Como
antecedentes históricos de los festejos con toros bravos
en Medina del Campo y su Tierra o Comarca natural, diremos que
para nuestros antepasados siempre fueron espectáculos insustituibles
y principal motivo de cualquier conmemoración o fiesta
patronal, con un mayor importancia y categórica exigencia
que en los tiempos actuales.
Así
pues no había fiesta importante en las efemérides
medinenses que no estuviese aderezada con la suelta y encierro
de toros bravos, según siempre aseveró, no muy complacido,
mi querido maestro el cronista don Gerardo Moraleja Pinilla (1885-1948),
por no gustarle los toros.
Aunque
los festejos taurinos son de origen antiquísimo, cuando
estas tierras mesetarias estaban pobladas por los vacceos y arévacos,
ya en tiempos plenamente históricos, consta ya documentalmente,
que en 1490 los arrendadores de determinadas "rentas del
común" (carnicerías, vino, aceites, velas,
etc.) venían obligados a pagar, sobre cantidades rematadas,
un número fijado de toros bravos, para ser "encerrados,
corridos y lidiados", y que en ese año de 1490,
fue de once en total.
A
partir del siglo XVI, y ya en los primeros años de este
siglo, se ven reflejados en los municipales "libros de Acuerdos"
(los actuales libros de Actas), como el Concejo había establecido
ya en cuatro días, las festividades que Medina del Campo
y su tierra (las localidades y lugares a ella vinculados por las
rentas "sernas") debían de observar como "VOTOS
DE VILLA", a los cuales iba aparejada la celebración
de una corrida de toros, oficialmente organizada. Estos "votos"
estaban encarnados en las festividades de SAN JUAN EVANGELISTA,
SANTIAGO APÓSTOL, NTRA. SEÑORA DE AGOSTO (Asunción
de la Virgen), y SAN ANTOLÍN, patrón celestial de
la Villa medinense. Estas eran las fiestas señaladas, históricamente,
de forma oficial y popular, fijas de modo inveterado, porque a
más de las ya nombradas, solían celebrarse, por
aquellos años, otras dos corridas de "devoción",
ya que eran organizadas y sufradas, una de ellas por la Cofradía
Penitencial de la Sta. Vera Cruz, y la otra la Archicofradía
de Ntra. Señora de las Angustias, en sus respectivas festividades,
y, junto a los cultos litúrgicos de rigor, se daban también
los consabidos toros bravos, como festejo laico fundamental después
de celebrados los religiosos, ó al tiempo de éstos.
Lo
anteriormente manifestado se desprende de diversos testimonios
documentales datados en los años de 1596, 1604, 1629 y
1634, entre otros muchos como más significativos y explícitos
a este respecto, debidamente señalados en "acuerdos
y autos consistoriales".
Ya
en los siglos XV y XVI las corridas de toros en Medina del Campo
estaban entreveradas con los caballerescos "juegos de
cañas y lanzas" en los que se rejoneaban y desjerrataban,
a caballo, los cornúpetas. Esta secular costumbre de los
caballeros hidalgos medinenses, muy abundantes durante los años
de esplendor ferial y mercantil, o sea en los anteriores dichos
siglos XV y XVI, continuaran durante todo el siglo XVII, se bien
en menor número y "rebajada" magnificencia
señorial por mor de la despoblación y decadencia
de la Villa y su tierra. Pero lo que si resulta determinado de
forma fehaciente es que los referidos festejos taurinos, es decir
aquellos "juegos de cañas y lanzas con toros bravos",
finalizaban con la muerte, bien alanceados y desjarretados, ó
estoqueados las menos veces, de los cornúpetas que en ellos
participaban.
