Fue construida por orden de
Sebastián Pascual en 1.538, viviendo en él
su hijo Juan, rico consejero de Hacienda. La escultura fue
de Alonso Berruguete, dando a su fachada una idea de su
majestuosidad. En su interior existía un patio con
columnas corintias que continuaban en arcos adornados de
cabezas. Había un oratorio que se conservó
hasta principios del siglo XIX fundándose en él
una capellanía.
Se estableció en este
palacio el Santo Oficio desde 1.601 a 1.604 por lo que fue
conocido como la Casa de la Inquisición, siendo demolido
en 1.875.