Sistema
monetario de las tierras de Castilla. II.
El
maravedí, o morabetino, es el nombre que se daba al dinar
de oro almoraví, moneda utilizada durante la Edad Media
desde el año 1172 hasta el 1221. En los contactos económicos
entre el mundo cristiano y el mundo musulmán el cambio
entre la moneda cristiana y la moneda de los territorios musulmanes
utilizada por cada uno de ellos se establecía en la proporción
de un maravedí por cada diez dinares.
Se
acuñaron monedas de un maravedí en vellón
en el siglo XIV y XV, durante los reinados de Alfonso XI, Enrique
II, Juan II y Enrique III. Estas monedas fueron el cruzado, el
maravedí blanco o burgalés y la doble blanca. En
el siglo XIV, durante el reinado de Enrique III, se acuña
una moneda llamada dinero que equivalía a la doceava parte
de un maravedí y también se acuña la blanca
equivalente a cinco dineros, en la práctica, medio maravedí,
que estuvo en circulación hasta el siglo XIX con este valor.
Junto con el maravedí, Fernando III acuñó,
en la primera mitad del siglo XIII, la dobla equivalente a dos
dinares y que se convirtió en la unidad áurea hasta
el reinado de los Reyes Católicos.
También
se acuñaron en el reinado de Fernando III medias doblas,
llamadas mazmudinas, y cuartos de dobla con un valor de un dinar
y medio dinar. En el año 1333, Fernando III establece el
cambio de la dobla en veinticinco maravedíes. A mediados
del siglo XIV Pedro I establece la equivalencia de la dobla en
los treinta y cinco maravedíes de oro y en los treinta
y seis maravedíes de plata. Pedro I crea el real en plata
y la equivalencia entre doblas y reales se establece en doce reales
por cada dobla. La dobla llegó a valer cien maravedíes
de oro a finales del siglo XIV, a mediados del siglo XV su equivalencia
en oro llegaría a los ciento cincuenta maravedíes,
en el año 1473 a cuatrocientos maravedíes hasta
los cuatrocientos ochenta en el año 1480. En el año
1475 los Reyes Católicos acuñaron maravedíes
y blancas de vellón como parte de su sistema monetario.
La moneda de vellón irá perdiendo en la aleación
su proporción de plata hasta llegar al siglo XVII cuando
la acuñación se hace prácticamente sólo
en cobre. El cuarto y el ochavo fueron monedas de cobre entre
los siglos XV y XIX con un valor de cuatro y dos maravedíes,
respectivamente. Durante el siglo XV y el siglo XVI el maravedí
desaparece como moneda de uso para convertirse en moda de cuenta
básica para cambios y equivalencias y en referente de valor.
Reaparece su uso en el siglo XVII con acuñaciones en cobre,
que se hacen cada vez más frecuentes desde el año
1599.
La
otra moneda de uso común en el siglo XVIII era el real.
El real se acuña en plata desde el siglo XIV durante el
reinado de Pedro I con un valor de tres maravedíes. A fines
del siglo XIV su valor era de 8 maravedís y a mediados
del XV de 15. Durante el reinado de los Reyes Católicos
el real pasa a valer 30 maravedíes en el año 1475
y 34 en 1497, valor que se establece en la ordenación del
sistema monetario recogido en las Ordenanzas de Medina del Campo.
El real, como moneda característica de Castilla, tuvo distintas
acuñaciones y valores ya que existieron emisiones de monedas
de reales de a ocho, de a cuatro y de a dos, como múltiplos
que acuña Carlos I. Igualmente se acuñaron divisores
en piezas de medio, cuarto y octavo real como ya habían
hecho los Reyes Católicos. Como múltiplo del real
podemos citar el cincuentín equivalente a 50 reales. Tanto
múltiplos como divisores de la moneda de real tienen la
referencia del real de 34 maravedíes desde el año
1497. La moneda de ocho reales recibía el nombre de peso
o duro y se convertirá en la moneda fundamental del sistema
monetario español a partir del siglo XVIII. Carlos I acuña
en plata piezas de ocho reales que reciben el nombre de peso viejo,
o real de plata viejo. En el año 1642, Felipe IV baja la
proporción de plata y el real de a ocho pasa a llamarse
real de plata nuevo. El real de plata vieja equivalía a
10 reales de plata nueva. Con la acuñación de vellón
el real de a ocho de plata vieja se cambia por 15 reales de vellón
y el de plata nueva por 12. Durante el siglo XVII en las acuñaciones
del real, al igual que sucede con las del maravedí, es
cada vez más abundante el cobre y la denominación
de vellón pasa a ser de uso popular, la única circulación
al alcance de las clases populares y su permanencia en el lenguaje
como sinónimo de moneda de poco valor.