De
este modo y manera quedan explicados en varios "autos
consistoriales de Concejo medinés, siendo el más
detallado y explícito el datado con fecha de 7 de Marzo
de 1596. También, en las referidas centurias XV y XVI,
de plena gloria y fastos de aquella Medina del Campo, ferial y
mercantil, también del mismo modo, aunque no con tanta
profusión y riqueza de medios, los toros eran "encerrados"
de noche y por personal idóneo, sin apenas intervención,
más que como meros espectadores, del vecindario medinense
y comarcano. Con el transcurrir del tiempo, y de forma lenta y
paulatina, estos "encierros" se fueron transformando
en un emocionante festejo, con participación más
directa de los "pecheros y pueblo llano" si bien
la intervención en ellos de vecindario de a pié
seguía siendo de mero espectador y en seguro.
Como
prueba documental, y sobre todo literaria y humana, es la que
nos legó Santa Teresa de Jesús en su obra las "Fundaciones",
en la cual nos dice: "Llegamos a Medina del Campo, víspera
de Nuestra Señora de Agosto, a las doce de la noche; apeámonos
en el monasterio de Sta. Ana (hoy plaza del Carmen), por no hacer
ruido; y a pie nos fuimos a la casa (en la actual calle de Sta.
Teresa y entonces calle de Santiago). Fue harta misericordia del
Señor que aquella hora encerraban toros, para correr el
otro día, no nos topar alguno. Con el embebimiento que
llevábamos, no había acuerdo de nada; más
el Señor que siempre le tiene de los que desean su servicio,
nos libró, que cierto que allá no se pretendía
otra cosa." -Hasta aquí la Santa Andariega y Doctora
de la Iglesia, dando una primorosa "pincelada" a su
Segunda Fundación del Carmelo Descalzo aquel memorable
15 de Agosto del Año de Gracia de 1567.-
La
presidencia de aquellos caballerescos y taurinos festejos, a partir
del establecimiento del cargo de CORREGIDOR en Medina del Campo,
acontecimiento realizado por la después Reina viuda de
Aragón, cuando corría en año 1406 y entonces
era Señora de la Villa como esposa de don Fernando de Antequera,
por esos años Regente de Castilla en la menoría
de edad de su sobrino Juan II. Establecido el cargo de Corregidor
en Medina, correspondía a éste, como delegado del
Señor ó del Rey, dicha presidencia.
La
citada Dña. Leonor de Alburquerque, o doña Leonor
de Aragón, fue esposa del medinense Infante don Fernando
de Antequera (1380-1416), y por las riquezas y posesiones que
reunió en su persona, como hija única del Infante
don Sancho, se la apellidó "La rica-hembra".
De su matrimonio con antedicho Infante don Fernando, nacieron
don Alfonso, luego Alfonso V de Aragón, don Juan, que llegó
a ser Juan II de Aragón y padre del Rey Católico,
así como los Infantes don Enrique, don Sancho y don Pedro
(aquellos celebrados "Infantes de Aragón"
que tanto dieron que hablar y escribir en las Crónicas
castellanas de Juan II (1405-1458) y en las populares "Coplas
de Mingo Revulgo" y de "Ay panadera", a más
de dos hijas que llegaron a ser reinas de Portugal y de Castilla.
La precipitada Doña Leonor, ocupó el trono aragonés
con su esposo a partir del Compromiso de Caspe (1412), y al morir
don Fernando (1416), como Señora de Medina, anexionó
su casa-palacio al monasterio de MM. Premostatrenses, y con las
debidas autorizaciones eclesiásticas, lo transformó
en cenobio femenino bajo la Orden de Santo Domingo de Guzmán,
y desde entonces el citado Monasterio medinense fue conocido como
el de MM. Dominicas Reales o de Santa María la Real de
MM. Dominicas.
