11-02-05 - La última copla de 'Luisito, el de Pozaldez'
El 'juglar' vallisoletano que se ganó la vida cantando
y bailando a las mozas de los pueblos para conseguir limosna
falleció esta semana a los 92 años en una residencia
de ancianos
LORENA SANCHO
El eco del
tañido a muerte de las campanas de Pozaldez retumbó
el pasado domingo en los más de 8.000 kilómetros
cuadrados de la provincia de Valladolid. La tradición,
el folklore castellano y la solidaridad de los vallisoletanos
enlutaron en señal de duelo por uno de los personajes
más queridos del siglo XX: Luisito, el de
Pozaldez, el juglar de los pueblos, el coplero de
las mozas pueblerinas. Dos días después de cumplir
la nada despreciable edad de 92 años, el corazón
alegre y afable de Luis García Monjero no pudo vencer
a una vigorosa gripe y dejó de latir en la residencia
de ancianos de la capital que le acogía desde hace
siete años. Su muerte, que irrumpió como un
jarro de agua fría en el pueblo que le vio nacer y
del que tanto alardeó en cada uno de sus viajes, marca
ahora una era de ambiciosos homenajes que culminen un reconocimiento
que ya conoció en vida.
Corrían
los años cuarenta cuando Luisito, tras quedar huérfano
y ser rechazado en el campo por su pequeña estatura
y consiguiente falta de fuerza, se vio abocado a acarrear
agua con un carretillo hasta la Fuente del Caño y a
aceptar pequeñas limosnas de sus vecinos de Pozaldez
para poder sobrevivir. Pronto entendió, en cambio,
que si emprendía un veraniego rumbo por los pueblos
de la provincia los beneficios que obtuviera de sus solidarios
paisanos le ayudarían a pasar el invierno sin penuria.
Así lo hizo.
Ataviado
con una alforja y ropa prestada, el vecino de Pozaldez arrancó
su errante peregrinaje por la provincia, que llegaría
incluso a alcanzar las comarcas abulenses, segovianas, salmantinas
y zamoranas. Luisito bailaba y cantaba, ofrecía coplas
a las mozas con rimas que se inventaba. Cada dos días,
un pueblo diferente. Allá donde tocara rendir culto
al patrón, donde la algarabía reinase por unos
días, aparecía el pozaldejo.
«Éramos
los primeros en ver a Luisito cuando se acercaba la fiesta
de Valdestillas, porque yo de pequeño pasaba todos
los veranos en Viana, en una casa junto a la vía del
tren. Venía desde Pozaldez andando y cantando. Cuando
llegaba, pedía permiso para entrar, cantar y bailar
algo y nos entretenía con su conversación»,
recuerda el etnógrafo y folklorista, Joaquín
Díaz.
Estrofas
tan populares como Echo un baile a estas mozas y a los mozos
del lugar y a los pobres les deseo que casen bien a sus mozas
con mucha felicidad o Para esta mocita una jotita perduran
todavía en la mente de todas y cada una de las personas
que le llegó a conocer, de aquéllas que, alguna
vez en su vida, le ofrecieron un pajar o una casa de labranza
donde pasar la noche. «La gente le daba de comer,
le arropaba y le regalaba ropa, por eso las chaquetas siempre
le quedaban grandes. Todo el mundo le tenía cariño»,
explicó el teniente alcalde de Pozaldez y estudioso
de su figura, Alfonso Hernández.
Con
el paso del tiempo, Luisito fue conocido como el
de Pozaldez en numerosos pueblos de Castilla y León.
Su fama era tal que, según recuerda Hernández,
el locutor de radio Vicente Ballester realizó una vez
un programa sobre su persona «y la emisora se colapsó
con cientos de llamadas de personas que le conocían
incluso como Don Luis», rememora.
Fe
del éxito del que gozaba en la región pueden
dar hoy en día dos mujeres abulenses que moran la residencia
de ancianos de Pozaldez. «En Sinlabajos, cuando yo
tenía 19 años venía Luisito y le decíamos:
ven aquí que te lavamos los calzoncillos, y él
echaba a correr con su macuto», recuerda jocosa
la septuagenaria Isabel Sánchez. Casualidades de la
vida hicieron que a la hora de elegir residencia los hijos
de Isabel le ofrecieran, entre otras, la de Pozaldez: «No
me lo pensé. Dije: yo a Pozaldez, donde Luisito, y
aquí estoy», comenta.
Los
años de andanzas, de ser portador de recuerdos para
vecinos de unos y otros pueblos y de recibir pan con longaniza
se truncaron definitivamente hace siete años, cuando
el Ayuntamiento de Pozaldez se hizo cargo de él, le
asignó un tutor y lo trasladó a una residencia
de ancianos de Valladolid. Quedaban así sin fundamento
los rumores que siempre aludían a un posible patrimonio
que respaldaba a Luis García Monjero. «Eran
bulos, cuando nos hicimos cargo de él tenía
cerca de doscientas mil pesetas», desmintió
con gesto de tristeza el teniente alcalde.
Poco
tiempo antes de morir, la pozaldeza Victoria Martín,
de 91 años, le fue a visitar: «Me pidió
que le fuera a ver más a menudo, que se acordaba mucho
de su pueblo y de que su casa se había hundido».
Hace
cuatro días, el cuerpo de Luisito, el de Pozaldez
fue enterrado en la villa que le vio nacer, envuelto en una
de tantas nevadas a las que se enfrentó durante su
vida peregrina. El recuerdo de este «bonachón
y divertido» trovador aguarda ahora a que el Ayuntamiento
pueda recaudar suficientes fondos como para instalar una escultura
de grandes dimensiones en la Fuente del Caño. La réplica
de la estatua en miniatura ya está lista. Su persona,
en cambio, jamás se podrá replicar. Descanse
en paz.
El
primer fin de semana del mes de mayo, coincidiendo con la fiesta
de "Los Remedios", en la que los numerosos
cofrades rinden honor a la Virgen del mismo nombre, la Asociación
Cultural "Las Peñas" instaló
un monolito en recuerdo de Luis García Mongero, conocido
coloquialmente como "Luisito el de Pozaldez",
fallecido en febrero del pasado año.
De
este modo se cumple el compromiso adquirido por la Asociación
Cultural de realizar un acto consistente en perpetuar la memoria
del que fue, según el dicho popular, el último
juglar de Castilla. Con este reconocimiento se pretende igualmente
recoger el sentir del pueblo de Pozaldez hacia uno de los vecinos
más humildes pero no por ello menos recordado, tal y
como reza en la placa colocada al lado de su imagen: "Embajador
y pregonero de su pueblo: escultor de sonrisas como la magia
cándida de su ingenio".
Con
este pequeño monumento, se quiere representar también
el más sincero agradecimiento que desde su pueblo natal
se ha querido hacer llegar a todas las gentes de los numerosos
pueblos que Luisito visitó, donde fue siempre acogido
como uno de los suyos, demostrándole todo el cariño
y simpatía.
Por
último, significar que esta actuación supone el
punto y final de la Asociación Cultural "Las
Peñas", que tras varios lustros aportando brillo
y esplendor a Pozaldez. "Las peñas" desaparece,
según el comunicado de prensa de sus directivos, como
resultado de los lamentables sucesos promovidos por los responsables
del Consistorio en varias ediciones de sus actos culturales.