Hasta
su reciente depósito en el Museo
de las Ferias, esta lápida se encontraba
en la parroquia
de Santiago, asentada desde 1770 en la iglesia del desaparecido
convento de jesuitas de Medina del Campo. Aunque García
Chico no la recoge en su catálogo de 1961, Martín
González la cita entre los objetos inventariados en
la capilla del Relicario de la citada iglesia en 1970. Se
trata de una losa funeraria del siglo XV que fue reaprovechada
en el siglo XVIII y tallada por el reverso. La pieza original
es la lauda del sepulcro de un clérigo llamado Francisco
Fernández, fallecido en el año 1477, según
consta en la inscripción tallada en bajo relieve a
lo largo de la orla que bordea la lápida. Aunque borrada
en parte, se puede leer el nombre del destinatario y la fecha
del fallecimiento: "AQUÍ YACE FRANCISCO FERNANDEZ
... REDO.... (fall)ESCIÓ A VI DIAS DEL MES DE NOVIEMBRE
AÑO DE M CCCC LXXVII". En el centro de la superficie
está incisa la figura yacente de un sacerdote revestido
con ornamentos litúrgicos, con la cabeza descansando
sobre una almohada y con las manos juntas sobre el pecho.
Han desparecido por completo los rasgos de la cara pero se
reconoce su indumentaria que consta de bonete, casulla con
orfrés alrededor del cuello, cenefa delantera adornada
con una sucesión de tallos esquemáticos formando
espirales, y el amito en la muñeca izquierda. Es un
tipo de lápida funeraria sencilla que evoca los grabados
de las planchas de metal que se traían desde Flandes.
En
el reverso figuran un escudo tallado en relieve y una inscripción
en la que se lee: "DIA 29 DE MARZO A(ñ)O DE 1798
SE TRASLADARON AQVI DESDE LA ANTIGUA LOS HUESOS DE LOS SEÑORES
DIEGO FERNÁNDEZ DE BOBADILLA Y D(a) FRAN(cis)CA DE
SOMONTE SVS PADRES Y HERMANOS". El escudo heráldico,
como es frecuente en el siglo XVIII, incluye las armas que
la familia había acumulado mediante enlaces. Es un
escudo terciado en palo, con las armas de los Bobadilla, descrito
en los diccionarios heráldicos como cuartelado, 1 y
4 en campo de gules, un águila de plata, y 2 y 3 en
campo de plata, una torre de cuyas ventanas y almenas salen
lenguas de fuego. Las restantes armas deben de pertenecer
al linaje local de los Ribera-Medina según aparecen
ya en el siglo XVI en la iglesia de San Martín.
A
partir de la inscripción del siglo XVIII sabemos que
la citada lápida llegó a la parroquia
de Santiago en 1798, procedente de la parroquia
de Santa María de la Antigua, que había
sido suprimida en 1786. Se sabe que en esta iglesia los Bobadilla
tuvieron sus capillas y enterramientos e hicieron donaciones
como la gran cruz de plata marcada con su escudo. El apellido
aparece relacionado con las capillas de Nuestra Señora
la Preñada y con la llamada de Santa Catalina o de
los Bobadilla situada en el claustro de la iglesia. Esta última
fue fundada por Diego Fernández de Medina el Viejo
y en ella estaban enterrados varios miembros de la familia
Bobadilla. Es difícil determinar, por lo común
del apellido Fernández, si estos Fernández de
Bobadilla cuyos restos cobijó finalmente esta losa
eran los herederos del clérigo Francisco Fernández
del siglo XV, pero cabe sospecharlo puesto que reaprovecharon
su lápida. Cuando se hizo el traslado debía
de hacer ya bastante tiempo que Diego Fernández de
Bobadilla, su mujer Francisca de Somonte, sus padres y hermanos,
habían fallecido, puesto que la inscripción
al referirse a sus huesos denota un hecho pasado. Quizá
sea el personaje de este nombre cuyas hermanas se encontraban
enterradas en la capilla de Santa Catalina.