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Medina del Campo.
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SAN JUAN DE LA CRUZ

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San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz

SAN JUAN DE LA CRUZ

Su vida

1542: Nace (el 24.6.?) en Fontiveros (Avila), de Gonzalo de Yepes y Catalina Alvarez.

1548: Va a vivir a Arévalo.

1551: Se traslada a vivir a Medina del Campo.

1559-63: Cursa humanidades en los jesuitas de Medina.

1563: Viste el hábito carmelitano con el nombre de Fr. Juan de San Matías, en Medina del Campo.

1564-68: Profesa y estudia en Salamanca en la Universidad y en el Colegio de San Andrés.

1567: Se ordena sacerciote y celebra su Primera Misa en Medina.

1567: En septiembre se encuentra con Santa Teresa, quien le habla del proyecto de la Reforma de la Orden, también entre los Padres.

1568.28.11: En Duruelo empieza la Reforma con el P. Antonio de Jesús Heredia.

1568-71: Maestro de novicios en Duruelo, Mancera y Pastrana.

1569: Se abre el convento de Pastrana y el Santo va allí para suavizar la excesiva dureza.

1570: La comunidad de Duruelo pasa a Mancera

1571: Abril. Es nombrado Rector del Colegio de Alcalá.

1572-77: Confesor y Vicario de la Encarnación (Avila).

1577: La noche del 3 al 4 de diciembre es llevado a la cárcel de Toledo, en la que permanece hasta el 15 de agosto de 1578.

1578: Octubre. Prior del Calvano (Jaén).

1579.1.46: Rector del colegio de Baeza.

1581: Marzo. En el Capítulo de Alcalá es nombra do tercer Definidor, Provincial y Prior de Granada.

1583: Mayo. Es reelegido Prior de Granada.

1585: Mayo. En Lisboa es elegido segundo Definidor y en octubre le nombran Vicario Provincial de Andalucía.

1586: Hace las fundaciones de Padres de Córdoba, Manchuela (Jaén ) y Caravaca (Murcia).

1587: En el Capítulo de Valladolid le nombran por tercera vez Pnor de Granada.

1588: Junio. En el Primer Capítulo General celebrado en Madrid es nombrado Pnmer Definidor General, Prior de Segovia y Tercer Consejero de la Consulta.

1591: Junio. Asiste al Capítulo General en Madrid y cesa en todos sus cargos.

1591.14.12: Muere en Ubeda (Jaén), a las 12 de la noche, a los 49 años.

1593: Mayo. Es trasladado su cuerpo de Ubeda a Segovia.

1618: Primera edición de sus obras en Alcalá.

1675.25.1: Beatificado por Clemente X.

1726.27.12: Canonizado por Bened¡cto XIII.

1926.24.8: Declarado Doctor Místico cie la Iglesia por Pío Xl.

1952.21.3: Es proclamado patrono de los poetas es pañoles.

Su vida
Casi está ya completa en "su ficha", pero queremos añadir estas dos pinceladas nada más: una que nos va a dar el "retrato del Santo" y otra que nos lo va a describir la gran Santa Teresa.

a) Retrato del Santo:

San Juan de la Cruz
San Juan de la Cruz

Parece que no se conserva ningún retrato de Su vida pasado al lienzo o a la pared con pincel y colores.

Pero sí conservamos maravillosas descripciones de muchos que le trataron y depusieron después en vistas al proceso de beatificación.

Quizá sea el más bello y completo el que nos dejó el P Eliseo de los Mártires. que vivió con él en el Colegio de Baeza. Dice:

"Fue hombre de mediano cuerpo, de rostro grave y venerable, algo moreno y de buena fisonomía; su trato y conversación, apacible, muy espintual y provechoso para los que le oían y comunicaban. Y en esto fue tan singular y proticuo, que los que le trataban, hombres y mujeres, salían espiritualizados, devotos y aficionados a la virtud.

Supo y sintió altamente de la oración ytrato con Dios, y a todas las dudas que le proponían acerca de estos puntos, respondía con alteza de sabiduriña, dejando a los que le consultaban muy satisfechos y aprovechados.

Fue amigo de recogimiento y de hablar poco, su risa, poca y muy compuesta.

Cuando reprendía como superior, que lo fue muchas veces, era con dulce severidad. exhortando con amor paternal, y todo con admirable serenidad y gravedad".

b) Pinceladas de Santa Teresa:

El padre fray Juan de la Cruz es una de las almas más puras que dios tiene en su Iglesia. Le ha infundido nuestro Señor grandes riquezas de sabiduría del cielo".

Aunque es chico, entiendo es grande en los ojos de Dios. No nay fraile que no diga bien de él, porque ha sido su vida de gran penitencia . Mucho me ha animado el espíritu que el Señor le ha dado y la virtud. Tiene harta oración y buen entendimiento".

"A fray Juan de la Cruz todos le tienen por santo y todas, y creo no se lo levantan En mi opinión es una gran pieza".

"Ahí les mando al santo fray Juan de la Cruz, que le ha hecho Dios merced de darle gracia de echar los ciemonios de las personas que los tienen".

"Los huesos de aquel cuerpecito han de hacer milagros".

Murió el 14 de diciembre de 1591.

Su fiesta la celebra la Iglesia y la Orden del Carmen el 14 de diciembre.

Sus Obras

Pocos hablaron de los sublimes misterios de Dios en el alma y del alma en Dios como este angelical ruiseñor de Fontiveros.

Su prosa y su poesía son divinas y, como muy bien dijo Menéndez y Pelayo, "no pueden medí rse con criteños literarios, porque por ahí pasó el espíritu de Dios hermoseándolo todo".

I.-OBRAS MAYORES:

1. Subida al Monte Carmelo: Es su obra funciamental. Forma como una sola obra con la Noche oscura Empezada en el Calvario (Jaén), en 1578, y continuada después en Baeza y Granada.

2. Noche oscura del alma:

A) Libro primero Noche pasiva del sentido; consta de 14 cap.

B) Libro segundo: Noche pasiva del espíritu, consta de 25 cap.

3. Cántico espiritual. Es la obra más bella del Santo 30 estrofas escribió en la cárcel. Trata de la unión con Dios. Consta de 40 estrofas Se divide en tres partes.

4. Llama de amor viva. Escrita en Granada del 1585 al 1587 en quince días Es el libro más ardiente de todos. Consta de cuatro canciones con seis versos cada una.

II. OBRAS MENORES:

1. Avisos: Consejos que daba a las monjas de Beas siendo su Confesor.

2. Cautelas: Las escribió para las mismas monjas.

3. Cuatro avisos a un religioso.

4. Cartas: Se conservan 32 A causa del proceso que intentaron contra él, se destruyeron muchas.

5. Poesías: Las principales son las que sirven para sus grandes tratados: Noche oscura, Cántico espiritual y Llama

Es -sin duda- de lo mejor que se ha escrito en español.

6. Dichos de luz y amor: Frases de dirección para sus carmelitas, que el Santo escribía ocasionalmente.

La obra sanjuanista -ha escrito un ilustre teresianista- se divide en dos partes. "A enseñar los métodos de conseguir este vacío en los sentidos y potencias del alma mediante ingeniosas purgaciones activas y pasivas se ordenan los dos primeros tratados de pronfuda doctrina espiritual y fuerte trabazón. la Subida y la Noche.

Nadie ha cantado mejor de amores divinos que el Ruiseñor del Carmelo Algunas de sus poesías parecen luego que inflama al alma en el mismo amor en que Dios se abrasa. Sobre Su inspirado lirismo, flota poderoso su profundo sentido místico"

Su espiritualidad

Imposible sintetizar el maravilloso magisterio vivido y enseñado por el Doctor Místico en estas breves líneas.

Es el Doctor y la máxima figura mística del Carmelo, que a la vida junta la doctrina y la ciencia Vida santa y ciencia sagrada o mística teología tan hermanadas como lo prueban sus magníficas obras.

Pío XI, que lo nombró Místico Doctor de la Iglesia en 1926, bautizó sus obras como "Código y escuela del alma fiel que se propone emprender una vida más pedecta".

He aquí las notas pn.ncipales de su rica espiritualidad:

El Santo, en sus escritos, tiene siempre presente el fin de la vida espiritual, o sea, objetivamente Dios, llevar las almas a Dios.

Y subjetivamente unirlas a él por amor, es decir, la transformación perfecta en Dios por amor cuanto se puede en esta vicia siguiendo a Jesucristo.

En su obra admirable recuerda a cada paso a sus lectores la cumbre de aquella montaña a la que quiere hacerlos subir, la sublime perfección a que los encamina con sus palabras y ejemplos convincentes.

Su razonamiento se reducirá a demostrar que es necesaria esa subida porque es un indispensable medio parado y misterioso lazo y que es preciso para esto huir, apartarse y desnudarse de todas "es otras cosas" porque son obstáculo para la suprema transformación del alma en Dios.

Juan de la Cruz era un profundo conocedor del corazón humano. Por ello, "Como el amor de Dios y el amor de criatura sean opuestos, es preciso ir limpiando el alma del amorde criatura para que la gracia la embista y llene de amor divino.

Y tanto mayor será este embestimiento y llenez, cuanto mayor sea el vacío de criatura que se haga en el alma: "Olvido de lo cnado,memona del cnador, atención a lo intenor y estarse amando al amado".

A enseñar los métodos de conseguir este vacío en los sentidos y potencias del alma mediante ingeniosas purgaciones activas y pasivas se ordenan los tratados "Subida al Monte Carmelo" y "Noche oscura del alma", ambos de profunda doctrina espiritual y fuerte trabazón lógica.

En el Cántico Espiritual y en la Llama del amor viva, entre metáforas y comparaciones espléndidas, tomadas las más de la naturaleza, va descubriendo en progresión ascendente las excelencias del amor divino en las almas desde los grados inferiores a los más altos del desposono y matrimonio espintual.

En síntesis, puede decirse que la gran originalidad del magisterio espintual sanjuanista y como el secreto de su vitalidad estriba precisamente en la íntima relación entre abnegación y unión en la vida sobrenatural o, por usar su terminología ya clásica, entre la nada y el todo, que se funden en uno.

Su estela

San Juan de la Cruz, el Doctor místico, ha influido grandemente en la espiritualidad cristiana: mientras vivió con su dirección espiritual y después de muerto con sus inmortales escntos.

Hoy, y sobre todo desde que fue declarado Doctor de la Iglesia Universal en 1926, sus obras son leídas y citadas por todos los autores espirituales.

En encuestas hechas por revistas especializadas en tema religioso y por riistonadores prestigiosos sobre las lecturas o autores preferidos, suele ir siempre o casi siempre en primer lugar nuestro Doctor Místico.

Los mismos hermanos separados de la Iglesia Anglicana, de Taizé y de la Iglesia Ortodoxa confiesan su preferencia por el carmelita de Fontiveros.

Literatos, poetas, científicos y hasta no creyentes quedan admirados ante la profundidad y belleza que brota de los escritos sanjuanistas.

Su mensaje

que sepamos descubrir el tesoro de la cruz.

que la oración y el silencio nos ayuden a descubrir a Dios.

que seamos dóciles a las inspiraciones de lo alto.

que sepamos perdonar a cuantos nos ofenden.

Su oración

Señor, Dios nuestro, que hiciste a tu prebítero San Juan de la Cruz modelo perfecto de negación de sí mismo y de amor a la cruz; ayúdanos a imitar su vida en la tierra para llegara gozarde tu gloria en el cielo. Amén.

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San Juan de la Cruz

Es este el más famoso místico español.

Nació de familia muy humilde en Fontiveros, España, en 1542. Su nombre era Juan Yepes.

A la muerte de su padre, la familia quedó en la miseria, y el niño era muy pequeño todavía. La mamá trabajaba en oficios domésticos en un convento. La familia se trasladó a Medina del Campo, y allí Juan empezó a aprender el oficio de tejedor, pero como no tenía aptitudes para los trabajos manuales, entró a trabajar como mandadero y enfermero del hospital, y así duró siete años.

Mientras hacía sus estudios en el colegio de los jesuítas, practicaba fuertes mortificaciones corporales.

A los 21 años fue recibido como religioso en la comunidad de Padres Carmelitas, y obtuvo el permiso de observar los reglamentos con toda la exactitud posible sin buscar excepciones en nada.

