Hospital de
San Antón:
Alonso Quintanilla
en su testamento
otorgado el
16 de diciembre
de 1498, deja
una manda
piadosa para
las casas
de los pobres
de San Antón
y San
Lázaro
el Pobre.
Estas últimas
fueron verdadero
hospital;
aquellas pudieron
ser solamente
refugio para
pobres transeúntes.
Posteriormente
quedó
solamente
como ermita
vinculada
como ninguna
otra a la
historia de
Medina del
Campo. Eran
todas las
ermitas verdaderas
"casas
del pueblo",
toda la vida
de éste
giraba alrededor
de las mismas,
desde la cuna
por el bautismo
hasta el sepulcro
que en ella
se abría.
En la iglesia
el pueblo
se formaba,
durante su
infancia,
en ella participaba
el auténtico
comunismo,
de las gracias
y bienes espirituales
que la religión
atesora. Se
administraban
las rentas
beneficiales
con verdadera
democracia
eligiendo
con su consejo
o su voto
a los mismos
beneficiarios.
Todo feligrés
estaba identificado
con su parroquia,
pero esta
ermita era
la casa del
pueblo medinense,
por que en
ella se celebraban
los comicios
que daban
por resultado
la elección
del alcalde
de la Santa
Hermandad,
procurador
Común,
regidores
trienales,
diputados
y síndicos
personeros,
sintiéndose
atados al
bien común
por el vínculo
de la religión
que despertaba
en sus conciencias
reverente
acatamiento
a ineludibles
y ultraterrenas
sanciones.
Por eso, ni
la pobreza
que tal vez
justificó
la ruina de
otras iglesias,
pudo legitimar
la desaparición
de esta ermita,
para que hubiera
sido perenne
de la autonomía
que gozaba
Medina en
estos tiempos.
En la segunda
mitad del
siglo XVII,
la ermita
y las casas
adyacentes
estuvieron
ocupadas por
una comunidad,
los antoninianos,
o religiosos
de San Antonio
Abad, de cuyas
actuaciones
apenas han
quedado vestigios.
Desaparecida
la ermita
aún
subsistió
la cofradía
de San Antón,
adscrita a
San
Miguel,
hasta nuestros
días.