Medina del Campo. Su origen y desarrollo
Villa histórica,
monumental, escultórica y paisajística
Villa
de las Ferias
Historia de la Muy Noble, Muy Leal y Coronada Villa de
Medina del Campo
conforme a varios documentos y notas a ella pertinentes por
D. ILDEFONSO RODRÍGUEZ Y FERNÁNDEZ
Doctor en las Facultades de Sagrada Teología, Filosofía y Letras y Medicina, Catedrático de esta Facultad en la Universidad Central (antes en la de la Habana), Caballero de la Orden de Carlos III, etc.
MENÚ DE CONTENIDO
CAPÍTULO PRIMERO
El primer nombre de Medina del Campo y como ha sido atribuido a otras ciudades
La noble villa de Medina del Campo en su principio fue llamada Sarabris, nombre que se le ha atribuido a otras ciudades; y a Madrid en la Historia de sus grandezas, siendo el suyo Mantua Carpetana, como la declara el maestro y cronista de Vuestra Majestad, Gil González de Ávila. El mismo han dado a la ciudad de Jatiba (Garibay, lib. VIII, cap. XL.) que en los pasados siglos fue Sedetánea, sus moradores comúnmente llamados sedetanos. Atribúyese más particularmente a la ciudad de Zamora (Florián de Ocampo, lib. III, fol. 204), que algunos tienen por Sentica, y Tholoeo la llama Sisapona (cap. VI, libro II, tabla 2), otros Caxata, Zajamora y muchos Numancia, que es lo que tengo por cierto, dándola por fundador a Numa Pompilo, como lo prueba Fr. Antonio de Lobera, que historió elegantísimamente el antiguo nombre de esta ciudad (Lobera, Grandezas de León, fol. 345 y 350; Valclara, lib, III, cap. IV), donde se podrá ver claro con infinita autoridad y autores, haberse llamado Numancia, y no Sarabris; lo mismo resuelve el Abad de Valclara en su Paralimpómeno. Y en una Historia que anda manuscrita e la ciudad de Palencia, se dice que en tiempo de los godos (Loaisa en los Concilios, Historia de León, fol.259), fue llamada Numancia y este nombre le da Loaisa, en la Recopilación de los Concilios de España, particularmente en el undécimo Concilio de Toledo, donde fue acrecentado su Obispado.
De la ciudad de Toro dicen muchos historiadores lo mismo, y ninguno lo prueba. El mismo Tholomeo en su antigua descripción la llama Octodurum, y Antonio de Lebrija, Gratic Dei, Michael de Mendoza, cuya autoridad es conocida, en la Vida del Cardenal Tavera, describe con particularidad y buena diligencia la antigüedad y nombre de esta ciudad, cap. II, y viendo la imposibilidad y poco fundamento que tiene darla el de Sarabris, resuelve ser el que hoy tiene, el cual se le dio un toro de piedra muy grande, fábrica de los egipcios, que Gil González Dávida, en las Antigüedades de Salamanca, prueba haber sido hecho por Hércules Egipcio, XI Rey de España, por lo años de 1649, antes de la Encarnación, que fue el primero que domó los toros y enseñó con ellos a cultivar los campos, de donde los tuvieron tanta veneración, que era crimen contra sus dioses matar un toro, en cuya memoria quedaron algunos en España en los lugares que en ella pobló esta nación egipcia, y una de ellas se tiene por Toro, a que corresponde mejor que Sarabris el nombre que la da Tholomeo y sienta Salazar de Mendoza, pues Otodorum, quitando la d queda Otourum, que es lo mismo que Toro con muy poca corrupción, y no quitándola, según la antigua lengua española, y a la eminencia donde está fundada esta ciudad, sobre el Duero, le pertenece mejor Otero Voteadero de Duero, que esto solo quiere decir el nombre de Otodorum que en aquel tiempo era común a lugares altos, y así a su diligencia se llamaba Tordesillas o Tordesillas, y Tardel, hombre; o ter, del hombre, como parece de las hijuelas de su iglesia cuando dio la mitad de la plata de ella para servicio de sus Reyes Católicos; de manera que Oto, Otero y Oteo, bien se deja reconocer que es una misma cosa y una parte alta para descubrir tierra, y así lo tengo por el verdadero nombre de esta ciudad, pues aunque Carlo Clusio, Garibay, Florián de Ocampo, el P. Mariana, Gratia Dei. Vasco y otros lo tocan: ninguno resuelve cuál de estos lugares sea Sarabris; en que se conoce su falencia.
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CLÁUSULA SEGUNDA.- SOBRE LO MISMO
Si atendemos al cámputo de los tiempos, veremos que en los de Tholomeo y en sus obras, que fueron doscientos noventa años antes de la Encarnación, está subscripto Otodorum, que es Toro; Sisapona, que es Zamora y también Sentica, según Florian, y como está dicho, Numantia, según Lonera, y en la misma parte Sarabris, que confusamente quieren decir que es una de estas dos localidades, y discurriendo por el Imperio de los romanos y Monarquía de los godos, hasta el Concilio Iliberitano, que se celebró, Era de 862, en los tiempos de Constantino Magno, hallaron a Toro y a Zamora con los nombres referidos, y a su diferencia Sarabris, con Obispado, cuyo Obispo, llamado Juanario confirma en este Concilio, según Loaisa, y caminando por estos tiempos hasta los del Rey Wamba, que dio límites a los Obispos en el undécimo Concilio de Toledo, Era de 718. En el año cuarto de este Rey, se halla Zamora con título y Obispado de Numancia (Garibay, cap. XL. Salazar de Mendoza, ut supra), y a Sarabris en esta división se le nombra sufragánea de Mérida, y a esta misma sazón no se halla de Toro que tuviese Obispado ni dejarse de llamarse Campigotorum. En esta consideración he ponderado un papel que aparece en un libro antiguo de la santa Iglesia de Astorga; es una escritura y dice: “Se congregaron delante del Rey D. Ramiro muchos Prelados y caballeros, y se pidió por parte de la santa Iglesia de su Obispo D. Ovidio, que se restituyese de su Obispado de Astorga, todos los términos y lugares como los tenía antes que fuesen destruidos por los agarenos, y habiéndoles sido así concedido señala que contenís sus límites los campos de Toro.” Está confirmada esta escritura del Rey D. Ramiro, que según el cómputo es el tercero, de su hija Dª. Elvira, monja, y de los Obispos Rosendo y Hermenegildo, en fecha de 972, de donde parece que Toro no tuvo Obispado y no teniéndole no pudo ser Sarabris, y no siendo Toro, tampoco lo pudo ser Zamora, respecto de hallarse en todos tiempos con nombre y Obispado diferente del que sarabristenía.
Y así como fueron diferentes en los nombres y demás cosas, también lo fueron en las fundaciones, pues Sarabris, según el licenciado de los Ríos, es de Brigo, IV sucesos de Túbal, por los años de 196 antes de la Encarnación, t de los frigios españoles que pasaron a Italia y volvieron año de 891. Toro de Hércules Egipcio, undécimo Rey de España por los años de 1349. Numancia o Zamora de Numa Pompilio por los años dichos, con que queda reconocido mucho de lo que pretendo. Así corrieron diferentes fortunas en todos los tiempos hasta la última perdición de España, cuya ruina dio material a tantas confusiones y oscureció el nombre de Sarabris, más por falta de los historiadores que de los hechos de Medina, indignos de tanto olvido.
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CAPÍTULO II
Que las significaciones del nombre primero de Medina son su sitio y disposición
Aunque a muchas cosas de la antigüedad han dado autoridad las tradiciones, aquí lo testifican evidencias; si consideramos la significación de su primer sitio, como consta de la descripción al principio, hallarémosle en un cerro eminente por todas partes, y en medio del castillo que llaman la Mota, y las calles en los repechos de la cuesta; que aún duran las casas en ellas y están como gradas, una superior a otra. El nombre de Sarabris, si lo tomamos del caldeo, lengua de nuestros primeros Reyes, hallaremos que significa parte eminente, con similitud de escalas o gradas, como allí parece, según Targum, y Tabi David Chinci, en el Lexicón Chaldaico de Guidón, Fabricio Roderiano, y la misma significación tiene en el hebreo; si lo siente Santes, Pagnino y Rabí Salomón, a que corresponde en nuestros latín, del que es fácil derivarse Sarabris de Salabre, que significa lugares desiguales y pedregosos, como en extremo lo es éste, y que no se puede pasar sin salto, cosa a nuestro propósito, por estar cercado de dos aguachales, ni bien ríos ni bien lagunas, uno por la parte occidental y otro al Mediodía, tan a raíz de las murallas, que parte a pié, parte saltando por piedras, respecto de sus malas corrientes, era preciso pasarlos para entrar en la villa; y por estar en alto con buenos aires o climas puede venir de Sarabris, que significa cosa saludable, de que no falta experiencia en los pocos contagios que por la misericordia de Dios han prevalecido en ella, y si lo derivamos de la voz Salabris, que significa lugar perteneciente a sal, hallaremos que sus aguas tocan en salobres; sus casas crían tanto salitre que anticipan su ruina, y que hay demostraciones de haber habido cuantiosas salinas junto a una ermita de Nuestra Señora, de esta advocación de las Salinas, y si la raíz de Sarábris la buscamos en el idioma arábigo, hallaremos que Sarats significa vinos, en cuyos campos fértiles abunda tanto de ellos como encarece la común opinión. Todos estas significaciones son tan conformes al sitio y exposición de Medina, que sólo en ella pueden concurrir juntas. Debiendo atender que los antiguos cuando no daban a las fundaciones el nombre del fundador o de otra ciudad de su provincia, por la mayor parte se la daban según la calidad del sitio, como parece de todas las historias antiguas.
