25-01-13 - Una novela que no quiere ir a ninguna parte
Luis Santana se estrena en la prosa con 'Al final ni nos despedimos'
ANTONIO CORBILLÓN | VALLADOLID
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El escritor vallisoletano Luis Santana. / Henar Sastre |
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Con una larga estela como poeta, Luis Santana se ha enfrentado a su primera novela con la métrica y el «territorio» de la poesía por delante. El autor vallisoletano (Medina del Campo, 1957) da el salto a la narrativa con 'Al final ni nos despedimos' (Baile del Sol Ediciones). Una novela que, a pesar de no ser muy larga (126 páginas), le ha supuesto el esfuerzo del cambio de métrica y de metraje. A pesar de ellos se declara «deudor de mi territorio natural que es la poesía. tiendo a sintetizar mucho».
Quizás por ello, 'Ni nos despedimos' es una novela a la que se podría poner varias etiquetas ('thriller', psicológica...) pero de recorrido corto. «Mis personajes se acaban pronto y me resulta difícil que hablen demasiado», reconoce. Ha necesitado cumplir las bodas de plata como autor ('Mirador', 1988) para comprender las dificultades que se derivan de un cambio de estilo. «Cuando te pones a escribir, te das cuenta de lo complejo que es llenar una hoja con contenido... pero también de lo difícil que es llenar una página sin decir nada».
Eso terror un poco cerval al barroquismo, a esos 'best seller' ante los que no disimula su rechazo (las cosas que escriben los «Ken Follet de turno»), le ha llevado como lector a la convicción de que «a la mayoría de las novelas, incluso a las de grandes autores, les sobran la mitad de las páginas».
No es el caso de 'Ni nos despedimos', en la que cualquier lector que conozca un poco en profundidad el paisaje y el paisanaje de Valladolid se sentirá en casa. Desfilan por sus breves pero agitadas páginas perfiles geográficos (los bares 'La Ferroviaria' o 'El largo adiós') y humanos a los que Santana niega la categoría de ajuste de cuentas o guiños cómplices, algo que «tiene sentido cuando el que lo hace es reconocible, que no me parece que sea mi caso», justifica. Una de las ventajas de transitar por nuevos territorios es que «uno no se siente vinculado ni deudor de nadie», mientras que en poesía si tiene «dos o tres nombres fundamentales». Pero en la conversación se cuela algún maestro de la narrativa del que dejarse guiar como su tocayo Landero. Para Santana, el autor extremeño es dueño de «un castellano cuasi perfecto».
27-03-14 - Luis Santana: «He escrito poemas casi miligrámicos por su brevedad»
El poeta castellano y leonés presenta el viernes en la Fundación Segundo y Santiago Montes 'Carta no enviada', su último poemario
VIRGINIA T. FERNÁNDEZ |
Luis Santana (Medina del Campo, 1957) es renuente a calificar su nueva producción literaria como «libro amoroso». Pero lo hace, a regañadientes, porque reconoce que el tema principal de su último poemario, 'Carta no enviada' (Ediciones Vitruvio), es precisamente el amor. «¡Siempre es el amor!», el objeto de los desvelos de tantos autores, asevera el escritor asomando un esbozo de sonrisa. «Tanto el amor en sentido positivo como por todo lo contrario», reflexiona. Incluso una historia violenta puede ser el objeto de un poema que contenga tal sentimiento, al menos su negativo: «Igual no lo es en sí misma pero sí es una historia sobre la falta de amor, sobre el amor en el sentido más amplio», aclara.
Olvido García Valdés (Premio Nacional de Poesía en 2007 por 'Y todos estábamos vivos') presenta mañana a las 20:00 horas la nueva obra de Santana en la Fundación Segundo y Santiago Montes de Valladolid. Nadie mejor que ella, «la persona que mejor me conoce», asegura el escritor, quien en los años 80 publicó a través de una pequeña empresa editora, Ediciones del Faro, el debut literario de la autora, 'El tercer jardín' (1986). García Valdés prologó después 'Sombra mínima' (Huerga & Fierro, 1999), de Santana, e hizo entonces una «descripción lucidísima de mi obra, incluso más allá de lo que yo haya podido pensar», agradece el medinense.
En 'Carta no enviada' queda patente la economía lingüística que anhela el Santana poeta, la personalidad literaria en la que se mejor reconoce. Trabaja en la gestión administrativa de Teatro Corsario y en 2012 hizo una incursión en la narrativa ('Al final ni nos despedimos', Baile del Sol Ediciones, Tenerife), pero si tiene que elegir un sitio en el mundo, sería un lugar arrullado por letras poéticas.
«Quizá, por encima de mi trabajo me considero añadidor de palabras», remacha. El acto de juntar palabras lo preside para él la concisión. «Azar sin fruto/ fue la rosa nombrada./ Ya no verte», reza el poema 'La alegría no era esto'.
«A partir de 'Sombra mínima' siempre he escrito poemas casi miligrámicos por su brevedad, tanto de los poemas, como de los libros a que han dado lugar. Es una manera de entender la literatura», explica el poeta.
En 'Carta no enviada' persiste esta actitud «pero de otra manera», matiza. «Mi anterior libro se componía de anagramas. El aspecto formal se veía por ello muy comprometido, muy condicionado por la manera de trabajar solo a partir de las letras de los títulos. Pero en el concepto principal de mi obra siempre está la brevedad. Hace muchos años empecé a escuchar a Anton Webern, a través de José Angel Valente. Es una música en la que no se repite ninguna nota hasta haber desarrollado todas las anteriores. En esa línea funciona para mí la concisión. Lo que puedes decir en una frase, por qué decirlo con ocho», profundiza Santana.
El título del libro responde a uno de los poemas de sus páginas, le da cierta coherencia al conjunto: «Podría haberse titulado de cualquier otra manera pero todos los textos, dado su carácter, su temática, podrían considerarse una carta no enviada a un destinatario distinto. Tiene sentido, todas estas cartas que en su día no has enviado se las remites a sus destinatarios aunque no les pertenezcan a cada uno de ellos por separado», analiza el autor.
Luis Santana comenzó a publicar poemas hacia 1980 en revistas literarias ('Veneno', 'El signo del gorrión') y, aparte de sus obras en solitario ('Mirador', 'Una lengua extraña'), ha sido antologado en varias ocasiones. Una de las últimas, por Antonio Piedra, que le incluye en la antología 'Sentados o de pie, 9 poetas en su sitio', junto a escritores de la tierra como Luis Díaz Viana, Luis Ángel Lobato Valdés o Eduardo Fraile. Un grupo de autores nacidos entre 1951 y 1964 que para Luis Santana no conforman exactamente una generación literaria: «A propósito de la Generación del 27, alguno de sus componentes decía que por encima de todo eran una generación de amistad», reconoce.