26-11-04
- Isabel la Católica. La magnificencia de un reinado
Isabel
la Católica. La magnificencia de un reinado conmemora
el quinto centenario de la muerte de la reina Isabel, acaecida
en Medina del Campo el 26 de noviembre de 1504. En tres sedes
distintas (Valladolid, Medina del Campo, Madrigal de las Altas
Torres) se muestra, como el mismo título de la exposición
subraya, la magnificencia de su reinado. En efecto, el de
Isabel la Católica fue no sólo un reinado decisivo
para la historia de Castilla y de España desde el punto
de vista político, sino también desde el artístico
y el cultural; El concepto de magnificencia se entendio, a
la manera clásica, como una auténtica virtud
por la que los reyes, los nobles y los grandes prelados ejercieron
una protección a las artes que en muchos casos no sólo
preludió el Renacimiento, sino que era ya Renacimiento.
En
Valladolid, la exposición nos muestra el esplendor
artístico de la corte, así como el de algunos
de los principales miembros de la nobleza como los Mendoza,
los Fonseca o los Condestables de Castilla, además
del cardenal Cisneros. Junto a ello aparecen la suntuosidad
de un inundo política y militarmente vencido pero de
profunda influencia estética, como es el del reino
nazarí de Granada, y el arte de los nuevo s mundos
descubiertos por Colón, que tanta extrañeza
y admiración produjo en el Almirante.
En
Medina del Campo, el arte, la cultura y la religión
de la nobleza y alta sociedad castellana se despliegan tanto
en sus aspectos caballerescos y profanos, como en los piadosos,
litúrgicos y funerarios.
En
Madrigal de las Altas Torres el ámbito de lo privado
en la vida palaciega aparece en toda su riqueza decorativa,
desde las pequeñas tablas de devoción personal
a los distintos lenguajes artísticos (gótico,
mudejar, nazarí), que configuraron los espacios íntimos
de los palacios castellanos, para culminar con el retrato
de la reina Isabel del Museo del Prado, expuesto en la habitación
donde nació.
Esta
exposición, concebida como un tríptico
un formato, por otra parte, tan propio de la época
, se abre en cada una de sus sedes con salas introductorias
que demuestran la fascinante riqueza del reinado. El humanismo
cristiano nos adentra en la sede de Valladolid, la cultura
profana de cuño caballeresco en la de Medina del Campo
y la devoción privada en la de Madrigal de las Altas
Torres. Tres aspectos esenciales en la imagen estética
de la corte de Castilla; un reino que, durante la segunda
mitad del siglo XV, se convirtió en uno de los centros
culturales más importantes de Europa y cuya acción
política y económica se extendió desde
los Países Bajos a las Islas Canarias y, por supuesto,
ala recién descubierta América.
Los
lenguajes del triunfo
La
época del reinado de los Reyes Católicos, que
ocupa toda la segunda mitad del siglo XV y los primeros años
del siglo XVI, sienta las bases de lo que se denominará
Monarquía Católica, una de las épocas
más brillantes de la historia de España. En
el Monasterio de Nuestra Señora de Prado lugar
de estancia y retiro de la reina, la exposición
nos muestra no sólo los documentos históricos
más importantes que configuraron esta hegemonía,
sino el esplendor artístico de la corte isabelina con
sus colecciones de cuadros, libros miniados y lujosos tapices.
El arte cortesano, que ocupa la nave central, se rodea de
piezas excepcionales patrocinadas por las grandes familias
de la nobleza. El lenguaje artístico predominante es
el Gótico, en su penúltima y más esplendorosa
fase, del que podemos admirar obras de Juan Guas, Juan de
Flandes o Gil de Siloe.
Del
gótico al nazarí
Este
gótico fue concebido como la expresión de un
triunfo, en un reinado cuya propaganda se articuló
fundamentalmente en torno a esta idea: triunfo de la monarquía
sobre la nobleza, sobre el Islam y sobre los judíos,
siguiendo en ello las ideas de unificación que predominaban
en estos momentos en una Europa que comenzaba a ser renacentista.