Al ser ordenado sacerdote en 1567, pidió a Dios como especial regalo que lo conservara siempre en gracia y sin pecado y que pudiera sufrir con todo valor y con mucha paciencia toda clase de dolores, penas y enfermedades.

Santa Teresa había fundado la comunidad de las Hermanas Carmelitas Descalzas y deseaba fundar también una comunidad de Padres Carmelitas que se dedicara a observar los reglamentos con la mayor exactitud posible. Mientras tanto nuestro santo le pedía a Dios que le iluminara un modo de vivir tan fervoroso que lo llevara pronto a la santidad. Y he aquí que al encontrarse los dos santos, descubrió Santa Teresa que este frailecito pequeñito, flaco y debilucho era el hombre indicado para empezar su nueva comunidad (ella lo llamaba con humor: "mi medio fraile"). En adelante la amistad entre Santa Teresa y nuestro santo los hará crecer mucho en santidad y en ciencias religiosas a los dos.

Con Fray Juan (que en adelante añadirá a su nombre el apellido "De la Cruz") y con otros dos frailes fundó santa Teresa su nueva comunidad de Carmelitas descalzos y los envió a vivir a un convento muy pobre, llamado Duruelo. Allá nace y empieza a extenderse la nueva comunidad, que tantos favores iba a traer a la humanidad. Pronto hubo varios conventos más, y al fundar su nuevo convento en Salamanca, fue nombrado como rector Fray Juan de la Cruz, el cual se dedicó con todas sus fuerzas al apostolado.

En la noche de la fiesta de la Asunción, la Sma. Virgen se le apareció en sueños y le dijo: "Ten paciencia, que pronto terminará este tormento". Y señalándole una alta ventana del convento que daba al río Tajo le añadió: "Por ahí saldrás y yo te ayudaré". Y sucedió que al cumplir nueve meses de estar preso, le concedieron al santo el poder salir cada mediodía unos pocos minutos a la azotea a asolearse y a hacer un poco de ejercicio físico. Y por allí vio la ventana que le había indicado la Virgen. Con un pequeño hierro fue aflojando por dentro las cerraduras de su prisión y luego rasgando sábanas y ropas, logró fabricarse un largo lazo para descolgarse hacia el precipicio por donde pasaba el tormentoso río.

or la noche quitó las cerraduras, y salió hacia la ventana. Amarró su cuerda, y sin que los guardianes se dieran cuenta, se descolgó por el muro. Pero había calculado mal la distancia y quedó colgando a varios metros más arriba de la muralla que rodea al río. Si se dejaba descolgar sin mucha precisión, podía caer entre las aguas y se ahogaría. Se soltó y logró caer en la muralla, pero en un sitio que no tenía salida hacia la calle y donde podía ser descubierto. Entonces se encomendó a la Sma. Virgen y de un momento a otro se sintió colocado en la parte exterior que llevaba hacia la calle. Todo parecía como un milagro. Al amanecer corrió donde las hermanas carmelitas. Ellas lo escondieron muy bien y por más que lo buscaron luego los enviados a apresarlo no lo encontraron. Más tarde lo enviaron a un hospital lejano y así se salvó de la prisión. Estos terribles meses le dañaron su salud ya para toda la vida: pero lo hicieron crecer mucho en santidad.

Nuestro Señor le dijo un día: ¿Juan qué regalo me pides, por lo que has escrito de mí?". Y él le respondió: "Que me concedas valor para padecer por tu amor todos los sufrimientos que quieras permitir que me sucedan". Y en verdad que le fueron llegando, en gran cantidad. Hubo hombres que se dedicaron a inventarle toda clase de calumnias y hasta querían hacerlo echar de su comunidad religiosa, su salud, después de la prisión era muy deficiente, y llegaron a destituirlo de todos sus cargos y decretaron que debía irse a un convento lejano.

Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo murió el 14 de diciembre del año 1591. Apenas tenía 49 años. Antes de morir quiso que le leyeran unos salmos de la S. Biblia. Murió diciendo: "En tus manos Señor, encomiendo mi espíritu".

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SANTO JUAN DE LA CRUZ, uno de los poetas mas grandes de la lengu española

INTRODUCCIÓN:

- lo conocen como uno de los poetas más grandes de la lengua española.

- primero de todos lo que deseo decirle un poco sobre su vida para ganar conocimiento de su personalidad.

- en segundo lugar hablaré un poco sobre su poesía y

- finalmente intentaré decir un poco sobre el significado espiritual de su poesía.

La imagen de San Juan de la Cruz de la Archicofradía del Carmen es obra del escultor gaditano Luis Enrique González Rey, del año 1993, del tipo de candelero, y se viste con hábito de religioso carmelita descalzo. El Santo está mirando hacia arriba, como en éxtasis, al tiempo que lágrimas brotan de sus ojos.
La imagen de San Juan de la Cruz de la Archicofradía del Carmen es obra del escultor gaditano Luis Enrique González Rey, del año 1993, del tipo de candelero, y se viste con hábito de religioso carmelita descalzo. El Santo está mirando hacia arriba, como en éxtasis, al tiempo que lágrimas brotan de sus ojos.

DESARROLLO PRINCIPAL

1. - Pues me he dicho en la introducción primero de todos desee comenzar esta presentación a decirle un poco sobre la vida de Juan de la cruz.

Su nombre verdadero era Juan de Yepes que y Alvarez. He fue llevada en Fontiveros, una ciudad pequeña en viejo castile, en 1542. No de largo después de que Juan de la cruz naciera, su padre Gonzalo murió después de una enfermedad larga y su madre Catalina tuvo que apoyar a su familia.

Pronto t hey fue a vivir a Medina del Campo, en Valladolid. Juan fue a una escuela para la gente pobre allí. Cuando él era 17 años de viejo él comenzó a trabajar en el hospital de Medina del Campo y también él estudió el latín, el Griego y otros temas en la escuela.

En la edad de 20 él incorporó la orden de Carmelite. Él continuó sus estudios en la universidad de Salamanca. Él era ordained como sacerdote en 1567 y dicho su primera masa en Medina del Campo. Durante ese viaje él primero resolvió Teresa de Avila y ella le animó a que promoviera su reforma entre la pedido de los hombres. En noviembre 1568 Juan y tres otros de friars (hombre que es un miembro de una de las órdenes religiosas católicas, y que trabaja con la gente en el mundo exterior más bien que la vida incluida) tomó la observancia de la regla primitiva de Carmelite en una casa lejana de m cerca de Duruelo.

La actitud de la orden original comenzó a cambiar hacia los reformers. Arrestaron a Juan y lo pusieron en la prisión en Toledo por más de nueve meses. Durante esa época que sufría del él escribió los poemas. Él manejó escaparse al sur de España y él estaba ocupado con la fundación y el gobierno de monasterios en Baeza, Granada, Córdoba y Segovia.

Durante ese período él también escribió poesía, dio consejo espiritual a mucha gente y vivió una vida del uni profundo encendido con el dios. Hacia el final de su vida él sufrió mucho. Él era se cayó seriamente enfermo. Cuando era necesario buscar la atención médica, él fue al monasterio en Ubeda adonde anteriormente (la persona que es jefe de una orden religiosa, o de un monasterio o de un convento) recibido le sin la sensación de ninguna compasión, y colocado le en la célula peor del stery del mona. Juan de la cruz creció peor y realizar su tiempo era cortocircuito que él llamó para antes de pide el perdón todo el apuro él lo había causado.

En lugar, el anterior que realizaba el holiness de Juan lloró. Juan murió como él había rogado: sin honores, sin comodidades materiales y con el gran sufrimiento. Pero en uniforme pasado sus adversarios vinieron reconocer su santidad y su entierro era la ocasión de una gran explosión de la emoción. Él era 49 años de viejo cuando él murió. Lo enterraron en Segovia.

Él era canonized en 1726 y declaró a doctor de la iglesia en 1926.

2. - La segunda parte de esta presentación se ocupa de la poesía de Juan de la cruz.

"2" face="Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif"Mientras que Juan era un estudiante en Medina del Campo él aprendió sobre poesía y practicó el escribir de sus propios poemas. Nada de ésos los ejercicios tempranos ha venido abajo a nosotros. Las primeras indicaciones de su trabajo poético nos alcanzan a través de St Teresa de Avila.

escubriendo en la poesía los medios para celebrar banquetes litúrgicos y otras ocasiones especiales, la introdujo en su Carmels la práctica de los versos de la escritura. Además, como una tarjeta de saludo, poemas representados para ella una manera simple de enviar una palabra especial a otra. Teresa, enviando su hermano un pequeño poema escrito por Juan de la cruz, dice a Lorenzo que ella lo encuentre encantador. Juan de la cruz vino gradualmente realizar que estas expresiones simbólicas de la poesía podrían también proporcionar una introducción excelente en su conocimiento íntimo del misterio del dios. Los poemas que Juan de la cruz escribió son éstos:

1. - El Canticle Espiritual: El poema sigue el uso de la lengua figurada de producir cuadros en las mentes de lectores como en la canción bíblica de canciones.

2. - La Noche Oscura: Este poema es la experiencia de cómo el dios conducía a Juan de la cruz con la noche a la unión cariñosa con el dios. Esta noche es la noche que ha unido a amante con el suyo querido.

3. - La llama viva del amor: este poema se concentra en la alegría de la unión con el dios.

4. - Entré en unknowing: este poema canta sobre una comprensión mystical del dios que los transcendences lejanos todos conocimiento humano.

5. - Vivo, pero no en me: Este poema tiene el mismo bordón que uno de Teresa. El alma considera la separación del dios en esta tierra como una clase de morir y de longs a morir para vivir y gozar de su vida verdadera totalmente.

6. - Salí amor el buscar: La presa (un pájaro de la presa es por ejemplo un águila) en este poema es amó uno. El poeta canta de cómo con la fe, el amor, el humility, y la esperanza una vuela arriba bastante para coger la presa.

7. - Un pastor joven solitario: Modificando o escribiendo en una nueva forma una canción pastoral popular del amor y dándole un significado religioso, Juan interpreta la encarnación, la vida, y la muerte de Cristo de la perspectiva del amor. Se rechaza y se olvida el amor; Él los eps, él las búsquedas, él vamos las grandes distancias; finalmente sufre una muerte sola. Es un poema hermoso del amor que Juan utiliza expresar el amor entre Cristo y el disciple. Cambiando solamente el verso pasado, Juan da un nuevo significado al poema entero que ahora los ulminates de c en la entrega cariñosa de Cristo en la cruz.

8. - Para mí sé bien el resorte: Usando el símbolo de un resorte que fluye, este poema se ocupa de la vida íntima del dios. El poeta sabe esta vida divina en la oscuridad de la fe.

9. - Sin ayuda con todo con la ayuda: El poeta canta de la felicidad que viene a partir de vida en dios, la separación, y un amor que crezca en la fe oscura.

10.-Not para toda la belleza: La experiencia mystical del dios causa una clase de amor-enfermedad que las marcas él imposible para que el alma encuentre felicidad dondequiera pero en el dios solo, que en esta tierra se conoce siempre en la fe.

- ahora he elegido un poema de Juan de la cruz. El nombre de este poema es pastor joven solitario de A.

Stanzas se aplicó espiritual a Cristo y al alma.

1. Pastorcico del Un, a solas, penado del está, contento de ajeno de placer y de, pensamiento del EL del puesto del pastora del su del en de y, lastimado muy de y el pecho del amor.

1. Kärsii del paimenpoika de Pieni yksinään kaukana en tyytyväisyys del ja de la OIT.

Paimentyttöään inútil del ajattelee de Hän, rakkaudesta del pakahtuu del rinta del ja.

1. Un pastor joven solitario vivió en dolor retirado de placer y de la alegría, sus pensamientos fijados en una pastor

-muchacha su corazón una herida abierta con amor.

2. Él llora, pero no de la herida del amor.

no hay dolor en tal aflicción,

aunque se perfora el corazón;

él llora en saber él se olvida.

3. Aquél pensó: el suyo que brilla uno

se ha olvidado de él, es tal gran dolor

que él arquea a la dirección brutal en una tierra extranjera,

su corazón una herida abierta con amor.