Esta
doña Leonor de Alburquerque, reina viuda de Aragón,
tubo desde 1416 en que regresó de Aragón a la muerte
de su esposo Fernando I, en directa posesión y ejercicio
al Señorío de Medina del Campo, hasta su muerte,
acaecida en el mencionado Monasterio de Sta. María la Real
de MM. Dominicas en 1436, siendo enterrada en la iglesia conventual
del citado cenobio, renunciando expresamente el estar junto a
su esposo en los enterramientos reales del Monasterio de Poblet
(Tarragona); como tal Señora de Medina, promulgó
en 1421 sus célebres "Ordenanzas de Ferias",
fundamento jurídico y administrativo para su mejor funcionamiento,
esplendor y riqueza de dichas Ferias anuales (una en la Pascua
de Resurrección, y la otra en octubre). Después
la Villa medinense no conoció ni tuvo más Señores,
que al Infante don Juan, segundo de sus hijos, que fue rey consorte
de Navarra, y que en 1458 ocupó el trono aragonés,
a la muerte de su hermano Alfonso V, el Magnánimo (1416)
- 1458), con el nombre de Juan II (1458 - 1479), pasando el Señorío
de Medina a la entonces Princesa Isabel, a partir de la "Concordia
de los Toros de Guisaldo" jurada heredera del trono castellano,
y así pues la Reina Católica fue la última
Señora de Medina del Campo, por lo que a partir de ella
la Villa volvió a ser "señora de si misma".
Pues
bien, salvando este inciso sobre la presidencia de los festejos
taurinos medinenses, añadiremos que ésta correspondía
siempre al Corregidor en ejercicio de la Villa, en tiempos que
existía Señorío sobre ella si no estaban
presente el Señor, y después de los diversos Reyes
de Castilla; pero debemos hacer una salvedad al respecto, y es
que en el Año de Gracia de 1601, el Corregidor de Medina
tuvo que ceder esa preeminencia al Presidente de la Real Chancillería
por haberse establecido en aquellas fechas esta suprema magistratura
en la Villa medinense, al trasladarse la Corte con el rey Felipe
III a la cabeza, a la ciudad del Pisuerga.
En
cuanto a lugar donde tenía lugar, en estos siglos de glorioso
esplendor medinense, los referidos festejos taurinos, no era otra
cosa sino en las ferias de la Plaza Mayor de la Villa, ocupando,
de sus casi catorce mil metros cuadrados de superficie, solamente
bastante menos de su mitad, es decir, su parte sur, o sea el espacio
encuadrado y comprendido por la Iglesia Colegiata de San Antolín,
el lugar ocupado actualmente por las Casas Consistoriales, y los
dos inmuebles particulares sitos al lado así como la Casa
del Arco (propiedad y uso del Cabildo Colegial como "casa
de balcones"), la fachada a la Plaza de la Casa-Palacio de
los Reyes de Castilla, junto a la casa-mayorazgo de los Fernández
de Velasco, todo este último sito sobre la llamada "acera
del potrillo o portillo", y a veces fue ocupada una pequeña
porción de la llamada "acera de la joyería"
(la hoy llamada del café Continental).
A
partir del siglo XVIII los toros de Medina y su Tierra fueron
primordialmente "corridos" y con "encierro"
con intervención mayoritariamente popular (labriegos y
pecheros), y ya entonces en vez de toros "cinqueños"
se utilizaban "utreros") (sobre los tres años),
casi siempre en evitación de males mayores y muertes de
lidiadores, al temer más "sentido" y fuerza los
toros de "cinco y más hierbas". No obstante en
aquellos años de la Ilustración y de las "Sociedades
Filantrópicas de Amigos del País", apenas hubo
ya en la Villa medinense "juegos de cañas y lanzas"
como festejo taurino caballeresco, siendo cada vez mayor la participación
del vecindario llano y plebeyo (labriegos, menestrales y pecheros)
en los "encierros" y así mismo en el "correr
los novillos" asó como capotearlos, a la manera de
los chulapos madrileños y andaluces.
