Un equipo de investigación liderado por el IPHES-CERCA ha documentado un episodio de canibalismo humano ocurrido hace 5.700 años en la cueva de El Mirador, en un contexto de violencia entre comunidades. Se trata de un nuevo caso de canibalismo en los yacimientos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca (Burgos), esta vez en comunidades neolíticas locales.
Los restos corresponden a al menos once individuos (incluyendo niños, adolescentes y adultos) que fueron desollados, descarnados, desarticulados, fracturados, cocinados y consumidos, según la evidencia identificada en los huesos. Los datos apuntan a un consumo sistemático, sin signos visibles de prácticas rituales o ceremoniales, probablemente vinculado a conflictos entre grupos vecinos o entre locales y recién llegados.
Estas son las principales conclusiones de un estudio publicado en la revista Scientific Reports, dirigido por la Dra. Palmira Saladié, investigadora del IPHES-CERCA y de la Universitat Rovira i Virgili. El estudio forma parte de un proyecto de investigación interdisciplinar sobre antropología forense, prácticas funerarias y violencia prehistórica, realizado dentro del proyecto Atapuerca y financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España.
"Uno de los comportamientos más complejos de interpretar"
"En este estudio nos encontramos ante un nuevo caso de canibalismo en los yacimientos de Atapuerca", afirma Palmira Saladié. "El canibalismo es uno de los comportamientos más complejos de interpretar, debido a la dificultad inherente de comprender el acto de los humanos de consumir a otros humanos. Además, en muchos casos carecemos de toda la evidencia necesaria para asociarlo con un contexto conductual específico. Finalmente, los sesgos sociales tienden a interpretarlo invariablemente como un acto de barbarie".
Violencia entre grupos locales
Los restos humanos se recuperaron en dos sectores de la cueva y se encuentran en un estado de conservación excepcional. El análisis tafonómico identificó marcas de corte, fracturas para la extracción de médula ósea, evidencia de cocción e incluso mordeduras humanas en al menos once individuos de diferentes edades, entre ellos niños, adolescentes y adultos.
El análisis de isótopos de estroncio muestra que todos los individuos consumidos eran de origen local y que fueron devorados en un período muy breve, posiblemente de tan solo unos días. Además, la datación por radiocarbono sitúa el evento en un marco temporal preciso: entre 5700 y 5570 años antes del presente, en una fase final de la ocupación neolítica de la cueva, justo antes de que el yacimiento fuera reutilizado para uso funerario.
"Esto no era una tradición funeraria ni una respuesta a una hambruna extrema", explica Francesc Marginedas. "Las pruebas apuntan a un episodio violento, dada la rapidez con la que se desarrolló, posiblemente resultado de un conflicto entre comunidades agrícolas vecinas".
El canibalismo como forma de control social
Todo sugiere un conflicto intergrupal, con la eliminación de todo un grupo familiar y el posterior consumo de las víctimas.
"El conflicto y el desarrollo de estrategias para gestionarlo y prevenirlo son parte de la naturaleza humana", señala Antonio Rodríguez-Hidalgo. "Los registros etnográficos y arqueológicos muestran que incluso en las sociedades menos estratificadas y de pequeña escala, pueden ocurrir episodios violentos en los que los enemigos podrían ser consumidos como forma de eliminación definitiva".
Los investigadores relacionan este episodio con otras masacres neolíticas en Europa, como las de Talheim (Alemania) o Els Trocs (España), aunque el caso de El Mirador proporciona evidencia clara del consumo sistemático de las víctimas. Se han documentado comportamientos similares, vinculados a la violencia intergrupal y el canibalismo, en yacimientos como la cueva de Fontbrégoua (Francia) o Herxheim (Alemania).
Un sitio clave para comprender la violencia prehistórica
Este estudio se basa en descubrimientos previos en la cueva El Mirador, donde ya se había documentado un caso más reciente de canibalismo, datado en la Edad del Bronce, hace entre 4600 y 4100 años. Los nuevos hallazgos demuestran que estas prácticas ya estaban presentes en el Neolítico Tardío.
Esta nueva investigación se suma a investigaciones previas en el mismo yacimiento, donde se documentó un episodio similar durante la Edad del Bronce. "La recurrencia de estas prácticas en diferentes momentos de la prehistoria reciente convierte a El Mirador en un sitio clave para comprender el canibalismo humano prehistórico y su relación con la muerte, así como las posibles interpretaciones rituales o culturales del cuerpo humano en la cosmovisión de estas comunidades", concluye Palmira Saladié.