4. El pastor dice: Compasión I la

quién se dibuja detrás de mi amor,

y no busca la alegría de mi presencia,

aunque mi corazón es una herida abierta con el amor para ella.

5. Después de un rato largo él subió un árbol,y separado sus brazos brillantes,y colgado por ellos, y muerto,su corazón una herida abierta con amor.

3. - Y finalmente intentaré decir un poco sobre el significado espiritual de su poesía.

- Juan de la cruz era poeta pero no podemos olvidarnos de que él era un hombre con las experiencias mystical del amor del dios. Él intentó expresar, manifestar y comunicar estas experiencias del amor del dios a través de los poemas. Él dijo siempre que era muy difícil de escribir sobre el amor del dios y sobre cosas espirituales con palabras humanas. Pero él intentó hacerlo que usaba comparaciones con amor humano, y con otras cosas que poder experimentar con nuestros sentidos como el amor, fuego, luz, un resorte, una llama etc es importante decir que el conocimiento que Juan de la cruz obtenida de dios es con la fe. El dios puede ser conocido sin ninguna duda de sus trabajos por la luz natural de la razón humana. Con la luz natural de la razón humana no podemos agarrar cuáles es el dios, pero solamente cuáles él no es. Juan de la cruz conocía al dios a través de la luz de la fe. Él escribió un poema se llama que: Canción del alma esa rejoices en conocer al dios con la fe. Este poema comienza diciendo: Para mí sé bien el resorte que fluye y los funcionamientos, aunque es noche, y sigue por decir mí sabe que nada es tan hermoso, y que los cielos y la tierra beben allí, aunque es noche. La luz de la fe es ligera y nos ayuda siempre a conocer al dios. Como he dicho antes, Juan de los muchos sufridos cruzados de ensayos durante su vida y él murió como él deseó morir, como Cristo en la cruz: sin honores, sin comodidades materiales y con el gran sufrimiento. Juan del cruzado dice que el alma debe vaciarse del uno mismo para para ser llenado del amor del dios. Es decir que el alma debe ser purificada antes de que se quepa para unirse con el dios. Él llama esta purificación la noche oscura que consiste en la purificación pasiva, donde el dios por los ensayos pesados, particularmente los interiores, perfecciona y termina lo que había comenzado el alma de su propio acuerdo. Es purificación, pero no inerte pasivos, porque sometiendo a la operación divina coopera en la medida de su energía. Cuando el alma pasa con la noche oscura, incorpora en mediodía la luz completa descrita en el Canticle espiritual y en la llama viva del amor. En el extremo hay la unión entre el dios y el alma. Cuando leemos la vida y los poemas de Juan de la cruz podemos notar que es posible encontrar alegría y felicidad. Nada es triste. Encontramos sí sufrimientos, dolores y dolores pero también alegría y felicidad, amor y paz.

CONCLUSIÓN

En la conclusión miremos los puntos que hablé alrededor.

- primero de todos he dicho un poco sobre la vida de Juan de la cruz, en segundo lugar he dicho que algo sobre su poesía y finalmente he intentado hablar sobre el significado espiritual de su poesía.

- Juan de la cruz es uno de los poetas más grandes de la lengua española pero no podemos olvidarnos de cuando leímos su poesía que él era un místico y un santo.

- deseo acabar esta presentación dando el consejo que Juan de la cruz dio a mucha gente que vino visitarlo. Él dijo: Donde no hay amor, pone amor y usted encontrará amor.

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16-12-05 - En el día de San Juán de la Cruz: Algunos pensamientos de San Juan de la Cruz.

"A la tarde te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición".

"¡Oh dulcísimo amor de Dios mal conocido! El que halló sus venas, descansó!

"Mira que no reina Dios sino en el alma pacífica y desinteresada"

"Siempre el Señor descubrió los tesoros de su sabiduría a los mortales, mas ahora que la malicia va descubriendo mas su cara, mucho mas los descubre"

"Aunque el camino es llano y suave para quienes tienen buena voluntad: quien camina, caminará poco y con trabajo si no tiene buenos pies y ánimo y porfía animoso en eso mismo."

Vida de San Juan de la Cruz

Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de Santa Teresa de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a favor de su reforma, por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos. Murió en Ubeda el año 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que dan testimonio precioso sus escritos espirituales.

Vida de Pobreza

Gonzalo de Yepes pertenecía a una buena familia de Toledo, pero como se casó con una joven de clase "inferior", fue desheredado por sus padres y tuvo que ganarse la vida como tejedor de seda. A la muerte de Gonzalo, su esposa, Catalina Alvarez, quedó en la miseria y con tres hijos. Jitan, que era el menor, nació en Fontiveros, en Castilla la vieja, en 1542.

Asistió a una escuela de niños pobres en Medina del Campo y empezó a aprender el oficio de tejedor, pero como no tenía aptitudes, entró más tarde a trabajar como criado del director del hospital de Medina del Campo. Así pasó siete años. Al mismo tiempo que continuaba sus estudios en el colegio de los jesuitas, practicaba rudas mortificaciones corporales.

A los veintiún años, tomó el hábito en el convento de los carmelitas de Medina del Campo. Su nombre de religión era Juan de San Matías. Después de hacer la profesión, pidió y obtuvo permiso para observar la regla original del Carmelo, sin hacer uso de las mitigaciones (permisos para relajar las reglas) que varios Pontífices habían aprobado y eran entonces cosa común en todos los conventos.

San Juan hubiese querido ser hermano lego, pero sus superiores no se lo permitieron. Tras haber hecho con éxito sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote en 1567. Las gracias que recibió con el sacerdocio le encendieron en deseos de mayor retiro, de suerte que llegó a pensar en ingresar en la Cartuja.

Conoce a Santa Teresa

Santa Teresa fundaba por entonces los conventos de la rama reformada de las carmelitas. Cuando oyó hablar del hermano Juan, en Medina del Campo, la santa se entrevistó con él, quedó admirada de su espíritu religioso y le dijo que Dios le llamaba a santificarse en la orden de Nuestra Señora del Carmen. También le refirió que el prior general le había dado permiso de fundar dos conventos reformados para hombres y que él debía ser su primer instrumento en esa gran empresa. La reforma del Carmelo que lanzaron Santa Teresa y San Juan no fue con intención de cambiar la orden o "modernizarla" sino mas bien para restaurar y revitalizar su cometido original el cual se había mitigado mucho. Al mismo tiempo que lograron ser fieles a los orígenes, la santidad de estos reformadores infundió una nueva riqueza a los carmelitas que ha sido recogida en sus escritos y en el ejemplo de sus vidas y sigue siendo una gran riqueza de espiritualidad.

Poco después, se llevó a cabo la fundación del primer convento de carmelitas descalzos, en una ruinosa casa de Duruelo. San Juan entró en aquel nuevo Belén con perfecto espíritu de sacrificio. Unos dos meses después, se le unieron otros dos frailes. Los tres renovaron la profesión el domingo de Adviento de 1568, y nuestro santo tomó el nombre de Juan de la Cruz. Fue una elección profética. Poco a poco se extendió la fama de ese oscuro convento de suerte que Santa Teresa pudo fundar al poco tiempo otro en Pastrana y un tercero en Mancera, a donde trasladó a los frailes de Duruelo. En 1570, se inauguró el convento de Alcalá, que era a la vez colegio de la universidad; San Juan fue nombrado rector.

Con su ejemplo, San Juan supo inspirar a los religiosos e1 espíritu de soledad, humildad y mortificación. Pero Dios, que quería purificar su corazón de toda debilidad y apego humanos, le sometió a las más severas pruebas interiores y exteriores. Después de haber gozado de las delicias de la contemplación, San Juan se vio privado de toda devoción. A este período de sequedad espiritual se añadieron la turbación, los escrúpulos y la repugnancia por los ejercicios espirituales. En tanto que el demonio le atacaba con violentas tentaciones, los hombres le perseguían con calumnias.

La prueba más terrible fue sin duda la de los escrúpulos y la desolación interior, que el santo describe en "La Noche Oscura del Alma". A esto siguió un período todavía más penoso de oscuridad, sufrimiento espiritual y tentaciones, de suerte que San Juan se sentía como abandonado por Dios. Pero la inundación de luz y amor divinos que sucedió a esta prueba, fue el premio de la paciencia con que la había soportado el siervo de Dios.

En cierta ocasión, una mujer muy atractiva tentó descaradamente a San Juan. En vez de emplear el tizón ardiente, como lo había hecho Santo Tomás de Aquino en una ocasión semejante, Juan se valió de palabras suaves para hacer comprender a la pecadora su triste estado. El mismo método empleó en otra ocasión, aunque en circunstancias diferentes, para hacer entrar en razón a una dama de temperamento tan violento, que el pueblo le había dado el apodo de "Roberto el diablo".

Glorias para Dios

En 1571, Santa Teresa asumió por obediencia el oficio de superiora en el convento no reformado de la Encarnación de Avila y llamó a su lado , San Juan de la Cruz para que fuese su director espiritual y su confesor. La santa escribió a su hermana: "Está obrando maravillas aquí. El pueblo le tiene por santo. En mi opinión, lo es y lo ha sido siempre." Tanto los religiosos como los laicos buscaban a San Juan, y Dios confirmó su ministerio con milagros evidentes.

Entre tanto, surgían graves dificultades entre los carmelitas descalzos y los mitigados. Aunque el superior general había autorizado a Santa Teresa a emprender la reforma, los frailes antiguos la consideraban como una rebelión contra la orden; por otra parte, debe reconocerse que algunos de los descalzos carecían de tacto y exageraban sus poderes y derechos. Como si eso fuera poco, el prior general, el capítulo general y los nuncios papales, daban órdenes contradictorias. Finalmente, en 1577, el provincial de Castilla mandó a San Juan que retornase al convento de Medina del Campo. El santo se negó a ello, alegando que había sido destinado a Avila por el nuncio del Papa. Entonces el provincial envió un grupo de hombres armados, que irrumpieron en el convento de Avila y se llevaron a San Juan por la fuerza. Sabiendo que el pueblo de Avila profesaba gran veneración al santo, le trasladaron a Toledo.

Como Juan se rehusase a abandonar la reforma, le encerraron en una estrecha y oscura celda y le maltrataron increíblemente. Ello demuestra cuán poco había penetrado el espíritu de Jesucristo en aquellos que profesaban seguirlo.

Sufrimiento y unión con Dios

La celda de San Juan tenía unos tres metros de largo por dos de ancho. La única ventana era tan pequeña y estaba tan alta, que el santo, para leer e1 oficio, tenía que ponerse de pie sobre un banquillo. Por orden de Jerónimo Tostado, vicario general de los carmelitas de España y consultor de la Inquisición, se le golpeó tan brutalmente, que conservó las cicatrices hasta la muerte. Lo que sufrió entonces San Juan coincide exactamente con las penas que describe Santa Teresa en la "Sexta Morada": insultos, calumnias, dolores físicos, angustia espiritual y tentaciones de ceder. Más tarde dijo: "No os extrañe que ame yo mucho el sufrimiento. Dios me dio una idea de su gran valor cuando estuve preso en Toledo".

Los primeros poemas de San Juan que son como una voz que clama en el desierto, reflejan su estado de ánimo:

En dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido; salí tras ti clamando, y eras ido.

El prior Maldonado penetró la víspera de la Asunción en aquella celda que despedía un olor pestilente bajo el tórrido calor del verano y dio un puntapié al santo, que se hallaba recostado, para anunciarle su visita. San Juan le pidió perdón, pues la debilidad le había impedido levantarse en cuanto lo vio entrar. "Parecíais absorto. ¿En qué pensabais?", le dijo Maldonado.

"Pensaba yo en que mañana es fiesta de Nuestra Señora y sería una gran felicidad poder celebrar la misa", replicó Juan.

"No lo haréis mientras yo sea superior", repuso Maldonado.

En la noche del día de la Asunción, la Santísima Virgen se apareció a su afligido siervo, y le dijo: "Sé paciente, hijo mío; pronto terminará esta Prueba."