Durante
el pasado siglo XIX, influyó bastante la grandísima
disminución de población de la Villa, y por ello,
para la celebración de los ahora escasos festejos taurinos,
se utilizaron otros emplazamientos donde celebrarlos, sobre todo
cuando eran "de muerte", y según las costumbres
de la Corte Madrileña lidiados. Estos lugares accidentales,
ajenos a la tradicional gran Plaza Mayor medinense, fueron, a
veces, el interior de los restos y ruinas del incendiado "Cuartel
Marqués de la Ensenada", quemado por los franceses
en su retirada en 1814; también se utilizó la plazuela
de San Agustín, aprovechando para ello los restos y ruinas
del convento de Nuestra Señora de Gracia, de PP. Agustinos
Recoletos; también tenemos noticias de que sirvieron de
eventuales "cosos taurinos" la parte trasera o "josa"
del Hospital General de la Purísima Concepción y
San Diego de Alcalá, fundado en 1593 por Simón Ruyz
Envitos, con lidia de "novillos y toros de muerte".
La despoblación y ruinas intensísimas de Medina
a mediados del pasado siglo XIX, (el censo de 1848 cifró
en 760 habitantes de población en Medina), influyó
muchísimo en la celebración de festejos de toda
índole, y especialmente de toros, hasta que las obras del
trazado ferroviario que uniría Medina con Valladolid (1859)
y la inauguración de éste el 3 de septiembre de
1860, sacaron a la Villa medinense de su ruina y despoblación,
ya que aquellos pocos antepasados nuestros de mediados del siglo
pasado, supieron apuntarse al progreso que eran los "caminos
de hierro", ante barrios enteros en ruinas y deshabitados,
parroquias sin feligresía, campos algo alejados del casco
urbano sin labrar y convertidos en baldíos, palacios y
conventos en ruinas, polvo, mucho "polvo histórico"
enseñoreaban las ruas y plazas medinenses.
Ya
en la iniciación del actual siglo XX, se instaló
con carácter fijo, en los solares y corrales que, poco
después, ocupó la fundición y fábrica
de camas metálicas del mirobrigense Pedro García
Losada, sobre la calle de Valladolid (históricamente siempre
llevó esa denominación) con esquina a la calle de
los Muelles, "un coso taurino" o reducida plaza de toros,
con su ruedo, tendidos y toriles al uso común y general,
de los que yo he visto restos de madera de aquel "coso"
en algunas estructuras del popular "parador de San José",
antigua casa-palacio del Marquesado de Torreblanca.
Durante
la guerra de la Independencia (1808 - 1814) y hasta 1828, solamente
se dieron algunas, pocas, corridas de novillos, siempre como pago,
retrasado casi siempre, de las seculares rentas de carnicerías,
vino etc., siempre de forma esporádica y accidental, corriéndose
los cornúpetas de forma reiterada, para el final ser sacrificados.
Como las arcas del Municipio medinés, así como las
de la inmensa mayoría de su vecindario estaban harto empobrecidas,
los festejos de toros tenían que celebrarse, como ya hemos
apuntado antes, en el interior de las ruinas del acuartelamiento
del que hoy es (desde 1920) "Cuartel Marqués de la
Ensenada", así como también el los otros lugares
que señalamos con anterioridad.
Ya
en el año 1929, siendo Corregidor de la Villa por la Católica
Majestad de Fernando VII (en justeza apodado "rey felón"),
don Tadeo Rico, volvemos a encontrar en el Archivo Municipal medinense,
como se celebraron durante los días 2 y 3 de septiembre
de aquel año y siguientes, "dos corridas de novillos",
precedidas de los oportunos y populares "encierros"
y posteriores "desencierros" así se van repitiendo
en las distintas reuniones ordinarias del Pleno municipal de aquel,
todavía Ilustre Ayuntamiento (hasta febrero de 1929 Excelentísimo
en virtud del Real Decreto firmado por el rey Alfonso VIII), hasta
llegar al año 1873, en que aquel Ayuntamiento "republicado-federal",
aprobó la celebración de la "reinstaurada"
Feria de Medina del Campo, los días 2, 3, 4, 5 y 6 de septiembre
de cada años, en virtud de la autonomía y poderes
conferidos a los Ayuntamientos por los gobiernos de la 1ª
República española.
