TEMA: V Centenario
MATRIMONIO DE INTERESES

 

 

La guerra civil catalana.

El cúmulo de despropósitos de uno y otro lado culminó el 9 y 11 d junio de 1642, cuando las instituciones catalanas desposeyeron de la corona a Juan II y a su esposa, y el 11 de agosto, cuando hicieron lo propio con la primogenitura de Fernando.

Así comenzó una guerra civil que iba a durar diez años. En su primera fase, cuando las fuerzas juanistas y sus aliados franceses llegaron a asediar Barcelona, el Consejo del Principado buscó la alianza de Enrique IV de Castilla (1 de agosto de 1462), a quien un Parlamento reunido en Barcelona reconoció como rey o señor de Cataluña en la persona de su lugarteniente, Juan de Beaumont (13 de noviembre de 1462). Paralelamente, tratando de asegurarse la fidelidad de los otros reinos de la Corona y asegurar la posición política de su heredero, Juan II nombró a Fernando virrey de Aragón (14 de octubre de 1463) y obtuvo de los sicilianos u reconocimiento explícito de su primogenitura (21 de septiembre de 1464).

Enrique IV, a quien el nombramiento de rey o señor de Cataluña le interesaba solo en la medida en que creía poder debilita a su enemigo y al partido aragonista activo en Castilla, no contó con la habilidad de Juan II, que contraatacó avivando la guerra civil en el reino Castellano. Finalmente, convencidos ambos monarcas de la inutilidad de una estrategia que les perjudicaba mutuamente, se avinieron a aceptar el arbitraje de Luis XI de Francia, que dictó una sentencia (Bayona, 23 de abril de 1463) por la cual Enrique IV se avendría a abandonar a los catalanes y devolvería a Juan II posiciones navarras ocupadas por sus tropas, y Juan II haría concesiones semejantes en Castilla.

Abandonados por Enrique IV, los catalanes buscaron un nuevo monarca: Pedro de Portugal, proclamado rey en octubre de 1463. Se abrió entonces una nueva fase de la lucha durante la cual las tropas de Juan II obtuvieron éxitos notables, entre ellos la victoria de Calaf y Prats de Rei del 28 de febrero de 1465 donde el infante Fernando, que estaba a punto de cumplir los trece años, ayudado por el conde de Prades, tuvo por vez primera la dirección de las operaciones. El futuro conquistador de Granada hacía así su aprendizaje militar y recién cumplidos los trece años, el 18 de mayo de 1465, fue nombrado virrey de la Corona de Aragón, con funciones especiales en Cataluña. El nombramiento era irregular -pues la mayoría de edad, al menos para determinados efectos, se situaba a los 14 años- pero se justificaba por la situación excepcional de la guerra civil y, al parecer, por la madurez de Fernando. Fue entonces cuando recabó con éxito la ayuda de Zaragoza pero el asedio de Cervera, que culminó con éxito el 14 de agosto de 1465, y cuando participó en las operaciones contra Amposta y Tortosa (mayo 1466).

La inesperada muerte del condestable Pedro de Portugal (29 de junio de 1466) podía haber acelerado el fin del conflicto, pero los radicales impusieron un nuevo rey, Renato I de Provenza (30 de junio de 1466), que contó con el apoyo de Luis XI de Francia, quien soñaba con anexionarse Cataluña y retenía la posición de Rosellón y la Cervera. Renato de Provenza envió a Cataluña tropas francesas y napolitanas dirigidas por su hijo, Juan de Lorena. Se abrió así la tercera y última fase del conflicto (1466-1472). Juan II encomendó a su hijo, que ya había cumplido los 14 años, el gobierno general de Aragón y le promovió a capitán general del ejército que defendió Gerona del ataque francés, en el verano de 1467. Fue entonces cuando, junto con su padre, Fernando conoció su primera derrota militar, en Viladamat (21 de noviembre de 1467), donde estuvo a punto de caer prisionero.

Los éxitos de las fuerzas extranjeras y catalanas contrarias a su autoridad debieron hacer mella en el ánimo de Juan II, pero el monarca era un hombre endurecido por la política y avezado en la lucha. La experiencia y la necesidad de preparar el futuro de su heredero, le empujaron a contraatacar. Lo hizo en el plano diplomático, pactando con Inglaterra y Borgoña para aislar a Francia en la escena internacional, y recabando ayuda a las Cortes de Aragón y Valencia para continuar la guerra; otra apuesta política fue el nombramiento de Fernando como rey de Sicilia (10 de junio de 1468), que daba cierta satisfacción al autonomismo sociliano y realzaba el prestigio del príncipe en el momento en que convenía acelerar los acuerdos para su matrimonio con Isabel.

 

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