Algunos días más tarde se le apareció de nuevo y le mostró, en visión, una ventana que daba sobre el Tajo: "Por ahí saldrás y yo te ayudaré." En efecto, a los nueve meses de prisión, se concedió al santo la gracia de hacer unos minutos de ejercicio. Juan recorrió el edificio en busca de la ventana que había visto. En cuanto la hubo reconocido, volvió a su celda. Para entonces ya había comenzado a aflojar las bisagras de la puerta. Esa misma noche consiguió abrir la puerta y se descolgó por una cuerda que había fabricado con sábanas y vestidos. Los dos frailes que dormían cerca de la ventana no le vieron. Como la cuerda era demasiado corta, San Juan tuvo que dejarse caer a lo largo de la muralla hasta la orilla del río, aunque felizmente no se hizo daño. Inmediatamente, siguió a un perro que se metió en un patio. En esa forma consiguió escapar. Dadas las circunstancias, su fuga fue un milagro.

Gran guía y director espiritual

El santo se dirigió primero al convento reformado de Beas de Segura y después pasó a la ermita cercana de Monte Calvario. En 1579, fue nombrado superior del colegio de Baeza y, en 1581, fue elegido superior de Los Mártires, en las cercanías de Granada. Aunque era el fundador y jefe espiritual de los carmelitas descalzos, en esa época participó poco en las negociaciones y sucesos que culminaron con el establecimiento de la provincia separada de Los Descalzos, en 1580. En cambio, se consagró a escribir las obras que han hecho de él un doctor de teología mística en la Iglesia.

La doctrina de San Juan es plenamente fiel a la tradición antigua: el fin del hombre en la tierra es alcanzar "Perfección de la caridad y elevarse a la dignidad de hijo de Dios por el amor"; la contemplación no es por sí misma un fin, sino que debe conducir al amor y a la unión con Dios por el amor y, en último término, debe llevar a la experiencia de esa unión a la que todo está ordenado. "No hay trabajo mejor ni mas necesario que el amor", dice el santo. "Hemos sido hechos para el amor." El único instrumento del que Dios se sirve es el amor." "Así como el Padre y e1 Hijo están unidos por el amor, así el amor es el lazo de unión del alma con Dios".

El amor lleva a las alturas de la contemplación, pero como que amor es producto de la fe, que es el único puente que puede salvar el abismo separa a nuestra inteligencia de la infinitud de Dios, la fe ardiente y vívida el principio de la experiencia mística. San Juan no se cansó nunca de inculcar esa doctrina tradicional con su estilo maravilloso y sus ardientes palabras.

Las verdades que enseñó no deben empañarse por las prácticas que puedan ser exageradas. Al mismo tiempo se ha de tener quidado en discernir que es exageración. ¿Cual es nuestro punto de referencia?, ¿Fueron todos los santos exagerados?, ¿Fue Jesucristo exagerado, aceptando morir en la Cruz?. ¿O no será mas bien que nosotros no sabemos amar hasta el extremo?.

Dios no pide lo mismo a todos. El sabe la capacidad y el corazón de cada uno. El amor expande el corazón y las capacidades de entrega.

Solía pedir a Dios tres cosas: que no dejase pasar un solo día de su vida sin enviarle sufrimientos, que no le dejase morir en el cargo de superior y que le permitiese morir en la humillación y el desprecio.

Con su confianza en Dios (llamaba a la Divina Providencia el patrimonio de los pobres), obtuvo milagrosamente en algunos casos provisiones para sus monasterios. Con frecuencia estaba tan absorto en Dios, que debía hacerse violencia para atender los asuntos temporales.

Su amor de Dios hacía que su rostro brillase en muchas ocasiones, sobre todo al volver de celebrar la misa. Su corazón era como una ascua ardiente en su pecho, hasta el punto de que llegaba a quemarle la piel. Su experiencia en las cosas espirituales, a la que se añadía la luz del Espíritu Santo, hacían de un consumado maestro en materia de discreción de espíritus, de modo que no era fácil engañarle diciéndole que algo procedía de Dios.

Juan dormía unas dos o tres horas y pasaba el resto de la noche orando ante el Santísimo Sacramento.

Pruebas y más pruebas

Después de la muerte de Santa Teresa, ocurrida en 1582, se hizo cada vez más pronunciada una división entre los descalzos. San Juan apoyaba la política de moderación del provincial, Jerónimo de Castro, en tanto que el P. Nicolás Doria, que era muy extremoso, pretendía independizar absolutamente a los descalzos de la otra rama de la orden.

El P. Nicolás fue elegido provincial y el capítulo general nombró a Juan vicario de Andalucía. El santo se consagró a corregir ciertos abusos, especialmente los que procedían del hecho de que los frailes tuviesen que salir del monasterio a predicar. El santo opinaba que la vocación de los descalzos era esencialmente contemplativa. Ello provocó oposición contra él.

San Juan fundó varios conventos y, al expirar su período de vicario, fue nombrado superior de Granada. Entre tanto, la idea del P. Nicolás había ganado mucho terreno y el capítulo general que se reunió en Madrid en 1588, obtuvo de la Santa Sede un breve que autorizaba una separación aún más pronunciada entre los descalzos y los mitigados. A pesar de las protestas de algunos, se privó al venerable P. Jerónimo Gracián de toda autoridad y se nombró vicario general al P. Doria. La provincia se dividió en seis regiones, cada una de las cuales nombró a un consultor para ayudar al P. Gracián en el gobierno de la congregación. San Juan fue uno de los consultores.

La innovación produjo grave descontento, sobre todo entre las religiosas. La venerable Ana de Jesús, que era entonces superiora del convento de Madrid, obtuvo de la Santa Sede un breve de confirmación de las constituciones, sin consultar el asunto con el vicario general. Finalmente, se llegó a un compromiso en ese asunto. Sin embargo, en el capítulo general de Pentecostés de 1591, San Juan habló en defensa del P. Gracián y de las religiosas.

l P. Doria, que siempre había creído que el santo estaba aliado con sus enemigos, aprovechó la ocasión para privarle de todos sus cargos y le envió como simple fraile al remoto convento de La Peñuela. Ahí pasó San Juan algunos meses entregado a la meditación y la oración en las montañas, "porque tengo menos materia de confesión cuando estoy entre las peñas que cuando estoy entre los hombres."

Pero no todos estaban dispuestos a dejar en paz al santo, ni siquiera en aquel rincón perdido. Siendo vicario provincial, San Juan, durante la visita al convento de Sevilla, había llamado al orden a dos frailes y había restringido sus licencias de salir a predicar. Por entonces, los dos frailes se sometieron pero un consultor de la congregación recorrió toda la provincia tomando informes sobre la vida y conducta de San Juan, lanzando acusaciones contra él, afirmando que tenía pruebas suficientes para hacerle expulsar de la orden. Muchos de los frailes prefirieron seguir la corriente adversa a Juan que decir la verdad que hace justicia. Algunos llegaron hasta quemar sus cartas para no caer en desgracia.

En medio de esa tempestad San Juan cayó enfermo. El provincial le mandó salir del convento de Peñuela y le dio a escoger entre el de Baeza y el de Ubeda. El primero de esos conventos estaba mejor provisto y tenía por superior a un amigo del santo. En el otro era superior el P. Francisco, a quien San Juan había corregido junto con el P. Diego. Ese fue el convento que escogió.

La fatiga del viaje empeoró su estado y le hizo sufrir mucho. Con gran paciencia, se sometió a varias operaciones. El indigno superior le trató inhumanamente, prohibió a los frailes que le visitasen, cambió al enfermero porque le atendía con cariño, sólo le permitía comer los alimentos ordinarios y ni siquiera le daba los que le enviaban algunas personas de fuera. Cuando el provincial fue a Ubeda y se enteró de la situación, hizo cuanto pudo por San Juan y reprendió tan severamente al P. Francisco, que éste abrió los ojos y se arrepintió.

Santo y Doctor de la Iglesia

Después de tres meses de sufrimientos muy agudos, el santo falleció el 14 de diciembre de 1591.

En su muerte no se había disipado todavía la tempestad que la ambición del P. Nicolás y el espíritu de venganza del P. Diego habían provocado contra él en la congregación de la que había sido cofundador y cuya vida había sido el primero en llevar.

La muerte del santo trajo consigo la revalorización de su vida y tanto el clero como los fieles acudieron en masa a sus funerales. Dios quiso que se despejaran las tinieblas y se vieses su vida auténtica para edificación de muchas almas. Sus restos fueron trasladados a Segovia, pues en dicho convento había sido superior por última vez.

Fue canonizado en 1726

Santa Teresa había visto en Juan un alma muy pura, a la que Dios había comunicado grandes tesoros de luz y cuya inteligencia había sido enriquecida por el cielo. Los escritos del santo justifican plenamente este juicio de Santa Teresa, particularmente los poemas de la "Subida al Monte Carmelo", la "Noche Oscura del Alma", la "Llama Viva de Amor" y el "Cántico Espiritual", con sus respectivos comentarios. Así lo reconoció la Iglesia en 1926, al proclamar doctor a San Juan de la Cruz por sus obras Místicas.

La doctrina de San Juan se resume en el amor del sufrimiento y el completo abandono del alma en Dios. Ello le hizo muy duro consigo mismo; en cambio, con los otros era bueno, amable y condescendiente. Por otra parte, el santo no ignoraba ni temía las cosas materiales, puesto que dijo: "Las cosas naturales son siempre hermosas; son como las migajas de la mesa del Señor."

San Juan de la Cruz vivió la renuncia completa que predicó tan persuasivamente. Pero a diferencia de otros menores que él, fue "libre, como libre es el espíritu de Dios". Su objetivo no era la negación y el vacío, sino la plenitud del amor divino y la unión sustancial del alma con Dios. "Reunió en sí mismo la luz extática de la Sabiduría Divina con la locura estremecida de Cristo despreciado".

Fuente Bibliográfica:

-Butler, Vidas de los Santos de Butler, Vol. IV.

-Oficio Divino I, p. 1031

(Fuente: Corazones.org)

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14-12-18 - Quién fue San Juan de la Cruz y por qué es tan importante

El gran poeta místico español fue reformador de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús.

Quién fue San Juan de la Cruz y por qué es tan importante
Quién fue San Juan de la Cruz y por qué es tan importante

Hoy, 14 de diciembre, se celebra el día de San Juan de la Cruz (según el novus ordo, ya que en el vetus ordo se celebra el 24 de noviembre), religioso y poeta místico del renacimiento español. Fue reformador de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús. Su nombre secular era Juan de Yepes Álvarez y su primera identificación como fraile Juan de San Matía. Nació en Fontiveros, Ávila, el 24 de junio de 1542 y falleció en Úbeda, Jaén, 14 de diciembre de 1591.

En 1567 conoció en Medina del Campo a Teresa de Cepeda y Ahumada, futura santa Teresa de Jesús, que había llegado a la ciudad para fundar una nueva sede de su «Reforma carmelita», los llamados carmelitas descalzos. Teresa convence a Juan y lo une a su causa de reforma de su orden, que tropezó con una gran hostilidad por parte de los carmelitas calzados.

En este contexto es en el que se produce el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien ya en 1575 había sido detenido y encarcelado en Medina del Campo durante unos días por los frailes calzados.La noche del 3 de diciembre de 1577 Juan de la Cruz es nuevamente apresado y trasladado al convento de frailes carmelitas de Toledo, donde es obligado a comparecer ante un tribunal de frailes calzados para retractarse de la Reforma teresiana. Ante su negativa, es recluido en una prisión conventual durante ocho meses. Durante este periodo de reclusión escribe las treinta y una primeras estrofas del Cántico espiritual (en la versión conocida como protocántico), varios romances y el poema de la fonte, y los canta en su estrecha reclusión para consolarse.

Tras su muerte su cuerpo fue despojado y se iniciaron los pleitos entre Úbeda y Segovia por la posesión de sus restos. En 1593, éstos, mutilados, se trasladan clandestinamente a Segovia, en cuyo Convento de los Carmelitas Descalzos reposan actualmente. El proceso de beatificación y canonización se inició en 1627 y finalizó en 1630. Fue beatificado en 1675 por Clemente X y canonizado por Benedicto XIII en 1726. Posteriormente, el 24 de agosto de 1926, Pío XI lo proclama Doctor de la Iglesia Universal.​Desde 1927, los restos del cuerpo incorrupto del santo descansan en un mausoleo erigido en una capilla del segoviano Convento de los Carmelitas Descalzos, junto al Santuario de la Fuencisla, en el valle del Eresma.

