La ruta peninsular de la plata americana.
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Las minas de Potosí, en la actual Bolovia, produjeron la plata que alimentó la eoconomía europea y mundial. Potosí en un gravado del siglo XVI |
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A mediados del siglo XVI, una serie de circunstancias acabaron con establecer estrechos lazos entre las tierras americanas y las boyantes plazas financieras del viejo continente europeo. Agotada tempranamente en América la exportación de los recursos auríferos, producto del saqueo y el botín indiscriminado de las civilizaciones indígenas, dio comienzo el ciclo de la plata española. Acuñada en piezas preciadas, de elevada ley, la plata de las Indias servía para saldar las cuantiosas deudas provocadas por la política exterior de los Austrias, empeñada en el mantenimiento de una hegemonía católica universal. Si en la década de 1540 se pusieron en explotación las vetas argentíferas de los reales de Potosí y de Zacatecas, solo tras el descubrimiento del yacimiento de azogue de Huancavelica, la aplicación del proceso de amalgama en frío y la legislación de la mita indígena por el virrey del Perú Francisco de Toledo, el montante de las remesas llegadas al puerto de Sevilla se incrementó hasta consolidar a la monarquía hispánica como primer proveedor de metal precioso de la economía mundial entre los siglos XVI y XVII. Sometida en Europa al acoso militar y financiero de las pujantes potencias enemigas de España, la plata española se expandió más allá del ámbito político de los Austrias para acumularse en las arcas de los remotos imperios del Extremo Oriente.
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Relación de cargamentos de metales preciosos y otros productos -cobre, tabaco- transportado por la flota de Indias en 1622. (enlace) |
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La primera etapa de ese largo viaje conducía al blanco metal a las salas de la Casa de Contratación sevillana, el centro económico del tráfico con las Indias, desde donde el metal, en pasta o amonedado, se dirigían a los puertos mediterráneos, rumbo a Italia. Entre 1503 y 1660 llegaron a Sevilla 16.890 toneladas de plata y solo 185 toneladas de oro, llegando a alcanzar 39.000 toneladas de plata en el siglo XVIII. Son las cifras oficiales tomadas de los rigurosos registros de la Casa de Contratación, institución de control de llegada del metal precioso. Pero son cifras engañosas si se pretende deducir de ellas el nivel productivo de las minas americanas o el total del circulante metalífero en la economía mundial. El fraude y el contrabando fueron constantes, en detrimento del teórico monopolio administrado por los virreinatos de América. A menudo, el naufragio de embarcaciones en las costas gaditanas dejó al descubierto cargas inmensamente superiores a los valores declarados. Las gacetas comerciales publicadas en los Países Bajos han resultado ser mucho más fidedignas que los datos sevillanos sobre la llegada de plata a Europa. Lo que las fuentes muestran es que el monopolio de la Carrera de las Indias fue una pantalla para una actividad comercial mayoritariamente controlada por mercaderes extranjeros. A fines del siglo XVII, según un informe comercial francés, sobre un total de 53 millones de libras tornesas en productos registrados en Cádiz, 14 pertenecían a franceses, 12 a italianos y holandeses, 7 a ingleses, algo más de 2 millones a alemanes y solo 2,5 mercaderes españoles; esto es, un 5% del total comerciado. Con la plata ocurrió otro tanto y, por medios lícitos e ilícitos, fue a parar a manos europeas en pago de deudas o de relaciones comerciales deficitarias.
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Vista de la Casa de la Moneda de Segovia, ceca construida en Segovia en 1585, según planos de Juan de Herrera y dotada de las más modernas tecnologías de acuñación de la época |
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Así pues, únicamente el metal llegado al puerto sevillano era reseñado en los registros reales. Los armadores y comerciantes dueños de la plata en pasta la vendían a los oficiales de la Casa de la Moneda para su acuñación en piezas con las que pagar los intercambios mercantiles. De este modo, se reiteraba el proceso con el acuerdo de nuevas operaciones de exportación de los productos de toda Europa hasta América. En este tránsito de metales el papel de la corona difería respecto al de los particulares. Gracias al derecho del quinto real aplicado sobre la producción minera, la monarquía contaba con un 20% de la plata producida en América. Distribuidas entre las cecas peninsulares -entre ellas la de Segovia- sirvió para hacer frente a los vencimientos de las letras de cambio giradas por los agentes de la corona en las ferias de pago de Medina del Campo, transmutadas en el siglo XVII en los <<cambios>> de Madrid. Las demandas de plata por el coloso hispánico fueron incesantes y, si las deudas o los apuros eran especialmente acuciantes, la monarquía podía llegar al embargo de las cantidades de plata destinadas a los particulares, a cambio de los cual se concedía a los afectados los juros, que constituían, como hoy se diría, deuda pública garantizada por los ingresos del Estado.
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Real de a ocho del reinado de Carlos III, acuñado a Guatemala, Gabinet Numismátic de Catalunya, Barcelona |
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La penetración de los metales preciosos en Europa se produjo principalmente a partir de 1550, desde la generalización de las licencias de saca, que se añadieron de manera que cada vez más frecuente a las cláusulas de los grandes asientos (los contratos de crédito de la corona con las campañas de financieros extranjeros). Aunque este sistema no obedeció únicamente a las necesidades de dinero estratégico -sin las aportaciones de la plata que habría existido una contrapartida económica con la que compensar la desfavorable relación comercial entre España y Europa-, las deudas de la corona fueron básicamente provocadas por la política exterior. Sin llegar a la literaria afirmación de Pierre Chaunu, que asimila las peripecias de la guerra de Flandes al pulso de la Carrera de Indias ("la respiración del monopolio de Sevilla provocaba, con algunos meses de intervalo, las victorias y derrotas de los tercios"), lo cierto es que la plata americana suplió las serias deficiencias de un sistema fiscal poco desarrollado. Dada la extensión que había alcanzado el imperio fue preciso desarrollar unas estructuras de circulación del numerario llegado a Sevilla y consumido en el corazón de los conflictos europeos.