Villa histórica,
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Villa
de las Ferias |
XXIV- MEDINA Y SUS LEYENDAS
El caballero de Olmedo
Como la penumbra rodea y envuelve a la sombra, así la leyende envuelve y rodea a la Historia. Hechos y personajes rigurosamente históricos van esfumándose poco a poco en la memoria de los pueblos, pero dejandi siempre alguna huella que la fantasía popular se encarga de revestir de circunstanciasmás o menos maravillosas e inverosímiles, y que la poesía y la literatura, con sus propias galas, idealizan o caricaturizan según demandan las conveniencias.
Son varias las leyendas tejidas alrededor de nuestra historia, que no deben ignorar los buenos medinenses, encariñados con sus cosas (1). Notificaremos al lector las dos que ofrecen mayor interés y que más ha manoseado el vulgo.
Una tiene por fundamento el hecho del auténtico caballero D. Juan de Vivero, y otra la realización del canal abierto en tiempo por Isabel la Católica para surtir a Medina con las aguas del río Adaja.
Así nos refiere el primer hecho Lopez de Ossorio, no en el texto inserto por D. Ildefonso Rodríguez, sino en otra copia manuscrita de las varias que sin duda existen en algunas casas medinenses
"D. Juan de Vívero fue natural de la villa de Olmedo, tan principal como su mayordomo era el condado de Fuensaldaña. Esate caballero casó con una hija de D. Pedro de Silva de la dicha villa, un caballero muy principal, elcual tenía ordenanda una caza de liebres y para ella pidieron a un hidalgo un galgo prestado para con los suyos, el cual hidalgo se llamaba Miguel Ruiz, hijo del bachiller Alonso Ruiz que había sido corregidor de la villa de Arévalo... Nególe el galgo que no se le quiso prestar; después de mediodía topáronse en la plaza y díjole a D. Pedro de Silva no fuera mucho que le prestara el galgo pues él disimulaba con él el dejarle ir a sus montes a cazar cada vez que quería, de manera que se asieron a palabras por donde le obligó a D. Pedro a sacar la boqueta de un arcabuz que tenía en las manos y darle con ella, de forma que se alborotó la villa y muchos caballeros y gente honrada se metieron por medio para apagar este fuego antes que creciese más, y no bastó nadie con el Miguel Ruiz a querer satisfacción. Era mozo de 18 años; su padre era ya muerto y la madre, que se llamaba Dª. María Pantoja, fue tan grande el coraje que recibió de ver afrentado a su hijo, que ella misma le influía que se vengase y que no sería su hijo ni no lo hacía. Pues un día D. Juan de Vivero, haciendo las partes de su suegro topose con el Miguel Ruiz y rogóle que se fuera paseando hacia Nuestra Señora de la Vega. Estando en el camino le rogó D. Juan que se acabasen estas cosas; que viniese lasatisfacción que pidiera que él haría a D. Pedro de Silva que lo hiciese. No hubo remedio de acabar cosa con él, de manera que de mohíno le dijo a D. Juan: --Pues mira que os aviso que lo habéis de haber conmigo. Y con esto se despidieron. Sucedió que dentro de pocos días estando, estando los Reyes Católicos en Medina, se ordenaron unas fiestas de toros y cañas en las cuales se halló D. Juan de Vivero, en donde se señaló mucho en servicio de Dª: Elvira Pacheco. Acabadas las fiestas, a otro día partióse para su casa, a donde se estuvo guardando Miguel Ruiz, cosa de media legua de Olmedo, en un caballo y su lanza, acompañado de dos negros; y un escudero que iba con D. Juan Le Dijo: --Señor, aquél que viene por allí es Miguel Ruiz. Y a este tiempo llegó y cogió desapercibido a D. Juan y le tiró la lanza y luego se puso en salvo. El escudero y gente que acertó a pasar por el camino, le llevaron a Olmedo con la lanza en el cuerpo, y visitado por cirujanos le aserraron la lanza por ambas partes y le curaron y le sacaron el trozo de la lanza y al punto murió. Vino una ley de la Corte que estaba en Medina e hizo grandes justicias; cogieron los negros y les ahorcaron; y ésta fue la causa del Caballero de Olmedo y de su muerte".
Al referir Montalvo (pág. 395) este mismo hecho que dice acaeció en el año 1521, cerca de Todos los Santos "como lo cuenta largamente Fr. Antonio de Aspa en una Historia manuscrita de la Mejorada" , no alude a la circunstancia de la caza, origen de la contienda, y en cambio añade que el matador se puso en salvo refugiándose en el monasterio de la Mejorada, lugar de asilo, del que logró salir vestido de monje y pudo llegar a un pueblo distante nueve leguas, donde vivía un tío suyo, con cuya ayuda pudo huir y embarcarse para las Indias, tomando el hábito dominicano y viviendo religiosamente en Méjico, de lego, hasta que murió en 1590 (2).
