Sepulcro del príncipe Juan en el Real Monasterio de Santo Tomás, Ávila

Sepulcro del príncipe don Juan en el Real Monasterio de Santo Tomás, Ávila.

El Príncipe Don Juan era hijo único varón de los Reyes Católicos. Murió prematuramente y a su muerte murieron también las ilusiones que en él se habían puesto. El sueño que en su hijo acariciaba la reina sobre África, se vio fracasado. Era de complexión débil, y a sus 19 años muchos los pasó enfermizo. Fr. Diego Deza, O.P., gran defensor de Colón y jefe de los tutores y maestros del Príncipe, estaba entusiasmado con él a la vez que esperaba mucho de sus cualidades de mente y corazón. Se casó con la Princesa Margarita de Austria, hija del Emperador Maximiliano, padre también de Felipe el Hermoso, casado a su vez con Doña Juana la Loca, hermana del Príncipe y que heredaría el trono de Isabel por sí misma y luego por su hijo Carlos I de España, que heredó igualmente el reino de Fernando el Católico.

El mausoleo del Príncipe Don Juan es obra es obra del Florentino Doménico Di Alessandro Fancelli, que por recomendación del conde de Tendilla obtuvo el encargo de realizar la última voluntad de Isabel la Católica, que en su testamento dispuso labrara un sarcófago de mármol. Fue esculpido en los años 1511 y 1512. El mismo artista lo trajo de Génova y lo colocó aquí. De traza parecida al de los Reyes Católicos en la capilla real de Granada, presenta forma de cama o túmulo, con cierta originalidad, en forma de pirámide truncada, aún respecto a Italia, pues sólo puede relacionarse lejanamente con el de bronce del Papa Sixto IV, en el Vaticano, obra de Pollaiuolo.

Lleva grifos en los ángulos, y en los costados medallones con la Virgen y San Juan Bautista y las Virtudes teologales y cardinales. Rodean el borde ángeles con blasones, calaveras y trofeos militares enlazados por guirnaldas, luciendo aquí Fancelli primores decorativos insuperables, dentro de un clasicismo selectísimo. En la cabecera, entre dos ángeles, hay un medallón con Santo Domingo en alto relieve. A los pies hay otro, flanqueado por ángeles, en el que está esculpido el epitafio del Príncipe. La estatua yacente del Príncipe forma un todo con el almadraque sobre el que reposa. Está todo tallado con exquisita finura. No luce los guanteletes puestos. Están a ambos lados, ya que no murió en acción bélica, sino por enfermedad.

Dadas las vicisitudes sufridas en la iglesia, es una suerte poder contemplar íntegra la estatua del Príncipe, con su manto regio y armadura cincelada. Sólo falta el final de la espada.

La verja de plata que rodeaba el sepulcro fue llevada por los franceses. La tumba actual fue profanada en 1809. Se desconoce el paradero de los restos del Príncipe, que entonces fueron exhumados.

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El Príncipe Don Juan, hijo de los Reyes Católicos. Enfermó en Medina del Campo de viaje a la boda de su hermana, y la reina católica Isabel, su madre, pensó que era mejor que se le atendiese en Salamanca, donde se encontraba su amigo el fraile dominico Diego Deza. El príncipe acababa de casarse con Margarita de Austria y sobre su muerte corrieron muchos rumores; el más extendido era el que había usado en exceso del amor con Margarita. También se habla de viruela, pero esta versión es, digamos, menos apasionante. Tal es así, que Carlos I recomienda a su hijo, Felipe II, que tenga cuidado con el exceso de amor con su esposa, poniendo de ejemplo a Don Juan. Tras su muerte, Margarita dio a luz, pero la criatura murió. Algunos dicen que Fernando de Rojas encontró en esa pasión de la pareja el argumento de su tragicomedia. El Príncipe se encuentra enterrado en Santo Tomás de Ávila y en su tumba se recuerdan sus "virtudes y ciencia", así como que era "verdadero cristiano, muy amado de sus padres y de su patria, y que en pocos años realizó muchas obras buenas con prudencia y virtud". En Salamanca se le recuerda por el impulso a la Casa de la Mancebía y al empedrado de las principales calles de la cuidad.-

25-05-2021 - La educación del Príncipe don Juan”. Salvador Martínez Cubells. 1877, Palacio del Senado.

El lienzo representa a la reina Isabel la Católica y al cardenal Cisneros, entre otros personajes, educando al príncipe Juan de Aragón, hijo de los Reyes Católicos y heredero de las coronas de Aragón y Castilla hasta su defunción en 1497.

El lienzo representa a la reina Isabel la Católica y al cardenal Cisneros, entre otros personajes, educando al príncipe Juan de Aragón, hijo de los Reyes Católicos y heredero de las coronas de Aragón y Castilla hasta su defunción en 1497.

Si algo se debe reseñar sobre la relación de Isabel respecto a sus hijos fue la enorme preocupación que siempre tuvo por su educación. Son muy numerosas las crónicas de la época en la que se hace referencia una y otra vez a esta circunstancia. La obra de la que hoy hablamos hace referencia a una de esas crónicas, en concreto a la del mozo de cámara del príncipe Juan González de Oviedo. Según el mencionado texto llegó a oídos de la reina que su hijo era “escaso” en palabras del cronista. Este término vendría a expresar lo poco dado que era el príncipe a las dádivas, a la generosidad o dicho de otra manera: su tacañería. Cómo no podía ser de otro modo a su soberana madre la disgustó esta propensión del hijo e ideó una manera de encauzar al príncipe y corregir esta circunstancia. De tal modo hizo hacer inventario de los ropajes del joven Juan a la vez que ordenó hacer al príncipe nuevas ropas cada cierto tiempo. Llegados a este punto la reina aconseja a su hijo desprenderse de sus ropas más usadas y repartirlas entre sus servidores más queridos. Según el cronista la monarca indica a su hijo que los príncipes no han de ser rropavejeros.

Dicho todo lo cual la pintura de Cubells muestra el momento en el que le Príncipe, leyendo el inventario de sus ropas, hace constar ante un escribano la nueva propiedad de ellas a la vez que otro de sus servidores las muestra públicamente. Lógicamente toda la escena transcurre ante la atenta, orgullosa y complacida mirada de Isabel la Católica.

Por tanto, nos encontramos ante una pintura que huye de los grandes temas de los monarcas, de los acontecimientos más importantes y representativos para centrarse en una escena de la cotidianidad real. Se trata de buscar el lado más humano de la reina Isabel que, preocupada por la educación de su hijo, nos acerca a su figura cómo madre.