Junto con santa Teresa de Jesús, se considera a san Juan de la Cruz la cumbre de la mística experimental cristiana. Su obra poética está compuesta por tres poemas considerados mayores: Noche oscura, Cántico espiritual y Llama de amor viva; y un conjunto de poemas habitualmente calificados como menores: cinco glosas, diez romances (nueve de ellos pueden contarse como una sola composición) y dos cantares. La difusión de su obra fue manuscrita, y aún no se han dilucidado todos los problemas textuales que conllevan.

En prosa escribió cuatro comentarios a sus poemas mayores: Subida del Monte Carmelo y Noche oscura para el primero de estos poemas, y otros tratados homónimos sobre el Cántico espiritual y Llama de amor viva.

Poetas de extracción diversa como Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Paul Valéry y T. S. Eliot consideraron los poemas de Juan de la Cruz no solo como la cumbre de la mística española, sino de la poesía en esta lengua. Desde 1952 es el patrono de los poetas en lengua española.

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16-12-18 - San Juan de la Cruz

Jesús González de la Torre.

La experiencia del sonido que
prefiero
sobre todo lo demás es el silencio.
JOHN CAGE

No me habían enseñado que
ninguna
palabra puede decir tanto como
el silencio.
YASUNARI KAWABATA

Y ese silencio
cubre de noche oscura
tu pensamiento.
JOSÉ BERGAMÍN

A San Juan de la Cruz, 2017.
A San Juan de la Cruz, 2017.

En el primer paisaje desnudo y silencioso que hayamos visto jamás y ante el que nos preguntamos con Azorín ¿Es el primer día de la creación? En ese entorno desnudo y silencioso, con la sola edificación de la bella y misteriosa iglesia románica de la Veracruz, bajo la sombra del Alcázar, Juan de la Cruz, levanta con sus propias manos el convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia.

Miles de veces lo he dicho, y me lo he dicho, lo más hermoso —Hölderlin— es lo más sagrado.

Hace muchos años, por los alrededores de la ciudad de Segovia se veía, con frecuencia, a un fraile con capa blanca, baja estatura, tez oscura, de avanzada calvicie y rápido paso. Se trataba del prior del convento de los Carmelitas Descalzos, que subía al casco urbano para atender espiritualmente a las monjas Descalzas. Ascendía a la ciudad por el arco del Refugio. Allí descansaba unos minutos – una cruz de hierro recuerda su paso – reemprendiendo el empinado camino hacia el convento de monjas de San José que fundó Santa Teresa con la ayuda de este fraile, por nombre Juan de la Cruz, con fama de santo y poeta. Recuerdo la cartela, en la fachada del convento, hoy desaparecida, donde aprendí los primeros versos de La Noche Oscura de Juan de la Cruz.

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada…

Pero atención, escribe María Zambrano, el poeta es el “santo” que da vida a la dorada ciudad castellana.

Juan de Yepes, nació el 24 de junio de 1542 en Fontíveros, pueblo de la provincia de Ávila. En sus primeros años pasó penuria económica. La muerte prematura de su padre conducirá a la familia, primero al pueblo de Arévalo y después a Medina del Campo, pueblo de Valladolid, donde estudia cuatro años con los jesuitas. Juan de Yepes no se decide a entrar en ninguna orden religiosa. En esta indecisa situación, se encuentra con Teresa de Ávila, que le convence para adoptar una vida como los primeros eremitas del desierto y seguir el ejemplo del profeta Elías, que era lo que Juan de Yepes añoraba. ¡El desierto, siempre el desierto! En la iglesia de Santa Ana de Medina del Campo el año 1567, canta su primera misa.

Este fraile, aparentemente gris, que se ve andar por Segovia, lleva una vida llena de sobresaltos. Fue perseguido, no solo por la Inquisición, sino por sus compañeros. Desde el 3 de diciembre de 1577, pasó casi nueve meses en la cárcel de Toledo. (En este tiempo, las misivas de Teresa de Jesús para la puesta en libertad del fraile, son constantes). De la prisión toledana se escapa. Llega a tierras andaluzas como vicario del convento del Calvario y a Beas de Segura, regentado por Ana de Jesús. Quien, en carta a la madre fundadora, dice refiriéndose al estado de San Juan: llegó cadavérico. A poco de llegar a Beas de Segura, Ana de Jesús, se ocupa de él, le ordena sus escritos. Llega a ser su amiga íntima. El poeta en justa compensación le dedica el Cántico espiritual basado en el Cantar de los Cantares. Que dice así en su dedicatoria: Declaración de las canciones, que tratan de el exercicio amor entre el alma, y el esposo Christo en la cual se tocan y aclaran algunos puntos, y effectos de oración: A petición de la madre Anna D Jesús, Priora de las descalzas de sant joseph. De Granada. Año 1584.

El Cántico, empezó a escribirlo en 1579 en el Calvario. Las religiosas le pidieron tradujese en prosa sus poemas para una mejor comprensión. Al tiempo les dio un dibujo de la Subida al Monte. (Que puede estuviera escrito de rodillas. Pues decía S. Juan: hay cosas que no se pueden escribir de cualquier manera). El Cántico, se lo lleva a su exilio Ana de Jesús, y comienza así:

Canciones entre el alma y el esposo
¿A dónde te escondiste.
Amado, y me dexaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
Habiéndome herido;
Salí tras ti, clamando, y eras ido.

En Francia se publicará en 1622. En 1627 en Bruselas en español. Pero en España, su poesía completa, no verá la luz hasta 1630.

Juan de la Cruz, de 1572 a 1577, había dirigido espiritualmente a las monjas del monasterio de la Encarnación de Ávila. A las religiosas de Beas de Segura. Había sido rector en Baeza. De las tierras de Jaén llegó a Granada donde fue prior del convento de los Mártires. La belleza de esa colina le entusiasma y dice: Estos valles es mi Amado para mí. En 1585 es nombrado vicario provincial de Andalucía. Juan de la Cruz, tres años más tarde, es nombrado prior del convento de la ciudad de Segovia.

Nicolás de Doria, quiere quitarse de encima a Juan de la Cruz, decide mandarlo a México, pero las circunstancias cambian y le envía a Segovia.

Este fraile, que acompaña a la fundadora a la apertura del convento de Segovia en 1573, es el más grande poeta en lengua castellana. El poeta místico más puro. Luce López Baralt, escritora portorriqueña, experta en mística, dice: “El más sublime de la literatura española, pero también el más misterioso”. Marcelino Menéndez Pelayo, y Dámaso Alonso sorprendidos y aterrados se preguntan por su divino lenguaje. Dámaso ve influencia de Garcilaso. En esta línea se encuentra Azorín que habla de oscuridad y contradicción. Unamuno, le llama en un poema a San Juan de la Cruz, Madrecito. Ante la aparición de Animal de fondo de Juan Ramón Jiménez. Unos ven influencia de Juan de la Cruz y le llaman Juan Ramón de la Luz. El poeta de Moguer dice: “Poemas místicos, religiosos más bien”. En cualquier caso místicos. Y Jorge Guillén dice “¿Qué significado se esconde bajo la maravilla? Por de pronto ahí está la maravilla y sus infinitas lontananzas y resonancias poéticas”.

Años después el poeta José Ángel Valente en su libro Piedra y el centro, comenta: “A éste límite extremo de la palabra nunca se ha llegado dentro de la tradición salvo Juan de la Cruz. Y añade: La sustancia última del canto es en cierto modo la imposibilidad del canto”.

Del Cántico Espiritual hay dos versiones: A, el de Sanlucar, más espontáneo y B, el de Jaén más alambicado y con más versos. Valente llama A, al de Ana de Jesús.

Se siente la influencia e importancia de Juan de la Cruz fuera de nuestras fronteras, Jean Baruzi, Helmut Hatzfeld, sirvan de muestra. Y adelantándose a las palabras sobre el fenómeno místico de André Malraux y del jesuita Karl Rahner, el filósofo Henry Bergson dice: La mística ha abierto la vía para que otros hombres pudieran caminar. El místico empuja a una humanidad que se había estancado. Pero en el terreno poético y místico, es T. S. Eliot en sus Cuatro Cuartetos quien coge los versos del poeta de Fontiveros de La Subida al Monte Carmelo. Para gustarlo todo / no quiero tener gusto en nada. El libro no solo hace referencia a Juan de la Cruz sino a la mística Juliana de Norwich, que cierra los Cuatro cuartetos. Mística y poesía van unidas, pero, también, puede decirse de las otras artes.

Evelyn Underhill en su extenso libro La Mística dice: pueden considerarse místicos a los llamados Artistas, no solo a los poetas, a los músicos: (Bach, Mozart y Hayden, Bruckner, etc.) y a los pintores. Ante los primeros compases de la Creación, la gente asombrada pregunta a Hayden por lo hecho y éste les señala con el dedo al cielo.

Y en la pintura: en los temas de la Edad Media Giotto, Sánchez Cotán, Zurbarán o El Greco, aunque hoy quiera ponerse en duda su misticismo, ¡Ay algún cuadro más místico que el Toledo de Nueva York. El Greco, tenía entre sus libros los de Dionisio Areopagita. Igual que Rothko, el mayor místico de los pintores modernos, se alimentó de Gregorio de Niza y de los primeros eremitas. Mark Rothko, cuyo fin es pintar la luz, tuvo que pasar la “Noche oscura” de Juan de la Cruz.

Todo misticismo, en mayor o menor grado, tiende a la LUZ, y a la identificación con lo ABSOLUTO, que habla en silencio y dicta La Palabra Secreta. Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, dicen como otros muchos místicos —creyentes y no creyentes— que en algunos momentos escriben al dictado de no se sabe quién. Más de una vez le preguntan a San Juan de dónde sacaba las palabras, unas las daba Dios y otras las creaba yo. Al pintor Díaz Caneja, al final de sus días le pregunto cómo pintaba ahora así de rápido y de bien y me comentó: yo ya no sé quién me los hace. Pero como Lezama dice: la poesía de Juan de la Cruz se vuelve sobre sí, para oír su propio silencio”.

El convento de los Carmelitas, donde reposan los restos del santo, es un antiguo convento carmelitano, además de templo abarca los terrenos colindantes donde se encuentran los dos lugares utilizados por el santo para preparar mejor “su vuelo”, la oquedad en la peña grajera, y la diminuta celda construida en lo más alto.

De las muchas visitas que he realizado al convento segoviano de San Juan, destaca, entre ellas, la que hice con el poeta Luis Javier Moreno. Entre una hilera de cipreses que recuerda los parajes bíblicos. Subimos a lo más alto, a la alta celda de apenas un metro. Desde donde decía María Zambrano seguirá escuchando en virtud de los luceros la música callada, la soledad sonora y ese paisaje verdadero de lugar sagrado que bajo su vista se extiende.

Luis Javier en la presentación de la muestra pictórica que hice en Segovia, con motivo del centenario de Juan de la Cruz, no habló de otra cosa que de esa visita. En otra ocasión, que no olvido fácilmente, acompañé al poeta argentino Héctor Ciocchini al santuario de Juan de la Cruz en Segovia. La subida al convento o, mejor a la iglesia, se hace por una irregular escalinata de piedras. Aquí, todo es ascensión y símbolo de subida. Y nada más llegar arriba y traspasar el umbral de la iglesia, se hincó de rodillas y besó el suelo con enorme unción. Otro día, lo repitió ante la primitiva tumba del santo.

Y no hace mucho, visité el convento para acompañar a los amigos poetas, Antonio Colinas, Blanca Andreu, a la lectura de poemas, en la cueva donde se retiraba el poeta para hablar con Dios.

Pero el momento de mayor emoción, se produjo, en el convento de la Encarnación de Ávila. El Cristo dibujado por Juan de la Cruz, en pleno éxtasis, visto desde el cielo, a vista de pájaro, se escapa de este mundo, va de vuelo, asciende a Dios. Enumeradas las cinco propiedades del pájaro solitario, el crucificado de San Juan recuerda, por su desvalimiento, a los pájaros del pintor George Braque, de los que decía el premio Nobel Saint-John Perse: “¡Ascetismo del vuelo! Así son los pájaros de Braque, más próximos al origen que al género”. Soplo de emoción que tiene más de vuelo que de lucha.

Antes de llegar a la experiencia mística de unión con Dios, llega la soledad y puede hablarse de contemplación.