Esta consideración me hizo buscar la significación del río Zapardiel, que pasa por medina, y hallé que este nombre Zapardiel tiene su origen en el caldeo y hebreo, y significa río de las ranas, cosa de tan gran abundancia en él por su poca y mala corriente, que parece depósito de todas las del mundo. Refiere esta versión antigua Santes Pagnino, y en esta significación se dice en el Exodo, cap. VIII, vers. 8º., producirá el río de las ranas, de donde saco cierto que la antigüedad del nombre de este río corresponde con la antigüedad del nombre de Sarabris, pues ambos tienen su significación en un mismo idioma, que para dar nombre a tan mal río era preciso que fuese a causa de tener cerca de sí una tan importante población en tiempos de los caldeos.
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CAPÍTULO III
Que Medina goza, según los grados y descripciones antiguas, el sitio perteneciente a Sarabris.
No menos acredita lo que voy diciendo el sitio de esta población, según os grados, pues en virtud de ellos se reconoce en todo el orbe el que pertenece a cada lugar. Según la descripción de Tholomeo, Hallamos Sarabris en 41 grados y dos tercios de latitud y en nueve y medio de longitud, sitio que pertenece a Medina y no a Toro, por estar a 42 grados y un sesmo de latitud y nueve y dos tercios de longitud distancia de Sarabris medio grado y algo menos de un dozavo, que hacen diez leguas escasas, y es lo que hay de Medina a Toro y no de Toro a Zamora, que estas dos ciudades caen en una misma distancia cinco leguas una de otra, y de ninguna manera les toca el sitio de Sarabris, según lo referido, como se podrá ver midiendo y regulando las distancias de otros lugares para computarles con éste; hallamos a Valladolid a 42 grados de latitud y diez y un sesmo de longitud, dista de Sarabris algo menos de medio grado, y hacen 8 leguas y son las que hay de allí a Medina. Simancas, en 42 de latitud y nueve de longitud, dista de Sarabris menos de medio grado, que corresponde a 7 leguas que está Medina. León, en 44 de latitud y 9 de longitud, dista de Sarabris dos grados, menos un tercio, que hacen 30 leguas escasas, y de Toro, dos grados menos un octavo, que son 33 leguas y media, distancia que corresponde a Medina y no a Toro ni a Zamora. Salamanca, en 41 grados y medio y un tercio de latitud, y ocho y medio y un tercio de longitud dista igualmente de Toro y de Medina.
De esta manera pudiera referir muchos otros lugares que por no perder tiempo dejo de referir, aunque en el verdadero modo de reconocer sus sitios antiguos y declarar pertenece el de Sarabris a Medina y no a Toro lugar de Castilla; experiencia, que quien lo quisiere averiguar, sólo le tendrá un compás de costa.
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CAPÍTULO IV
Que Medina goza el sitio de la verdadera Sarabris, según papeles auténticos.
No sólo el cómputo referido esté a favor de Medina, que lo mismo parece por el sitio que la dan los cosmógrafos en sus Tablas, que es a la parte meridional del Duero, entre este río y el arroyo Eván. Así lo pone Abrahán Ortelio en la deudécima tabla, lib. III, fol. 204, y Tholomeo en l segund, y Florian de Ocampo, escribiendo de los términos de los vaceos, señala a Medina en aquella parte que Tholomeo y Otelio lo hacen a Sarabris nombrándola la primera en el meridional del Duero como población general. En ella y en su descripción procede tan conforme a todos los autores citados que señala; toca su jurisdicción por una parte las aguas del Duero y por otras las de Eván y así lo dice Juan, Abad de Belclara, que escribió en tiempo de los godos un libro de mucha antigüedad, que se tiene por suyo. Está en el archivo de San Bartolomé de Medina, convento antiquísimo de la Orden de San Benito y la llama Sarabris, tratando de las antigüedades de esta villa; esto se comprueba bien en un papel antiguo y estimable, que derribando una pared de este convento se halló en un sepulcro de un caballero godo, cuyo tenor es como se sigue:
“Yace aquí sepultado D. Alonso de Estepa, nacido en esta ciudad llamada por su propio nombre Sarabris, a quien el mundo en la paz dio la ventaja; varón que en fortaleza, industria de guerra y grandiosidad de ánimo tuvo siempre la primera. En nobleza, es de linaje insigne, descendiente de la noble generación de los godos, nacido de nobles padres, todos los cuales conocieron y confesaron de todo corazón la verdadera fe de Jesuscristo; murieron confesándola y se gloriaron de ello, y yo, el más humilde e ínfimo de todos, fui el más dichoso en traer a mi patria y a esta santa casa la figura y forma verdadera de Cristo crucificado, la cual en mi industria, con mis fuerzas, con esta mi dicha espada la saqué del poder de los enemigos, la cual sagrada figura y dichosa presa, de todos deseada la quité con fuerza de armas y se la saqué de las manos a una Nación bárbara, a una Gente cruel, que la llamaban por causa de risa, ocasión de afrenta y menosprecio, y mandé en mi testamento que me enterrasen honestamente en su Capilla sagrada con mi dichosa Espada, con la cual se obró una hazaña tan grane, tan isigne y nombrada.
Era de 721. A la gloria de Nuestro Señor y de su gloriosa Madre y de todos los santos.”
Cuando no hubiera más razones, éstas sólo bastaban para certificación del primer nombre de esta villa. El pergamino está en el archivo del convento y la espada colgada en la Capilla del Santo Cristo, cuya hechura es índice de su antigüedad, y es muy sagrada imagen por quien Dios ha obrado grandes milagros. Desde el día en que apareció este papel se supo su nombre y colocación hasta entonces ignorada.
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CAPÍTULO V
Que Medina fue población de los primeros Reyes de España
La antigua población de esta villa, son de parecer Beroso, Subiterbo y Florián de Ocampo, fue en tiempo del Rey Brigo, IV sucesos de Túbal, 1906 años antes del Nacimiento; así lo afirma el licenciado de los Ríos y Salazar de Mendoza (Tabera, fol.5, cap.II; Florien de Ocampo, cap. IV, fol 75 y 102, lib. II, folio 120) en la Vida del Cardenal Tavera o de los brísios o frísios que en este tiempo pasaron a poblar en Italia y en el año 91 volvieron a España, donde hicieron muchas poblaciones de su nombre, ni falta quien diga que de ellos fue llamada Sarabris, o que su fundación fue de los caldeos, que entraton en España el año de 551, en compañía de Nabucodonosor, Príncipe de Babilonia, cuando vino a ella después de haber destruido (Dr. Ver.Alb. en el Origen de la lengua castellana, fol.290) a Jerusalén, a que no implica el nombre de Brigo, que éste tanto quiere decir como ciudad en nuestra antigua lengua hasta los romanos, y así Flavio Vespasiano mandó hacer una población, y la llamó Flavio Briga (Marco, Barrón, Florian, lib. I fol. 26), como quien dice: ciudad de Flavio, y por la misma razón llamó a otras Augusto César, Augusto Briga y otras muchas en que se declara la costumbre de aquel tiempo, y de la misma suerte a Sarabris la pudieron llamar Sarabriga, aunque como lo es, según afirman los referidos, fuese su fundación y nombre en el tiempo que está dicho.
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CAPÍTULO VI
Que Medina se sustentó libre exenta de señorío hasta Publio Cornelio.
Estuvo en esta villa debajo del señorío de los primeros Reyes de España, hasta la gran seca de ella por los años de 1080 antes de la Encarnación, acabando d reinar el prodigioso rey Abidis, después de lo cual España se comenzó a gobernar por provincias hasta Aníbal, primer Gobernador de los cartagineses (Florián, lib. I fol. 68; Garibay, tomo I), 431 años antes del Nacimiento; lo mismo hizo Sarabris cuyos moradores vaceos y sus comarcanos, se conservaron exentos, a pesar de algunas naciones que lo quisieron dominar, particularmente los galos, grecos, los cuales, aunque ocuparon mucha parte de los vaceos, por los años de 282 (Florian, lib. III, cap. XI, fol. 24) y también las ciudades de Toro, Zamora y Valladolid, no pudieron entrar en la parte de Medina ni pasar el Duero, siéndoles defendido, y particularmente de esta villa, por estar más cerca el paso junto a Eván, arroyo que divide a los vaceos de los betones (Florián, parte X) descendientes de los celtíberos; así conservaron sus libertades y exenciones como provincia libre, que corresponde algo de lo que adelante veremos, durando hasta los romanos, sin sujetarse a Publio Cornelio, aunque extinguió a os cartagineses de España 203 años antes, pues los siguientes de 192, los españoles vaceos de aquella parte de Sarabris nombraron las armas en socorro de los betones, contra Marco Fluvio, del cual fueron desterrados y después sujetos al Senado romano debajo de cuya obediencia militaron.
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CAPÍTULO VII
Que Medina fue conquistada por Leovigildo, Rey godo.
En este estado permaneció Sarabris muchos años, hasta el del Nacimiento de nuestro redentor y Salvador Jesucristo, y fue colonia romana, según Plinio, corriendo hasta la declinación del Imperio romano, por la valentía de los godos, que reinando Leovigildo, XV Rey godo, año de 569 (Anbr., tomo II, lib. XII, cap. LXI, fol, 60; D. Rodrigo, parte II, cap. XXXIX, lib. XII, cap. XXIV; Abad de Valclara, Garibay , Florian), lo puso cerco y la ganó por conquista, según Ambrosio de Morales, Garibay, y Florian, siguiendo al Arzobispo D. Rodrigo en su Historia general y el Abad de Valclara en el libro manuscrito ya citado, en el cual refiere largamente las circunstancias del asedio y la entrega a los godos por convenios en que fueron conservados, viviendo con exenciones como hasta hoy.