Este hecho histórico sirvió a Lope de Vega para componer uno de sus mejores dramas con el mismo título. Con la maestría propia del Fénix de los Ingenios, poetizó el trágico suceso, desfigurando nombres y personas y, causas motivas, y trasladando el hecho al tiempo de D. Juan II y D. Álvaro de Luna, para lisonjear tal vez, a Felipe IV y al Conde-Duque en cuyos días se puso en escena por primera vez.
En la trama del mismo relato histórico, la fantasía de D. Víctor Balaguer bordó la siguiente leyenda. (Historias y leyendas. Medina la del Campo.)
"Se refiere a D. Alonso, caballero de Olmedo, de quien ha quedado grata memoria en fábulas y romances... De Olmedo era en efecto D. Alonso; allí gozaba de casa y hacienda y allí como en Medina, donde se le veía con frecuencia, era tenido por uno de los mejores caballeros de Castilla, celebrado por sus prendas, aclamado por su bizarría y por su hacienda, pero más aún por su ingenio, y tan valeroso en justas y torneos como galán y cortesano en fiestas y zambras. Nadie le igualaba en lo ardidoso, que allá iban parejados en él sus alientos de galanteador y sus arrestos de caudillo. Alanceador intrépido nadie osaba competir con él cuando aparecía en el coso, ni nadie le alcanzaba en quebrar rejones y en humillar toros. No parecía sino que para él guardaba la fortuna todos sus fervores, las dañas su cariño y el pueblo sus vítores".
"Enamoraba y servía a una señora de Medina a quien llamaban las gentes "la dama del alba", porque al verla pensaban que amanecía tan gentil era y tanta luz y esplendor desprendían sus hechizos. Si prendado de ella el galán, más aún de él la dama. Vivía ésta esclava de su amor. Las celosías de su mirador estaban que ardían de tanto abrir calle a sus quemadores ojos para ver al rondador galán, ojos que de éste eran ya y no de ella, a fuerza de verse en él clavados. También las doncellas andaban ya fatigadas de tanto como tenían que tocarla y enrizarla para acudir a su amante, ante quien se presentaba siempre hermosa y galana como una maya."
"En la miel estaba de sus amores cuando llegó la Cruz de Mayo y con ella el día de celebrarse gran fiesta de toros en Medina. Acudió D. Alonso, el caballero de Olmedo, que gustaba de servir a su dama, y al aparecer en el coso, ya solo para él fueron las palmas y los laureles. Suya fue la jornada. Sus rivales quedaron humillados, engrandecida sobre todas su dama que fue reina de las fiestas, y coronados galán y dama por los aplausos y entusiasmos del pueblo."
"Al caer la tarde, cuando ya la sombra negral comenzaba a invadir todo, despedido de su dama que aquella tarde, herida por vagos presentimientos, no acertaba a separarse de sus brazos, salió de Medina el caballero de Olmedo, caminando la vía de su casa, donde con impaciencia le esperaban sus amantes padres, ansiosos de saber lo que en la fiesta de toros podía haberle ocurrido."
"Solo iba el caballero, sin temor ni recelos, que no viven en buena sangre. Pensando iba en sus amores, no en los odios ni en las envidias y celos que su triunfo había despertado aquella tarde. Solo iba a acabar de abandonar las últimas casas del pueblo, cuando vio venir un caballero en todo a él tan parecido que habría jurado ser él mismo, su mismo caballo, su mismo traje, su presencia misma y su mismo rostro."
"Era él que a el venía."
"Atónito el caballero y turbado dirigíase al forastero que pausado y silencioso se acercaba a preguntándole: ¿Quién sois vos? Y entonces su otro él, su misma sombra, apretando el corcel que salió disparado, le dijo con voz obscura:
- Soy un muerto que, fue en visa D. Alonso el caballero de Olmedo.
Confuso D. Alonso y sin acertar a comprender lo que le pasaba, resolvió el caballero y comenzó a dar voces al otro D. Alonso, que partió a todo correr, acuchillando los vientos y despareciendo como un rayo."
"No volvía D. Alonso de su espanto cuando, para que fuese mayor todavía, oyó una voz que parecía salir de si vecino grupo de mirabeles y así cantaba:
De noche le mataron al caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo. |
"Acercose en seguida al sitio donde partía la voz, pero no volvió a oírla, ni vio a nadie. La voz se había dejado oír, como se había dejado ver el caballero: solo un momento para desaparecer en el acto."