En
el siglo XVIII, las equivalencias entre pesos y reales sufrirían
nuevas modificaciones y así el cuartillo de real en vellón
pasará a equivaler a la cuarta parte de un real.
Maravedís,
reales y doblas son las monedas que circulan por las tierras de
Castilla hasta finales del siglo XV. El maravedí y el real
se mantendrán hasta el siglo XIX y serán los instrumentos
de pago más utilizados para las actividades comerciales.
El sistema monetario de Castilla entre los siglos XV y XVIII presenta
una variedad de monedas de poco valor cuya denominación
se ha incorporado a nuestro vocabulario en expresiones coloquiales
con el significado de estar escaso de fondos monetarios. Así
tenemos que el ardite, nombre de una moneda catalana de vellón
acuñada entre los siglos XVI y XVIII, a dado lugar a la
expresión no valer un ardite. A una expresión
semejante han dado lugar las monedas denominadas cuarto y ochavo
que tenían un valor de cuatro y dos maravedíes,
respectivamente, que ya están recogidas en el sistema monetario
de Castilla de las Ordenanzas de Medina del Campo. La blanca,
moneda de vellón acuñada por los Reyes Católicos
con un valor de medio maravedí, es el origen de la expresión
estar sin blanca. Las moneda denominada calderilla
ha pasado a hacer referencia como nombre genérico a todas
las monedas de escaso valor. El nombre de otras monedas que circularon
en estas siglos se ha ido convirtiendo en denominación
muy usada para acuñaciones con distinto valor como sucede
con el duro. Durillo fue el nombre genérico de la moneda
española de los reales de a ocho o moneda con un valor
de ocho reales. También se denominó duro a la moneda
de veinte reales, a la de dos escudos y a la de cinco pesetas.
Los
Reyes Católicos realizaron una reforma del sistema monetario
de Castilla recogido en las Ordenanzas de Mediana del Campo de
1497. En el año 1475 acuñan el excelente de Granada
en oro, según el modelo del ducado veneciano, con un valor
de 375 maravedís o lo que es lo mismo de 11 reales y un
maravedí o 750 blancas. También se acuñaron
medios excelentes y cuartos de excelente. Al excelente después
de la acuñación de los ducados en el año
1477 se le llama también doble ducado. El excelente sigue
en circulación hasta el año 1632, aunque conocido
como trentín por equivaler a 30 reales y que será
la unidad áurea hasta 1537. Durante el reinado de los Reyes
Católicos se acuñó el ochavo, equivalente
a 1/8 de real, que a partir de 1566 fue una pieza de vellón
rico con valor de dos maravedís, aunque posteriormente
se acuñaron otras monedas de cobre con igual denominación.
De las acuñaciones en oro hay que citar el castellano equivalente
a cuatrocientos cuarenta maravedíes o lo que es igual a
13 reales. Estos monarcas sustituirán la dobla castellana
y el florín aragonés por el ducado con un valor
de medio excelente en el año 1477, moneda que será
la base del sistema monetario en oro y funcionará como
patrón internacional de intercambios y unidad de cuenta.
Al ducado también se le llamará florín a
principios del siglo XVII. Durante su reinado también se
acuñan cuartos de ducado equivalentes a medio escudo. Con
respecto al real, como ya hemos recogido, los Reyes Católicos
establecen su valor en 34 maravedíes, equivalencia que
no se modificará hasta el siglo XIX, siglo en que desaparece
esta moneda. Durante el reinado de los Reyes Católicos
en los territorios del reino de Valencia circula el excelente
valenciano y en los de Cataluña el principat catalán.
En
España se mantuvo entre los siglos XVI y XVIII la proporción
en oro de los ducados mientras que bajaba en el resto de Europa
por lo que los ducados que salían de nuestro territorio
eran acaparados ya que valía mas el oro de su ley que el
valor de cuenta de la moneda. Debido a ello, Carlos I acuña
en el año 1535 el escudo con una equivalencia a trescientos
cincuenta maravedíes que quedará como nueva moneda
de cuenta y unidad en oro y se acuña la onza en oro con
un valor de ocho escudos. Felipe II acuña escudos en plata
para los Países Bajos. El centén o centín,
acuñado en oro en el Real Ingenio de Segovia por Felipe
III y Felipe IV, tuvo un valor de cien escudos. Desde el año
1738, durante el reinado de Felipe V hasta el de Fernando VII,
circula el escudillo en oro o medio escudo, que fue una moneda
muy popular.