El Rey Leovigildo, después que ganó a los romanos esta ciudad, asistió algún tiempo en ella, y entre otros hijos santos tuvo allí a San Hermenegildo. No he podido averiguar su nacimiento, aunque lo he procurado en varias letras y valiéndome de noticias de hombres doctos; pero están tan obscurecidas y olvidadas las grandezas de Medina, por su desdicha, o por la negligencia de sus hijos y aficionados, que no sólo han sepultado el olvido éstas, sino también otras muchas, que pudieran dar lustre a grandes presunciones, y así y en este particular me valgo de la tradición tan continuada en esta villa de gente en gente, que la tenga por la mayor prueba, cuando totalmente faltan las historias, pues ésta es su fuerza tan ponderada en ella de todos.
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CAPÍTULO VIII
Que Medina antiguamente tuvo Obispado, y cómo se perdió en el tiempo de D. Rodrigo
En este tiempo y muchos años antes, esta ciudad gozaba de silla episcopal, como lo afirma el Dr. Gafcía de Loaisa en la Recopilación de los Concilios, e intitula a su Obispo Januario; lo mismo hace besco (Tomo I y II, cap. XXI), en su Cronicón, y dice que era pueblo diocesano, y en el Concilio iliberitano que se celebró cerca de Granada, año 326, está suscripto Juanario, Obispo Sarabiense, y Salazar y Mendoza (Cap. II fol. 5) En la Vida del Cardenal Tavera lo refiere, y lo mismo aparece en el año 576 en el Compendio histórico, de Garibay (parte II, libro VIII, cap. XL), según yo tengo referido. En la obediencia de los Reyes godos, se conservó esta ciudad hasta el mañ afortunado Rey D. Rodrigo, que perdió las Españas el año 714,) por el mes de Noviembre (Castillo, Historia de los godos, fol. 16), hallándose sin resisrtencia Castilla por haber el Rey Witiza mandado derribar sus castillos y murallas; juzgo que las de Sarabris padecieron lo mismo, si bien una relación que se halló en unos papeles antiguos de San Bartolomé, dice que el capitán Tarif la tomó por armas con algunos partidos, que después no la fueron guardados, año de 705, o postrero de Octubre, once meses de la pérdida general, de donde se infiere tener alguna defensa o sobra de valor en sus naturales, pues no la tomaron de paso ni halláronla desmantelada, como Tarif Aventarif dice de Castilla.
Desde este tiempo fue esta villa llamada Medina, perdiendo su antiguo nombre y título de la ciudad, como sucedió a otras muchas en los pasados siglos, según Plinio (lib. III y IV) que en la España citerior señala 254 ciudades; y en la parte de los vaceos, donde estaba Medina, señala 18 ciudades, y de unas o otras n tenemos noticias.
En este tiempo Medina no era de las menores, pues se hallaba con cinco parroquias y un convento de Canónigos Reglares, que ahora es de la Orden de San Benito, cuya antigüedad muestra su fábrica, y la grandeza que tenía la villa entonces el nombre que la dieron aquellos bárbaros, pues Medina en arábigo tanto quiere decir como ciudad grande, según Bernardo Alderete en el original de la Lengua castellana (fol.365)
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CAPÍTULO IX
Que Medina fue restaurada de esta primera pérdida, y otras cosas
Estuvo Medina en poder de los moros desde el año 714 hasta el 736, que no pudieron sufrir la bárbara opresión y demasiados tributos, intentó su libertad y la consiguió, por el valor y esfuerzo de cuatro caballeros hijos suyos llamados D. Juan Gutiérrez, D. Pedro Benito, D. Sancho Ibáñez y D. Juan Morejón. Estos caballeros fueron mozárabes y quedarin viviendo entre los moros en el año que se refiere. Juntaron toda la gente de a pié que pudieron y 40 a caballo, y puestos en el campo enviaron a pedir a la villa a los moros con Gimén Manjón, de quien por nombre descienden los Condes de Peñaranda y otras casas de Medina, y no queriéndosela dejar se remitió a las armas y después de algunas escaramuzas y desafíos que hubieron con los moros, particularmente D. Juan Gutiérrez Castellano y un soldado llamado Fruela, se dio la batalla de campo a campo, donde los moros fueron vencidos y la villa restituida a los cristinaos el año dicho a 20 de Mayo, día del bienaventurado San Boal, al principio del reinado de D. Alonso, el Católico. En memoria de esa victoria la villa hizo voto de ir en procesión a un convento de monjes Benitos de la advocación de San Boal, siete leguas de Medina, por haber sucedido su santo día, y así lo cumplió muchos centenares de años, yendo una persona de cada casa, hasta el año de 1488, que el Papa Sixto IV la conmutó en otra procesión más cercana; y la villa da todos los días de San Boal al convento dos cirios, después que han ardido en la Misa aquel día en memoria del suceso, de lo cual tiene el convento carta ejecutoria ganada en Valladolid, y en su archivo los papeles antiquísimos por donde pudo adquirir ese derecho y constar lo referido con otros particulares de gran antigüedad y estimación.
El, Rey D. Alonso, El Católico, el segundo sucesos de D. Pelayo, es tradición que mediante este famoso suceso hizo particulares mercedes a los cuatro linajes, que entonces se instituyeron, en esos cuatro caballeros referidos, y es de creer así por su valor como por dar principio y ejemplo a los demás de esta tierra para lo mismo. Tradición común es también lo de las parroquias y de patronatos de legos, y de calidad de las mismas exenciones.
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CAPÍTULO X
Que se instituyeron en Medina cuatro linajes, y su calidad, segunda pérdida y restauración
En este tiempo es tradición ordinaria se amplió Medina hacia la puerta de Valladolid, que llamaban entonces del Real, y toda la orilla del río, como se ve en su descripción y se acrecentaron también cuatro parroquias; hállase hoy la parroquia de San Pedro, que es una de las acrecentadas entonces, y donde siempre se juntó el linaje de D. Juan Gutiérrez Castellano, un letrero antiguo en la pared del claustro; debajo de un caballero armado, que dice: “Epitafio.- D. Juan Gutiérrez Castellano, hijo de D. Gutierre Gutiérrez Castellano, caballero magnánino, libertador piísimo de su patria, capitán valeroso e invencible, escudo y amparo de amigos, rayo y espanto de la guerra, fama y gloria de caballeros, prez y honra de las armas castellanas, como en memoria y agradecimiento de su heroico valor y resplandecientes virtudes, su patria carísima ilustró su linaje y renovó esta figura; aunque de los otros caballeros no se ve señal como ésta, bien se muestra su preclara sangre así en el hecho como en el muy alto renombre de Don; que es sólo de los que tiene indicio claro de ricos hombres de aquel tiempo, y que sólo a los Reyes, y a ellos y Prelados era permitido desde los primeros godos, en el cual eran llamados próceres, magnaters, optimates, los altos y los ricohombres, ordinariamente eran de la sangre Real, y aunque había diferencia de ricos hombres, los que tenían Don eran los preferidos (Salazar de Mendoza, cap. II, y Padilla, en su Tratado de ricos hombres), y tenían grandes preeminencias, y servían en las guerras por sólo su voluntad, y tenían vasallos y fortalezas en confianza, y nadie se les podía poner por vanidad si de sus Reyes no le era dado gran merced, y así, aunque había otros ricos hombres que no tenía Don y servían en la guerra por obligación (Benabé Moreno, en el libro que hizo de la Nobleza de España, fol. 65, 362; Plutarco, Prob., cap. XXVIII, y el Fiscal Juan García) que siempre eran requeridos, a diferencia de los que le tenían, de donde se debe considerar la grandeza de estos caballeros de Medina, de quien descendían en ella muchas nobles casas.
Alcanzada aquella felicísima victoria y constituidos los cuatro linajes cuyas cabezas fueron los cuatro caballeros ya nombrados, se gobernó por ellos y todos los oficios de la república (Oratorio, de Yepes, tomo II; Garibay, Comp., tomo I, fol. 876; Salazqar de Mendoza, fol. 29; Garibay, cap. XV, fol. 60, parte II Julián del Castillo, fol. 80) pertenecientes al Gobierno los nombraban, conservándose así muchos años, según podemos colegir de los sucesos del tiempo y papeles sueltos y de otras Memorias, hasta los infelices del Rey D. Bermudo II, por los años de 999, que se perdió Castilla hasta las Asturias, sin reservarse lugar, ni los muros de León, que labraron los romanos.