Sin
embargo, el esplendor artístico del reino nazarí
de Granada fascinó a los reyes y a la nobleza, que
adoptaron muchas de sus soluciones estéticas, siendo
ésta una de las mayores originalidades de España
con respecto al resto de Europa. Por ello, lo hispano-musulmán
tiene una presencia esencial en esta exposición, precisamente
en un lugar que fue panteón de los infantes de Granada,
hijos de los últimos revés nazaríes.
El triunfo del Renacimiento en Castilla no se explica sin
el descubrimiento de nuevos mundos, una empresa que cambió
la historia de Europa patrocinada por los reyes. Por ello,
la tercera parte de esta muestra tiene un inequívoco
sesgo atlántico con una excepcional selección
de objetos canarios, africano-portugueses y americanos de
la época.
La
exposición se cierra con una pieza central: el Testamento
de la reina Isabel de Castilla, abierto por la página
en la que expresa su concepción evangelizadora y liberadora
de los hombres de las nuevas tierras, en una idea renacentista
cuya modernidad admiramos todavía hoy.
26-11-04
- Isabel la Católica, inventora del concepto de España
TRIBUNA
ENRIQUE CIMAS
Hace
frío y las nubes tormentosas que cruzan el cielo de Medina
del Campo, el día 26 de noviembre de 1504 presagian los
diluvios que más tarde caerían, allí y
en todas partes. En lo meteorológico y en lo humano;
y hasta en lo histórico. Para bien y para mal, porque
moría la inventora de la realidad de la España
unida. Y para bien, porque su legado político e integrador,
era de tal magnitud que por muchos siglos se hablaría
en el mundo del genio, la visión realista y la generosidad
de Isabel y Fernando.
La
lluvia entristece. El obispo Fonseca reza en un modesto reclinatorio
de la alcoba de los reyes. Fernando mide con pasos nerviosos
el tamaño de la habitación. Se le va a marchar
a él, personalmente, el ser que agoniza en medio de intensos
dolores. Es su mujer, su Isabel. La rubia princesa de los dulces
y grandes sueños. El rey, rememora los días de
rosa de su boda en Valladolid. Y los muy ensombrecidos de antes
de las capitulaciones matrimoniales. Decididamente Dios andaba
por el medio: él, príncipe y rey de Sicilia pretendía,
en exclusiva, el Trono de Castilla. Pero Isabel, rubia y delicada,
humilde e indómita a la vez, le puso las peras a cuarto:
Castilla y León sería de ella y de él.
Aragón sería de él y de ella. Y ahí
están los acuerdos de Guisando y la batalla de Toro;
y los disgustos con lo de la Beltraneja. Enrique IV, su hermano,
no había jugado demasiado limpio. Todavía después
de la Concordia de Segovia, paseando por las calles de la ciudad
del Acueducto, entre aclamaciones del pueblo, tuvo la desfachatez
de desdecirse en su testamento para favorecer a la Beltraneja.
Pero
el amor, el golpe de genialidad de su esposa, la fe de los dos
en la Providencia y la compenetración entre ambos -pensaba
Fernando- habían hecho el milagro. Porque de consumo,
acopiando medios de no se sabe dónde, se sometió
a la nobleza altanera y el poder de los señores de horca
y cuchillo. Allí no había más que mesnadas
«particulares» y señoriales; partidas de
rústicos y bandoleros, dominando las campiñas.
Y desorden, pobreza y ausencia de autoridad, por todo el país...
Y se pudo con todo, o con la mayor parte. Porque la expulsión
de los judíos, dueños omnímodos y usuarios
del dinero privado, y de gran parte del público, hipotecado,
no los había dejado muy satisfechos. Tal vez la leyenda
negra aludiese a la Inquisición... No; la Inquisición
había sido importada de Francia, y de otras partes de
Europa en las cuales, y desde hacía mas de un siglo,
este tribunal había estado juzgando con indistinta suerte.
