Con el tiempo, he ido haciéndome con documentos referentes a la Reina y mi admiración ha crecido hasta considerarla, sin duda, el personaje histórico más loable de cuantos existen, al combinar de tan perfecta manera la devoción y la religiosidad con la intuición, el buen juicio, el sentido político, el arte de gobernar, la templanza y el perfecto equilibrio en su matrimonio.
Quienes mal la juzgan deben carecer de sentido histórico ya que emiten juicios completamente ajenos al contexto histórico e ideológico de Isabel quien no pudiendo, por su tiempo, y no debiendo, por su gran responsabilidad y principios, actuar de otra manera, llevó a buen fin todas sus empresas siempre buscando la justicia y la bondad no permearon dichas causas, fue por haberlas confiado a hombres con intereses muy diversos a los suyos y porque la naturaleza humana nunca se ha distinguido por su generosidad.
Me parece que Isabel ha sido uno de lo pocos personajes relevantes de la historia que supo combinar el buen juicio político con la integridad religiosa, y por ello merece mención aparte. Compáresela, si no, con el "defensor de la fe", Enrique VIII de Inglaterra, por cierto, su yerno, y ahí se verá como no bastan acciones a medias ni simples apariencias, lo que se requiere hoy, como se requería entonces, es la fuerza moral de alguien como Isabel.
Mis mejores deseos en su causa, Isabel merece ser santa pero, y más importante aún, la iglesia merece una santa como Isabel.
El día 24 de junio, en la Embajada de España ante la Sta. Sede, le ha sido impuesta a Monseñor Cipriano Calderón, Vicepresidente de la Pontificia Comisión para América Latina, La Gran Cruz de Isabel la Católica. Destacamos de su discurso:
"La Gran Cruz de Isabel la Católica, que me ha sido impuesta y que me honrare en llevar, quiero que sea un signo de la Evangelización de América y un homenaje a la insigne Reina que lo hizo posible en sus comienzos y que, por ello y por su santidad de vida, bien merece, si así lo dispone la iglesia, ser llevada a los Altares como deseamos y para ello trabajamos, sobre todo con ocasión del V Centenario de su muerte".
Se ha celebrado en el Castillo de la Mota de Medina del Campo el III SIMPOSIO INTERNACIONAL sobre "Isabel I de Castilla y América".
"Isabel la Católica no es solo la insigne representante de las iglesias pretéritas de España. Fue una mujer de su tiempo increíblemente culta y político muy interesante. Sabía lo que quería y luchaba por ello". Así descubrió ayer a la reina Castellana Adelaida Sagarra, coordinadora del III Simposio Internacional sobre Isabel I de Castilla y América que, desde ayer, se celebra en el Castillo de la Mota, en Medina del Campo y cuyo objetivo es "interpretar y actualizar los estudios sobre Isabel la Católica y expandir la cultura de sus años de reinado en Castilla".
Para Sagarra, la imagen que se tiene de Isabel la Católica no se corresponde con la realidad. "Se la ve como alguien que vivió hace cinco siglos y que no tiene nada que ver con el español medio del día de hoy. Probablemente que expulsó a los judíos y los moriscos y para más. Pero era una persona con gran sensibilidad y llena de facetas poco conocidas y de actividades que en su época eran impensables".
Entre esas facetas citó "la comprensión de los cambios que trajo al descubrimiento de una nueva civilización" y la "visión de los indios como personas y por lo tanto sujetos de derechos y deberes". "Otra cosa muy distinta es cómo se portaron los soldados y responsables de los viajes a América. A pesar de todo, Isabel la Católica había dejado muy claro este aspecto en el proyecto político que elaboró y apostaba por el diálogo de igual a igual", matizó Adelaida Sagarra.
Sandra Tejo. Diario El Mundo, 9 de julio de 2003.