De esta pérdida se restauró presto por el valor de dos caballeros: uno del apellido Díaz, que por haberse señalado en estas ocasión, tomó el de su patria y se llamó el de Medina, como lo dice Fr. Prudencio de Sandoval (Fr. Prudencio, en las Fundaciones de las casas de San Benito, pág. 75; Sala. En la Vida del Cardenal Tavera; volvióse a perder año de 999) y ayudando de otros caballero del apellido Mercado, por lo menos ya que no quedasen dueños absolutos y totalmente libres de los agarenos, haciendo de manera que pudieron vivir los cristianos en su patria sin ser molestados, teniendo iglesias y muchas libertades no sólo en Medina, sino en Arévalo y Olmedo, que en esto tuvieron una misma suerte, pues aunque comúnmente se dice que el Rey D. Alonso IV ganó toda esta tierra, Ávila, Segovia y otras ciudades, entre ellas Medina, y a otras ciudades, sólo se dice que las reparó de los trabajos pasados (desde el año de 934, que fue la batalla de Simancas, Medina se volvió a restaurar pos los dos caballeros de los linajes, que cuidaron a los de adentro, y siempre se conservó desde entonces en poder suyo, y sólo en tiempo de D. Alonso, año 1077, se reedificó y confirmó el Gobierno, quedando debajo del amparo Real), fácilmente se reconoce ser así, pues todo el tiempo que hubo desde la pérdida de D. Bermudo hasta D. Alonso IV, estuvo la Silla episcopal de Ávila en la iglesia de San Pedro de Arévalo; respecto de estar esta ciudad infestada de moros, y en tiempo del Rey D. Fernando, El Magno, padre de D. Alonso IV, trayendo el santo cuerpo de San Isidro desde Sevilla a León, cuenta su Historia, y el maestro Medina en las Grandezas de España, que llegó a Villaverde, aldea de Medina una legua de ella, y pusieron su santo cuerpo en la iglesia, y allí le salió a recibir el Rey y sus tres hijos D. Sancho, D. García y D. Alonso; había gran sequedad y enfermedades, y toda esta tierra fue a visitar aquel santo cuerpo, y los enfermos sanaron, y llovió de manera que se fertilizó la tierra. Al tiempo de ir a tomar el santo para partir de allí se hizo pesado por tres días. El Rey le ofreció las rentas de aquel lugar, y las que le tocaban de su iglesia y las de todas las iglesias, por donde fuese, temeroso no le sucediese en otra lo mismo, de que hizo privilegio. Luego si en esta tierra conservan sus iglesias y con tanta libertad acudían a los actos de devoción y fe, señal es de que vivían en ella sin sujeción a los bárbaros, y así es cierto que el Rey Alonso sólo lo reedificó y amplió entonces todo lo que eran y comprendían sus murallas, desde el río hasta la parte meridional, y que estaba ya de cristianos. Por esta causa se añadieron dos linajes más a estos dos caballeros, y que el uno se conserva con el nombre de Pollinos y el otro siempre con el de Mercados y fueron admitidos al Gobierno con los otros cuatro, no sólo igualmente sino con alguna preferencia, pues a cada uno de estos se les agregaron dos de os primeros, y gobernaban alternativamente un año tres y otro año otros tres, haciendo cabeza los dos últimos, y así dura hasta hoy en las pocas preeminencias que les han quedado de las muchas que tenían. Por esta causa el Señor Rey se las confirmó, y en el año de 1077 de su reinado, ganando de los moros toda la tierra de Castilla y las ciudades ya dichas, reedificándolo todo y dando lugar a que con más anchura viviesen los que cada día tenían los enemigos a las puertas de sus murallas, y que este año entrasen en Medina, a 20 de Agosto, siendo tan felicísimo día para sus naturales, pareciéndoles que Dios enviaba la espada de su justicia, tomando por instrumento a este valerosísimo Rey, que desde su entrada cuenta su última restauración, y en conservación de tan dicha memoria celebra la villa hasta hoy una solemne procesión en hacimiento de gracias todos los años en el día referido.
Estas exenciones muchos dicen les quedaban desde Augusto César, que dio preeminencias a los españoles, y también (Alderete, Tesoro de la lengua castellana, fol. 80) Flavio Vespasiano, que les dio todas las que tenían los romanos, cuando fue a hacer guerra a los de Jerusalén, año 80, y de Elio Adriano, español de nación, y tan aficionado a España, que yendo a pelear con los godos sin llevar españoles, escribió el Senado que si vencía se le agradeciesen, y si era vencido no le culpasen, pues peleaba con la lanza rota.
La opinión más común tenía por cierta, es que esta villa fue señora de sí misma o cabeza de provincia desde su principio o desde el tiempo de los cartagineses, conservando su señorío todo el tiempo en que tantas naciones molestaron la nuestra, y consiguientemente hasta el que acabamos de referir, tal vez por la industria y tal vez por las armas, con las que consiguieron sus naturales buenos partidos, pues por ellos sabemos fue entregada a Leovigildo después de muchos combates. Esta opinión tiene fundamento en antiquísimos papeles y costumbres, porque en el estado seglar, jamás los Reyes antecesores a Vuestra Majestad hicieron en esta villa y su tierra, cosas que les perteneciese tocante al nombramiento de personsa para ejercer la jurisdicción Real, ni otro oficio que de la república fuese, porque todo era a provisión de sus seis linajes, y en las vacantes de lo eclesiástico a provisión de los vecinos, como consta del patronazgo, que por ser largo y prolijo no pongo a la letra, de cuyas razones se reconoce la grande antigüedad de estas preeminencias. El maestro Medina, en lo que escribió de las Grandezas de España, lo refiere hablando de esta villa, y Bernardo de Alderete y Marineo Sículo tambén, trayendo a la memoria aquel dicho común y verdadero, que en Medina ni el Rey oficio ni el Papa beneficio. Porque verdaderamente en tiempo de los godos, ellos mismos sin autoridad del Pontífice, daban y promovían Obispados y cosas eclesiásticas, según lo refiere San Isidro, aludiendo a la costumbre antigua de Medina, y esto sucede en todo, pues los propios montes y pastos que son derechos del patrimonio Real no los han podido enajenar ni vender los antecesores de V. M., y habiendo habido diferentes pleitos, siempre esta villa ha sido amparada y conservada en esta preeminencia, que ellas y todas las demás, que son muchas que dejo de referir, no se hallan en otro ningún lugar de España, con que se afirma la tradición común de haber sido señora de sí misma desde infinitos años.
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CAPÍTULO XI
Que Medina siempre ha sido cabeza de provincia
Esta grandeza no menos se infiere de su nombre, pues en el idioma hebreo y caldeo de quien traemos su fundación, Medina significa provincia, como se halla en el capítulo I de Ester, versículo 1º, y en Jeremías, cap. VII vers, 6º, y en el Eclesiastés, cap. II, vers, 8, y en Jeremías en el primero, de los Tronos, vers, 1ºy en otras 46 partes del Viejo Testamento. Significa en lengua hebrea la ciudad o metrópoli, que tiene derecho y jurisdicción sobre las demás como señora de ellas, y así lo siente Juan Mercero, en el Elexicón de Santes Pagnino y en lo caldeo, significa la ciudad grande o provincia, o ciudades metrópolis de las provincias donde estaba el Tribunal de la jurisdicción, como costa de Guidón Fabricio, en el Elexicón suyo, que anda en el aparato de la Biblia Regia, parte III, cap. 20.
El P Juan de Pineda, de la Compañía de Jesús, sobre el capítulo V del Eclesiástico, vers. 7º, dice que Medina significa provincia o ciudad metrópoli. En caldeo y siriaco, significa lugar donde estaba la tela de juicio de toda la provincia, y si se deriva este nombre de la lengua griega, embebe mucha grandeza, porque significa regir o imperar, como consta del III de las Iliadas, de Homero, y del Elexicón griego de Roberto Constantino. De manera que el nombre de Medina, significa lo mismo que hoy, cabeza de provincia o cancillería, y si juntamos estas significaciones, costumbres y privilegios, libertades y exenciones, que esta villa tiene, seglares y eclesiásticas, hallaremos que la común opinión y tradición, continuada en sus naturales, de haber sido ciudad, cabeza de provincia y señora de sí, es cierto y se puede asegurar, pues en eta correspondencia dice Plinio (lib. III, cap. II-III), que fue colonia romana, y Ambrosio de Morales (lib.XI, cap. LXI), que Leovigildo conquistó la provincia de Sarabris, y Baseo (Crónica), afirma lo mismo y que fue entrada con fuerza en armas, y el Arzobispo D. Rodrigo, en su Historia general (part. II, lib. II, fol. 39), hace mención de la ciudad de Sabaria, que Garibay y Florián de Ocampo la tiene por la misma Sarabris, y en conocimiento de esta grandeza los arábigos, cuando la perdición de España, la llamaron Medina, como ciudad señalada, que tiene exento dominio de su tierra, circunstancias claras. Que aunque otras villas después acá han merecido este nombre, sólo por Medina se podrá entender, y aunque se podrá decir a esto, que también está en la provincia tarraconense Medinaceli y Medina de Rioseco, se corresponde que Medinaceli su antiguo nombre es Mediolum, como aparece en las descripciones antiguas de Tholomeo, y después de los moros Mezinceli que en el idioma arábico, derivado del hebreo, quiere decir tierra de rayos, y así su nombre no significa otra cosa; esto no sin fundamento, pues se dice que es el lugar más apasionado de ellos que hay en España, y dosce casi todas las cosas tienen piedras de rayos, por decir tiene virtud de que no caiga otro donde está, pero con poca corrupción ha sido fácil de Metin llamar Medina y la connominación de Campo también da a entender lo que se pretende, porque antiguamente toda la tierra de los vaceos donde estaba Sarabris o Medina, según Florian, era lo mismo que ahora, Campos, aunque tiene más estrechados los límites, en cuyos principios hallaron los moros esta población, que juzgando su grandeza como debían la llamaron Medina del Campo, que en su idioma tanto quiere decir como ciudad grande de campo, que entonces esta tierra se llamaba Campo y no Campos, como se infiere de algunas escrituras, pariticularmente en la era de 972 Sandoval en la fundación de la casa de San Millán de la Cagulla, siendo en Castilla Conde Fernán González y el Rey D. García en Pamplona, confirman un voto a Santiago y a San Millán, y quien que tales partes de sus señoríos, lo paguen, y particularmente dice: “Y todo Campo”, que era como entonces se sombraba, y así en las escuelas de Salamanca (Prudencio), en la Fundación de Salamanca, se nombra de Campos, según la costumbre antigua con que será visto haberse llamado Medina del Campo por lugar más señalado en él, que otras Medinas, cuando en la Tarraconense y tierra de vaceos, hubiera más que Rioseco, cuyo nombre antiguo fue Agurrorum.
