Marina
Pineda llevaba en sus manos, no para vencer, sino para morir en la
horca, dos armas, el amor y la libertad: dos puñales que se
clavaban constantemente en su corazón. García
Lorca escribió estas palabras en las horas previas al estreno
en Buenos Aires de este Romance popular en tres estampas
en el que el poeta granadino recogía la leyenda de quien había
sido una de las grandes emociones de su infancia. También
lleva Sara Baras en las manos, pero para bailar, las armas del amor
y la libertad.
La historia de Sara Baras es también la historia de un amor,
el amor al flamenco, a la danza; desde él ha tejido día
tras día la bandera de su propio baile, lleno de presencia,
de sinceridad, nacido y crecido con un inquebrantable deseo de libertad
que le ha llevado a ser, hoy en día, una de las figuras femeninas
con mayor personalidad, atractivo y relevancia en la danza española.
No
es difícil adivinar que la carrera de Sara Baras tendrá
un antes y un después a partir de esta Mariana Pineda.
En el crisol de esta mujer de leyenda se han reunido, junto a la propia
bailarina gaditana, talentos como Manolo Sanlúcar, una de las
voces más creativas y exquisitas del flamenco de las últimas
décadas, y Lluis Pasqual, el director español que mejor
ha sabido leer a Lorca.
La
Mariana Pineda que hoy sube al escenario es por ahora
el último sueño de Sara Baras, una mujer que arranca
a bailar desde la mirada, pura acuarela capaz de ser ternura o tormenta;
una mujer que seduce con su sonrisa, que posee unos brazos alados
y cautivadores y unos pies irrefrenables.
Sara
Baras, Lluis Pasqual y Manolo Sanlúcar han creado una Mariana
Pineda llena de ensoñación y de imaginación.
El texto de García Lorca ha servido de pretexto y de pauta
para dibujar en cuatro trazos la pasión de la heroína
granadina; sus sueños, sus tormentos, su fascinación,
su entusiasmo; en definitiva, su amor y su libertad, que hoy danza
sobre los tacones de una seductora bailarina gaditana.