-En realidad, según tesis sostenidas en la era contemporánea,
Isabel no «expulsó» a nadie sino que se vio
obligada a suspender un permiso de residencia que tenían
los judíos «como extranjeros tolerados»,
hasta la época de Alfonso X el Sabio-.
Un
quejido más acentuado de la augusta enferma y un torcer
la cabeza, ante lo inevitable del físico que la atendía,
mostraron al rey Fernando el rostro de la muerte en una esposa
entrañable, una madre ejemplar, una reina popular (el
pueblo la quería, nos dice el historiador y profesor
Fernando Álvarez, porque con (Isabel la justiciera»
las gentes sencillas se sentían protegidas) y amantísima
hija de Dios; tan alta vida esperaba, que murió iniciado
el camino para desvirtuarla...
Simbólicamente,
unas docenas de personas apelotonadas ante la puerta de la Casona
Real -que no del castillo de La Mota- en la Plaza Mayor medinense
muchas arrodilladas, lloraban con la lluvia y el ambiente entristecido,
la desaparición de «su» Reina. Ellos: menestrales,
frailes menores, artesanos, labriegos de maravedí la
jornada, mozas de cántaro y rodete, muleros, somatenes,
veedores y rezadoras, representaban el dolor de España
toda. Había concluido la existencia de una mujer enamorada
de un país unidos; de un marido cariñoso y buen
intérprete de sus vastos planes: la unidad, el descubrimiento
de nuevos mundos, la vertebración de éstos con
dignidad, así como el mejor bienestar posible para los
pobladores de aquel nuevo reino; aquende y allende de los mares.
Ahora
existe - es lamentable tener que reconocerlo- desde hace décadas,
prácticamente todo el siglo XX, una irrefrenable inclinación
a proponer fórmulas de complacencia y hasta de privilegios,
para con los nacionalismos. Conversaciones, comités conjuntos,
estatutos a la carta..., para no enfadar a quienes quieren romper
aquella unidad, tan costosamente ganada por los Reyes Católicos.
Llamativo es lo que se les facilita el camino a los partidos
de la autodeterminación; y poco, poquísimo, lo
que se aporta a la tarea de vigorizar la savia de la cohesión
y el nervio de nuestro ser español. Fortaleza y aliento
de un alma nacional, a la que con autoridad y certeza se han
referido plumas como las de Menéndez Pelayo, Sánchez
Albornoz, Ortega, o Marañón. Lejos de mí
la funesta manía de considerar arbitraria toda acción
de gobierno que propenda a beneficiar en lo social, económico
o cultural, a alguna parte de este Estado y Nación...
siempre que ello no repercuta negativamente en el resto del
país. Como un nublado de presumibles efectos devastadores,
como un premonitorio aviso a navegantes sobre la posibilidad
tempestuosa que puede, dios no lo quiera, poner a nuestro barco
español boca arriba. Con tensión; con gravísima
preocupación, asistimos millones y millones de ciudadanos
la llegada de los debates sobre modificaciones de estatutos
autonómicos; respeto de las pretensiones de Carod-Rovira,
Maragall, Ibarreche, etcétera..., precisamente a cinco
siglos, exactamente, de la desaparición de la providencial
inventora de la unidad de España. ¿Podría
darse el caso de que volviésemos a la ausencia de entidad
de un Reino llamado España; regresando a las cavernas
de la indefinición nacional, de la despersonalización,
de la noche triste de los taifas; de la fractura de España?
Entre
el jueves santo, 22 de abril de 1451, de su nacimiento en la
casa-convento de Madrigal de las Altas Torres, y el 26 de noviembre
de 1504, del fallecimiento de Isabel I, en Medina del Campo,
habían transcurrido 53 años. No sólo de
ella, sino, y sobre todo, para el devenir de aconteceres trascendentales
en la vida de la nación. Este, el de alumbrar un Estado,
un concepto de unidad, llamado España, era su invento
genial. Un hermoso sueño, hecho realidad, que nadie,
ni nada, tiene derecho a desvirtuar.