Hasta aquí he referido a V. M. lo que en breve tiempo he podido rastrear de la calidad y antigüedad de Medina, procurando seguir el camino más verdadero para excusar el riesgo que ofrecen dudas de tan antiguas materias, de aquí adelante, que por los anteriores de V. M., Castilla y sus Reinos gozan felicidad, y las historias de España caridad, para luz de ellas pondré a los pies de V. M. alguna parte de los merecimientos de Medina, a que no me atreviera por su grandeza y mi cortedad, sin los alientos de la ocasión presente.
Considerando que muchos hijos suyos, cuyas plumas han levantado al cielo la gloria de su fama, en este y otros tiempos lo ha excusado, sino por olvido en engrandecerla más, callando la muchedumbre de sus blasones, no he de callar yo los suyos, para honra de su patria, y muy dignos de memoria son estos otros. El P. Josef de Acosta, de la Compañía de Jesús, que escribió una Historia de las Indias y fue el primero que rodeó el mundo después de Magallanes. Escribió los libros De novísimis temporibus y de Cristo revelato; fue, por mandato de la Inquisición de Lima, a contrarrestar un hereje que se decía Jesucristo, arguyéndole muchas veces con gran elocuencia y santo celo. Fue a Roma con Embajada secreta del señor Rey Felipe II.
El maestro Oviedo, catedrático de Prima en Salamanca, y el maestro Sánchez, catedrático en propiedad en arte, bien conocido por sus obras y el P. J. Juan de Torres, de la Compañía de Jesús que escribió la Filosofía moral para la educación de los Príncipes. El P. Gregorio de Valencia de la Compañía de Jesús, varón santo y docto, al que pontificado Gregorio X y Clemente VIII le llamaron y le dieren cargos de las dietas y disputas de los herejes de Alemania, donde hizo grandes servicios a nuestra santa iglesia. D. Alonso del Rincón, Abad de Compluto y el fiscal Bobadilla, que escribió las Políticas. Julián del Castillo, que escribió las Historia de las Indias, habiéndose hallado en todos los sucesos que escribió. D. Baltasar de Álamos, del hábito de Santiago y Consejo de V. M., que tradujo a Cornelio Tácito. Juan Fernández de Ledesma, que en la traducción del Mantuano mostró su ingenio, de quien se esperaban mayores obras y lúcidos trabajos. Pedro de Avendaño, que escribió Las festividades de Cristo y otros libro sobre el de Ruth. D. Antonio de la Cueva, del Consejo de V. M., Fiscal de Indias y D. Francisco de la Cueva, su hermano, cuya elociencia no admite comparación, y otros muchos, en pocos años, sin otro a quienes no han alcanzado nuestros tiempos, que pudieron mejor desempeñar el crédito de su patria si la oxcasión les hubiera dado la materia que a mí se me ofrece hoy para este breve resumen, con harta dificultad, ya por lo referido como por haberse quemado infinitos papeles y libros antiguos en los grandes fuegos que esta villa ha padecido, por donde pudieran constar muchos de sus merecimientos.
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CAPÍTULO XII
De los Señores Reyes D. Alonso VI y D. Alonso VIII
Después de haber el Dr. D. Alonso VI reedificado esta villa y hecho mucho daño a los moros en Toledo el año de 1082, el Príncipe Benalphafe junto con otros Reyes y gran poder de moros, en venganza de los daños que había recibido del Señor Rey D. Alonso, corrió la tierra desde el Reino de Toledo y entró en Castilla la Vieja hasta Medina del Campo sin poderle nadie resistir, y llegando a esta villa le dieron batalla, en que fue vencido y muerto en huida con muerte de muchos moros por el valor de sus naturales, siendo en esta acción caudillo de los medinenses, Álvar Fáñez Minaya, sobrino del Cid, según lo refiere la Historia Genera. (Garibay, to. II, caps. XVI y XVII.)
Hallóse la gente de esta villa en la entrada de Toledo, corriendo el año 1083 y en otros servicios contra los moros Almoravides.
Y con el Señor Rey D. Alonso VIII, la primera vez que fue tomada Córdoba se halló la gente de Medina en su servicio el año de 1147 y este año se tomó Baza y Almería, en que sirvió esta villa y otras de Castilla. Y aunque este Rey estuvo en esta villa no se sabe cosa particular que hiciese en ella.
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CAPÍTULO XII
De los Señores Reyes D. Alonso IX y Enrique I
En Rey D. Alonso IX tuvo su corte en Medina del Campo, y cuando se casó con la hija de Enrique de Inglaterra, Garibay, tomo II, fol. 694, en año 1170, le dio esta villa en dote, y la ciudad de Burgos, que no es menor indicio de su grandeza; asistió aquí mucho tiempo, dio privilegios al convento de San Bartlolomé y al de San Saturnino, y al mismo tiempo se los dieron Celestino III e Inocendio III.
En servicio de este Rey se halló la Infantería de Medina del Campo en la desgraciada batalla de Alarcos, como lo refiere Gratia Dei en sus blasones de armas, que fue el año de 1195, yendo por Capitán de los medinenses Luis Díez, como se verá adelante, cuando refiera sus armas donde perdió el pendón.
Sirvió la gente de esta villa en otras batallas contra Ronda, año de 1201, Ariz, p. 4. como refiere el mismo Gratia Dei, yendo por Capitán Sancho Díez, hijo de Luis Díez referido el año de 1206. Orgullosos los moros con la victoria de Alarcos y corridos con la pérdida de la batalla de Ronda, entró el Rey de Granada con poderoso ejercicio a correr tierras de Castilla; llegó hasta Medina del Campo y sus naturales salieron a él y tuvieron batalla junto al castillo que llaman de Pozaldez, carca de Medina, y el ejército del moro fue vencido con muchas muertes, según Argaiz, en la página cuarta de la Historia de Ávila.
Hallose la infantería de esta villa en la gran batalla de las Navas, año 1212, en servicio el Señor Rey D. Alonso, (Villafañe, Crónica de este Rey), y en el mismo año sirvió tanbién en la toma de Guadalerca y Guadaltara, y en la toma del castillo del Gordo y de Calatrava la Vieja y de Alarcos, que e había perdido hacía diecisiete años; en aquella batalla hallose también a tomar las villas de Vilches, Castro, Ferral, Baños, Tolosa y en la conquista de la ciudad de Baeza y Úbeda, con muerte de cuantos moros había dentro, todo en el año referido, y Mesa en sus octavas, hablando de Ávila y Medina; en la 20, dice así:
Muy dispuestos a dar la última prueba,
van los concejos de Ávila y Medina.
Que verdaderamente estas dos repúbicas debían ayudarse mucho, como se ve en lo de Arcos, Roda y otras partes.
El Señor Rey D. Enrique I, en el tiempo que vivió en Medina del Campo, se desposó en ella con la Infanta Dª. Malfada, hija de D. Sancho II, Rey de Portugal, como lo refiere Yepes, Crónica de San Benito, tomo II, (Garibay, tomo II, fol. 152, D. Rodrigo, cap. CCCIX, y Aris, parte III, fol. 13.)
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CAPÍTULO XIV
De D. Fernando III denominado “el Santo”
El Sr. Rey D. Fernando III, estuvo en Medina del Campo, y entra las cosas que en ella hizo, fue el convento de Santa Clara, a ruego de la misma santa, año 1256, asistiendo a la fundación dos compañeras de la santa (Gonzaga, en su Crónica, fol. 789; y el de 1240, habiendo tenido muchas diferencias con el Rey de León, estuvieron los ejércitos a la vista de una aldea de Medina, llamada Castellón, donde estaban acogidos unos caballeros de Castilla en un fuerte que en ella había, por defenderse del Rey de León, sobre quien habían sido las diferencias. A este Rey denominado el Santo, sirvió este Rey en la conquista e Quesada, año 1224. Con muerte de muchos moros y cautiverio de 7.000, según Garibay (cap. XL, fol, 764 y 765), y teníese por cierto, se halló la gente de Medina al socorro de la que estaba sobre Córdoba, cuando se cobró esta ciudad por este santo Rey, año de 1236, y antes de esto el 31 y en la batalla de la Higuera, según la Historia de Ávila en la parte cuarta.
