La comunidad
autonómica de Castilla y León, cuenta con
tres de las siete ciudades españolas designadas por
la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad con el fin de
conservar su legado artístico, histórico y
cultural, tres conjuntos urbanos de singular riqueza y personalidad
inconfundible.
Ávila,
"Ciudad de Santos y Piedras", con una excepcional
densidad de monumentos civiles y religiosos, es un ejemplo
notable de la ciudad fortificada de la Edad Media que ha
conservado íntegramente su recinto amurallado. Ciudad
de perfil guerrero, identificada por el misticismo de Santa
Teresa, Ávila es una maravilla amurallada, un fascinante
viaje al paisaje urbano medieval al pié de las montañas
de la Cordillera Central.
Por su parte,
la ciudad de Salamanca dispone de un patrimonio arquitectónico
admirable y de coherencia excepcional en el corazón
de su singular y vitalista centro histórico. Ciudad
universitaria por excelencia, bullidora y alegre, Salamanca hechiza al viajero con su esplendor plateresco y ese aire
inquieto y perennemente joven que mantiene siempre vivo
el deseo de volver a sus calles, a las de la Compañía
y Libreros, a su inigualable Plaza Mayor y a sus múltiples
rincones de piedra viva.
Y, finalmente, Segovia atesora una serie de monumentos excepcionales por
su belleza y significado histórico, entre las que
destaca el prodigioso acueducto romano, que todavía
hoy sigue en funcionamiento, su catedral y su vieja judería.
La ciudad, dominada por el señorial Alcázar
y referencia gastronómica internacional, muestra
en su entramado urbano la mezcolanza de culturas que albergó
en su época de esplendor.
Las tres ofrecen
al visitante la posibilidad de sumergirse sin prisas en
sus plazas y callejas, de respirar aromas medievales entre
iglesias, caserones, y palacios y de gozar de un patrimonio
que materializa en piedra la secular convivencia de culturas
en Castilla y León.