26-11-04
- Granada conmemora hoy el V centenario de la muerte de Isabel
la Católica
Hoy
se cumplen quinientos años de la muerte de Isabel de
Trastámara, la Reina que marcó el tránsito
a la modernidad, que alumbró América y que buscó
la unidad
Isabel
la Católica nació en 1451. Dos años después
caía Constantinopla a manos del naciente imperio turco.
Medio siglo más tarde, la Reina daría la réplica
a ese avance musulmán con la conquista del reino nazarí
de Granada. Isabel alumbró el Descubrimiento de América.
Moría hoy hace 500 años. Su conmemoración
ha sido y es uno de los grandes acontecimientos culturales
de 2004, repleta de congresos, debates, reediciones de libros,
acuñaciones de monedas, biografías, conciertos
y exposiciones, como la que se inaugura hoy en el Hospital
Real de Granada, «Los Reyes Católicos y Granada».
Organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales,
más de ciento cincuenta piezas proyectarán los
antecedentes, el desarrollo y lo que significó para
el mundo la guerra de Granada. Isabel la Católica ha
viajado durante 2004 de Valladolid a Nueva York, de Medina
del Campo a Madrigal de las Altas Torres, de Simancas a Castillo
de la Mota, de Torreón del Lozoya a Segovia, de Granada
a Madrid...
Sin
embargo, según el académico de la Historia Luis
Suárez existe un «silencio institucional»
en torno a ella: «Se ha festejado a Carlos V, a Felipe
II y al Quijote, pero con Isabel I se guarda silencio porque
hay prejuicios, y éstos proceden de la ignorancia.
Esta actitud de silencio tiene que ver con la defensa que
ella hacía de la unidad de España y por su apoyo
al catolicismo; ahora se lleva el estado laico». Autor
de «Los Reyes Católicos» (Ariel), Suárez
ha desempolvado los tesoros que custodia la Real Academia
de la Historia para organizar una exposición (hasta
el 22 de diciembre) en torno a la mujer que reveló
a Europa que la femineidad no es un obstáculo para
el ejercicio de funciones reales. Sus salas exhiben obras
de arte, documentos, incunables, Biblias, cartas autógrafas
de Colón dirigidas a los Reyes Católicos sobre
las cosas necesarias para abastecer las Indias, grabados o
litografías que conmemoran el V
centenario de su muerte. «Fue una época
de plenitud -subraya Luis Suárez- en la que, mediante
el esfuerzo dual (es imposible separar a la Reina de su marido,
a quien ella misma calificó de «mejor Rey de
España») pudo construirse la Monarquía
hispana mediante una unión de reinos».
El
testamento y el codicilio
Una
de las joyas de la exposición en la Academia de la
Historia es el testamento, que la Reina suscribe el 12 de
octubre de 1504, y el codicilo que se redacta el 23 de noviembre,
tres días antes de que ella muera. En el testamento,
que es ley fundamental, donde se ordenan los preceptos que
atañen a la sucesión, aparecen consolidadas
dos decisiones: que las mujeres, faltando heredero varón
en su misma línea, tienen derecho a reinar -Juana no
es reconocida simplemente como transmisora de derechos, sino
como reina en el pleno sentido de la palabra- y que la transmisión
se hará de la madre al hijo, conforme estipulan las
leyes de reinos hispanos.
26-11-04
- La I Feria de la Hispanidad de Medina abre los actos del día
del Centenario
Una misa de acción de gracias centra hoy la jornada grande
de la conmemoración
REBECA CID/MEDINA
DEL CAMPO
La
directora general de Comercio de la Junta de Castilla y León,
Córdula García,
y el alcalde del Ayuntamiento de Medina del Campo, Crescencio
Martín Pascual, inauguraron ayer tarde la primera Feria
de la Hispanidad, organizada con motivo del V Centenario de
la muerte de la Reina Isabel la Católica.