"Permaneció unos instantes dudoso, pareciéndole que bien podía ser aquel cantar un aviso y aquel aparecido una advertencia; y hubo de vacilar entre volver a Medina donde tan afligida se quedó su amada, o seguir a Olmedo, donde ansiosos por su suerte le esperaban sus amanres padres. Decidióse por fin a seguir adelante, sosegado el ánimo que no bastaba a vencer presentimientos, aparecidos ni sombras, y siendo negra noche ya, cada vez más obscura, emprendió al trote su camino para Olmedo. Así llegó a una cuesta muy agria, a entrambos lados de la cual se extendía un abundoso pinar en negra selva, sombrío, silencioso, infinito. Penetró en la selva el caballero, dispuesto a cruzarla, pero ya no salió de ella el triste. Al amanecer le encontraron unos pastores, al pié de un grupo de pinos donceles, exangüe y moribundo. Solo tuvo alientos para contar lo que había ocurrido, y como había topado con unos caballeros que le esperaban al paso, ocultos en el bosque para asesinarle."
"Dicen que antes de morir nombró a sus asesinos que eran gente principal y que el monarca D. Juan II, a sazón reinante, mandó después ajusticiar a dos de ellos en la misma plaza de Medina, allí donde estaba el coso en que triunfó en caballero de Olmedo, y en el que sus rivales desairados se concertaron la tarde de la fiesta y juraron su muerte."
"la cuesta entre Olmedo y Medina donde ocurrió tan lastimosa tragedia, lleva todavía el nombre de Cuesta del Caballero."
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239. - La Cava.-
De la leyenda engarzada en el otro hecho histórico, en la Cava o canal de Isabel la Católica, también se hizo eco el Sr. Balaguer, dándole el más impresionante colorido, pero atribuyendo a desviación del mismo Zapardiel lo que la fantasía popular atribuyó, como fue la realidad, a desviación del Adaja.
Dice así: "Se dice que allá en tiempos muy antiguos, en tiempos de la leyenda, el Zapardiel pasaba muy lejos de la villa. Medina vivía sin agua, sedienta y abrasada en medio de aquella vasta y soleda llanura de Castilla. Por aquel tiempo un galán caballero obsequiaba a una dama principal que no correspondía a sus finezas, mostrándose indiferente y hasta desdeñosa a su homenaje y rendimiento. Porfiaba el galán pero la dama dio en ser para él tanto más zahareña cuando él más enamorado y rendido, y ni se daba a partido ni siquiera por cortesía aceptaba sus presentes y regalos. Todo cuanto él intetaba para complacerla se convertía en propio daño. No lograba vencer su condición rebelde. Tratar de impresionarla, de conmoverla era como escribir en el agua. Fatigada ya por fin la dama, llamó un día a éste para desengañarle resueltamente, y buscando frases con que persuadirle de lo imposible que era alcanzar su propósito, acabó por decirle: -Solo seré vuestra el día que el Zapardiel pase por Medina. Que era como decirle: --El día que el cielo se junte con la tierra".
"Retirose en silencio el corrido y atribulado galán, pero no bien se alejó de su dama, al verse abandonado en su soledad, sin amores, que es más tenebrosa de las soledades, hubo de comprender que era inútil su vida si de ésta se partaba quien lo era de su alma. Concibió entonces la idea de realizar lo que su deseo pretendía, haciendo posible lo imposible, y ocurriéndosele que bastaba cambiar el cauce del río para que cruzase por Medina."
"Titánica era la empresa pero por aventurada que fuese ¿Cuando dejó arrostrarla un corazón enamorado? Invirtió en ella muchos caudales, empleó tiempo y trabajo y por fin el bondadoso Zapardiel aceptó el nuevo camino que le abrió aquel joven loco de amor, y apareció de ponto bañando los muros de la casa solariega en que moraba la que, sin saberlo ni soñarlo, había obrado aquel milagro."
"Al asomarse un día la dama al mirador de su galería vio saltar y precipitarse una gran vena de agua que llegaba ruidosa..; era el Zapardiel que venía a bañar los muros de Medina."
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01-07-15 - El Caballero de Olmedo al «que de noche mataron»
MÓNICA ARRIZABALAGA
Juan de Vivero fue asesinado a su regreso de Medina del Campo, aunque no por los motivos que imaginó Lope de Vega.