El
nombre de la moneda denominada escudo hace referencia a que en
el reverso de todas las monedas acuñadas, unas veces en
oro y otras en plata, aparece el escudo de referencia del territorio
donde se realiza la emisión, siendo una moneda inspirada
en la moneda francesa Écu. El escudo desaparece del sistema
monetario español como moneda en uso en el reinado de Isabel
II.
Por
lo que se refiere al sistema monetario en oro. La unidad áurea,
base de las acuñaciones en oro, será el excelente
hasta el año 1477, año en el que se acuñan
los ducados y se convierten en la moneda de referencia para
los cambios y para fijar los precios y los intercambios con
Europa y América. La acuñación de excelentes
en oro se mantiene cuando ya el ducado sea la moneda patrón
en el sistema áureo. Una nueva acuñación
en oro la de los escudos en el año 1535 hace que éstos
se conviertan en la nueva monedad base de cuenta. El escudo
sustituirá desde el año 1537 al excelente y al
ducado como unidad áurea. A pesar de estos cambios en
la unidad base de referencia de la moneda de oro, los ducados
serán la moneda en la que se hacían los asientos
y los empréstitos de la Hacienda de Castilla con los
banqueros europeos, situación que se mantendrá
durante toda la edad moderna. El valor del ducado se equipara
con el del escudo en 350 maravedís para la contabilidad
oficial y de la administración, para los pagos de sueldos,
los arrendamientos y las compras y las ventas entre particulares.
En
los siglos XVI, XVII y XVIII circula un sistema monetario con
acuñaciones en oro, plata y aleaciones con más
o menos porcentaje de cobre, que serán las emisiones
en vellón. Como hemos visto durante estos siglos se produjeron
multitud de cambios en el sistema monetario, tanto en las monedad
usadas en las actividades cotidianas como en las utilizadas
de valor de referencia. A lo largo del siglo XVII se impone
la acuñación monetaria en cobre. La moneda de
vellón, aleación de un metal precioso con otros
metales, es el recurso de la Hacienda Real para evitar la fuga
de metales nobles, pues en muchas monedas tenía mas valor
el metal acuñado que la moneda en circulación.
Esta situación se agrava con la quiebra de la Hacienda
en el año 1575 y con las bancarrotas que se suceden en
el siglo XVII y la solución es que la aleación
fuera perdiendo porcentaje de plata. Entre los años 1599
y 1625, durante el reinado de Felipe III, se acuñaron
gran cantidad de monedas de cobre puro, cantidad que se calcula
en unos 22 millones de ducados. En el año 1606 se elimina
la acuñación en plata y el cobre se reduce al
50% en la moneda de vellón, estos datos son indicativos
de la situación monetaria de la Hacienda Real las catástrofes
monetarias se repetirán durante los años 1656
y 1680.
Las
Cortes de Castilla consiguen la prohibición entre los
años 1608 y 1617 de la emisión de monedas de vellón
y a cambio de esta prohibición conceden a favor del monarca
un Servicio de 17,5 millones de ducados. En el año 1617
la Corona solicita de las Cortes la emisión de moneda
de vellón no excediendo la cantidad solicitada de los
ochocientos mil ducados, pero este límite no se respeta
y hasta el año 1619 se acuñaron cinco millones
de ducados. En el mes de junio del año 1619 las Cortes
vuelven a solicitar el ceso de las acuñaciones en vellón,
pero en 1621 se estaba acuñando de nuevo vellón
en la casa de la moneda de Toledo. Entre los años 1621
y 1626 la acuñación en vellón asciende
a los catorce millones de ducados. En el año 1627 se
vuelve a prohibir la emisión de vellón y se procede
a recoger el vellón en circulación y a cambiarlo
por plata. Para realizar el cambio del vellón por la
plata se crea La Diputación para el Consumo del Vellón
que fracasa en sus planes de conversión y apenas tiene
un año de vigencia por lo que se crea una compañía
bancaria regida por italianos para recoger el vellón
circulante pagando en plata el 80% del valor nominal del vellón
entregado y asegurando un interés del 5%, pero esta medida
fracasa por la desconfianza de los castellanos. Ante la imposibilidad
de realizar esta operación y terminar con la circulación
del vellón se acuerda, en 1628 durante el reinado de
Felipe IV, reducir el valor nominal del vellón en un
50% por lo que el cambio de la moneda de vellón por la
de plata suponía dar dos reales de vellón y recibir
uno de plata.