El
Centro Cultural Integrado de la villa acoge un total de 31
expositores de unos seis metros cuadrados, en los que los
feriantes, llegados desde diferentes puntos de hispanoamérica
y de ciudades españolas como Ávila, Segovia
o Granada, muestran productos, todos ellos artesanos, de entre
los que destacan las diferentes especialidades textiles, como
encajes, brocados, bordados, joyas, obras en madera o cerámica.
La
feria, que permanecerá abierta hasta el próximo
domingo, en horario de 11 a 14.30 horas y de 17 a 21 horas,
acogerá también diversas actuaciones musicales
y de baile de agrupaciones de México, Colombia, Perú
y Chile. El grupo mexicano Nahuí-Ollín fue el
primero en mostrar ayer su arte musical ante los visitantes
congregados.
Los
actos de la conmemoración continuarán a lo largo
de toda la jornada de hoy, día en que hace 500 años
murió la Reina en la villa medinense. A lo largo de
la mañana se presentará el sello conmemorativo,
y se inaugurará la escultura 'El Sueño de Isabel',
en el Palacio Real Testamentario.
A
las 12.00 horas tendrá lugar uno de los actos más
importantes, una eucaristía de acción de gracias,
oficiada por el arzobispo de Valladolid, Braulio Rodríguez,
en la iglesia Colegiata de San Antolín. La misa será
cantada por el grupo Alfonso X El Sabio y, a continuación,
tendrá lugar un concierto de órgano a cargo
de Antonio Baciero
Tañer
de campanas
A
las 12.30 horas las parroquias, iglesias, conventos y ermitas
de la villa y de todas las ciudades y pueblos isabelinos tañerán
sus campanas en recuerdo de la hora de la muerte de la Reina.
Posteriormente, se recreará el cortejo fúnebre
desde el Palacio Real hasta el Centro Cultural.
Ya
por la tarde, se celebrará un encuentro entre los alcaldes
del V Centenario y, a las 19.00 horas, el II concierto de
la XII Semana Internacional de la Música en el auditorio
municipal, a cargo de Bogdan Bácanu. El punto y final
a la conmemoración tendrá lugar a las 20.30
horas con un espectáculo pirotécnico.
26-11-04
- Centenario de la muerte de Isabel la Católica
LUIS GIL DÍAZ/
«Para
detallar los actos de clausura de la conmemoración
del V Centenario de la Muerte de
Isabel la Católica, la Junta de Castilla y León
y el Ayuntamiento de Medina del Campo han publicado un folleto
explicativo de los actos que se vienen celebrando hasta el
próximo día 30 de este mes. Me ha llamado
desagradablemente la atención, y es el motivo de este
escrito, que para el día 26 está anunciada,
a las seis de la tarde, una conferencia titulada: 'Isabel
la Católica y la modernidad'. Curiosamente se notifica
que dicha conferencia será a cargo de Pilar Arístegui
(transcribo literalmente su presentación: 'esposa
de D. Carlos Abellá, ex embajador de España
ante la Santa Sede'). Al leer esto me vienen automáticamente
a la cabeza dos preguntas. ¿Con ser simplemente la
esposa de un ex embajador, es suficiente mérito de
capacidad para dar una conferencia de éstas características?
¿Esta señora no tiene suficiente capacidad intelectual
y de atracción si no es presentada como la mujer de...?
Me parece que hablar de modernidad en el siglo XXI haciendo
la presentación de la ponente con la única referencia
de 'esposa de', es un signo tan rancio y retrógrado
que no se debe tolerar en los tiempos actuales.»
26-11-04
- La Diputación de Valladolid reconoce la labor de Isabel
la Católica en el 500 aniversario de su muerte
La
Diputación de Valladolid, con motivo de cumplirse quinientos
años de la muerte de la reina Isabel La Católica,
reconoció la importancia que su reinado tuvo para sentar
las bases del Estado Moderno en España.
