas por primera vez en España". Pero uno de sus rescates más sorprendentes, el más grande del país, fue el de las más de 300 gallinas de un camión que volcó de camino al matadero. Entre escombros y cadáveres y muchas horas de esfuerzo, "las gallinas volvieron a nacer ese día", resalta. Otros animales proceden "de decomisos, de granjas ilegales, ovejas abandonadas porque estaban tan enfermas que no podían seguir el rebaño y las dejaron morir, de ganaderos que no han querido matar a un animal en concreto o corderos que nacen en el campo y quedan atrás".
El santuario leonés también dispone de un voladero para palomas no liberables, consideradas plaga por una parte de la población. Algunas "han venido con el cráneo roto por palizas, han sido sacadas de la basura, pateadas…", relata. Pese al maltrato animal todavía existente, "hay gente que se ha hecho vegana a raíz de las historias de los animales rescatados, aunque todavía hay quienes creen que el veganismo es una dieta y no un movimiento de liberación", sostiene la fundadora de León Vegano.
Evelyn Gutiérrez espera "que la gente se acuerde de estos animales, a los que siempre conocemos en un estado de miedo, pero cuando los ves en un santuario y se dan cuenta de que están en un lugar seguro, empiezan a florecer sus personalidades". Una de sus ovejas "abre grifos y puertas, te pide que le hagas caso, juega… Son como los perros que tenemos en casa y que tanto queremos, todos los animales merecen ayuda y merecen vivir y disfrutar de sus vidas y que la gente apoye el santuario es cuestión de vida o muerte para ellos".
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16-08-22 - «Muchos adoptaron animales de los refugios, pero tras el confinamiento los abandonaron»
Emilia Kunz es una joven alemana que dejó la vida en su país para venir a España a ayudar a los animales que más lo necesitan, aquellos que son abandonados y maltratados.
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Emilia Kunz, joven alemana que está de voluntaria en la Protectora y Santuario Scooby. / RODRIGO JIMÉNEZ |
Muchos son los jóvenes que deciden viajar a otros países para realizar voluntariado o que aprovechando su paso por un país tratan de aportar su granito de arena. En la Protectora y Santuario Scooby existe la posibilidad de ser voluntario de larga estancia y residir en el refugio de Medina del Campo junto a otros voluntarios. Esta modalidad requiere un compromiso más profundo y plena dedicación durante la estancia, pero a cambio proporcionan alojamiento y comida. Una voluntaria que ha decidido dar ese paso es Emilia Kunz, una joven alemana que aspira a ser profesora de español en Alemania y ha venido a Valladolid para practicar el idioma.
Cerca de 150 animales han sido abandonados en un mes y medio en Valladolid
Maria Bausela
Aunque al principio era muy extraño para ella adaptarse, «saber que ayudamos a los perros me animó a seguir», tras los cuatro meses que lleva viviendo en la protectora, asegura que está muy a gusto con las labores que realiza, además de que ha conseguido mejorar sus dotes con el español tal y como quería.Esta es su primera vez siendo voluntaria porque, como ella comenta, en Alemania no es muy común trabajar en una protectora y menos como voluntaria. Pero eso no quiere decir que allí no sean necesarios los voluntarios, ya que cuenta que «con el covid solamente estaba permitido salir de casa para pasear a los perros, por eso muchas personas adoptaron animales de los refugios, pero tras acabar el confinamiento no han querido tener al perro más tiempo y le han abandonado».4
Es por ello que la gustaría seguir siendo voluntaria, ya sea en España o en su país, puesto que lo considera un trabajo perfecto para ella por su amor por los perros y las ventajas que considera que tiene trabajar al aire libre.
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