Hace unos meses, cuando la zozobra de la DANA abrió a la humanidad los ojos sobre su fragilidad, la sociedad tuvo un pequeño encogimiento al sentir cuan vulnerables somos. Aterrizar en este mundo tiene su desidia: hay corrupción, contaminación, un daño irreparable al planeta; hay violencia, guerras, negacionismo; hay egoísmo, catástrofes naturales y un sinfín de aspectos negativos. Pero, en definitiva, tener la posibilidad de escribir un capítulo en la historia ya, de por sí, es un regalo que algunos sí saben aprovechar.
Tiene cierta relación lo dicho con lo que llega a continuación. Desde el lunes de esta misma semana, se ha dado inicio a las obras en la estructura del campanario de la Torre de la Colegiata de San Antolín, una intervención catalogada como ‘clave’ por el propio Consistorio para la conservación del patrimonio histórico de la villa. La actuación, que requiere de maquinaria de alto aparataje, cuenta con un presupuesto total de 97.971,07 euros, financiado por la Junta de Castilla y León a través de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte con una subvención directa de 97.000 euros en la que el Consistorio medinense aportará 971,07 euros.
La torre de la Iglesia, compuesta por cinco cuerpos, alberga una estructura de hierro y madera que sostiene la campana. Actualmente, esta estructura se encuentra en un estado de conservación crítico debido a la exposición prolongada a la intemperie, lo que representa un riesgo de colapso que podría causar daños graves a la torre. Se trata, junto al Castillo de la Mota, de uno de los principales atractivos históricos de Medina del Campo.
Un emblemático edificio tardogótico del siglo XVI declarado Bien de Interés Cultural… se dice pronto: siglo XVI. Ni el ser humano más extraordinario sería capaz de vivir tantos y tantos años. Cada ladrillo, cada detalle, cada rincón de ‘La Colegiata’ ha sido admirad por los ancestros de esta villa desde hace siglos. Un patrimonio de valor incalculable, que nos vuelve a dar un golpe de realidad: lo diminutos que somos.
Pasear por el Castillo de la Mota, por las Reales Carnicerías, por la propia Plaza Mayor de la Hispanidad o el todavía en proceso de restauración Hospital Simón Ruiz, hacen que nos demos cuenta de la suerte que tenemos y, al mismo tiempo, la gran responsabilidad que atesoramos. Hay quienes hoy están en una bella primavera, a otros les llegó ya el otoño y otros tantos peinan canas en su invierno. Hay quienes ni siquiera están pensados y otros que están por venir.
Así pues, sigamos cuidando lo nuestro. Nuestro patrimonio, nuestros emblemáticos edificios que no son más que la mera historia de un pueblo. Y, sin historia, apenas somos seres que vagan por cualquier ciudad. Sigamos sacando músculo de las minuciosidades y características de Medina del Campo y jamás perdamos esa intención de hacer valer por los siglos que están por llegar, todos y cada uno de estos aspectos. Nuestras preciosas ‘madres’, torres que son crónicas de historias pasadas, presentes y futuras…. nosotros nos iremos, pero ellas quedarán.
La Voz de Medina y Comarca