20-10-17 - MUJERES SINGULARES DE CÓRDOBA
El auxilio de los necesitados y embajadora de Lucena
María del Carmen Pizarro Ramírez Destacó por su generosidad hacia los pobres y durante los muchos años que vivió en la ciudad lucentina se volcó en la realización de obras benéficas
PILAR BARTOLOMÉ
María del Carmen Pizarro Ramírez nació el 28 de mayo de 1814, probablemente en la casa solariega de la familia en la calle del Peso esquina con la del Agua de Lucena. Fueron sus padres Luis Antonio Pizarro Ramírez, vallisoletano natural de Medina del Campo, de una noble familia procedente del descubridor del Perú Francisco Pizarro, y Juana Ramona Ramírez Rico de Rueda, lucentina, II condesa de las Navas, título nobiliario español otorgado el 5 de mayo de 1795 por el rey Carlos IV a favor de su tatarabuelo José Ramírez.
Pero las ideas progresistas del padre le llevaron en ocasiones al exilio, uno de los cuales ocurriría durante el decenio absolutista, permaneciendo en Marsella. De la ciudad francesa volvió para unirse a la sociedad secreta La Isabelina en defensa de la Constitución de 1812. Fue un exaltado liberal, militar y político revolucionario. Perteneciente al ala más radical del Liberalismo, actuó como diputado a Cortes por Córdoba, Salamanca y Sevilla.
Propugnó unas Cortes constituyentes como base del trono de Isabel II y el sufragio universal (para el varón). Fue amigo entrañable de Larra y de Espronceda. Galdós le hizo sitio en sus episodios nacionales y, como era propio de los liberales de la época, perteneció a la masonería española. Uno de los primeros y más sobresalientes republicanos españoles del siglo XIX.
Estas estancias y circunstancias influyeron en los usos y costumbres de Doña Carmen, si bien mantuvo a ultranza su casticismo, alardeando siempre de ser lucentina. Un biógrafo señala que le gustaban mucho los joyos con aceite, los molletes de segunda jorná y los roscos, tortillas y hojaldres que iba a hacerle a su casa un conocido panadero de entonces llamado Marcelo.
El 14 de junio de 1835 contrajo matrimonio en Madrid, en la parroquia de San Miguel y San Justo, con Juan Gualberto de Quesada y Vial, IV conde del Donadío de Casasola, nacido en Santiago de Chile el 12 de Julio de 1785.
Al año siguiente -el 25 de julio-, su marido, que ejercía en Málaga de gobernador Civil, huyendo de amotinados de los Levantamientos progresistas del verano de 1836 se refugió en el cuartel de la Merced, pero las tropas lo entregaron y fue asesinado por sus perseguidores. Embarazada, Carmen dio a luz en 1837 en Valencia a una niña, Juana Guadalberta, que heredaría el título recibido por su madre pocos años más tarde a la muerte de su hermano José, a la edad de 33 años. Se casó con Norberto López Valdemoro y Ortiz de Lazcano, quien jugó un destacado papel como Director de Bellas Artes en la Exposición Universal de Filadelfia de 1876.
Amante en su juventud de la equitación y la pintura, Doña Carmen contribuyó en 1840 con un cuadro al óleo de su mano a la rifa que se organizó en el Liceo Artístico de Madrid con el objeto de aliviar la situación económica del pintor Antonio María Esquivel, que había quedado ciego. Gracias a María Álvarez-Garcillán, se ha podido rescatar una reproducción de una bonita acuarela sobre hojalata depositada en el Museo del Prado, procedente de una donación de la duquesa viuda de Pastrana en 1889, lo que demuestra que en Francia cultivó, además, con cierto talento para la pintura.
Era alta, delgada y morena, con la nariz algo aguileña y las manos finas y elegantes. Viva de genio y simpática. Debido al destierro en Francia adquirió una exquisita educación y elegancia, como se puede comprobar en el bello retrato que le hizo el pintor sevillano Romero donde aparece luciendo sus joyas y la banda de Noble Dama de María Luisa, que le fue concedida por su servicio en la corte sevillana. Ella y su familia estuvieron presentes en la petición de mano de la Infanta María de las Mercedes, el día 10 de diciembre de 1877, y en el grandioso baile dado por los infantes de Montpensier en la noche del 26 de diciembre con motivo de la venida del rey.
Su nieto Juan Gualberto (Málaga 1855) fue considerado como un lucentino más, ya que, siendo su tutora, vivió allí su infancia y juventud, recibiendo una sólida base cultural. Aquí conocerá a quien luego sería su maestro y su amigo, el erudito escritor del realismo Juan Valera, a quien dedicó libros y conferencias. Catedrático, y académico de la Real Academia Española, fue sexto Conde del Donadío de Casasola y quinto Conde de las Navas.
Doña Carmen destacó por su generosidad hacia los pobres. En los muchos años que vivió en Lucena, en su casa de la calle el Peso, cuya reconstrucción encargó a artífices italianos, dedicaba todas las mañanas hasta la hora de almorzar a visitar pobres y enfermos, acudiendo frecuentemente a la cárcel y el Hospital para socorrer a los presos y confortar a los que sufrían en las salas de San Juan de Dios. Ayudó al sostenimiento del Beaterio de la calle de las Mesas, regentado por las monjas carmelitas de la Caridad, donde se educaban muchas niñas pobres; y en los frecuentes años de eucaristía fundó comedores públicos para cuyo mantenimiento organizó rifas de beneficencia en las ferias y festivales de Lucena. Falleció el 26 de octubre de 1882 en Gibraleón.
Bertín Osborne heredará el título nobiliario que ahora ostenta su padre, Conde de Donadío de Casasola. La actual Condesa de las Navas es María Teresa Ortiz Osborne, su hermana.