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PALACIO CABALLERO DE OLMEDO. Despacho de Lope de Vega, en el Palacio Caballero de Olmedo
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«Amor no te llame amor, el que no te corresponde». Los primeros versos que Lope de Vega puso en boca de don Alonso ya anticipaban la causa por la que moriría asesinado «El Caballero de Olmedo» en la célebre tragicomedia que dio a conocer universalmente a la Villa de los Siete sietes vallisoletana.
Don Alonso Manrique, como así llamó Lope al noble de Olmedo, regresaba de ver a su amada doña Inés en Medina del Campo cuando a unos tres kilómetros de su casa, en lo alto de la llamada Cuesta del Caballero, fue atacado a traición por don Rodrigo, el prometido de la joven al que corroían los celos. De nada sirvieron las advertencias en el camino («Sombras le avisaron / que no saliese / y le aconsejaron que no se fuese»). Don Alonso se encaminó solo hacia su terrible destino en esta famosa obra que se estrenó en 1620 y que tantas veces ha sido llevada a los escenarios.
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PALACIO DEL CABALLERO DE OLMEDO. Monumento al Caballero de Olmedo realizado en 1983 por Manuel López
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Lope de Vega escribió «El Caballero de Olmedo» a partir de una seguidilla popular que por aquel entonces era muy conocida: «Que de noche le mataron, al Caballero, la gala de Medina, la flor de Olmedo».
La cantinela había alcanzado gran éxito en el primer cuarto del s. XVII, pero aludía en su origen a Juan de Vivero, un caballero de la Orden de Santiago asesinado el 6 de noviembre de 1521. Señor de Castronuño y Alcaraz, Vivero «fue muerto viniendo de Medina del Campo de unos toros, por Miguel Ruiz, vecino de Olmedo, saliéndole al encuentro», escribió Alonso López de Haro en su «Nobiliario genealógico de los Reyes y Títulos de España» (1622).
Juan Antonio de Montalvo daba más detalles en su «Memorial histórico de Medina del Campo» (1633) de «aquel suceso tan celebrado del caballero de Olmedo», fechando el crimen en «un día cerca de Todos los Santos» de 1521,durante el reinado de Carlos I ( y no de Juan II como en la obra de Lope). Tras el asesinato, Miguel Ruiz se refugió en el convento de religiosos jerónimos de la Mejorada, donde los frailes le protegieron del cerco de caballeros, amigos y deudos del muerto, según Montalvo. Vestido de fraile, Ruiz logró escapar de sus perseguidores y acabó embarcándose para las Indias, donde tomó el hábito de Santo Domingo en México, «fue lego y vivió casi sesenta años».
Joseph Pérez descubrió en 1966 varios documentos del Archivo Histórico de Simancas que probaron la historia real de «El Caballero de Olmedo». Estos escritos, que recogió en «La muerte del Caballero de Olmedo. La leyenda y la historia», dan cuenta de las detenciones llevadas a cabo tras la muerte de Vivero, de las acciones judiciales emprendidas por la viuda de don Juan, Doña Beatriz de Guzmán, y de cómo fueron confiscados los bienes de Miguel Ruiz, aunque sus huellas se perdieron. «La fecha (6 de noviembre de 1521), la identidad de la víctima, del asesino, el lugar y las circunstancias del crimen, están bien establecidas. Los motivos, por el contrario, continúan siendo oscuros», señalaba Pérez.
Francisco Rico resaltó en su estudio de la obra cómo «los móviles de Miguel Ruiz nunca quedaron establecidos satisfactoriamente, o eran, si acaso, demasiado prosaicos para impresionar a nadie», pero «sí era impresionante de suyo el asesinato sangriento de un noble joven y aureolado del prestigio de don Juan: caballero de Santiago, triunfador en Tordesillas (1520) y Villalar (1521) al servicio de Carlos V, recién electo regidor de Olmedo».
Un ajuste de cuentas
El móvil del crimen más verosímil sería precisamente «un ajuste de cuentas tras la batalla de Villalar», señala Benjamín Sevilla, citando el estudio «Sobre la realidad histórica de 'El caballero de Olmedo'» de Antonio Blanco y desechando las versiones sobre una disputa a cuenta de unos galgos. «Juan de Vivero fue partidario de los comuneros y luego realista», explica el gerente del Palacio del Caballero de Olmedo.
