Villa
histórica, monumental, escultórica y paisajística
Villa
de las Ferias
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01-07-09 - "Pieza del Mes"
de septiembre de 2009
Bustos relicarios de las Santas
Inés, Bárbara, Apolonia, Catalina, María Magdalena
y Lucía
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Santa Catalina
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Santa María Magdalena
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Santa Inés
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Santa Lucía
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Santa Apolonia
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Santa Bárbara
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Parte del conjunto de la capilla relicario
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Capilla relicario del antiguo Colegio de
Jesuitas, hoy Iglesia de Santaigo el Real de Medina del Campo
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Sebastián Ducete y Esteban de Rueda
1609 - 1620 / 1673 (policromía)
Esculturas en madera policromada / 53 x 48 x 34 cm.
(aprox.)
Iglesia de Santiago el Real. Capilla del Relicario. Medina del Campo
La Fundación
Museo de las Ferias expone durante el mes de septiembre como "Pieza
del Mes" este singular conjunto de bustos relicarios de Santas,
procedentes de la capilla del relicario del antiguo Colegio
de Jesuitas de Medina
del Campo. El momento no puede ser más oportuno, ya que estas
obras acaban de ser restauradas para la séptima edición
del ciclo expositivo "Del olvido a la memoria", celebrado
recientemente en Valladolid.
Además, tras un minucioso estudio, las esculturas
han sido atribuidas a dos de los más importantes maestros de
la Escuela de Toro: Sebastián Ducete (1568-1620) y Esteban de
Rueda (1586-1626), de quienes sabemos que trabajaron juntos entre los
años 1609 y 1620, dejando un buen repertorio de piezas destinado
a los conventos e iglesias de Medina
del Campo.
Estas obras han sido restauradas gracias al Convenio
suscrito entre la Diputación
de Valladolid, Junta
de Castilla y León y Arzobispado
de Valladolid
para la restauración de bienes muebles de la provincia de Valladolid.
La actividad "La Pieza del Mes" cuenta
con el patrocinio de la Diputación de Valladolid
Más información e imágenes en: www.museoferias.net/sept2009.htm
En la capilla del relicario del antiguo Colegio
de Jesuitas de Medina
del Campo destaca por su notable calidad un conjunto de bustos de
santas que, desde el punto de vista iconográfico, hemos de encuadrarlo
en los martirologios de santas vírgenes, cuyo éxito devocional
se registra a través de repertorios de grabados, como el realizado
por el pintor y grabador flamenco Adriaen Collaert. Sin embargo, el
interés de estas esculturas se acrecienta por el hecho de que
no fueron muchas las ocasiones en las que estas iconografías
se llevaron al arte de la escultura, al menos como conjuntos.
La constancia de la fecha de 1673, claramente consignada
en la parte posterior de los bustos, había llevado a situar en
ese año la realización de las esculturas. Por otro lado,
la propia historia del relicario, reconstruido tras un pavoroso incendio
en 1665, parecía indicar una cronología posterior para
situar este grupo que mostraba uniformidad en las formas y unas policromías
acordes para ese momento. Sin embargo, son varias las razones estilísticas
que me llevan a relacionar estas santas vírgenes con los Maestros
de Toro. La comparación con una de las piezas más emblemáticas
de Sebastián Ducete como es la Virgen de Belén del Museo
Catedralicio de Zamora,
también realizada en busto, es en mi opinión suficientemente
reveladora. El modo de resolver los rostros en las esculturas que representan
a Santa Bárbara o San Águeda, por resaltar dos ejemplos,
se asemeja al que ofrecen otras imágenes de la Virgen, como la
que se encuentra en el relieve de Santa Ana con la Virgen y el Niño
en el retablo del santuario Nacional de la Gran Promesa de Valladolid,
obra que originariamente fue realizada para la iglesia del convento
de Carmelitas Calzados de San Ana, de esta villa de Medina
del Campo.
Lo mismo sucede con la forma de resolver los cabellos
con gruesos mechones que repiten los utilizados en la escultura de la
Inmaculada del Seminario Diocesano de Valladolid,
y el empleo del recurso, muy característico del taller, de dejar
algunos mechones sueltos que resbalan sobre la frente. Por lo que respecta
a la cronología de las obras, éstas deben situarse en
la etapa de colaboración de Sebastián Ducete y Esteban
de Rueda, entre los años 1609 y 1620. El predominio de las formas
amplias y redondeadas dentro de la habitual dureza de plegado parece
aconsejar una fecha no muy alejada de 1620, año de la muerte
de Sebastián Ducete. La citada fecha de 1673, pintada junto con
la identificación iconográfica en la parte posterior de
los relicarios, obedece probablemente a una renovación de la
policromía realizada en el momento en el que se concluye la reforma
de la capilla. Sumadas a las obras ya conocidas, la atribución
de estas esculturas a los Maestros de Toro viene a confirmar que Medina
del Campo fue uno de los lugares destacados en la actividad de un
taller, que tiene en la dispersión de su obra una señal
evidente del éxito de sus producciones.