Juan de la Cruz añora el desierto como el Maestro Echkart, quien dice en Su grano de mostaza: El camino te conduce a un maravilloso desierto, el lugar idóneo para la mejor escucha de la Palabra secreta.

Fray Juan de la Cruz retoma sus actividades en Andalucía. Escucha la música de las esferas y en las noches oscuras penetra en los abismos de donde El alma sale sin ser notada en busca de la Luz, de la raya rosa de la aurora. Porque Juan va hacia la Luz celeste en pos de los levantes de la aurora.

La Noche oscura y la Subida al monte son las dos caras de la misma moneda (la activa, la subida al monte, la pasiva la noche oscura). La Noche del Sentido, de la Fe y de Dios. Purgativa, iluminativa y unitiva son coincidentes con el tiempo atmosférico. Para San Juan el elemento constitutivo de la vida mística es el éxtasis. La experiencia de la noche. Y explica el TRÁNSITO a la otra vida. Su obra poética es más bien escasa. Cántico Espiritual, Noche oscura, Llama de amor viva. Pero no necesita más.

Pero ¿De dónde provienen las noches oscuras y subidas al monte de Fray Juan? se pregunta el ilustre arabista Miguel Asín Palacios, ¿de los padres del desierto, de Pseudo Dionisio, M. Echart o de los sufíes? Y el mismo se contesta: del maestro sufí Abbad de Ronda. Que nace en la bella ciudad andaluza en 1332, y pertenece a una familia de abolengo. Conocía el Corán con muy corta edad. No presumía de nada. Ibn Abad de Ronda escribe, entre otras obras Los 99 nombres de Dios, y fallece en la ciudad de Fez. Su entierro es una manifestación de duelo. Sin embargo, el jesuita Paul Nwyia, experto en el rondeño no está de acuerdo con la tesis de Asín.
A Juan de la Cruz sus actividades espirituales y poéticas no le impiden el ejercicio de prior. Durante sus años en el convento segoviano adquiere las huertas colindantes que trabaja con sus propias manos y diseña con fina sensibilidad.

Diego de Colmenares señala que poseía el don de cambiar el rumbo de las tormentas en su Historia de Segovia. Al fraile de Fontiveros no le gustaban ni los milagros, ni las imágenes. La única imagen que le atrae es la de Cristo que, con la cruz a cuestas, le habla desde un cuadro que se conserva en el convento segoviano.

Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda sciencia trascendiendo,
(escribe en Segovia después de un éxtasis).

La admiración hacia la persona de Juan de la Cruz no se reduce al ámbito religioso, se extiende también al cultural. Que en ese momento era brillante en nuestra ciudad. Los escritores y poetas le muestran su admiración; el segoviano Alonso de Ledesma, llamado “El Divino”, a la cabeza en el verso, y en la prosa Jerónimo Alcalá Yanes, quien se precia de haber tenido por maestro al santo Fray Juan de la Cruz. De igual modo lo hace Juan de Orozco autor de Emblemas Morales. (Obra capital del mundo emblemático impresa en Segovia el año 1589).

Una de las personas más expertas en San Juan de la Cruz es la carmelita Edith Stein. De origen judío, mística, distinguida alumna de Husserl y mártir en Auswich. En su libro Ciencia de la luz dice: el sufrimiento pasado por San Juan de la Cruz en La noche oscura, es una participación en la Pasión de Cristo.

En tiempo de máxima ascensión espiritual, Juan de la Cruz se pone enfermo en la Carolina. Se le traslada a Úbeda. Desde allí, a la edad de cuarenta y nueve años, abandona este mundo después de recitar el salmo 31, en la noche del 14 de Diciembre de 1591. Tiempo después su cuerpo se traslada a suelo segoviano. (Al convento que él fundó). La fantasía popular llega al capítulo XIX del Quijote, donde se alude al hecho y se le da a Juan de la Cruz por segoviano. La llegada de sus restos aumenta la claridad del misterioso entorno, donde la luz nunca se apaga.

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14-12-19 - ¡Feliz santo! ¿Sabes qué santos se celebran hoy, 14 de diciembre? Consulta el santoral

Hoy se venera la vida y obra de San Juan de la Cruz, un religioso español que acompañó durante años a la madre Teresa en su andadura de fundar conventos de las Carmelitas Descalzas.

Fachada principal del convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia.
Fachada principal del convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia.

A lo largo de toda la jornada del 14 de diciembre se venera la vida y canonización de San Juan de la Cruz, un religioso y poeta místico del renacimiento español que fue reformador de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos con santa Teresa de Jesús. No obstante, tal y como es habitual, más allá de las bondades de la religiosa italiana, en este día también tienen cabida otras figuras representativas para la religión católica.

En concreto, un total de 346.867 hombres de todo el país, según los datos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística, llamados Juan, podrían recibir hoy felicitaciones por parte de sus amigos y familiares, con motivo de su santo. Sin embargo, la tradición refleja que es el 24 de junio el día en el que los Juan celebran su santo, coincidiendo con el día de San Juan Bautista.

San Juan de la Cruz nació en el año 1542 en Fontiveros, una población de la provincia de Ávila, donde pasó sus primeros años de vida hasta que, tras la muerte de su padre, la familia tuvo que trasladarse a Medina del Campo. Allí entró en el Colegio de la Doctrina, donde fue acólito de las Agustinas de la Magdalena y conoció al noble español Alonso Álvarez de Toledo, quien lo ayudó a entrar a trabajar en el hospital de la Concepción y le costeó los estudios para llegar a ser sacerdote.

Fue allí, en Medina del Campo, donde los jesuitas fundaron en 1551 su colegio y Juan de la Cruz se convirtió en uno de los primeros alumnos del centro en estudiar Humanidades, hasta que en 1567 fue ordenado sacerdote. Tras ello, el religioso tuvo un encuentro fortuito con la madre Teresa en las casas de Blas Medina y, años más tarde, acompañó a Teresa en la fundación del primer convento de Descalzos en Duruelo.

Sepulcro de San Juan de la Cruz.
Sepulcro de San Juan de la Cruz.

San Juan se convirtió en uno de los principales formadores para los nuevos adeptos a esta reforma carmelitana y acabó asumiendo las tareas de vicario y confesor de las monjas en el convento de la Encarnación. Durante los siguientes años acompañó a la madre Teresa a la fundación de diversos conventos de Descalzas, como el de Segovia.

En este periodo, en el seno de la Orden del Carmen se agravaron los conflictos jurisdiccionales entre los Carmelitas Calzados y los Descalzos, debido a los distintos enfoques espirituales de la reforma del catolicismo. Así, en 1575, el Capítulo General de los Carmelitas optó por enviar a un visitador de la Orden para suprimir los conventos fundados sin licencia del General y, además, recluir a la madre Teresa en un convento.

Por este mismo motivo es por el que se produjo el encarcelamiento de Juan de la Cruz, quien logró fugarse de su aprisionamiento y, durante su regreso a Segovia, cayó enfermo y fue trasladado a Úbeda, donde murió.

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07-04-2020 - José Jiménez Lozano: historia del frailecillo Juan de la Cruz

Jiménez Lozano nos ofrece una imagen del carmelita descalzo muy alejada de las exaltaciones apologéticas. San Juan de la Cruz era un frailecillo que soñaba con ser un pájaro solitario, un místico que volaba hacia Dios por medio de dos alas: la soledad y el silencio.

RAFAEL NARBONA

José Jiménez Lozano: historia del frailecillo Juan de la Cruz
José Jiménez Lozano: historia del frailecillo Juan de la Cruz

Nada hacía presagiar que Juan de Yepes, un muchacho tímido, sencillo y humilde, se convertiría en una de las figuras más luminosas de la mística española. De orígenes muy modestos, con una apariencia insignificante y un carácter dulcísimo, todo auguraba que su paso por el mundo apenas dejaría huella, pero el espíritu sopla por donde se le antoja, desbaratando las expectativas mundanas. José Jiménez Lozano noveló la peripecia de san Juan de la Cruz en El mudejarillo, un hermoso libro que destaca desde el título la importancia de sus raíces moriscas. El Doctor místico no extrajo su inspiración tan solo de la tradición cristiana. De forma más o menos consciente, la espiritualidad islámica sedimentó en su interior, permeando su interpretación de lo divino. Las tres culturas que aún circulaban por la España del siglo XVI se fecundaban mutuamente, burlando las disposiciones legales que pretendían erradicar el sincretismo religioso y el mestizaje cultural. Jiménez Lozano explota la perspectiva indirecta para contarnos la vida de san Juan de la Cruz, neutralizando de ese modo los artificios que suelen acompañar a la primera persona. Desdeñada la omnisciencia narrativa, aflora una visión humanísima del personaje. Jiménez Lozano no pretende desmitificar, sino mostrar la grandeza de san Juan de la Cruz, que buscó a Dios en el desamparo. Para el carmelita descalzo, Dios se manifiesta en el momento en que nos abandona. Jesús aceptó compartir nuestra fragilidad, sumiéndose en la penumbra de la muerte. Ese calvario, con su momento de desesperación en la cruz, es el punto de encuentro entre lo divino y lo humano. Lo divino se humaniza y lo humano se diviniza, rompiendo la distancia que separaba al hombre de su Creador. Sin ese fenómeno, la Encarnación carecería de su poder redentor.

Hacia 1542, la provincia de Ávila era tierra de hambre y penurias. El esplendor de los hidalgos y los nobles solo era una nota de color en un paisaje invadido por niños y ancianos desnutridos. El mudejarillo comienza con la aparición del visitador apostólico en Fontiveros. Sobrecogido por la pobreza del pueblo, el visitador decide vender las riquezas de la parroquia, pero el gesto, bienintencionado e ingenuo, solo consigue transformar un espacio de paz y consuelo en un lugar inhóspito y desalentador. Las muertes por hambre y necesidad no se interrumpen por el expolio. Las cruces de madera de los pobres siguen creciendo y la campana de la iglesia suena como un lamento inconsolable. Cuando años más tarde comience el proceso de beatificación de Juan de Yepes, se falsificará la realidad, ocultando esa penuria. Se dirá que su madre, Catalina Álvarez, era una de las principales señoras de la villa, y su padre, Gonzalo Yepes, un hidalgo de familia noble. Nada más lejos de la realidad. Incluso se dirá que de niño Juan estuvo a punto de ahogarse, pero la intervención de la Virgen lo salvó, permitiéndole caminar sobre las aguas hasta tierra firme. Nada de eso es cierto. Catalina Álvarez era “la Catalina”, una viuda sin recursos que sobrevivía trabajando como ama de cría y tejedora. Una posteridad marcada por los prejuicios de la limpieza de sangre no puede aceptar que la madre de un santo fuera una sirvienta. La casa de la Catalina siempre estaba limpia como la plata. Juan, su hijo más pequeño, era delgadillo como un gorrión. Se ha dicho que su padre, Gonzalo, procedía de una próspera familia de comerciantes cristianos, pero corre el rumor de que en realidad se trataba de conversos o marranos. Jiménez Lozano se pregunta si las sospechas tienen algún fundamento o si se desprenden del simple hecho de que “la Catalina” era pobre e hija de pobres. En esa época, los pobres desempeñaban los oficios más serviles, que solían asociarse a los judíos y musulmanes. Juan de Yepes nació bajo el signo de la pobreza, que muchas veces se interpreta como un castigo divino. 

