Villa de las Ferias
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| Vd. se encuentra en: Medina del Campo, Entresiglos. Fotografías históricas (1854-1970) | |
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MEDINA
DEL CAMPO, ENTRESIGLOS. FOTOGRAFÍAS HISTÓRICAS
(1854-1970) |
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LOS ENCIERROS DE SAN ANTOLÍN I
Los encierros de novillos han llegado hasta nosotros enmarcados por una semana de feria y fiesta dedicada al patrón de la villa, San Antolín. Hasta 1873, los días dedicados un acuerdo del Ayuntamiento dado en 16 de agosto de aquel año, aumentó los días de feria del 1 al 6, y, cinco años después, la fiesta se ampliaba hasta el día 8, llegando así hasta la actualidad. Tal agrupación a días feriales respondía, como ya hemos dicho anteriormente, al deseo de potenciar la villa como centro de transacciones agrícolas y mercantiles, aprovechando las favorables ventajas de su nueva infraestructura viaria, ya que el ferrocarril prestaba servicio desde 1860 y la carretera general de Madrid a la Coruña se había ensanchado en 1863.
Los primeras fotografías que se han conservado con imágenes de nuestros encierros y capeas, datan de los primeros años del siglo XX. En ellas se hace patente el arraigo de tales festejos taurinos en la villa, participando en mayor o menor medida toda la población. Desde la llegada del encierro por la calle de Salamanca (de Gamazo desde noviembre de 1894) y su su entrada en la Plaza Mayor por los arcos de la Casa del Cabildo Colegial, hasta las capeas mañaneras y vespertinas en el gran coso atalancado para la ocasión, es manifiesta la elevada concurrencia de gentes, tanto de la villa como de su comarca.
Salvo imprevistos o cambios inesperados, el día de fiesta mayor se corría, muy de mañana, al amanecer, un "bravo novillo de puntas, titulado del alba", quizá heredado de la antigua tradición de corres un toro al despuntar el día; de él hemos encontrado documentación de las Actas Municipales de 7 de agosto de 1844; de once a doce de la mañana se corrían otros dos novillos "en puntas", titulándose en los programas festivos de entonces con el nombre de "toro de las once"; a partir de las cuatro de la tarde se corrían otros siete novillos. El día tres se corría otra vez el "toro del Alba", otros cuatro a las diez, y nuevamente siete desde las cuatro de la tarde; no volvían a lidiarse novillos hasta el día 8, con idéntico repertorio.