Aquí
vemos como aquella Ilustre Corporación republicana, vuelve
a hablar y a tratar, después tres siglos, de FERIAS, acoplándose
y fijándose los días feriales y de festejos públicos.
Por todo ello, queremos, a título indicativo, precisar,
que en la sesión extraordinaria celebrada el 29 de agosto
de 1829, presidida por el Corregidor Tadeo Rico, entre los acuerdos
refrendados por el entonces Escribano Municipal Antonio Macedo,
se dice textualmente: "Se mandó comparecer a los expresados
Gerónimo (sic) Franco y Antonio Hernández que expresaron
estaban prontos a franquear los novillos y vacas para el día
de San Antolín y siguientes siempre que se les asegure
el pago de ellos caso de quedarse con la obligación",
asisten como Regidores (los actuales ediles o concejales pero
por linaje y a perpetuidad) a la citada sesión, Miguel
Rodríguez, Eulogio Pereda, Manuel Álvaro Hermenegildo
Merino y Tomás Gutiérrez, y además, como
"diputados del común" Pedro Ayllón y José
López, siendo "Procurador del Común" el
hidalgo don Miguel de Dueñas y Rivas. Debemos resaltar
que aquellas décadas del pasado siglo XIX, la población
de Medina del Campo no llegaba a los mil habitantes, alcanzando
su máxima despoblación, ya citado realizado en el
año 1848, en que existían viviendo en la Villa los
ya "setecientos setenta habitantes" tantas veces nombrados.
Siguiendo
con esos tristes años del pasado siglo XIX, y ya en plena
regencia de la reina-niña Isabel II vemos que en la sesión
municipal ordinaria de fecha 27 de agosto de 1838 que presidió
como "Alcalde Primero" don Acisclo Bermejo y como "alcalde
2", don Fernando Altés, y a más de don Pedro
Lajo y dos Carlos , Colorado, ejerciendo este último de
"Procurador del común" fue acordado "que
se oficie al Sr. Jefe político (El Gobernador Civil de
entonces" dándole cuenta de que el Ayuntamiento ya
dispuesto corrida de novillos en los días dos y tres del
próximo, como costumbre muy antigua de esta Villa en la
festividad de San Antolín", Así o con análogas
expresiones se vino acordando durante todos los años siguientes,
hasta el antedicho año de 1873, en que se había
cambiado en régimen de gobierno de España, con la
proclamación de la primera República española
el 11 de febrero de 1873, al abdicar el Rey don Amadeo de Saboya.
Como
antes habíamos apuntado, la escasez de población
de esos años de las décadas de los treinta, cuarenta
y cincuenta, hasta la llegada del ferrocarril y sus obras inmediatas
y primeras (1858 - 1860) y siguientes, la utilización de
la totalidad de la Plaza Mayor medinense resultaba disparatada
e irrealizable, y por ello en aquellos años se utilizaba
como "coso Taurino" para "correr" los novillos
la parte de la ferial plaza lindera con las fachadas de las Casas
consistoriales y de la Colegiata, si bien anteriormente se corrían
a todo lo largo y ancho de toda la Plaza Mayor. A este respecto
podemos aducir que en el sesión plenaria celebrada el 7
de julio de 1841, presidida por don Miguel de Dueñas y
Rivas como Alcalde 1º, al que asisten como regidores don
Bernabé Portillo, don Lucas Álvarez, don Marcelino
Cuadrillero y don Ángel Santibáñez, haciendo
de Procurador de común don Juan de Vega y Pérez,
donde fue como secretario don Juan de Vega y Pérez, dando
fe como Secretario Municipal don Joaquín Velasco, se acordó:
"Aproximándose la función del Patrono en la
que según lo acordado por el Ayuntamiento deben (sic) celebrarse
dos corridas de novillos y respecto a la mucha gente que concurren
a ella, se trató por la corporación sobre si había
(sic) de cortar o no la Plaza Mayor y por donde".