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CAPÌTULO XV
Del Señor Rey D. Sancho IV, cognominado “el Bravo”
El Sr. Rey D. Sancho, estuvo en esta noble villa el año de 1291, y pidió a la villa y a su tierra ayuda y servicio para ir a cercar a Algeciras, que según parece del capítulo V y VIII de su Historia, el Rey después de haber muerto en Alfaro a D. Lope Díez de Aro, Señor de Vizcaya, año 1288 quiso tomarle todos sus castillos, los cuales se pudieron en defensa, pero viniendo sobre ellos con grueso ejército, que llamaron el de Haro, en el cual iba la gente de Medina, tomó la villa de Haro con gran derramamiento de sangre, por la mucha defensa de muchos caballeros parientes de D. Lope, que dentro había; también se tomó el castillo de Capitán, la villa y castillo de la Bastida, el castillo de Ocio, la villa y castillo de Portilla de Ibla, Portilla de las Torres y luego el año 99, referido al principio, que fue cuando estuvo en Medina a pedir el servicio, fue servido tan largamente de esta villa y su tierra, con tal caridad, que hubo pagar por diez años los hijosdalgos del ejército de Haro, y llevó el dinero en cuento y 400.000 maravedíes como aparece en su Crónica, en las partes citadas. Este gran servicio, calculado con las monedas de estos tiempos, montan más de 220.000 ducados, como se ve en la Crónica del Rey D. Alonso, su padre (capítulos VIII y XIV), y en un tratado que hizo de monedas la Santa Iglesia de Toledo, para ajustar el precio de unos maravedíes, en que están dotadas unas capellanías de aquel tiempo, que fundó Ramón Bernalt, Arcediano de Valladolid, el año de 1284, que está en poder de Gil González de Ávila, racionero de Ávila y cronista de V. M., y lo mismo parece por un libro antiguo de las rentas de este Rey D. Sancho, que está en el archivo de la Santa Iglesia de Toledo y por el cap. L de la Historia de su padre (fols. 4, 7, y 30), por las leyes del Derecho, que mandaba que no se pudiesen dar a ninguna mujer más de 20.000 da dote, los diez para expensas de la boda y los otros diez para aumento de hacienda, y que en esta sazón el Rey de Granada tenía de tensa solos 600.000 y pagaba al Rey D. Alonso XI los 250.ooo, con cláusula que habían de ser de los 1.000 de Castilla, y decía que no podía con ellos aderezar cien caballos para ir bien puestos, según su Crónica (cap. XLVIII, folio 28), y habiendo ajustado con particular cuidado y papeles el valor de los maravedíes de oro que entonces había, y llamaban maravedíes mercales, y sus respectos con los maravedíes más menudos que en aquel tiempo corrían, que llamaban meajas, pepiones, burgaleses, dineros negros y sueldos, que estos corresponden a los maravedíes, ochavos y cuartos de ahora.
Halló que según la cantidad referida arriba, contado por los maravedíses de guerra, el sueldo de los hijosdalgos de Haro, dado que no fuesen más, era de 100, que no podían ser como los guardas antiguos y los maravedíses que llevó en dinero de los mercales, que entrambos géneros de maravedíes son los de menos valor, porque los de oro le tenían más superior, que eran los que pagaba el Rey de Granada al Rey D. Alonso, en que se venía la voluntad con que esta villa servía a sus Reyes.
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CAPÍTULO XVI
Del Señor Rey D. Fernando IV y la Señora Dª. María, su mujer
El Señor Rey D. Fernando IV tuvo su corte en Medina y celebró Cortes generales en ella el año de 1303 y los siguientes 4 y 5, y el de 304, estando en esta villa, estuvo allí el Rey D. Dionis de Portugal y la Reina Santa Isabel, su mujer, ocasión en que la villa hizo grandes fiestas con la costa y aparato debido a la grandeza de tales huéspedes.
En este tiempo se litigó en Medina el pleito sobre el Señorío de Vizcaya entre D. Diego López de Haro y el Infante D. Juan, siendo entonces la posada y morada de los Reyes la casa de los caballeros Rejones de esta villa, a quien después se las dieron por merced y estos fueron Cristóbal Rejón, General de la conquista de Canarias, y Juan Rejón y Fernando Rejón, ambos Generales en diferentes ocasiones, y los demás de esta casa han servido a V. M. en muchas y en la conquista de Orán, y sirven hasta hoy en el África y en las Indias. D. Juan Rejón, poseedor de la casa, nieto de Juan Rejón, por cuyo valor está certificado que defendió Mazalquivir el año 1563contra el poderoso cerco del turco y también se siguió en esta año rl pleito entre los monjes de San Benito, y los caballeros del Reino. La primera ves que estuvo en medina, año de 1255, hubo tan grande eclipse de sol, que no le vieron mayor los nacidos.
Después de la muerte de este Rey, el año de 1302, gobernando estos Reinos la Reina Dª. María, su mujer, madre y tutora del niño Rey D. Alonso XI, con mucha prudencia y provecho de su hijo y bien del Reino; D. Juan Núñez y los Infantes D. Juan y D. Enrique, con desordenada intención, opuestos al gran gobierno de la Reina, con ocasión de ir a caza, sacaron y llevaron al Rey niño de Medina, quitándosele a su madre, procurándole poner mal con ella y estando en las Cortes de Medina del Campo este año referido, le dijeron que su madre solicitaba a los Consejeros para quitarle el reino, y otras cosas más indignas; y habiendo salido mal de ellas dijeron al Rey niño que pidiese a su madre las sortijas que el Rey su padre la había dado, y vería como las había dado a otro caballero.
Hízolo el Rey así, y delante de él mandó la Reina a Dª. María Sánchez, su camarera, natural de Medina, que la trajese un cobrecito, y abriéndolo al instante las sacó de él y se las mostró a su hijo, quedando el Rey desengañado del malicioso consejo, y no contentos estos caballeros, la hicieron cargo de que ocupaba los bienes y dinero del Rey su hijo, y haciéndose diligencias contra ella, se halló haber empleado por su hijo y por bien del Reino cuanto tenía, hasta sus sortijas y alhajas sin quedarle más que un vaso de plata en que bebía, y comía en platos y escudillas de barro; y visto por los de Medina la santidad de la reina y la malicia de los consejeros del Rey, y cuan daño era tenerlos a su lado, siendo de tan tierna edad, suplicaron a la Reina les diese licencia para no consentirlos en la villa y echarlos de ella. La santa señora no lo consintió, antes, con mansas y agradables palabras, agradeció su celo y moderó su determinación, y el año de 1304 no menos mostró Medina su fidelidad, admitiendo a esta Señora Reina y a su Rey hijo, asistiendo siempre a su defensa, y no habiendo casi ciudad en Castilla en que no hiciese alarde de intitularse el Infante D. Alonso de la Cerda, Rey de Castilla, y su hermano D. Juan, Rey de León, y el de Aragón quería mucha parte del Reino, y el de Navarra también, y el Rey de Granada otra parte del de Andalucía. Otra mucha parte de ciudades y villas seguían a algunos Grandes de Castilla que andaban en estas alteraciones, hallándose el Rey y su madre en tanto aprieto, que en Valladolid les cerraron las puertas mucho rato, por ser la ciudad que más les sirvió después, y en Medina, en medio de tal alteredas tormentas, siempre se hallaron abiertas, a donde en esta ocasión se acogieron para defensa de todos sus adversarios, como todo se infiere de Garibay Zamalloa (tomo II. Fol. 850, cap. XXV, hoja 845 a la 852, y de la Historia de este Rey, cap XX, fols. 16, 36 y 45; Miguel de Herrera, cap. I, fol. 5; cap. VII, folio 229, y Garibay, lib. XIII, cap. XXV.)
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CAPÍTULO XVII
Del Señor Rey D. Alonso XI
Por muerte de la Señora Reina Dª. Mará, madre del Rey S. Alonso XI, quedó el niño encomendado a la ciudad de Valladolid, y le tuvo en su poder hasta la edad de gobernar. Esta ciudad hizo algunas entradas contra los moros, llevando el pendón Real, al que siguió Medina siempre, como aparece en papeles de los archivos de Valladolid y de la parroquia de San Miguel de ella.
De la Crónica de Juan Núñez de Villasanz que escribió de este Rey, y Mármol (parte I, lib. 2, fol. 184; Garibay, tomo II, folio 892, y del Arzobispo D. Rodrigo, cap. CCXC), se infiere haber servido esta villa al Rey D. Alonso en la gran batalla del Salado, donde se alcanzó felicísima victoria contra 800.ooo moros, el año 1314.
El año 1326, las villas de Toro, Zamora y Valladolid, mal aconsejadas, se habían apartado del señorío del Rey y quisieron dar la obediencia al Infante D. Juan, hijo del Infante D. Manuel, para cuyo efecto estaban en poder del gran Prior de San Juan, que resultaba ser parcial del Infante, todo por causa de D. Álvaro Núñez, privado del Rey, el cual, a este tiempo estaba sobre Escalona, que la tenía cercada, y habiéndole llegado esta nueva, envió a mandar a medina del Campo, que luego fuese con sus gentes para Valladolid, y así fue ejecutado, habiendo venido el Rey con toda prisa, se juntó con los de Medina y dieron muy fuerte combate a los de Valladolid por la parte de las Huelgas, y habiendo sacado el Santísimo Sacramento y las demás reliquias y el cuerpo de las Reina Dª. María, madre del Rey, que estala allí enterrado, quemaron el convento e hicieron paso para entrar en la villa, la cual, viéndose tan apretada, se redujo el servicio del Rey y pacíficamente le admitieron en ella, a cuyo ejemplo las villas de Toro y Zamora, temiéndose el riesgo, hicieron lo mismo, echando de ella a los adversarios del Rey y reduciéndose a su servicio.
También se halló la gente de esta villa en la conquista de Alcalá la Real, siendo Capitán Rodrigo de Bobadilla, año 1342, y por el hecho que hicieron muy hazañoso tomaron las armas que traen hoy, y también los Mercados las traen por haberse hallado en su compañía, de quien descienden muchos nobles caballeros de esta villa. Refiere estos servicios la Crónica del Rey D. Alonso XI. Cap. VII, fol. 44 y 45.