A
pesar de todos los intentos realizados durante el siglo XVII
para suprimir la acuñación de vellón y
evitar su circulación esta moneda se mantiene a lo largo
de todo el siglo y continuará en uso en el siglo XVIII:
Tal fue la importancia de la circulación en vellón
que en el año 1686 Carlos II crea el real de vellón
como unidad de cuenta, aunque el término vellón
se convertiría en sinónimo de moneda de poco valor
que circulaba sobre todo en el campo; en sinónimo de
calderilla; palabra que pasa al vocabulario usual de los habitantes
de Castilla. En el año 1693 se interrumpirán las
acuñaciones de monedas de vellón. Durante el siglo
XVII junto con la emisión y acuñación de
las monedas de vellón serán frecuentes sus resellos
para aumentar el valor de la moneda circulante y este será
el sistema elegido para evitar el aumento de nuevas acuñaciones.
Con los resellos se hacía una marca de mayor valor sobre
la moneda antigua lo que suponía que la moneda materialmente
acaba bastante maltrecha. Se realizan resellos en los años
1603, 1641, 1642, 1651 que no evitarán las catástrofes
monetarias de los años 1656 y 1680. En 1658, 1660 y 1664
hay nuevas operaciones de resello. A partir de 1686 la situación
monetaria se estabiliza. Recordemos que durante el siglo XV
y en los años 1557, 1575 y 1597 se producen las tres
grandes bancarrotas del estado durante el reinado de Felipe
II
En
los siglos XVI y XVII circularon el real acuñado en plata
y en vellón y la blanca de vellón. El real equivalía
a treinta y cuatro maravedíes y si era de plata el cambio
era por el doble de maravedíes. Otras monedas en cobre
eran el ochavo, la moneda castellana de dos maravedíes
y el cuarto con un valor de cuatro. La blanca era la moneda
con un valor más reducido ya que sólo equivalía
a medio maravedí. En el año 1718 se recoge la
moneda de vellón y se fabrica otra redonda y de cobre
puro y en 1772 Carlos III recoge, definitivamente, toda las
acuñaciones de moneda de vellón que circulaba
mayoritariamente desde el siglo anterior siendo el único
dinero al alcance de los campesinos castellanos. Una Real Cédula
del 26 de Enero de 1718 reorganiza las casas de la moneda y
desde el año 1725 se produce una recuperación
de la estabilidad monetaria. Las monedas de referencia durante
el siglo XVIII serán el real de 34 maravedís,
el real de a dos, la peseta de cuatro reales y el escudo de
oro, equivalente a 40 reales de vellón. En el año
1728, se acuña en plata el llamado peso fuerte con una
equivalencia a 10 reales de plata. Desde 1737, este peso también
se cambiará por 20 reales de vellón. El peso es
una moneda que circulaba en Cataluña y Valencia con el
nombre de Duro, siendo la que adoptará el sistema monetario
español junto con la peseta en el siglo XIX.
En
el siglo XIX se concretan los intentos que durante el siglo
XVIII con la llegada de la dinastía de los Borbones buscaron
la unificación del sistema de peso y medidas y del sistema
monetario en un sistema y único y válido para
todos los territorios de la Corona. El sistema monetario español
adoptará en el siglo XIX monedas con valores y nombres
que eran utilizadas en los territorios de Cataluña y
Valencia como son el duro y la peseta. La peseta tiene su origen
en una moneda catalana de plata que tenia el valor de 2 reales
de plata y 4 reales de vellón. Su elección se
basa en ser la moneda que más se asemejaba a la moneda
francesa. Hasta el año 1937 se realizaron emisiones de
pesetas en plata y posteriormente en latón. Desde el
año 1944 se acuñaron pesetas en una aleación
de cobre, aluminio y níquel. La etimología de
peseta también se ha hecho derivar de la palabra catalana
peça que quiere decir pieza. En el año 1854 se
pasó a la contabilidad monetaría en céntimos
y se emitieron monedas de 10, 5, 2 y 1 céntimo acuñadas
en bronce, circulando igualmente el duro de 20 reales, la media
peseta de dos reales y el real. En 1864 la base del sistema
monetario era el escudo, el doblón y los céntimos.