José Ignacio Hernández Redondo
Conservador del Museo Nacional Colegio de San Gregorio
Estas obras han sido restauradas gracias al Convenio
suscrito entre la Diputación
de Valladolid, Junta
de Castilla y León y Arzobispado
de Valladolid
para la conservación y restauración de bienes muebles
de la provincia de Valladolid.
Restauración:
María Sánchez Carvajal
Patologías:
Grietas, roturas, faltas volumétricas, ataque de xilófagos,
suciedad, cera, oxidación barnices, levantamientos y desprendimiento
de policromía.
Tratamiento:
Desinfección, sellado de grietas, encolado, recolocación
de fragmentos, eliminación de suciedad, protección y sentado
de policromía, estucado, reintegración cromática
y barnizado.
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27-08-09
- Los bustos relicarios de santas, recién restaurados, pieza
mes Museo Ferias
Medina
del Campo, 27 ago (EFE).- Los bustos de santas, procedentes de la
capilla del relicario del antiguo Colegio
de Jesuitas de Medina
del Campo, que acaban de ser restaurados para el ciclo expositivo
"Del olvido a la memoria", celebrado en Valladolid,
son la "pieza
del mes" de septiembre de la Fundación
Museo de las Ferias.
Tras un minucioso estudio, las esculturas han sido
atribuidas a dos de los más importantes maestros de la Escuela
de Toro: Sebastián Ducete (1568-1620) y Esteban de Rueda (1586-1626),
que trabajaron juntos entre los años 1609 y 1620, dejando un
buen repertorio de piezas destinado a los conventos e iglesias de Medina
del Campo.
El conjunto de bustos de santas, desde el punto de
vista iconográfico, se ha de encuadrar en los martirologios de
santas vírgenes, cuyo éxito devocional se registra a través
de repertorios de grabados, como el realizado por el pintor y grabador
flamenco Adriaen Collaert.
Sin embargo, el interés de estas esculturas
se acrecienta por el hecho de que no fueron muchas las ocasiones en
las que las iconografías se llevaron al arte de la escultura,
al menos como conjuntos, según ha explicado el conservador del
Museo Nacional del Colegio de San Gregorio, José Ignacio Hernández
Redondo, en nota de prensa.
La constancia de la fecha de 1673, consignada en la
parte posterior de los bustos, había llevado a situar en ese
año la realización de las esculturas, junto a la propia
historia del relicario, reconstruido tras un pavoroso incendio en 1665.
Sin embargo, son varias las razones estilísticas
que han llevado a Hernández a relacionar estas santas vírgenes
con los maestros de Toro, sobre todo tras compararlas con una de las
piezas más emblemáticas de Sebastián Ducete, como
es la Virgen de Belén del Museo Catedralicio de Zamora.
El modo de resolver los rostros en las esculturas que
representan a Santa Bárbara o San Águeda se asemeja al
que ofrecen otras imágenes de la Virgen, como la que se encuentra
en el relieve de Santa Ana con la Virgen y el Niño en el retablo
del santuario Nacional de la Gran Promesa de Valladolid,
obra que originariamente fue realizada para la iglesia del convento
de Carmelitas Calzados de San Ana, de Medina
del Campo.
Lo mismo sucede con la forma de resolver los cabellos
con gruesos mechones, que repiten los utilizados en la escultura de
la Inmaculada del Seminario Diocesano de Valladolid, y el empleo del
recurso, muy característico del taller, de dejar algunos mechones
sueltos que resbalan sobre la frente.
Por tanto, la cronología de las obras deben
situarse en la etapa de colaboración de Sebastián Ducete
y Esteban de Rueda, entre los años 1609 y 1620 ya que, la citada
fecha de 1673 obedece probablemente a una renovación de la policromía
realizada en el momento en el que se concluye la reforma de la capilla.
Sumadas a las obras ya conocidas, la atribución
de estas esculturas a los maestros de Toro viene a confirmar que Medina
del Campo fue uno de los lugares destacados en la actividad de un
taller, que tiene en la dispersión de su obra una señal
evidente del éxito de sus producciones. EFE 1010588
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