Como
consecuencia de lo antedicho, el Pleno municipal acordó,
en su sesión de fecha 28 de agosto del referido 1841, "cercar
con talanqueras la fuente de la Plaza Mayor, y se abonasen con
los fondos de la "voz pública". Este dinero era
el obtenido directamente del pago de los "pregones"
comerciales que hacía el funcionario municipal encargado
de la llamada "voz pública" o Pregonero que solía
ser uno de los alguaciles con mejor voz, y que administraba directamente,
según tradición, el propio Alcalde de la Villa,
para gastos de emergencia y caridad benéfica. Hecha esta
aclaración, seguimos diciendo que el antedicho año
de 1841 y en la sesión plenaria celebrada por la corporación
Municipal con fecha 31 de agosto "se acordó que para
el día de San Antolín y siguientes haya bayle (sic)
general en las salas consistoriales; no se permitirá baylar
(sic) a ninguno que no lleve frac o levita (sic) y no se permitirá
tampoco fumar en el Salón ni estar cubierto". Como
vemos se pretendía guardar las formas y la compostura.
Los
tiempos iban cambiando en el transcurrir de los años, pero
en lo relativo a los festejos sanantolineros se seguían,
año tras año, tomándose análogos acuerdos,
sucesivamente consignados por las correspondientes actas de sesiones
plenarias celebradas. Así podemos ver como con fecha 22
de agosto de 1854, presidida por el entonces Alcalde constitucional
de la Villa don Miguel de Dueñas y Rivas, se tomó
el acuerdo siguiente: Se vio y leyó un Oficio del señor
Gobernador de la provincia que autoriza a esa corporación
para que pueda dar dos corridas de novillos en los días
2 y 3 del próximo septiembre. El ayuntamiento quedó
enterado". Lo mismo sucedió en 1855 y en forma muy
parecida en 1856, pero entonces el Alcaide de la Villa lo era
don Manuel Fernández Montealegre, y como tal presidió
el Pleno municipal del día 31 de agosto, en el que entre
otros acuerdos se toma textualmente el siguiente: "Se acuerda
que en las funciones del Patronato de San Antolín haya
los siguientes festejos: Los días dos y tres, corridas
de novillos, comisionándose para los "encierros"
y demás accesorios al regidor don Lucio Pérez. El
día primero por la noche iluminación general con
bayle (sic) general comisionando al Presidente para que ajuste
la música.".
Después
de pasar, someramente, por estos años de la mitad del pasado
siglo XIX, nos vamos a detener, por su importancia en el acuerdo
tomado por el Ayuntamiento republicano-federal que en 1873 rigió
durante once meses, mal contados, los destinos del municipio medinés,
y que fue relajado en el Acta de la sesión celebrada el
día 16 de agosto del mentado año 1873, y "Presidida
por el ciudadano Eugenio Salcedo, como Alcalde de Medina del Campo",
y en la que quedó acordada y establecida la Feria de San
Antolín, de la forma y modo que textualmente enunciamos:
"A propuesta del Presidente se aprobó el siguiente
programa: Ferias de Medina del Campo, en los días, 2, 3,
4, 5 y 6 de septiembre.: facultados los Ayuntamientos para la
creación de ferias y mercados, esta Villa que tiene entre
sus timbres como uno de los más gloriosos sus antiguas
Ferias tan renombradas en Europa y el Mundo entero, en las que
se hacían transacciones de tal consideración que
los anales de la Historia consignan como Gloria Nacional. Si por
virtud de las vicisitudes éstas se perdieron, hoy, que
enclavada esta Villa en uno de los centros agrícolas más
ricos de Castilla, cruzada por carreteras y ferrocarriles, nos
creemos en la imprescindible necesidad de reanudarlas, y al efecto
el Ayuntamiento así lo ha acordado concediendo las ventajas
y comodidades posibles a los feriantes y se verifican bajo el
siguiente PROGRAMA= Víspera por la tarde: Iluminación
general, tocando la Banda Municipal piezas escogidas, quemándose
en los intermedios vistosos fuegos artificiales, terminando con
el popular baile de dulzaina. Día 2 y 3: Diana, Novillos,
Teatro y bailes de diferentes sociedades.= Días 4, 5 y
6, Cucañas, Teatro y bailes. La mañana del día
2 y los días 4, 5 y 6 serán dedicados A LAS TRANSACCIONES
COMERCIALES.
