Hay noticias tan dolorosas como puñales. Y, desgraciadamente, Medina del Campo conocía esta semana una de ellas. La encomiable maestra, pionera y, en definitiva, gran mujer Virtudes Hernández, fallecía ante el lamento de todas aquellas personas que la amaban. El eco de unas lágrimas que caían en el suelo de esta villa, donde su Escuela de Baile siempre brilló y brillará para los anales de la historia.
Muchas de aquellas miradas que observaban cada lección recuerdan hoy sus comienzos en esta bonita academia. Niñas que entonces iban tímidas a aquel pequeño local de las Galerías Comerciales repleto de espejos enormes y cortinas amarillas con lunares blancos. A todas ellas su nombre virtuoso les sonaba realmente grande. Llegaba desde Segovia a Medina del Campo con el murmullo de las gentes de esta tierra garantizando que era una gran bailarina.
Espejos, cortinas y su potente voz y taconeo condensaban un ambiente de arte que a ninguna de ellas se le ha conseguido olvidar. Siempre tuvo entre sus propósitos el innovar en sus clases, pero también en sus coreografías y proyectos dancísticos.
Hay quienes llegaron con 40, otras con 20 y, por qué no, también con tan solo 3 añitos. Con su huella en el corazón, recuerdan una imborrable sonrisa y profesionalidad, capaz de transformar cualquier idea y música en el más mágico de los espectáculos: la bella danza. Cualidades a las que se siempre se le sumó un alma repleto de solidaridad, y prueba de ello fueron la gran cantidad de festivales solidarios en los que ha llegado a participar. Siempre inventando, innovando, siempre ayudando, siempre dispuesta. Y por cierto, festivales como el de UNICEF, que junto a Carmen Maeso siempre tenían asegurado el éxito de recaudación. Clases de aquí para allá, en un lugar y en otro, también en el Hogar de los Jubilados, en diferentes pueblos, o incluso en el Patio de San Juan para enseñar a todo medinense que quisiera aprender a bailar la jota de los Novillos para San Antolín, de manera totalmente desinteresada.
Recuerdos como una de las romerías en las que se sacó de la manga, ‘donde Jovino’, que con una falda larga y una flor de plástico de la Campana haría que sus chicas fueran las más saladas de la comarca. Ay, los recuerdos… como de aquellas integrantes del grupo insigne, ‘Azare’, que puso en marcha al poco de arrancar su escuela en Medina del Campo. Grupo en el que tantas y tantas niñas y niños miraron con admiración, y del que gracias a él se han inspirado las que ahora son bailarinas.
El tiempo ha pasado, unos 30 años al pie de la Escuela, y son centenares de alumnos los que han atravesado las puertas de la academia muy próxima al Centro Cultural Integrado. Hay quienes han continuado, quienes han tenido que dejar la danza por motivos de trabajo, pero jamás, jamás, olvidarán quién fue Virtudes Hernández, mucho más que una profesora de danza.
Abrazos que eran hogar; lecciones que iban más allá de saber cómo bailar la primera o segunda sevillana; ojos brillantes que relucirán por siempre en la memoria colectiva de Medina del Campo. Porque, si de algo no puede caber duda, es que Virtudes pasará por siempre a la historia de la Villa de las Ferias como pionera de la danza en esta tierra. Como impulso de esta España Rural. Como ejemplo de coraje y amor por los demás. Medina del Campo, sin duda, te estará eternamente en deuda.
Que en paz descanse.