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CAPÍTULO XVIII
De lo que acaeció en Medina en tiempo del este Rey
El Señor Rey D. Alonso XI, tuvo su corte en medina y celebró Cortes generales en ella el año 1317, y estando allí casó a la Infanta Dª. Leonor, su hermana, con D. Alonso, Rey de Aragón, año 1327- Celebró la villa este día con autorizadas fiestas; hizo muchos actos heroicos en ella y sirvióse de sus naturales. En la iglesia de la Antigua se hallan hoy capellanías fundadas por su alma y dotadas por Diego Fernández de Bobadilla, el primero llamado de Medina, que fue Camarero mayor de su Consejo y Embajador de Francia, de quien descienden en esta villa los señores de esta casa, y de ella otras muchas con título de grandeza, y de ellos fueron hermanos segundos D. Francisco de Bobadilla, Obispo de Salamanca, y D. Juan de Fonseca, Obispo de Castelamar, y Mosén Pedro de Bobadilla, padre de Dª. Beatríz de Bobadilla, Dama de la Reina Católica y primera Marquesa de Moya, y Cristóbal de Bobadilla, que casó con Dª. Constancia Ossorio, de quien descienden los Señores de Olmedo, los Condes de la Gomara y os Señores de ferrada.
En este reinado, siendo curadores del Rey el Infante D. Pedro y el Infante D. Juan, sus tíos, hermanos del Rey, su padre, dieron a Medina del Campo los propios y baldíos, según Juan Núñez de Villasanz, en la Historia de este Rey, cap. XII, fol. 14. La villa les dio cantidad de maravedíes para que no la pudiesen estos baldíos, hasta que el Rey su señor tuviese la edad, como quien fiaba que sabiendo el justo título con que los tenía, se los dejaría poseer, como lo habían hecho los Reyes, sus antecesores. Los Infantes recibieron la cantidad de maravedíes y dejaron la pretensión y los años siguientes de 1311, después de haberse celebrado unas Cortes en Burgos, fueron los Infantes a Medina y se juntaron los de la tierra y los de la villa y pleitearon con los infantes por los maravedíes que antes les habían dado, y fueron vueltos a la villa; esto he dicho porque es una de las cosas que corresponden a ls libertades antiguas de Medina que referí, pues siendo Real todo género de baldíos, los de Medina siempre han sido suyos y los han conservado todos los antecesores de V. M. y si alguna merced han hecho de alguna tierra de ellos, ha sido con calidad que se pague a la villa de Medina el tributo que ella tiene puesto, como señora de aquella propiedad, y así la merced que el Señor Rey Felipe III, padre de V. M. hizo a D. Rodrigo Calderón, de cierta parte de estos baldíos, viendo sus derechos y antiguas posesiones, se sirvió de revocarla.
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CAPÍTULO XIX
Del Rey D. Pedro
El Rey D. Pedro tuvo su corte en Medina; poco tiempo después reedificó el convento de Santa Clara, año de 1336, según lo refiere el P. Gonzaga en el Cronicón de San Francisco, en la fundación de esta casa, fol. 823; hizo hacer en Medina justicia a Pedro Ruiz de Villegas, y estuvo aquí la Reina Dª. Blanca y la Reina Dª. María, su suegra, hasta que fue llevada a Arévalo en forma de prisión. También hicieron justicia en esta villa a Sancho Ruiz de Rojas e hizo prender a D. Juan Rodríguez de Cisneros y a Suero Pérez Quiñones; así lo refiere Garibay, tomo II, fol. 21; Historia de este Rey, fol. 25, y Miguel de Herrera, capítulo I, fol. 37.
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CAPÍTULO XX
Del Señor Rey D. Enrique II
El Señor Rey D. Enrique II tuvo su corte en Medina, y celebró en ella Cortes generales el año 1370; juntó allí todo el dinero para pagar a D. Beltrán Claquin de Torres, Gran Condestable de Francia, y a los demás Señores naturales y extranjeros que le habían seguido contra el Rey D. Pedro, su hermano, según Garibay, tomo II, fol. 950. Hizo el Señor Rey D. Enrique poderosa entrada en Portugal el año 1365, y habiendo llegado hasta Lisboa y hecho mucho daño en este Reino, se volvió a Medina del Campo, de donde había saldo.
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CAPÍTULO XXI
Del Señor D. Juan I
El Señor D. Juan I tuvo su corte en Medina del Campo; apareciéndole el Apóstol San Andrés viniendo de Carrioncillo (Aranjuez de los antecesores de V. M.) Hallóle el santo de sus antecesores y desengañándole de unos desvelos que traía, indecentes a la virtud y santidad de la Reina, y pidiole trasladase el convento de Santo Domingo, de la parroquia de San Esteban, donde entonces estaba, a la de San Andrés, donde está hoy, que en aquel tiempo era parroquia; certificóle que el primer día de San Andrés pariría la Reina un Infante, y así sucedió, según lo refieren algunos historiadores, y particularmente el Obispo de Manópoli, en la fundación de esta casa, en el tomo II de su Historia. Junto al Señor Rey D. Juan de esta villa todos los Obispos y prelados de España, y los hombres más doctos de ella, sobre el cisma de los electos Pontífices Urbano VI, y Clemente VII, que entonces había, hizo Cónclave donde los Obispos y hombres doctos se juntaban; y les metían de comer, como en el de los Cardenales de Roma, para que resolviesen brevemente y guardasen la obediencia. Este año llegó a Medina la Duquesa de Alencastre, hija del Rey D. Pedro, y suegra que fue del Rey D. Juan, y por el derecho que pretendía de los Reyes de Castilla, le dio esta villa y la ciudad de Guadalajara, quedando concertado casamiento entre la Sra. Infanta, Dª. Catalina, su hija, y el Sr. Príncipe D. Enrique III, heredero de Castilla; hiciéronse grandes fiestas en Medina, y hubo en esta ocasión en ella la mayor junta de Cardenales, Obispos y Príncipes, Embajadores y Grandes que se ha visto en España, dio y confirmó algunos privilegios a los tres linajes, y el año de 1380, por muerte de Carlos, Rey de Francia, hizo celebrar suntuosas exequias en la iglesia mayor de Medina, hallándose en ellas; el mismo año, desde esta villa, envió Embajadores al Soldán de Egipto, pidiéndole soltase al Rey de Armenia, llamado león, que en prisión tenía, y decía le soltaría si se lo enviase a decir el Rey D. Juan de Castilla, y recibida en Embajada, lo hizo, y en este año, a 25 de Noviembre, le nació en Medina un Infante, llamado D. Fernando, que después fue Rey de Aragón.
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CAPÍTULO XXII
Del Señor Rey D. Enrique II
El Señor Rey D. Enrique III favoreció mucho a esta villa; tuvo su corte en ella, y concertó casas a su hermano, el Infante D. Fernando, con la Condesa de Alburquerque, hija del Conde D. Sancho y nieta del Rey D. Pedro; después de custro años porque era condición de que no se celebrase la boda hasta tener el Rey edad de casarse, tuvo efecto lo concertado en Madrid el año 1393. Dotó al monasterio de Santa Clara, y el año 1392, estando la corte en Medina, tuvo ciertas sospechas del Arzobispo de Toledo, D. Pedro Tenorio, y le mandó prender en la Mota.
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CAPÍTULO XXIII
De D. Fernando y Dª. Leonor, Reyes de Aragón y Señores de Medina
Los Reyes de Aragón D. Fernando y Dª. Leonor, fueron Señores de Medina, porque la Duquesa de Alencastre a quien D. Juan I, como está dicho, se le había dado por el derecho de Castilla, le dejó a su sobrina la Duquesa de Alburquerque, hijas del Conde D. Sancho, hermano de la Duquesa, entrambos hijos del Rey D. Pedro; la cual casó con el Infante D. Fernando, y fueron Reyes de Aragón, por muerte del Rey D. Martín, que poseía aquella Corona, y no tuvo sucesión. Asistieron mucho en Medina y el Rey D. Fernando trasladó el convento de San Andrés adonde hoy se halla, haciéndole de nuevo el año de 1406; cumpliendo en todo lo que su padre el Rey D. Juan ofreció al Apóstol San Andrés, y que no había podido cumplir en sus días por las muchas guerras que tuvo en Portugal, y murió dejándolo ordenado al Infante su hijo. Dotóle de algunas rentas, aunque la mayor parte de las que hoy tiene se las dejó D, Juan de Limpías, y Dª. Leonor Rejón, cuyas fueron las casas de los rejones, y les fue dado entierro dentro de la Capilla mayor, como lo refiere el Obispo de Monópolis (tomo II de la Historia de Santo Domingo)hablando de la fundación de esta casa: Garibay, tomo II, folio 1116; Zurita, tomo III, lib. XI, folio 24 y 234, y p. Bernardo de león, historiador de los Canónigos Reglares de los Premostratenses. Amplió la iglesia Colegial de Medina, para erigirla en Catedral, como parece de la Bula que para ello tuvo, y está en el archivo de la santa Iglesia.
Fundó también el convento de Mejorada, de la Orden de San Jerónimo, siendo hermanos meritorio de Terceros de San Francisco, a causa de que tenía devoción. Saliendo este año de Medina contra los moros de Antequera, pasó por Mejorada, engrandeció esta obra, quedando la ejecución de ella al ciudado de su contador mayor, Becerra, de quien descienden muchos caballeros de Olmedo. La Reina Dª. Leonor, su mujer, fundó el convento de Santa María la Real, en las casas que tenía por su palacio, año de 1385, agregando a çel renta, y las monjas de Santa María de los Huertos, de la Orden de Canónigos Reglares Premonstratenses, que muchos años antes estaba fundado allí junto. Vivió algunos años en este convento, después de viuda, y últimamente fue monja profesa de él, y está allí enterrada. Estimaba tanto la felicidad de esta ilustre villa el Rey D. Fernando, que la primera vez que salió contra los moros, siendo Gobernador de Castilla por el Rey D. Juan II, su sobrino, que era niño, desde Segovia, que era donde estaba entonces como su casa, año de 1407, envió a Medina a los Infantes D. Alfonso y D. Juan y sus hijos, y a las Infantas sus hijas, pareciéndole que así quedaban, como en buena guarda y seguro, todo parece que los lugares en este capítulo ya citados.
