Tras la ordenación urbanística de la calle de Salamanca, hoy de Gamazo, iniciada en 1865 con un proyecto de alineación redactado por el arquitecto José Fuentes, arrancan una serie de reformas y demoliciones de edificios monumentales y viviendas en dicha vía que, afortunadamente, no llega a producirse en la Casa de los Arcos que cubre la entrada de dicha calle en la Plaza Mayor. A este inmueble, conocido entonces como el “Arco de la Cárcel”, le llega la tramitación oficial en julio de 1899, momento en que el Ayuntamiento quiere permutar su titularidad para proceder posteriormente a su derribo, en aras de conseguir un mayor tránsito de vehículos; sin embargo, una de las propietarias de dicha casa, Dª Eugenia Casado Gavilán, se opone a ceder su propiedad al Ayuntamiento, originando una coyuntura que finalmente ha de dirimirse en los tribunales. El expediente de expropiación forzosa de “la finca titulada del Arco”, se fecha entre agosto de 1899 y febrero de 1900, y lo pierde finalmente el Ayuntamiento; de este modo, la mencionada propietaria evita el derribo de esta singular casona histórica y muestra su triunfo personal emplazando en lo alto de la fachada a la Plaza Mayor una escultura de molde, en barro cocido, conocida desde entonces por el medinenses como “La Diosa del Poderío” y cuatro jarrones de cerámica que aún subsisten (AMMC, H, 322 – 5210 y 5214). Posteriormente la Casa de los Arcos pasa a manos municipales, rehabilitándose en varias ocasiones; la última de ellas, acontecida en los últimos meses, ha dispuesto la elaboración y colocación de réplicas de la citada escultura y de los cuatro jarrones, con el consiguiente acuerdo municipal de depositar en el Museo de las Ferias las piezas originales para su custodia y difusión.
Con estos antecedentes, la primera duda que tenemos es si Dª Eugenia Casado eligió al azar dicha escultura o bien tuvo alguna razón concreta para coronar su casa con una alegoría de África, ya que la pieza que nos ocupa presenta en su base la inscripción “AFRICANA”. Su autoría nos es desconocida aunque fuentes orales aseguran que fue encargada a un taller vallisoletano especializado en la realización de esculturas y relieves en barro cocido a partir de moldes, concebidos como elementos decorativos de fachadas de viviendas y edificios monumentales de la capital. Quizá uno de ellos fuera esta “Africana” aunque no hemos encontrado esculturas semejantes en construcciones vallisoletanas.
La escultura, quizá un prototipo seriado copiado de un repertorio de alegorías de los continentes, representa a una mujer tocada con una diadema coronada de plumas y un altivo penacho, vestida de túnica adornada con bandas horizontales y sartas de collares colgantes en el cuello y la cintura, y envuelta con un manto que recoge con su mano derecha; con la izquierda sostiene un abanico de plumas de tipo egipcio, propio del origen que representa (a pesar de ello, también presenta semejanzas con figuras que representan al continente americano). Estas esculturas alegóricas de los continentes gozaron de una buena aceptación a partir del siglo XVII, pero especialmente en el XIX, formando parte de las decoraciones de las fachadas de edificios monumentales y espacios públicos, preferentemente los relacionados con instituciones mercantiles e industriales. Cada continente era representado por una figura femenina de cuerpo entero, cada cual con sus atributos iconográficos bien definidos, con frecuencia animales exóticos y objetos característicos de cada continente. Muchas de estas representaciones se basaron en las creadas por Cesare Ripa en su libro Iconología overo Descrittione dell´Imagini universali, publicado en Roma en 1593, formando un repertorio que se generalizó con notable éxito. Para el caso del continente africano, la mujer portaba sobre su frente una cabeza de elefante, vestía una sencilla túnica y en su mano derecha portaba un cesto de frutas; a sus pies aparecía un león. Como podemos comprobar poco que ver con la “Africana” de la Casa de los Arcos de Medina del Campo, que la tradición popular tituló “La Diosa del Poderío” como recuerdo del triunfo de una propietaria particular sobre todo un Ayuntamiento de la época.
Antonio Sánchez del Barrio
RESTAURACIÓN DE LA ESCULTURA “AFRICANA” O “LA DIOSA DEL PODERÍO”
Casa de los Arcos de Medina del Campo
SABBIA Conservación y Restauración S.L. Trabajos financiados por el Ayuntamiento de Medina del Campo
La escultura de bulto redondo, denominada popularmente “La Diosa del Poderío” presentaba un lamentable estado de conservación; había sido desmontada de la fachada y se encontraba totalmente fragmentada en innumerables partes; con esta intervención se intentando recuperar en la medida de lo posible su estado original, modelando las partes que faltaban. La escultura está realizada en material cerámico esmaltado, pero muy mal cocido el soporte; la base cerámica es monocromática, con sombras forzadas en los pliegues.
Por la ubicación de la escultura, situada en la parte alta de la fachada de la Casa de los Arcos y a su vez muy próxima a las chimeneas de los edificios anexos, la obra presentaba en la parte central y en el pecho un halo de color oscuro, que muy posiblemente sea debido al hollín propio de las calderas de la calefacción.