Este interesante conjunto escultórico es el grupo central del retablo del Descendimiento encargado por el regidor Alejo de Medina y su mujer María López de Mercado para su capilla familiar, abierta en 1558 en el muro septentrional de la iglesia de San Miguel de Medina del Campo. Los documentos publicados por García Chico en 1961 dan por zanjadas algunas de las hipótesis que durante décadas se barajaron sobre los artistas que intervinieron en él, basadas en características estilísticas y compositivas. Así, el 7 de marzo de 1559, Alejo de Medina y el pintor medinense Luis Vélez (quien, en este caso, está avalado por el platero Francisco de Carrión) firman un contrato por el cual Vélez se compromete a entregar el día de la Virgen de Agosto de ese año “pintado y puesto en toda perfección… el retablo y capilla” que el regidor tiene en la parroquia de San Miguel. En las condiciones de ejecución se mencionan las ocho figuras que componen la escena del Descendimiento, así como el medallón del Dios Padre que remataba el conjunto, las parejas de columnas y pilastras de los flancos, diversos florones y molduras, y los cuatro tableros que debía componer con las “historias” de los Reyes Magos y Ntra. Señora y el Niño, cada cual con un donante (ambas actualmente en la Colección BBVA), sin determinar las restantes (serán La Crucifixión y la Ascensión), formándose un conjunto a la manera de un tríptico de grandes dimensiones. Por tanto estamos ante un grupo escultórico ya concluido previamente, cuya policromía y acabado final se encargan ahora, junto con la decoración pintada de la bóveda y los muros de la capilla, según varios modelos que se mencionan expresamente en la escritura.
Respecto a la autoría de la talla, hoy en día se admite unánimemente la atribución al artista de origen francés Juan Picardo que en su momento propusieron Georg Weise y más adelante García Chico, basándose en las evidentes semejanzas que presentan estas esculturas con algunos de los relieves del retablo mayor de la catedral de Burgo de Osma (en el que Picardo trabaja con Juan de Juni entre 1550 y 1554). De manera especial, esta correspondencia puede comprobarse entre el San Juan de este Descendimiento y el mismo personaje del relieve de la Dormición de la Virgen del retablo de Osma, cuya factura –obra documentada de Picardo- es prácticamente idéntica. Asimismo, el Cristo descendido es de muy similar factura y composición a la de los citados Cristos documentados de Picardo que se conservan en la Colegiata de Medina del Campo: el atado a la columna y el monumental crucificado titulado de la Paz. Nuestro escultor habría llegado a la villa hacia 1540, junto con su yerno Juan de Astorga, para incorporarse al grupo de artistas que intervienen en la hechura del retablo mayor de dicho templo; durante dos décadas se documenta su participación en varios encargos, además de los citados, para el convento de San Francisco en 1556 y la iglesia del hospital de San Lázaro en 1557.
En este conjunto, se pone de manifiesto la tendencia idealizada, pero llena de moderado equilibrio, de las obras de Picardo; asimismo, sus grandes recursos como escultor con los que consigue rostros muy expresivos, ropajes de plegados menudos y talla muy cuidada. Respecto a la mazonería del retablo sabemos, por fotografías de la década de 1930, que presentaba dos grandes columnas abalaustradas en los flancos, protegiendo un cuerpo compuesto por elementos ornamentales de guarnición a lo romano, tanto en los tableros del banco y el friso, como en la pareja de pilastras -los “traspilares con molduras” nombrados en el contrato- que recientemente hemos identificado entre los fondos expuestos en el Museo Diocesano de Valladolid. Todos estos elementos, también policromados por Luis Vélez, quizá correspondan a la mano de Juan de Astorga, quien las compondría de manera muy similar a la obra conocida de Gaspar de Tordesillas. En dos cartelas del conjunto aparecen los años 1559 y 1560, momento de la conclusión de la obra.
Antonio Sánchez del Barrio