En la reforma monetaria de 1.868 se establece como unidad de
cuenta la peseta de plata de 100 céntimos y cuatro reales,
desapareciendo monedas como el doblón isabelino de oro
que valía 100 reales, los cuatro duros isabelinos, equivalentes
a 80 reales, y el escudo isabelino o medio duro de plata con
un valor de 10 reales. Lo expuesto corresponde a las variaciones
que sufrió el sistema monetario propio del reino de Castilla
hasta el siglo XIX.
Hasta
la unificación del sistema monetario cada reino de la
Corona de España tenía su propio sistema monetario
y monedas que habían dejado de acuñarse o de circular
en Castilla lo seguían haciendo en otros reinos con distinto
valores. Igualmente, circulaban monedas con variaciones regionales
y locales lo que daba lugar a la existencia de monedas sin valor
fuera de su territorio. A estas monedas para poder ser usadas
fuera de su zona de circulación había que agregarles
la llamada prima o premio, que se estimaba
en un 15% más del valor de la mercancía.
Hasta
la segunda mitad del siglo XIX con relación al sistema
de unidades de medida ocurría en Castilla lo mismo que
ya hemos indicado con el sistema monetario existiendo en estos
sistemas una desorganización total. Se utilizaban en
los territorios de la corona española medidas y monedas
con variaciones locales y un gran número estas medidas
no tenían un valor preciso como ocurría con las
denominadas cestos, zurrones, talegos, aranzadas, yugadas, obradas,
cuerdas, cargas. Por ejemplo, la carga, que se utilizaba para
cuantificar las cantidades de uva y leña, equivalía
en Castilla de modo general a 5 arrobas y el quintal a 100 libras.
La fanega, la unidad más extendida en España para
la medida de áridos, se utilizaba como unidad de superficie,
de peso y también de capacidad. La fanega, a pesar de
ser de uso común en gran parte del territorio de Castilla,
tenía gran diversidad de equivalencias tanto como medida
de superficie como de capacidad.
A
principios del siglo XIX comenzaron a promulgarse distintas
disposiciones oficiales con la finalidad de establecer el Sistema
Métrico Decimal en España. El establecimiento
del Sistema Métrico Decimal en España fue un proceso
largo y difícil y este sistema no se adoptará
de forma efectiva hasta el día 1 de Julio del año
1880. Desde 80 años antes se había ido preparando
la obligación definitiva de adoptar este sistema con
la creación de la Comisión de Pesas y Medidas
encargada de aprobar los patrones primarios y calcular las equivalencias
entre las medidas tradicionales y las nuevas. En el año
1801 el gobierno decretó la unificación fundada
en las medias tradicionales como fueron la vara de Burgos, 0,8359
metros, y el Sistema de Pesos y Medidas de Castilla. Durante
el reinado de Isabel II, el 19 de julio de 1849, se aprobó
la Ley de Pesas y Medias que establecía el sistema métrico
decimal en el país y en las colonias americanas y asiáticas.
En el texto aprobado se decía que la utilización
sería obligatoria a partir del 1 de enero de 1853, pero
los problemas y las dificultades no dejaron de producirse, junto
a los debates intelectuales a favor y en contra de su implantación.
El decreto de 14 de febrero de 1879 estableció la obligatoriedad
del sistema a partir del 1 de julio de 1880 y suponía
la ilegalización, en la práctica, de las medidas
tradicionales, pero la resistencia a las nuevas medidas duro
varias decenas de años y se hizo necesaria la intensificación
de controles para impedir el uso de las medidas tradicionales.
Con
respecto al sistema monetario habría que decir que los
Reyes Católicos iniciaron una tímida unificación
de este sistema, por lo menos en lo que se refería a
la moneda patrón y a la unidad de cuenta. Así,
el 14 de junio de 1497 promulgaron una Pragmática como
Ley Básica del Sistema Monetario. Este intento de organización
y racionalización era un paso imprescindible para la
formación de un estado moderno, fuerte y centralizado.
La creación de un estado moderno es uno de los ejes sobre
los que se mueve la política de los siglos de la edad
moderna y en esta línea de actuación los soberanos
de Francia se sitúan a la cabeza de este intento de creación
de un estado poderoso realizando una primera unificación
de su sistema monetario y de pesos y medidas en el siglo XIV.
