Múltiples referencias confirman el
lugar primordial que ocupaba el tapiz flamenco entre los productos
artísticos comerciados en las Ferias de Medina del Campo.
Su utilidad como aislante térmico y la facilidad de su
transporte, lo convirtieron en parte fundamental en la decoración
de los palacios ocupados por las cortes itinerantes. Su propia
movilidad fue la causa fundamental de la pérdida para
Medina de remesas tan importantes como las que ordenó
pagar en 1504 Isabel la Católica al comerciante Martys
de Guirda, tapisero vesino de Flandes. A lo largo
del siglo XVI el tapiz siguió representando un signo
de riqueza, siempre presente en los inventarios de los grandes
hombres de negocios como Simón
Ruiz, propietario de dos series con la Historia de Diana
y temas bíblicos.
Este tapiz pertenece a la Fundación
Central Hispano. Se trata de un tipo de tapiz de gran difusión
en los talleres de Bruselas de la segunda mitad del siglo XVI,
con Franz Geubels como más destacado productor. Sus características
más notables son el gran protagonismo del paisaje en
la escena principal y la utilización de las cenefas para
incorporar figuras alegóricas y episodios secundarios,
enmarcados en motivos arquitectónicos clásicos.
Aunque se han manifestado dudas
en la identificación del motivo central con el tema de
Apolo y Orfeo, el programa icinográfico del resto del
tapiz requiere una escena del Antiguo Testamento. Concretamente
se trata del rey Saúl entregando al joven David la lira
para que interprete la música que calme su ánimo.
En los campos superiores e inferior de la cenefa aparecen cinco
virtudes con sus distintivos: La justicia con la balanza junto
a un avestruz, la Paz sujetando una rama y bajo paloma con resplandor,
la Fe con la Cruz, la Caridad con un niño en sus brazos,
coronada con una llama en alusión a sus brillantes efectos
en beneficio de los desvalidos, y la Esperanza con el ancla,
símbolo de firmeza, y el Libro de la Sagrada Doctrina.
En la parte más alta de los laterales aparece Judith
con la cabeza de Holofernes y Rebeca. En los extremos inferiores
dos escenas frecuentemente asociadas: Susana y los viejos y
Betsabé recibiendo en el baño de manos de un criado
la carta de amor de David. Más allá del significado
literal de todos estos episodios, en ellos se reconocían
los principales valores del Cristianismo dentro de una función
primordialmente decorativa.