Adelaida Sagarra Magazo, doctora en Historia de la Universidad de Burgos, relata cómo el conflicto fue muy virulento en Olmedo, ya que «parte de la ciudad se declaró comunera y fue capitaneada por don Juan de Vivero». Los Vivero eran una poderosa familia enfrentada tradicionalmente con los Troches, a los que apoyaba Antonio Fonseca. «Juan de Vivero, en el último momento, cuando los acontecimientos se decantaron definitivamente, cambió de bando. Además, Vivero aprovechó la huida a Flandes de Antonio de Fonseca tras el incendio de Medina, del que fue principal responsable, para adueñarse de la situación política local», señala Sagarra.
«Pero los Fonseca no se resignaron», añade la historiadora recordando los versos «que de noche mataron...» y la muerte del caballero el 6 de noviembre de 1521.
La estancia de la Corte en Valladolid de 1601 a 1606 «contribuyó de forma decisiva a que reviviera, se recreara y se divulgara la vieja leyenda del Caballero de Olmedo», según Francisco Rico.
La leyenda llegó a Lope sin referencias cronológicas ni móvil claro del crimen. De ahí que imaginara una intriga más sugerente para el espectador, convirtiendo a Olmedo en «uno de los espacios literarios universales» con «una de las historias de amor y muerte mejor contadas, capaz de que sus espectadores o lectores, no importa de qué tiempo o lugar, puedan de alguna manera reconocerse en sus protagonistas y conmoverse con su suerte», señalan desde el Palacio del Caballero de Olmedo. «Y todo esto sin que deje de resonar en ella el eco de un suceso ocurrido en algún momento de la historia real y mínima del camino de Medina a Olmedo».
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PALACIO DEL CABALLERO DE OLMEDO. El Palacio del Caballero de Olmedo acerca al público a la leyenda, el teatro de Lope y la España del Siglo de Oro. Recibe unos 15.000 visitantes al año
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La realidad histórica del caballero de Olmedo «ya no puede anular las consecuencias desprendidas de la tragicomedia de Lope. Ni en la Ciudad del Caballero, ni en la Ciudad del Caballero, ni en Castilla y León, tampoco en España, ni en el universo literario», decía Zenón García Alonso. Es Don Alonso Manrique, más que don Juan de Vivero, quien después de muerto vive «en las lenguas de la fama». El Caballero de Olmedo.
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(1) - Tres eruditos medinenses compusieron unos meritorios trabajos literarios a modo de novelas históricas o historias noveladas sobre hechos referidos en nuestras crónicas, y vieron la luz pública como folletín de "El Medinense".
D. Saturnino González y Reguera escribió "Lealtad de un medinense". Desarrollo en ella la heroica constancia y ejemplarísima lealtad con que un medinense, Marcos Gutiérrez de Benavente defendió el castillo de Aguilar, de que era alcaide por el Conde de Haro, hermano de Dª. Urraca, madrastra sin piedad del rey Alfonso IX, quien se propuso, alsubir la trono, desposeerla de sus castillos y de los de su hermano. Siete años tuvo cercado el castillo de Aguilar, y cuando logró entrar, solo encontró vivo al alcaide, pero extenuado y desfallecido, aunque empuñando en sus manos las llaves que le habían sido confiadas. López Ossorio refiere este episodio, pág. 237.
D. Antonio Moyano escribió "El Crimen del Halconero", basado en la ejemplar justicia con que la Reina Isabel castigó la criminal ambición del opulento Álvar Fañez, sin que le indultaran sus atesoradas riquezas, como verá el lector en 31 R. b.
A. D. Tomás de Jesús Salcedo le sirvió de fundamento para su novelita histórica "La Lámpara de Santiago", la ofrenda que trajeron los medinenses de la conquista de Alhama. Dos hidalgos medinenses, rivales en sus amorosas aspiraciones de la mano de Dª. Blanca, fueron sorprendidos luchando en una de nuestras calles. Llevados ante la Reina, ésta les envió a la guerra de Granada. Combatieron ambos con denuedo y sobresalieron en la toma de aquella ciudad granadina, cayendo heridos y viéndose precisados a socorrerse mutuamente, olvidadas añejas rivaidades. Regresaron triunfantes y en fraternal camaradería, trajeron a su patria chica el preciado trofeo de la lámpara de la mezquita para la iglesia de Santiago. Presentado el antiguo pleito amoroso ante Dª. Isabel, se sometieroncon docilidad los contendientes a su prudente arbitraje.
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(2) - D. Antonio Prado y Sancho en su "Novenario de Nuestra Señora de la soterraña, con siete recuerdos históricos, panegíricos y morales", sinopsis histórica de la villa de Olmedo,, compuesta a mediados del siglo XVIII, apoyándose en documentos del archivo de la Mejorada, afirma que tal hecho tuvo lugar el 2 de noviembre de 1521.
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