Medina
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27-02-23 - Reyes Maroto: "Mi encuentro con Obama fue frustrante. Le pregunté por sus hijas y se acabó el tiempo".
Creció en un pueblo de la España vaciada. Hablamos con la ministra de Industria de su candidatura al Ayuntamiento de Madrid, de cazar conejos, jugar a las cartas y de cómo terminó en el paro el año más duro de la crisis económica
Por Vera Bercovitz
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María Reyes Maroto Illera. |
El verano de 2020 fue complicado para Reyes Maroto (Medina del Campo, 49 años), ministra de Industria, Comercio y Turismo. Vivíamos aún en plena pandemia y el turismo, uno de los motores económicos de nuestro país, se había paralizado como consecuencia del cierre de fronteras. “Hace un año me invitaron a la gala Starlite y conocí a Richard Gere. Está enamorado de España y su gastronomía. Me decía: ‘Qué fácil lo tienes siendo la ministra de Turismo’. Yo me reía y le aseguré que durante la pandemia nadie quería cambiarme el puesto”.
Aquel extraño verano de 2020, los reyes Felipe y Letizia realizaron un exhaustivo tour por una España aún noqueada por los acontecimientos. Maroto les acompañó en muchas de sus visitas. “Durante ese tour, la Reina y yo hablamos mucho. Es feminista, tiene dos hijas, le cuento de dónde vengo… Trabajo muy bien con los Reyes y están haciendo un trabajo muy bueno”, asegura sentada en uno de los salones del hotel Urso mientras su café con leche se enfría sobre una mesa.
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María Reyes Maroto Illera. |
No solo a la Reina. También a los españoles es necesario contarles de dónde viene Reyes Maroto, la mujer que el pasado mes de noviembre se convirtió en la candidata por el PSOE a la alcaldía de Madrid tras diluirse opciones como Grande-Marlaska, Margarita Robles, Félix Bolaños o el escritor y viudo de Almudena Grandes, Luis García Montero. Es necesario porque según el CIS del pasado mes de julio, Maroto sigue siendo una desconocida para el 46% de los encuestados a pesar de ser ministra desde hace casi cinco años –uno antes que Isabel Díaz Ayuso llegara por primera vez a la presidencia de la Comunidad de Madrid (agosto de 2019) o que Begoña Villacís se convirtiera en vicealcaldesa (julio de 2019), por citar a dos mujeres en cargos menos relevantes–.
Su discurso sereno y antipopulista la han convertido en una persona apreciada por sus compañeros y transparente para los medios de comunicación, siempre ávidos de polémicas o historias vibrantes. “Reyes es una mujer con una concepción muy moderna de la política porque utiliza lo que se llama el soft power", nos cuenta su amiga y exvicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. “Ha comprendido que convivir con el otro nunca es posible desde el atrincheramiento. No tiene una perspectiva tozuda de las cosas”.
Carmen Calvo: "Reyes es una mujer con una concepción muy moderna de la política"
De donde viene Maroto es, en efecto, digno de ser contado. Y no nos referimos únicamente al lugar geográfico, Ataquines, un pueblo de Valladolid de unos 500 habitantes cuyo nombre, cuenta la leyenda, tiene su origen en una anécdota que protagonizó la reina Isabel la Católica, cuando pasando por esta villa le pidió a su doncella Inés que le atara el cordón del zapato: “Ata aquí, Inés”. Maroto dice que esa es la historia bonita que cuentan a los hijos, pero la realidad es que los montes Ataquines rodean el pueblo.
Nos referimos también al lugar simbólico, el de un entorno donde no existían las prebendas, los enchufes ni los contactos, pero donde a Maroto le sonrió milagrosamente y con mucho esfuerzo la meritocracia. Un lugar donde creció como hija de un agricultor, Antonio, y una ama de casa, Pilar, junto a sus dos hermanos: Julio, el primogénito; Antonio, el pequeño. “Mi padre tiene algunas hectáreas de tierra y cultivaba trigo, cebada y remolacha porque en Olmedo, muy cerca, hay una fábrica de azúcar de Acor. También teníamos un huerto casero, gallinas, vacas y cerdos”.
PREGUNTA: ¿Cómo fue su infancia?
RESPUESTA: Muy bonita, pero con los roles muy marcados. Así funcionan los pueblos.
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María Reyes Maroto Illera. |
P.:¿En qué sentido?
