 |
 |
 |
MEDINA DEL CAMPO (ACONTECIMIENTOS NACIONALES E INTERNACIONALES) |
|
Vd. se encuentra en: Medina del Campo (acontecimientos nacionales e internacionales |
La travesía hacia Europa
 |
Dispersión de la plata española por Europa (enlace) |
El ordenamiento jurídico de la Castilla bajomedieval prohibía la exportación de metales preciosos. Solo mediante las denominadas licencias de saca se autorizaba la salida extraordinaria de plata u oro en barras o monedas. Durante el reinado de Carlos V se procuró frenar las concesiones del privilegio. Los financieros extranjeros se reembolsaban sus préstamos mediante la exportación de mercancías castellanas hacia Europa, singularmente lanas y alumbres. Sin embargo, las necesidades de la guerra que Carlos V mantenía con los protestantes alemanes llevaron al secretario Francisco de Eraso a acordar un crédito urgente en 1551. Negociado en Casale de Montferrato con los Marini, Grillo & Grimaldi, se sancionó el 31 de diciembre. Los términos exigidos por los genoveses fueron terminantes e inauguraron la sangría monetaria de Castilla: un asiento de 200.000 escudos, reembolsables con licencia de saca de Castilla, de los cuales 100.000 ducados en pasta de plata. A partir de la década de 1560, con el estallido de la guerra de Flandes, las sacas ya no se detendrían jamás. En Cataluña existió un mecanismo parecido de control sobre la exportación de moneda.
La travesía hacia Europa
Este tráfico exigía un sistema de comunicaciones ordenado. para mantener la cadencia de pagos militares, la monarquía hispánica desplegó una red por la que circularon cantidades impresionantes de tropas y de plata. Fernand Braudel consideró el Mediterráneo de la época de Felipe II como <<un espacio-movimiento>> y, en ese marco, el puerto de Rosas y las costas catalanas en su conjunto obtuvieron un puesto central al entrar en crisis las anteriores redes de transporte y abrirse en su lugar el <<camino español>>. Con anterioridad, las naves castellanas recorrían el litoral cantábrico rumbo a Flandes a través del Canal de la Mancha o bien se atravesaba Francia mediante mulas y carros, comunicando así Castilla con sus posesiones europeas. Los conflictos que se sucedieron en la segunda mitad del siglo XVI obligaron a rediseñar los circuitos de comunicación entre Castilla y Europa.
El <<camino español>>, estudiado por Geoffrey Parker, se estableció en el reino de Felipe II y se mantuvo firme hasta los años treinta del siglo XVII. Desde la costa catalana y levantina, a partir de ciudadelas fortificadas como la de Rosas, las galeras cargadas de plata y hombres partían hacia Génova, donde continuaba el viaje por tierra hacia el Milanesado, la Lombardía y el Piamonte-Saboya. Fuera ya de Italia, el Franco Condado y Lorena eran las últimas escalas de las expediciones que terminaban en Flandes.
No fueron únicamente consideraciones estratégicas las que dibujaron este itinerario, La irradiación de la plata hacia Italia fue también resultado de la preponderancia de los financieros genoveses sobre las políticas de crédito de la monarquía española. El declive de los banqueros italianos por la bancarrota de 1627 y el comienzo de la pérdida de los territorios de enlace del <<camino español>> tras la firma de los tratados de Casale, Ratisbona y Querasco en 1631, dieron lugar a una nueva ruta de distribución de los reales de a ocho.
Efectivamente, durante la guerra de los Treinta Años, la plata se dirigió desde Cádiz y Sevilla hacia Dover, desde donde se reexpedía, tras ser abonadas bajas tasas aduaneras, el escenario bélico de Flandes. Pese a las protestas de los republicanos de las Provincias Unidas, en teoría aliados de Inglaterra, hasta 1648 importantes cantidades de plata española pasaron por la ceca establecida en la Torre de Londres incorporándose a la economía inglesa. El tratado de Westfalia en 1648 permitió a los Países Bajos hacerse con el control de la mayor parte de la moneda castellana derramada en Europa. Los bajos costes de los fletes y la superioridad comercial en todos los sentidos hicieron de las tierras holandesas y de sus compañías mercantiles la principal potencia marítima en los tratos ultramarinos, pese a la creciente competencia de los comerciantes franceses durante el reinado de Luis XIV.