Para
completar este apartado y a modo de resumen se recogen algunas
de las medidas de peso y capacidad utilizadas entre los siglos
XV y XVIII y algunas de las cuales todavía se siguen
usando en el medio rural de modo tradicional.
Medidas
de peso.
Adarme:
1/16 de onza. 1,79 g.
Arroba: 25 libras: 11,5 Kg.
Cajón: para minerales, 200 a 240 arrobas.
Cahiz: Medida para áridos, sal, harina, granos, etc.
Medida de origen árabe denominada qafiz. En castilla
se utilizaba una variante equivalente a 666 litros, y como medida
para el yeso su valor era de 690 kilos.
Carga de carreta: 150 a 160 arrobas.
Carga de mula: 12 a 14 arrobas.
Cuarterón: 1/4 de libra, 115 gramos
Ochava o Dracma: 1/8 de onza. Para medicina se dividí
la ochava en 3 escrúpulos. Cada escrúpulo se podía
dividir en 2 óbalos y este se podía dividir, a
su vez, en 3 caracteres o granos.
Libra: 460,093 gramos
Onza: Esta medida se refiere a la cuantificación de 1/16
de libra, que equivale a 28,75 g, o bien a 1/17 de libra equivalente
a 27 gramos. Onza también se denomina al cuarto de cuarterón,
que suponían, también, unos 28,75 gramos.
Pesada de cueros secos: 40 libras. 18,4 kilogramos.
Petacas de Jabón: 1/3 de carga de mula.
Quintal: 4 arrobas. 46 kilogramos.
Quilate: 9,5 gramos
Tercio de hierba: 7 a 8 arrobas.
Tomín: 1/3 de onza.
Tonelada: 20 quintales. 920 kilogramos.
Medidas
de capacidad.
Arroba:
12,5 litros, solo para aceite.
Azumbre: 1/8 de cántara: 2,02 litros.
Cahíz: 12 fanegas de 56,4 kilos.
Cántara: 16,13 litros. También llamada arroba.
Copa: 0,12 litros.
Cuartilla: 1/4 de cántara. Unos 4 litros.
Cuartillo:1/4 de azumbre, unos 500 ml.
Fanega: Medida de origen árabe, faniqa, con significado
de saco grande. Se utiliza tanto como medida de capacidad como
medida de peso con gran variedad de valores regionales, comarcales
e incluso locales. En la provincia de Cuenca su equivalencia
era de 54,2 litros
Moyo: 16 cántaras. 258 litros.
Medidas
de longitud.
Legua:
su valor es de 5.572 metros.
Palmo. Equivale a 9 pulgadas unos 20,9 centímetros.
Paso: equivale a 5 pies que son 1,39 metros.
Pie: son 12 pulgadas equivalentes a 27,9 centímetros
Pulgada: su valor es de 2,3 cm.
Vara: son 3 pies ó 4 palmos equivalentes a 83,6 centímetros.
Monedas.
En
el siguiente listado se recogen las denominaciones, el valor
y las equivalencias entre algunas de las monedas de uso más
frecuente y que son el referente necesario para las estimaciones
de precios y producciones entre los siglo XV y XVIII.
Blanca.-
Su valor en acuñaciones de vellón era de medio
maravedí.
Doblón: pieza de oro de 2 escudos. También se
aplicaba este nombre a la pieza de 4 escudos y de 8 escudos.
Ducado: equivalente a 11 reales.
Escudo: equivalente a 10 reales.
Marco: 1/2 libra:
Pelucona: doblón de a ocho escudos.
Peso ensayado: equivale a 450 maravedís de cobre.
Peseta.-Como base del sistema monetario vigente desde la segunda
mitad del siglo XIX equivalía a cien céntimos.
Una peseta eran 2 reales de plata y 4 de vellón
Peso: Pieza de plata equivalente a 8 reales:
Real.- Esta moneda fue la base del sistema monetario desde el
siglo XV. En su acuñación en vellón era
equivalente a 34 maravedíes. Desde mediados del siglo
XIX un real eran 25 céntimos, la cuarta parte de una
peseta.
Tostón: moneda de cuenta usada, desde el s. XVI, en España
y América equivalente a 2,5 reales (8,57 g.).
Etiquetas: Campos del Paraíso, Catastro de Ensenada,
el Reino de Castilla.