Esta
excelente escultura del arcángel San Rafael, que consideramos
obra de Luis Salvador Carmona en 1986, fue recientemente identificada
como la titular
del retablo de la misma advocación, existente, hasta
1960, en la desaparecida iglesia
de la Vera Cruz. Trasladada entonces a la Colegiata
de San Antolín, fue emplazada en la hornacina derecha
del retablo dedicado a la Inmaculada Concepción -conjunto
procedente de la parroquial
de San Facundo y San Primitivo- permaneciendo allí
hasta nuestros días.
La
iconografía de San Rafael, poco frecuente hasta el
siglo XVIII, es bastante común a partir de esta centuria
y a ella dedicó Luis Salvador Carmona varias esculturas.
Su representación está ligada a la historia
de Tobías, a quien se le apareció cuando debía
emprender un difícil viaje, ofreciéndole su
protección. Durante el mismo, Tobías decidió
bañarse en el río Tigris, surgiendo del agua
un enorme pez que intentó devorarle. Intervino el Arcángel
y, tras salvarle la vida, le ordenó atrapar al pez
y extraerle el corazón, el hígado y la hiel,
con los que liberaría del demonio a su futura esposa
y sanaría los ojos enfermos de su padre, el viejo Tobías.
De aquí la representación de San Rafael como
genérico protector del viaje, que aparece a veces vestido
con los atributos del peregrino, y siempre con un pez entre
sus manos.
En
nuestro caso, se representa al Arcángel en actitud
de caminar portando el pez en su mano izquierda y lo que aparenta
ser el fragmento de un bordón de peregrino en la derecha;
le faltan ambas alas. La policromía está realizada
a base de tonalidades planas, verdes y rosas, únicamente
decoradas por una cenefa dorada, siendo la encarnación
a pulimento. El apoyo de la pieza está trabajado con
pequeños golpes de gubia, de forma muy similar a otras
obras adscritas a la órbita de Carmona.
La
sensación de movimiento está acentuada por el
desarrollo de los paños, fuertemente sacudidos, pegados
a la figura por delante y sueltos por detrás, dando
lugar a una vistosa cola. Esta disposición no es desconocida
en la obra de Luis Salvador Carmona, apareciendo, de forma
muy similar, en figuras como el San Miguel de la iglesia de
Santa Marina de Vergara (Guipúzcoa).
Obra
de evidente inspiración en el Rococó francés,
el profesor Martín González la relaciona con
el foco de La Granja. Luis Salvador Carmona tiene un amplio
conjunto de esculturas en esta población, llegando
a trabajar allí con un importante grupo de artistas
franceses como Dumandré, Puthois y Bauvier, quienes
influirían notablemente en sus composiciones, poniendo
así de manifiesto la gran capacidad receptiva de nuestro
escultor.
Un
último hecho que nos ha llevado a relacionar esta obra
con la producción artística de Carmona es su
evidente parecido físico con otras piezas que sabemos
con certeza que salieron de su taller, como las Virtudes del
retablo mayor de la citada iglesia de Santa Marina de Vergara.