La
institución provincial, que celebró hoy sesión
ordinaria de pleno, aprovechó la citada efeméride
para realizar una declaración institucional en la que
recuerda que se cumplen quinientos
años de la muerte de Isabel La Católica,
ocurrida a escasos kilómetros, en las Casas
Reales de la Plaza
Mayor de Medina del Campo.
"Durante
los años de su gobierno, junto con al rey Fernando,
ocurrieron acontecimientos sociales, políticos, económicos
y culturales que cambiaron el mundo, resultando un periodo
crucial de nuestra historia", entre los que se citan
la construcción de la monarquía hispánica
y el fortalecimiento de la corona frente a los seculares poderes
de la nobleza, el enorme desarrollo económico y comercial
de sus reinos, la activa política exterior en el Mediterráneo,
la renovación de los lenguajes artísticos y
culturales, la unidad de los territorios peninsulares y, de
manera especial, el papel fundamental en la empresa descubridora
de un Nuevo Mundo.
Tales
logros constituyen, en opinión del presidente de la Diputación,
Ramiro Ruiz Medrano, "aspectos esenciales de un reinado
en el que trasciende de manera singular la personalidad de una
Soberana que consiguió aunar los esfuerzos de sus gentes
para configurar una nueva sociedad, sentando las bases del Estado
Moderno en España".
26-11-04 - La aparición de un sello con valor facial de 2,19 euros viene a conmemorar el V centenario del fallecimiento de Isabel la Católica.
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La aparición de un sello con valor facial de 2,19 euros viene a conmemorar el V centenario del fallecimiento de Isabel la Católica. |
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Nació la princesa Isabel el 22 de abril de 1451 en el palacio de Madrigal de las Altas Torres, erigido por su padre Juan II de Castilla, siendo bautizada días después en la iglesia de San Nicolás. Tras la muerte de su padre pasa su infancia junto a su madre, Isabel de Portugal, en Arévalo, villa en la que murió su progenitora en 1496. Aunque fuera reconocida en Guisando como heredera de la corona de Castilla en 1468, no obtuvo su proclamación como reina hasta diciembre de 1474 en Segovia, años después de casarse con Fernando de Aragón. Entre los hechos más importantes de su cronología como reina de Castilla, período que abarcó desde 1474 hasta su muerte en 1504, señalamos: el nacimiento de su hijo Juan, heredero de los Reyes Católicos, en Sevilla (1478); la muerte de Juan II de Aragón, que da origen al camino en común de esta corona con la de Castilla (1479); el inicio de la guerra de Granada (1482); la publicación de las Ordenanzas Reales de Castilla (1484); la negociación por parte de los Reyes Católicos de los compromisos matrimoniales de sus hijos: Juan con Margarita de Austria, Juana con Felipe de Austria y Catalina con Arturo de Gales (1489); el casamiento de la infanta Isabel con Alfonso de Portugal (1490); se firman las capitulaciones para la rendición y entrega de Granada (1491); la toma de Granada el 2 de enero de 1492 con lo que concluye la Reconquista; en abril de este mismo año se firman las Capitulaciones de Santa Fe, el acuerdo entre Colón y los Reyes Católicos; y el 3 de agosto Colón inició su primer viaje, que finalizó el 12 de octubre con la llegada al Nuevo Mundo, a América; en abril de 1493 Colón fue recibido por los Reyes Católicos en Barcelona, iniciando tras ello su segundo viaje; en 1498 Cisneros fundó la Universidad de Alcalá y Colón realizó su tercer viaje; en 1503 el reino de Nápoles pasó a ser posesión de Fernando el Católico. Isabel la Católica fallece a los cincuenta y tres años, el 26 de noviembre de 1504, en el palacio Testamentario de Medina del Campo, edificio ubicado junto a la plaza donde tuvieron lugar las más importantes ferias de la Baja Edad Media, tras redactar su testamento. El sello reproduce una serigrafía del artista y diseñador gráfico Moreda, nacido en Medina del Campo.
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