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CAPÍTULO XXIV
Del Señor Rey D. Juan II
El Rey D. Juan II, tuvo su corte en medina, y celebró en ella sus bodas con la Infanta Dª. María, hermana del Rey de Aragón, miércoles a 20 de Octubre, año de 1418. Tuvo Medina fiestas, tornees y juego de cañas, con gran lucimiento y costa. Lo refiere el Señor de Batres, cap. CLII, fol. 155.
A este tiempo estaba esta villa en poder del Rey D. Juan de Navarra, que la heredó de la Reina Dª. Leonor, su madre, con otras de Castilla, el cual, habiendo sido opuesto al Señor Rey D. Juan, su primo hermano, y con él los demás Infantes de Aragón, sus hermanos, el Señor Rey D. Juan los quiso declarar por traidores, mediante el suceso de Alburquerque, y otros muchos desacatos, y así les confiscó sus bienes en Cortes generales, que para esto cemebró en Medina, y volvió esta villa a su Corona; y las demás que tenían los Infantes de Aragón y Rey de Navarra, repartió entre los Grandes de sus Reinos algunas de ellas, el año 1430, como se colige de Zurita. lib. XII y XIII, tomo III, fol. 234 y 192, cap. LXXXV, y de Garibay Zamolloa, fol. 186, 1107 y 1120, habiendo estado fuera de la Corona de Castilla desde el año 1881, primero en poder de la Condesa de Alencastre, luego de la Reina Dª. Leonor, y después en el Rey D. Juan de Navarra, su hijo, de quien se restituyó a Castilla.
Celebró el Señor Rey D. Juan Cortes generales en ella el año 1422, 30, 31, 32 y 45, y en el año 1430 vino a Medina D. Fadrique, Conde de Luna, hijo del Rey D. Martín de Sicilia, y el Rey le salió a recibir buen pedazo fuera de la villa, y le hizo grande agasajo, celebrando su venida con fiestas; fue aposentado en palacio; hízole muchas mercedes y a los que con el venían; particularmente a Mosén García de Sese, le dio 200 vasallos y muchos maravedíes de juro, y cuatro años después, a 8 de Enero, fue preso D. Fadrique, Conde de Luna, y se hizo justicia de dos caballeros de Sevilla, llamados Lope Alonso Montemolin, y Fernando Álvarez Osorio, y de un escribano de Medina del Campo, llamado Pedro González, y en la plaza de ésta fueron arrestados y hechos cuartos, a causa de que el Conde de luna, por éstos, sus confidentes, trataba de robar las Atarazanes de Sevilla y los Genoveses y mercaderes de ella, y apoderarse del castillo de Triana, según parece de Garibay, fol. 1124, tomo II, y el Señor de Batres, cap. CLX, fol. 231, y Zurita, lib. XIV, cap. XVII, fol. 194, lib. VII y cap. LX.
En el año de 1427, siendo el Rey D. Juan Niño, sobre la administración de su persona y Reinos, para conseguirla poderosamente haciendo alianzas el Rey de Navarra y los Infantes D. Juan, D. Enrique, D. Pedro y D. Alonso, Rey de Aragón, y otros Grandes en la Casa de la Orcilla, que entonces debía de ser de recreación de los Reyes, siendo el principal promovedor el Adelantado D. Pedro Manrique; estas discordias ya se agenciaban ya volvían con mayor esfuerzo, y así, el año 1432, el Rey D. Juan de Castilla y de Navarra se vinieron a concordaren Medina a 30 del mes de Octubre de este año. Esto durá algunos años con poca firmeza y seguridad, mudándose los de una parte a otra, y así después, el año 1339, entraron en castilla y Rey de Navarra y el Infante D. Enrique con gente de armas a favor del Señor Rey D. Juan II, contra muchos Grandes que habían levantado las armas con la ocasión de la prisión del Adelantado Pedro Manrique, y habiéndose juntado a tratar de concordia, sin efectuarse, se dividieron, y el Rey se fue a Medina del Campo con os de su parcialidad, porque las ciudades de Toledo, Brgos, León, Segovia, Zamora, Salamanca, Ávila, Plasencia, Guadalajara, Valladolid y otras muchas, todas estaban por los de la Liga y alteración, según el Señor de Batres, en la parte citada, y Zurita, en el cap. LXIII, lib. XIV, fol. 160; en el libro XIV, cap. XXVI, fol, 210, cap. XLII, fol. 177, del lib. XIII. Pero como estas confusiones siempre duraban en el reino, parece que el año 1441, el Rey D. Juan de Navarra estaba apoderado del castillo llamado de La Mota, y la villa estaba por el Rey D. Juan II, que se dio tan buena maña, que volvió a tomar el castillo a partido, estando dentro D. Hernando de Rojas, hijo del Conde Castro, y D. Ramón de Espez, con 250 soldados, y así, el Rey de Navarra nunca cesaba de hacer contra el Rey, su primo, e hizo poderosa entrada, y tuvo cercada a Murcia veinte días, el año 1445, pero fue muy bien defendida por D. Alonso Díaz de Montalbo, que a la sazón la gobernaba, y el año siguiente, 1446, por Mayo, pasando el Príncipe D. Enrique de Arévalo hacia medina con sus gentes, le salió al camino el Rey D. Juan II, su padre, y el Príncipe se retiró a un alto, pero viéndose obligado a pepear con las gentes de su padre, se redujeron a concordia, que duró muy pocos días. Muchas cosas hizo en Medina del Campo el Rey D. Juan II, y mucho la quiso, como largamente parece de las Historias. Esto refieren los Anales de Aragón, lib. XV., cap. VII, fol. 170; capítulo XXXIV, fol. 294; cap. XL, fol. 800.
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CAPÍTULO XXV
De algunas cosas que Medina del Campo hizo en servicio del Señor Rey D. Juan II
Estando el Señor Rey D. Juan en Medina del Campo le llegó nueva del aprieto en que estaba su gente, que había entrado en la villa de la Guarda; envió desde allí la gente que pudo coger, en lo cual sirvió la de Medina, y llegando a toda prisa, se tomo la Guarda, el año 1430, según el Señor de Beatre, en el cap. CXIV.
Diez años después el Rey de Navarra, con los Infantes, sus hermanos, y otros muchos Grandes y Señores que le seguían, puso cerco a la villa de Medina del Campo, donde el Rey D. Juan había confiado su persona, conociendo su fidelidad, y en ella le defendieron sus naturales, escaramuceando cada día con gran efusión de sangre, y con tal ejemplarismo valor, que a imitación de los caballeros y demás gentes de armas, salían los que no las tenían, de 100 en 100, con piedras y palos a buscar los del Real; y peleando con ellos hasta hacerse pedazos- Los que medina mereció en esta ocasión n se puede decir brevemente; remítome a las Historias que lo refieren, a la misma del Señor Rey D. Juan, cap. XXVII, y XXVIII, fol. 225 y 226, y el mismo Medina en Las grandezas de España, cap. CX, fol. 99; Garibay, en el tomo II; Zurita, tercera y cuarta parte. Lib. XII, fol. 269. Sólo diré, que en cincuenta días que duró el cerco, casi ninguno se pasó sin pelear ni derramar mucha sangre, hasta el 20 de Agosto, al amanecer, que dos caballeros criados y privados del Rey D. Juan de Navarra, que habían sido hechura suya, tiraban sus gajes y vivían en la villa, cuyos nombres eran Seur Álvaro de Bracamonte y Fernán Rejón, le metieron en la villa secretamente, siendo aquella noche grande de los muros, D. Álvaro de Luna y el Arzobispo de Toledo, su hermano, como quien les importaba; pero no bastó su vigilancia para embarazar la fe con que estos dos caballeros hicieron paso al Rey de Navarra, su señor, rompiendo dos portillos de la muralla, por donde entró el ejército, que sabido por el Señor Rey D. Juan, se fue a la plaza armado, y a la guarda de su persona acudieron cuantos hubo en la villa.
Los caballeros que venían con el Rey de Navarra, en viéndole, todos acudieron a besarle las manos, y el Rey se fue a su palacio acompañado del Príncipe, su hijo, y la Reina y demás señores, quedando por entonces las alteraciones acabadas, nacidas del gobierno de D. Álvaro de Luna, sobre quien había sido todo esto.
Él se escapó por la calle de San Francisco a uña de caballos sin ser conocido, aunque pasó por medio de los contrarios con alguno de los suyos, que le seguían. Dice Juan de Mena y el maestro Medina, que cuando los de la liga vieron al Rey armado en medio de la plaza, los sucedió lo que en la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, que todos, viéndole se cayeron por aquellos suelos y así viendo al Rey, todos se echaron por ellos a besarle los pies, sin osar muchos levantar los ojos. Según también Juan Botero, fol. 12, en sus Relaciones del Mundo.
Sirvió Medina y los linajes al Señor Rey D. Juan, con tres villas que eran propias de sus linajes, cuales fueron Castrejón, Valdefuentes y Alaejos, cuyo valor ascendió al de 100. O00 ducados, en consideración de lo cual, les dio 36.000 de la renta sobre la ciudad de Salamanca, con esperanza de muy grandes mercedes y libró su privilegio de lo referido, el año 1409.
Y también sirvió la villa en otra batalla que el Rey tuvo junto a Olmedo con el mismo Rey de Navarra el año 1445, n que se alcanzó la victoria, según lo escribe el Señor de Batres, capítulo CLXIV. En el reinado de este Rey, se acrecentó el séptimo linaje de Barrientos con las prerrogativas de los demás, a ruego del Obispo D. Juan de Barrientos.
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