El
pujante románico al renacimiento, pasando por el
gótico más esplendoroso, Castilla y León conserva en su territorio doce catedrales, doce monumentos
ubicados en otros tantos centros históricos de primer
orden, doce cuerpos vivos en su pujanza, también
en sus achaques, con una historia que es la de los hombres
que las levantaron y las de las ciudades que las acogieron.
Símbolos en piedra
de muchas aspiraciones y voluntades, las catedrales castellanoleonesas
no sólo fueron -y son hoy todavía- el gran
referente en el paisaje urbano, sino que constituyen en
muchos casos el vehículo de una sociedad nueva, Documentos
y tesoros artísticos conservados entre sus paredes
ofrecen al viajero testimonio de "los trabajos y los
días" de la sociedad medieval y sus afanes,
y muestran una arquitectura que sigue viva sin desdeñar
por ello sus innegables valores arqueológicos.
En Astorga, uno de los jalones
más importantes de la ruta jacobea, puede admirarse
la traza gótica -con restos de la antigua basílica
románica- de la catedral de Astorga. La de Ávila primera catedral gótica, está integrada en
la muralla y exhibe aires de fortaleza defensiva. La seo
de El Burgo de Osma constituye el origen de la ciudad misma,
y en Burgos el viajero se extasiará ante las torres
de la fachada principal, rematadas por sendas gujas, el
majestuoso cimborrio y el prodigio de armonía de
una de las cumbres del gótico, declarada por la UNESCO
Patrimonio de la Humanidad. En Ciudad Rodrigo destaca el
Pórtico del Perdón, y la catedral leonesa
asombra por el milagro de efectos lumínicos procurado
por sus 230 vidrieras. La catedral de Palencia, "la
Bella Desconocida", guarda restos de una antigua construcción
visigótica y una sorprendente riqueza en su interior,
y Salamanca muestra orgullosa sus dos catedrales, La Vieja
(coronada por la Bella Torre del Gallo) y la Nueva. El recorrido
sigue por Segovia, "la Dama de las Catedrales",
de estilo gótico tardío, Valladolid, la inacabada
obra de Juan de Herrera, y la catedral románica de
Zamora.