R.:La caza, por ejemplo. Es un tema de hombres, las mujeres no pueden. Se hace con galgos, salen los domingos a coger conejos y a día de hoy a las mujeres siguen sin dejarnos. Podemos ir a verlos en coche o jeep, pero es algo de lo que no formamos parte. Tampoco podíamos montar a caballo, eso ha cambiado. En mi pueblo los señores juegan a las cartas en un sitio y las señoras, en otro. Un domingo en mi pueblo, ellas van con los niños a misa y ellos van a cazar. Luego hay reencuentro en el bar a tomar el vermú.
P.:¿Usted juega a las cartas?
R.:Sí, mucho. Al mus, al chinchón, a la brisca… Juego a todo. En mi casa, cuando nos juntábamos la familia en Navidades, después de las uvas jugábamos con los vecinos al julepe. Y al bingo. Desde pequeñita. Nos han enseñado a jugar a todo. Yo también he enseñado a mis hijos porque las cartas es un juego en familia.
P.:¿Su familia es taurina?
R.:Sí, mi abuelo mucho. Y mi padre también. Le hubiese encantado que alguno de sus hijos fuese torero. A mí me llevaba a las corridas y yo he llevado a mis hijos. Aunque a mí me gusta más el rejoneo: los caballos, el cortejo al toro…
Quienes conocen a Maroto destacan su cercanía –“ha sabido crear un ambiente muy positivo y distendido difícil de encontrar en la Administración”–; su capacidad para acumular cientos de datos y números en la cabeza –“tiene tablas de Excel para todo. Cuando dudas de un dato es más fácil preguntarle a ella directamente que buscarlo en los históricos de las bases”–; y su predisposición a colaborar y trabajar: “Tiene buen carácter, es proactiva y se le pueden hacer recomendaciones. Además, trabaja incansablemente”.
Nadie menciona una cualidad básica para convertirse en un líder político: colmillo. También es muy habladora
Nadie menciona una cualidad básica para convertirse en un líder político: colmillo. También es muy habladora. De esto último damos fe en directo. Nuestra entrevista es larga y fluida y cuando termina, tras más de una hora, su conversación sigue siendo larga y fluida pero con la grabadora apagada. Maroto habla, habla, habla. Cuando acaba conmigo tomará el relevo su jefe de prensa, con quien seguirá hablando sin solución de continuidad mientras desaparece hacia la entrada del hotel sin casi despedirse y con su actividad mental centrada ya en la siguiente tarea.
Los datos y los números, me contaría antes, se le dieron bien desde pequeña, cuando su madre, una mujer a quien le chiflaban las matemáticas pero no pudo estudiar porque tuvo que cuidar de su madre, le enseñó, didáctica, la materia: “Siempre me gustaron las ciencias y las matemáticas. Aprendí a dividir tres años antes de que me tocara. Quería estudiar Ingeniería Industrial, pero mi tutor en el instituto me decía que eso me quedaba un poco grande, que era más para hombres”.
Sus padres, sin educación, no la pudieron asesorar y Maroto terminó estudiando Económicas en Valladolid. Para resarcirse, se echó un novio ingeniero, Manuel Pisonero, su marido hasta hoy. “En Valladolid las dos facultades estaban pegadas y surgían muchos noviazgos entre ingenieros y economistas. Algunas prosperaron, como la mía”. La carrera se le dio tan bien que obtuvo el segundo mejor expediente de su promoción y sus profesores, entusiasmados, la animaron a hacer un máster muy prestigioso en el Centro de Estudios Monetarios y Financieros de Madrid: “Duraba dos años y éramos 25 personas”.
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María Reyes Maroto Illera. |
Al terminarlo, arrancó su carrera profesional: trabajó en consultoría en la empresa privada, empezó a dar clases como profesora adjunta en la Carlos III y más tarde la contrataron en Fundación IDEAS, un 'think tank' afín al PSOE donde estuvo trabajando hasta que la crisis económica de hace una década les obligó a cerrar. Era 2013 y Maroto acabó en el paro el año en que el desempleo alcanzaba un récord histórico: el 27%. “Estuve diez meses y lo viví con tranquilidad. Cada tres meses me pasaba por la oficina para renovar el paro y de paso ayudar. Había mucho inmigrante que no sabía pedir cita previa, usar el ordenador o incluso hablar español. Allí me sentía útil”.