“La Catalina” trabajaba en su telar desde primera hora. Sus hijos Francisco y Juan la ayudaban, sentados en el suelo, aislado de la humedad con bosta bien aplastada. En la iglesia de Fontiveros, muchas mujeres acudían a misa con salamilla y se cantaban endechas por los difuntos. La rutina diaria era una síntesis de costumbres judías, moriscas y cristianas. Para huir del hambre y la miseria, “la Catalina” se traslada a otro pueblo, Arévalo, instalándose en los arrabales. Su telarcillo convive con norias, huertos y albercas. Juan continúa haciendo canastas con su madre y habla a menudo con el señor Ahmed, un vecino que excava pozos. A veces lo encuentra de rodillas sobre una estera y con la frente humillada tocando el suelo. La casa de Ahmed es un lugar de enorme belleza y cierta sensualidad oriental: un pozo debajo de una higuera, tiestos de geranios rojos, albahaca y pensamientos. Una gata agazapada en la sombra añadía una nota de misterio. Ahmed suele agasajar a Juan con una cesta de brevas. El futuro san Juan de la Cruz crece en una atmósfera impregnada de tradiciones islámicas, asimilando una percepción florida de lo real, donde la belleza no comparece desnuda, sino adornada con simetrías y colores. Juan también visita al señor Juan, que fabrica candiles decorados con figuras sencillas, como el sol o una estrella. No es una elección arbitraria, sino el fruto de una feliz analogía. “¿Qué creéis vosotros que son las estrellas, sino candiles encendidos?”, pregunta el señor Juan a los niños. Los candiles acompañan a los enfermos y a los santos en las iglesias. Son los fieles testigos de la composición de poemas y velan la devoción de los orantes durante las vísperas y las completas. Los candiles permiten proyectar sombras que imitan la forma de un asno, un conejo o un perro. Los niños celebran esas imágenes que duplican lo real. Cuando el candilero le pregunta al pequeño Juan cuál es su forma preferida, contesta muy bajito que la llama, con sus ondulaciones y parpadeos. 

En Arévalo no mejoraron las cosas para “la Catalina”. Aconsejada por un vecino, se marcha a Medina del Campo, donde hay mucho comercio, ganado, huertas y casas nobles. Es una gran ciudad con muchos clérigos, frailes y monjas. Durante el viaje desde Arévalo hasta Medina del Campo, Juan se acerca a un arroyo y de repente aparece un monstruo, que intenta devorarlo. Aunque logra huir, su mente infantil se sitúa en la misma tesitura que Jonás, confinado en el vientre de la ballena. San Juan de la Cruz se mostraba escéptico con los milagros, pero sabía que el mal era algo muy real. La historia de Jonás ilustra la fragilidad humana, expuesta siempre al pecado y al poder de las tinieblas. El fraile Juan de la Cruz compartirá la suerte de Jonás. No pasará una temporada en el vientre de la ballena, sino en una diminuta y hedionda celda donde le confinarán los carmelitas calzados. Jiménez Lozano no pretende escribir una hagiografía, sino la historia de un santo que soportará infinitas penalidades para restaurar el espíritu primitivo del cristianismo, cuando la fe implicaba cultivar la vida interior, apartándose de los fastos del mundo. El pequeño Juan comenzará su carrera eclesiástica, ejerciendo de monaguillo y recadero de monjas. Delgadillo, muy moreno, con las manos delicadas y la mente incendiada por ensoñaciones, se adaptará sin problemas a cuidar de los enfermos del Hospital de Nuestra Señora de la Concepción, derrochando alegría y ternura. No sentirá asco ni miedo, recogiendo en jofainas los vómitos y la sangre, pero sobre todo escuchará, consolará y sostendrá las manos de los que esperan a la muerte. Su delicadeza impresionará a todos. Por las noches, lejos de descansar, leerá a la luz de una candela. Fascinado por la luz, su vocación religiosa crecerá. Enviado a estudiar con los jesuitas, tendrá que acostumbrarse a estudiar en un pupitre. Hasta entonces había leído en el suelo, con el libro sobre las rodillas. La lectura de las Sagradas Escrituras le revelará la existencia del Leviatán, quizás el monstruo que vio en Arévalo, pero esa criatura fantástica y maligna no cautivará su mente, más inclinada hacia los animales comunes, como las abejas, los bueyes o los pájaros. Otros estudiantes sucumben al enfermizo encanto de lo monstruoso. En cambio, a él le conmueve saber que la tórtola echa de menos a su compañero, especialmente cuando contempla su imagen en el agua y se hace más patente la ausencia. 

Aplicado en el estudio y diestro con los latines, el joven Juan empezará a ser llamado “el doctor Yepes”. Enviado a Salamanca para completar sus estudios, el Maestro León le acercará a san Agustín, que “nos hirió a todos”. Tras ser ordenado, Juan regresará a Medina del Campo a celebrar su primera misa y comunicará a su familia que desea retirarse a una Cartuja, pero el encuentro con Teresa de Jesús le hará cambiar de planes. La carmelita descalza, ya con cincuenta y dos años, había oído hablar de él a otras monjas. Le sorprendió su juventud y su humanidad escuchimizada. Sus pies no llegaban al suelo cuando se sentó al otro lado de la reja, pero apenas habló sintió que escuchaba a un nuevo Séneca, hambriento de ermitas y desiertos. Jiménez Lozano introduce en este punto a un narrador que había recopilado los hechos y dichos de Juan de la Cruz, pero que perderá sus anotaciones por la intervención de la Inquisición. Los santos casi siempre soportan la hostilidad de la ortodoxia, temerosa de desviaciones que rompan la unidad de la iglesia. El dogma aspira a lo inmutable, pero la fe no es un estanque de aguas quietas, sino un río caudaloso que no cesa de correr.  

Juan de la Cruz funda su primer convento de carmelitas descalzos en Duruelo. Sin renta para garantizar su independencia, los frailes mendigan comida para sobrevivir. Su existencia es extremadamente frugal y austera. Juan, familiarizado con las estreches, es feliz. Piensa que la verdadera libertad consiste en no necesitar casi nada. Escribe versos bajo la sombra de una encina o cerca de una fuente. Teresa de Jesús no tardará en invitarle al Convento de la Encarnación para que ejerza de vicario y confesor de monjas. Son los años en que la Inquisición intenta frenar la penetración de la Reforma en España, prohibiendo obras y abriendo procesos. Juan de la Cruz no se librará de la oleada de represión. Los carmelitas calzados lo secuestran y lo confinan durante ocho meses en Toledo. El Leviatán que casi lo devora en Arévalo al fin ha conseguido engullirlo. Su vientre no es un estómago descomunal, sino una letrina minúscula. No le dejan cambiarse de ropa, convive con sus excrementos, le escatiman el alimento, le humillan y azotan a diario. No les preocupa que muera. Teresa de Jesús escribe a Felipe II, suplicando su intervención. Afirma que los moros serían más humanos con el frailecillo. Durante el encierro, Juan de la Cruz comienza su Cántico espiritual, utilizando la pluma y el papel que le facilita un carcelero compasivo. El sufrimiento a veces es el mejor estímulo para la creatividad. Cuando consigue escaparse, se refugia en un convento de carmelitas descalzas y lo primero que hace es poner a salvo lo que ha escrito. El vientre del Leviatán es “un laberinto de muchas y maravillosas cosas y de versos de amor y de una fuente, un jardín, una noche”. El dolor es un pozo que se lo traga todo, pero en ocasiones es posible rescatar ciertas experiencias, transmutándolas en belleza.

Los años siguientes incluirán viajes, fundaciones y nuevas amistades, como la que establecerá con la carmelita descalza Ana de Jesús, amiga de la Madre Teresa y, más tarde, continuadora de su labor. Juan camina por “los senderos de adentro del alma”. No deja de pensar en la tristeza de la tórtola que ha perdido a su compañero. Comienzan los rumores sobre su santidad, pero también los enfrentamientos y las envidias. Sus enemigos consiguen desposeerle de todos los cargos. Muere en 1591 en Úbeda, rebajado a simple fraile. Mientras agoniza, pide que le lean el Cantar de los Cantares. Jiménez Lozano espanta la desolación de la muerte, describiendo el óbito con una bella expresión: “Y la compasión de Dios entró en aquella estancia”. Para el cristiano, la vida no se interrumpe. Solo se transita hacia otro estado. El anónimo narrador recupera sus papeles y, tras examinarlos, concluye que Juan de Yepes era un mudejarillo, un fraile con una sensibilidad modelada por la cultura islámica, en particular, por el misticismo sufí. Jiménez Lozano nos ofrece una imagen del carmelita descalzo muy alejada de las exaltaciones apologéticas. San Juan de la Cruz era un frailecillo que soñaba con ser un pájaro solitario, un místico que volaba hacia Dios por medio de dos alas: la soledad y el silencio. Su carácter soñador coexistía con una profunda ternura hacia los más vulnerables y un hondo amor a la naturaleza, donde apreciaba la huella de Dios, arquitecto del cosmos y artista supremo.  San Juan de la Cruz soportó la incomprensión reservada a los peregrinos del absoluto. Su poesía testimonia su búsqueda, revelando que en la oscuridad alberga una luz sobrenatural. Quizás por eso escribió: “Para venir a lo que no sabes, / has de ir por donde no sabes”. 

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14-08-22 - La rocambolesca fuga de san Juan de la Cruz

La noche del 14 al 15 de agosto, san Juan de la Cruz escapó de su cautiverio en Toledo. Por eso, es una noche de poetas.

Pablo Velasco

La noche del 14 de agosto san Juan de la Cruz huyó de su celda
La noche del 14 de agosto san Juan de la Cruz huyó de su celda

En una clásica edición de la poesía del poeta del amor de Dios en la editorial Taurus, allá por los 80, José Jiménez Lozano se marca un prólogo que es para llevarlo siempre encima. En su nota previa nos dice: «Este libro tiene la estricta finalidad de acercar esta poesía y su autor a quienes sientan algún tipo de amistad por la figura de Juan de Yepes, o se han enamorado de sus versos. (…) Quieren estas páginas acompañar a los que buscan, y tanto la biografía como la obra y, especialmente, la poesía de Juan de la Cruz, presentan más interrogantes que respuestas. Son las páginas de un seeker para otros seekers”.

Nueve meses antes, en diciembre de 1577, los esbirros de los calzados sacaron a Juan de la Cruz y a su compañero German de San Matías de su celda en el convento de la Encarnación. Esa celda (bueno, celdilla) la había ordenado construir Teresa de Jesús para que Juan fuera confesor de las monjas, sobre un huerto que dos siglos atrás había acogido un cementerio hebreo.

En el momento del secuestro, cuentan que san Juan se comió algunos documentos que allí guardaba.

A Germán lo llevaron a Arévalo, donde escapó rápidamente. A Juanito lo encarcelaron en un retrete del convento de los carmelitas calzados de Toledo. Solo tenía una ventanilla en lo alto para que entrara el aire. Allí el vicario general de la orden lo informó de que había sido hecho preso por un grave delito de desobediencia. Lo conminó a renunciar al nombre de descalzos, dejar ese hábito distinto, no reclutar a nuevos novicios y dejar de vivir aparte. Su convento tenía que ser el de Medina del Campo. Claro que, si ahora cedía a estas pretensiones, todo se olvidaría, incluso recibiría un cargo en la orden. Un buen cargo.

Pero la historia de la Iglesia está llena de geniales cabezonerías. «Brindo por el Papa, sí, pero antes por la conciencia», dirá siglos después otro santo, san John Henry Newman. Y san Juan no cedió. La promesa de volver a la regla primitiva de los carmelitas del desierto suponía un vínculo fuerte.

La consecuencia: una sarta de azotes en la espalda, que le provocaron heridas donde la tela de su hábito se le pegó, y una celda aún más estrecha, además de total incomunicación con el exterior: su carcelero tenía prohibida toda relación con él y los frailes que pasaban por allí lo hacían para recriminar su actitud. La comida se le echaba por el suelo y no se le permitía sacar el balde donde hacía sus necesidades, lo que provocaba un olor insoportable en la celda (el calor toledano del verano no ayudaría mucho). Las heridas de la tortura que sufrió se le infectaron.

En esas circunstancias, hambriento, herido y debilitado. La moral por los suelos. La duda de si había decidido bien. Allí, comenzó a escribir el Cántico espiritual, el poemilla Qué bien sé yo la fonte, y otros versos… ¿Quizá algunas páginas de soledad y abandono de Subida al monte Carmelo o la Noche oscura del alma?

A los seis meses se le cambió de carcelero. Este le dio ropa nueva, papel y tinta «para que escribiese cosas que le aprovechasen para la devoción». Le permitió tener de vez en cuando la puerta abierta para airear la celda, y poder vaciar la palangana. En agradecimiento, Juan le regaló un crucifijo de madera y bronce que siempre llevaba al cuello y que había sido regalo de Santa Teresa.

