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                | Cristo de las Claras |  | 
        
        El Crucificado 
            que hoy preside la iglesia del Convento 
        de Santa Clara merece ser incluido, por        su 
          calidad artística y dimensiones, entre las más notables 
          escultoras del siglo XIV conservadas en la zona Vallisoletana. Al 
          haber permanecido hasta hace pocos años en el interior de 
          la clausura, es una pieza poco conocida y no estudiada de forma 
          detallada. Recientemente se procedió a su restauración, 
          siendo procesionado por la cofradía del Descendimiento que, 
          en los últimos años, realiza un solemne acto público 
          la noche del Jueves Santos en el que el Cristo es descendido y preparado 
          para su posterior salida, tras una pequeña plática, 
          por las calles de la Villa. Su celebración surgió 
          de forma espontánea, no obstante es curioso constatar que 
          esta ceremonia es un eco lejano del rito del Desenclavo, profundamente 
          arraigado siglos atrás en la historia de la Semana Santa 
          de Medina del Campo.
        
          
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                | Cristo de las Claras |  | 
        
        Aunque la actual 
          fábrica de la iglesia fue construida en el siglo XVI, las 
          crónicas remontan la fundación del monasterio franciscano 
          al reinado de Fernando III (1217 - 1252), constando una reedificación 
          y varias donaciones otorgadas por Pedro (1350 - 1369). La última 
        cronología coincide 
          con la dotación que aconseja el análisis estilístico 
          de esta escultura, que adquiere, de este modo, un especial valor 
          por la comunidad al ser testimonio de su pasado medieval.        
        
Al comenzar 
          el estudio de la talla, es preciso resaltar que se encuentra entre 
          los más monumentales del gótico con una altura próxima 
          a los dos metros. Responde al tipo de representación más 
          comúnmente empleado durante la segunda mitad del siglo XIII 
          y el XIV en la que se muestra Jesús muerto en la Cruz con 
          la cabeza inclinada hacia el lado derecho. La corona de espinas, 
          signo por excelencia de la pertenencia a este estilo con relación 
          al modelo románico, aparece como un simple cordón. 
          Esta forma se documenta en miniaturas y pinturas españolas 
          en fechas próximas al año 1330.
        
          
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                | Nazareno del Campillo. Nazareno, escultura de la segunda mitad del siglo XVIII |  | 
        
        El cabello 
          se distribuye con raya al medio formando ondulados mechones que 
        dejan al descubierto la 
          oreja izquierda, talla con evidente desproporción. Idéntica 
          disposición se observa en otras imágenes del Cristo 
          del mismo momento como el de la cercana localidad de el Campillo. 
          El momento representado es justo el instante de la muerte. Con los 
          ojos y la boca entreabiertos y brotando abundante sangre de la herida 
          del costado. La barba se compone a base de gruesos mechones que 
          adquieren bajo el mentón formas geométricas muy marcadas. 
          Esta solución debe ser interpretada más como un rasgo 
          de época que de un taller concreto, pues se utiliza en otras 
          muchas esculturas castellanas del siglo XIV.
        
La anatomía 
          está tratada de forma esquemática, con una fuerte 
          incisión en forma de v invertida para señalar el arco 
          torácico. Esta sencillez de líneas contrasta con el 
          movido tratamiento del paño de pureza, anudado sobre la cadera 
          derecha y con un extremo colgado sobre la izquierda. Los pies ofrecen 
          la disposición habitual en esta tipología, sujetos 
          al madero por un solo clavo, con el izquierdo en la vertical y el 
          derecho en rotación. La Cruz es de las denominadas de gajos, 
          imitando un trono sin desbastar con sus correspondientes nudos.
        
Son muy escasas 
          las esculturas con una antigüedad que no han sufrido alteraciones 
          posteriores en su policromía, y este caso no parece ser una 
          excepción. No obstante, la que hoy podemos observar resulta 
          bastante respetuosa con la original; especialmente en la decoración 
          del amplio paño de pureza, animado con cenefas doradas y 
          motivos circulares enmarcados en negro.                
        
Dentro de la 
          clasificación aportada por Julia Ara para los crucifijos 
          góticos vallisoletanos, el del convento de Santa Clara responde 
          a las características de un grupo de imágenes en cuya 
          composición predominan las líneas curvas de carácter 
          rítmico. Las tallas más similares en la provincia 
          son las conservadas en Cuenca 
            de Campos y Corcos del Valle que coinciden con la de Medina del Campo en el 
              tratamiento largo y ondulado de barbas y cabellos, la rigidez de 
              los brazos, la planicie de la anatomía y la largura del paño 
              de pureza llegan a tapar ambas rodillas. Para dichas obras propone 
              la citada investigadora una cronología en torno a los mediados 
              del siglo XIV, también adecuada para esta escultura.        
        
Bibliografía
Urrea 
        Fernández y Parrado del Olmo, 1986, p. 707.