“Cuidar” y “sentirse útil” son términos que Maroto tiene muy incorporados. Cuando era profesora, prestaba especial atención a los rezagados y cuando la nombraron ministra siguió dirigiendo los TFGs (Trabajo Fin de Grado) de los tres alumnos con los que se había comprometido: “Venían al ministerio a hacer el trabajo”. Ya en su cargo, y volviendo al fatídico verano de 2020, apoyó a todo el que la llamó y así terminó en la gala Starlite cenando con Richard Gere o en un hotel en Ibiza de la cadena RIU después de que su dueña, Carmen Riu, le pidiera ayuda: “Fue la primera que abrió”.
Esa entrega personal le ha ayudado a gestionar con éxito problemas grandes en localidades pequeñas, como el cierre de la fábrica de aluminio de Alcoa, en Galicia, que hubiese puesto en la calle a sus 500 trabajadores, o la dura negociación para la supervivencia del Grupo Siro, fabricante de galletas, que conservó el puesto a 1.700 trabajadores.
Presume de gestión y de cercanía. Maroto acude a los sitios, se implica, conoce, escucha, toca, valora y, por supuesto, habla
Presume de gestión y de cercanía. Maroto acude a los sitios, se implica, conoce, escucha, toca, valora y, por supuesto, habla. Por eso cuando conoció a Obama durante la visita del mandatario a Sevilla en 2019, se quedó un poco frustrada. “Se limitó a hacerse una foto conmigo. Yo traté de tener una conversación que se redujo a segundos. Le pregunté por su mujer y sus hijas, pero enseguida tenía que pasar el siguiente. No sabes la cola que había. Me pareció muy mercantilista. Yo, por ejemplo, no soy así. A mí me gusta ir a los sitios y tener tiempo para estar con la gente”.
Eso mismo hizo cuando en 2015 sus compañeros de la universidad la animaron a acudir a unos grupos de trabajo que organizaba entonces el Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, para acercarse a la ciudadanía. “Pensé: este partido escucha más allá de sus militantes”. Conectó con Sánchez enseguida. No solo compartían un físico interesante –los dos son altos, esbeltos y bien parecidos–; también tenían una afición en común: el baloncesto –aunque no es el único deporte que practica, pues hubo una época que iba todos los días al gimnasio de lunes a domingo–. Poco después, Maroto se incorporó al equipo de trabajo de Ángel Gabilondo como diputada en la Asamblea de Madrid hasta que Sánchez la nombró ministra en 2018.
Hoy, esta vecina de Alcorcón ha asumido con su particular buena predisposición lo que muchos calificarían de suicidio político teniendo en cuenta la errática política del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid: seis candidatos distintos en las seis últimas elecciones y ninguno, salvo Jaime Lissavetzky (2011-2015), ha completado la legislatura hasta el final. Por no hablar de los feroces competidores a los que se enfrenta: Rita Maestre y José Luis Martínez Almeida.
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María Reyes Maroto Illera. |
Ella se muestra inalterable y enumera algunas de sus propuestas de forma pedagógica: “Crear una ciudad totalmente digitalizada para mejorar la prestación de servicios. Lo vi en Seúl, donde estuve con los Reyes visitando el ayuntamiento, un ejemplo impresionante de ‘smart city’ que me gustaría poner en marcha en Madrid”; “mejor gestión de las infraestructuras públicas, que están muy deterioradas”; “conseguir una ciudad más limpia”; “Bonobús gratuito para los menores de 30”...
Mientras llega el gran día, el 28 de mayo, Maroto divide su tiempo entre trabajar en el ministerio y hacer campaña para el Ayuntamiento. Visita barrios, valora necesidades, habla con los vecinos. Afortunadamente, tiene ayuda en casa: “Mi marido se ocupa de los niños, una chica de 16 y un niño de 12, y también es quien cocina: carne, pescado, un guiso ahora que hace frío… Hace platos curiosos como salmón a la plancha con reducido de champán… Tiene nivel”. Aunque Maroto es más de dulce que de salado y en su despacho siempre hay algún bombón, dátiles o fruta cerca de la mesa; y en las cenas puede pasar toda la velada hablando sin pegar bocado, pero cuando llega el postre, no se le escapa. Esperemos que después de esta entrevista a muchos no se les vuelva a escapar Reyes Maroto.
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