En la debilidad, fuerte soy

Este alivio del encarcelamiento suscitó en el frailecillo la idea de la huida. Cada día fue aflojando poco a poco las armillas del candado. Otra vez la paradoja cristiana: en la debilidad, fuerte soy. Llegó la noche del 14 de agosto, y el candado cayó estrepitosamente. Nueve meses de cautiverio. Pero los frailes que dormían junto a la celda no se despertaron. La evasión tuvo que ser de película. ¿Nos lamentamos otra vez pensando en que americanos e ingleses ya habrían hecho varias escenas de este momento? Déjenme recordarles que Rafael Álvarez El Brujo, en su montaje teatral La noche oscura, relata como nadie nunca lo podrá hacer este momento. Tenía que pasar entre las camas de sus carceleros para alcanzar la ventana, desde donde poder descolgarse con una cuerda hecha de jirones de sábanas, para después saltar un muro y alcanzar la calle. En paños menores, en medio de la noche de Toledo y después de saltar de un convento, cruzarse con alguien por la calle tuvo que ser especialmente embarazoso. Así pasó con un hidalgo, pero este lo dejó descansar en su portal «hasta que abran mi convento», como le pidió san Juan.

Cuando amaneció, acudió a las Carmelitas descalzas. Entró en clausura, confesó a una religiosa gravemente enferma y recitó los romances sobre la Trinidad que había compuesto. Cuentan que Magdalena del Espíritu Santo recordaría después que el frailecillo llevaba un cuaderno con las estrofas de Cántico espiritual hasta «¡oh ninfas de judea!», el poema Qué bien sé yo la fonte que mana y corre, y otro romance sobre el salmo Super flumina Babylonis.

Pedro González de Mendoza, canónigo de Toledo y buen amigo de los descalzos, escondió en su casa a Juan de la Cruz, y en septiembre lo llevó a Almodóvar del Río, donde iban a reunirse en capítulo los carmelitas reformadores.

Desde Almodóvar fue acompañado hasta el conventillo de El Calvario, donde había sido nombrado prior. Por el camino se detuvo en Beas de Segura, en el convento de Carmelitas donde era priora Ana de Jesús. Al llegar, una monja cantó esta coplilla:

«Quien no sabe de penas,/en este valle de dolores,/no sabe cosas buenas,/ni ha gustado amores,/pues penas son el traje de amadores».

Relicario de San Juan de la Cruz
Relicario de San Juan de la Cruz

Cuentan que Juan se desmayó tras escucharlo. Como apunta Jiménez Lozano: «La cárcel le había debilitado, sin duda, y quizá emocionalmente aún no estaba muy equilibrado; pero lo que esta anécdota nos indica, sobre todo, es que su sensibilidad se ha afinado tan extraordinariamente y absorberá con todas las fuerzas de su espíritu toda la belleza de la naturaleza El Calvario». Y es que aquel convento era un vergel: vegetación variada, suave brisa, acequias profundas, toda la naturaleza hablando el paso del Amado. Y allí completó el Cántico.

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08-08-23 - San Juan de la Cruz divino hasta para los ateos

«Glorificacion de San Juan de la Cruz», pintado por Vicente Berdusán en 1676 para el convento de los Carmelitas descalzos en Tudela, Navarra. Convento de los Carmelitas descalzos en Tudela Navarra
«Glorificacion de San Juan de la Cruz», pintado por Vicente Berdusán en 1676 para el convento de los Carmelitas descalzos en Tudela, Navarra. Convento de los Carmelitas descalzos en Tudela Navarra

Santa Teresa de Jesús dijo de él: «Jamás le hemos visto una imperfección», en una carta de 1568 al que era su asesor espiritual, Francisco de Salcedo. En ella, recomendaba tener en cuenta a fray Juan de Santo Matía (su primera identificación como fraile antes de convertirse en Juan de la Cruz) para que llevara a cabo asuntos relacionados con la fundación del convento de carmelitas descalzos de Duruelo. Teresa se refería a la personalidad y conducta de Juan, pero podría extenderse esa ausencia de imperfecciones a su obra poética, habida cuenta de su altura lírica y profundidad filosófica. De eso da cuenta ahora «Cántico espiritual. Poesía completa» (Real Academia Española), a cargo de María Jesús Mancho Duque.

«Buscando mis amores, / iré por esos montes y riberas; / ni cogeré las flores, / ni temeré las fieras, / y pasaré los fuertes y fronteras», se lee en la tercera estrofa del «Cántico espiritual»; en ella, la amada decide lanzarse en pos de su Amado, explica la estudiosa, «con la firme determinación de que ni el goce de los placeres la distraiga de su propósito, ni el temor de los peligros le impida su avance, en la confianza esperanzada de superar los más arduos obstáculos y de vencer a los más fieros enemigos». Es un ejemplo de la dimensión lírica de San Juan de la Cruz, de tinte amoroso y desde la búsqueda activa de Dios. De ahí que el profesor universitario de literatura española Jesús Ferrer afirme que «la poesía de San Juan de la Cruz rebosa simbolismo místico, unido a una denodada lucha interior de acuerdo al anhelo de unión del alma con la divinidad».

Así las cosas, Macho Duque aclara metáforas, pone en contexto los tópicos literarios antiguos y señala la riqueza del componente léxico y rítmico del poeta, cuya obra total no excede los mil versos. Puede ser que a veces su lectura no sea fácil, pero «como apuntaba el Padre Doria en los albores de la reforma carmelitana, sus escritos son como los granos de pimienta que dan calor y despiertan el apetito». Son palabras de Miguel de Santiago, un sacerdote y periodista que en los años ochenta editó la obra de San Juan.

Influencia infinita

Esto nos llevaría al influjo del poeta abulense en escritores de todo el mundo durante los últimos quinientos años; por algo dice el poeta y profesor José Luis García Martín que «representa la figura máxima, en la literatura española, de un tipo de poeta: el vate inspirado, aquel para el que la poesía es –o parece ser– un don del cielo», que contrapone al perfil del poeta estudioso, como Fray Luis de León. Con libros de idéntico nombre, «La soledad sonora» (1911 y 1991), Juan Ramón Jiménez y Antonio Gala bebieron de la estrofa XV del «Cántico espiritual»: «La noche sosegada / en par de los levantes del aurora, / la música callada, / la soledad sonora, / la cena que recrea y enamora». Y qué decir del Jorge Guillén que encabezó la primera parte de su «Cántico» (1950) con este epígrafe: «Por el otero asoma / al aire de tu vuelo».

«¡Qué tenacidad la de San Juan por alcanzar el fruto deseado, “ese no sé qué que quedan balbuciendo”, los distintos mensajeros, en sus “Canciones entre el Alma y el Esposo”», dice el poeta Agustín Porras Estrada, aludiendo con ello a una famosa aliteración cuya impresión sonora ilustra el efecto mismo del balbuceo, y a la vez a este fragmento: «¡Oh cristalina fuente, / si en esos tus semblantes plateados, / formases de repente / los ojos deseados, / que tengo en mis entrañas dibujados!». Asimismo, otro ejemplo de sofisticación lingüística sería el que destaca Ferrer al citar el verso «le di a la caza alcance», a sus ojos, «todo un hallazgo de impactante carga semántica».

Realmente, para cierta generación libresca nacida a mediados del siglo XX, San Juan de la Cruz fue clave. Andrés Amorós habla de que «no hace falta ser creyente para apreciar la calidad extraordinaria de su poesía» y recomienda el estudio de Dámaso Alonso «San Juan, desde esta ladera», al tiempo que añade que hay una parte de su poesía que se puede estudiar y explicar, y otra que no, porque alcanza lo inefable; en este aspecto, lo compara con la música de Bach. Y curiosamente, el narrador José Maria Conget sostiene algo semejante. «Yo he leído siempre a San Juan desde esta ladera, como decía Dámaso Alonso. Y desde esta ladera su poesía me parece misteriosa y deslumbrante y memorable verso a verso. Ningún otro poeta de lengua española posee su capacidad de sugerencia, aun sin entender el significado. “Y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo” es emoción verbal, lo más parecido que conozco en literatura a la música de Bach. Hay versos –‘‘las ínsulas extrañas”– que me remiten al paraíso. Y yo no soy creyente», afirma.

Trascendencia espiritual

Otro autor de similares años, Luis Alberto de Cuenca, lo tiene claro: «El poeta español o hispanoamericano que no se haya visto afectado en su manera de hacer versos por San Juan de la Cruz probablemente miente», dice, complacido por tener a mano siempre el número 171bis de la colección Crisol de Aguilar, en el que se ofrece la poesía completa de San Juan con prólogo y notas de Alonso. «Es uno de mis fetiches bibliográficos favoritos. De hecho uno de mis libros más intensos, “Por fuertes y fronteras” (1996), le debe el título», asegura entusiasta el poeta, filólogo y traductor. Y por su parte, José Luis Morante, vecino de donde nació el poeta del siglo XVI y ganador además del Premio Internacional de Poesía San Juan de la Cruz en 2001, asevera convencido de su afirmación que «la influencia del poeta sigue siendo máxima», en particular en la poesía amorosa contemporánea.

Desde una universidad californiana, Gonzalo Navajas advierte que San Juan de la Cruz «ocupa un espacio significativo en la historia de las ideas, en cuanto que su poesía queda inserta en una larga línea del pensamiento (que va desde Spinoza a Unamuno) que valora las emociones y las experiencias existenciales profundas como formas de conocimiento tan legítimas y poderosas como la razón». Desde Nueva York, el poeta Hilario Barrero declara que «sin Juan de la Cruz no sólo no habría un “gap” en la historia de la literatura española, sino también se hubiera producido un vacío “místico” en el pensamiento cristiano». Esta opinión hace constatable lo que aquel “medio fraile”, como cariñosamente le llamaba Santa Teresa por su baja estatura, al decir de Ferrer, «no es solamente el poeta de excelente clasicismo que ha admirado durante siglos a tantas generaciones lectoras, sino también el artífice de una lírica que combina la experimentación lingüística con la espiritualidad conceptual».

Y es que, ciertamente, cuando leemos el poema «Noche oscura del alma», somos capaces de sentir, «en su palpitante vigencia, que la voz y escritura del poeta se dirige a cada uno de nosotros personalmente, porque sus versos son fiel reflejo de una necesaria trascendencia espiritual que, más allá de lo religioso, caracteriza la identidad antropológica del ser humano». El poeta y eclesiástico fue beatificado en 1675 y canonizado en 1726 como San Juan de la Cruz, pero más allá de esto, su divinización es poética y por siempre.

Celda y viaje frustrado a América

El que nació como Juan de Yepes (Fontiveros, Ávila, 1542) estudió en Medina del Campo, en entidades de caridad cristiana y en los jesuitas. A los veintiún años ingresó en la Orden del Carmen y, en 1564, se trasladó a la ciudad de Salamanca, donde estudió Artes y Teología. Sin embargo, en el seno de esta orden se desarrollaron diversas controversias y diferentes polémicas por las que fue amonestado –se le reprochaba, entre otras cosas, la austeridad que predicaba– y, al fin, enviado en 1577 a una prisión conventual en Toledo a modo de reprimenda, circunstancia que utilizó para dar cauce a su pulsión poética y mística y refugiarse en ella. La reclusión duró ocho meses, pero consiguió escapar del encierro y se instaló de manera temporal en Andalucía. Más adelante, pasados los años, volvería a Castilla, en 1588, en calidad de prior de los carmelitas, y tan solo tres años después, encontró de manera inesperada la muerte en Úbeda, justo cuando estaba de camino para zarpar al barco que lo iba a llevar a América.

El origen de un hombre

Anna Serra Zamora, en su edición de «En una noche oscura. Poesía completa y selección de prosa» (Penguin, 2018), explica que Juan de Santo Matía «echaba en falta más ascetismo y un retorno a la regla original del Carmen, establecida en Palestina en el siglo XIII, donde unos eremitas vivían bajo la inspiración del profeta Elías. Ese era el modelo de vida retirada que él deseaba». Esa idea llevaría al futuro poeta a apoyar las iniciativas de una eclesiástica como Santa Teresa de Jesús, con la que compartía tantas cosas y a la que había conocido en Medina del Campo en 1567. El nombre que adoptó, con esa «cruz», «indica el vínculo de su religiosidad con el sufrimiento de Cristo, que deviene un ejemplo de vida (“imitatio Christi”)», señala la investigadora. Esta dice que Juan ejerció como director espiritual y confesor en conventos de monjas y fundó diversos conventos masculinos.

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