Historia del Santo Grial
Durante siglos, el arte no sólo
fue la más alta y hermosa forma de expresión con la
que el ser humano interpretaba la realidad o los sueños.
En determinadas épocas, hizo las veces de código cifrado,
de arcano insondable en que eran depositados ciertos conocimientos
que pretendían ser ocultados. Así sucedió en
la Edad Media, tiempo de fanatismos religiosos, supersticiones,
misterios y leyendas. Al abrigo de la literatura de la época,
tendente al mito sobre el que sostener personalidades políticas
y identitarias, fueron surgiendo, de la mano de poetas, amanuenses,
canteros y algunas órdenes seudoreligiosas, lenguajes cifrados
que escondían mensajes.
Así, a finales del siglo XII e
impulsados por las Cruzadas, aquellas campañas militares
impulsadas por el Papa con el objetivo de reconquistar Tierra Santa,
entonces en manos de los sarracenos, autores como Robert de Boron
o Chrétien de Troyes escribieron poemas épicos y alegóricos
nacidos de la bruma de la leyenda que tenían un mismo protagonista:
el Santo Grial. Este deseado enigma sería, según los
relatos de la época, el cáliz que Jesús utilizó
en la Última Cena y a la sazón una reliquia mágica
con poderes ultraterrenales. Las versiones más actuales,
activadas por la literatura seudohistórica, señalan
que el Santo Grial es la Sangre Real, esto es, el linaje de sangre
de Jesús, quien habría tenido descendencia, preservada
en secreto durante siglos hasta la actualidad.
Sin embargo, todo son hipótesis.
La del Grial es la leyenda sobre la que más tinta se ha vertido
en toda la historia de la Humanidad. No existe un solo documento
o manuscrito que avale su existencia. Es un mito antológico
que, eso sí, ha cautivado al hombre desde tiempo inmemorial.
Las teorías sobre su presunto emplazamiento, aun sin saberse
a ciencia cierta qué es el Grial, son infinitas. Una de las
más recientes sugiere la posibilidad de que se encuentre
en algún punto del norte de la provincia de Burgos, en concreto
entre tres lugares que remiten y guardan reminiscencias toponímicas
y artísticas en torno al Santo Grial.
Fue Mar Rey Bueno, escritora e investigadora,
la primera en llamar la atención (ahora son legión
los que apoyan la tesis) sobre ese triángulo mágico
del norte de la provincia que es depositario de numerosas coincidencias
que sugieren una conexión mística con el gran secreto
de la Cristiandad. La mitología griálica, realidad
o fantasía, señala que el Grial se esconde en un lugar
llamado Mont Salvat. Durante siglos, se buscó en media Europa;
también en España, sobre todo en Cataluña,
atraídos por Montserrat. Sin embargo, Rey Bueno indica que
sólo existe un lugar en España con un nombre idéntico
al que cita la leyenda, y que es la Sierra Salvada, el macizo montañoso
que hace de frontera natural entre la provincia de Burgos y las
de Álava y Vizcaya.
Al abrigo de esta cordillera, y en la
misma época en que la Orden de los Templarios y la Orden
de Sión -según numerosas fuentes los guardianes del
Grial- se extendían por Europa tras la conquista de Jerusalén,
fueron levantándose en sus valles del lado burgalés
de Mena y Losa varias construcciones religiosas que son hoy el argumento
principal sobre el que la investigadora asienta su tesis.
Una de las más relevantes y misteriosas
es San Pantaleón de Losa (cerca de Criales, cuyo nombre también
tiene comparte la raíz Grial). Encaramada sobre una atalaya
rocosa, como un buque varado que acariciara el cielo y muy a menudo
envuelta por la niebla, esta iglesia -o lo que oculta- está
custodiada por una extraña y hierática figura que
hace las veces de pilastra en el pórtico de entrada: se trata
de un Atlante, que porta en su regazo una especie de bolsa. ¿Significa
que tiene algo dentro, tal vez el Grial? La construcción
está enteramente adornada de monstruos y figuras grotescas,
animales fantásticos, todas ellas de un insólito movimiento,
alejado de los cánones arquitectónicos de la época.
Esta ermita es también por eso una rareza, aunque destaca
principalmente por el famoso milagro que, todos los
años, hacia el 26 de julio, se produce en su interior: se
trata de la licuefacción de la sangre de San Pantaleón,
mártir del siglo IV a quien está consagrado el templo.
Este prodigio lo relaciona aún más con el Grial, al
vincular esa sangre licuada con la que contendría el famoso
cáliz sagrado.
Otro de los templos mágicos es
Santa María de Siones, cuya relación griálica
está implícita desde su toponimia. Siones (de Sión)
es de origen templario, está situada en paralelo a la de
San Pantaleón y su rica iconografía remite también
a la leyenda artúrica del San Grial: luchas entre caballeros,
seres demoníacos, guardianes enigmáticos, representaciones
de personajes y episodios bíblicos... Y, entre la decoración
de elementos vegetales, destaca una flor, que bien podría
ser una rosa que simbolizara el vientre fértil de María
Magdalena, la madre de los primeros descendientes de Jesús
según la teoría más reciente en torno al Grial.
Resulta curioso que la peña que hay frente a Siones se conozca
precisamente con el nombre de La Magdalena.
Por último, y cerrando el triángulo
griálico, se erige la iglesia de San Lorenzo de Vallejo de
Mena. La mayor parte de los rasgos decorativos de este templo coinciden
con los de los anteriores: escenas bíblicas, seres monstruosos,
fantásticos junto a imágenes esotéricas. Esa
iconografía compartida hace que este triángulo arquitectónico
del norte de la provincia parezca esconder un secreto. ¿Será
un cúmulo de casualidades? ¿Oculta este rincón
telúrico de Burgos algún misterio relacionado con
el San Grial? Todo son hipótesis, sugerencias, presunciones.
Pero ninguna respuesta. Sólo la piedra esculpida por los
canteros; sólo las leyendas de una época repleta de
atavismos y supersticiones; sólo la magia que desprende cada
templo. Nada más.
¿Nada más?
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Regresamos
Fuente: diariodeburgos.es