La fiesta de las Candelas, el 2 de febrero, tuvo en Medina del Campo un gran arraigo; la cofradía de este título tenía como tradición el ofrecimiento de unas palomas o tórtolas, una vela y una tarta al sacerdote que presidía sus actos quien, tras la misa, obsequiaba con ellas a los asistentes.
La imagen de la Virgen de las Candelas o de la Purificación preside -junto con San Antolín- el retablo de la Colegiata (Juan Picardo, mediados siglo XVI, repolicromada en 1668).
Se cree que el propio Fernando de Antequera puso este templo bajo su patronato y por ello, además, el Ayuntamiento estaba obligado a costear y presidir los actos de su fiesta llevando cada jerarquía su correspondiente vela de tamaño proporcional al de su autoridad.
En la celebración se colocaba un cirio entre los dedos de la mano derecha de esta magnífica escultura de la Virgen.