Se
acordó también, su impresión con el fin de
que circulen en las provincias y pueblos limítrofes".
Constituido nuevo Ayuntamiento a los pocos días, el 24
de agosto, en el que resultó elegido Alcalde popular "el
ciudadano León Fernández Amaredo, se completó
el acuerdo anteriormente reseñado, y así quedaron
fijadas en la sesión plenaria del día 30 del referido
mes de agosto, los lugares de asentamiento de los diferentes feriales
se acordó publicar un Bando expresando (si) los sitios
en que han de ocupar los ganados que vengan para su venta: Primera
los expendedores (sic) de cereales se colocarán en la calle
de Artillería hasta el Carmen. El ganado menor se colocará
desde la entrada de la calle de Salamanca hasta el Hospital. Ganado
Vacuno (sic) a la derecha del Humilladero y Tudas. Ganado lanar
a la izquierda del Humilladero y tierras; el ganado de cerda en
el teso de los bodegones. Para los puestos de quincalleros, plateros,
pañeros y fruteros de por menos se designó la calle
de Rua Nueva. Para los tocineros, carniceros y hortelanas la plazuela
de las Recoletas. Para los panaderos, cacharreros y fosqueros
la plaza del Pan. Para los meloneros, buóleros y puestos
de confitería la calle Carpintería. Debemos aclarar
al paciente lector, que la Rua Nueva es la actual calle de Padilla,
la de Salamanca, es la de Gamazo, y hasta el Hospital General
es la actual Avda. de Portugal; y carpintería es la actual
Bravo, conservándose las demás denominaciones, y
estando el Humilladero en el referido Hospital de Simón
Ruiz.
Ahora
vamos a concentrarnos en el lugar de los festejos taurinos, que
ya adelantábamos, que la ampliación de nuestro "taurino"
para "corres los novillos" se inició en el año
1841, según los libros de Acuerdos consultados, y que pese
a su brevedad, entre líneas se percibe fueron muy discutidos
y trabajados por los regidores de turno, tanto en la contratación
de los novillos, como en torno al modo y manera de la "instalación
de sus toriles y atalancados" así de la Cárcel y acera
del potrillo o portillo hasta la calle del Almirante, y se cerraban
con carros de los vecinos agricultores desde la esquina de la
citada calle del Almirante (se denominó así desde
el siglo XV en sus finales) hasta la de Simón Ruiz, antes
llamada de Ávila.
Este
coso taurino, que más arriba anunciamos, utilizado para
"correr los novillos en los años precitados, situado
en la parte sur de nuestra gran Plaza Mayor era bastante análogo
al que existió durante los sanantolines de 1939 hasta el
año 1948, porque ya en 1949 los festejos taurinos medinenses
se centraron en la recién construida Plaza de Toros inaugurada
en San Antolín del año 1949,en terrenos municipales,
cedidos con este fin, a don Manuel Casares Ramos, sobre la intersección
de los cordeles de la cañada real de Salamanca y Extremadura.
Lo
que si está probado documentalmente es que la ampliación
, en pleno siglo XIX, se inició en aquel citado año
de 1841, porque la escasez de recursos económicos y la
enorme disminución de la población que habitaba
la Villa, delimitaron el terreno del "coso taurino dentro
de la ferial Playa Mayor medinense. Después de la llegada
a Medina del ferrocarril (1860), el aumento de la población
fue importante y constante, por ello los recursos económicos
municipales aumentaron e hicieron posible la unificación
del atalancamiento de todos los soportales de modo uniforme y
por cuenta de los propietario de los inmuebles y establecimientos
mercantiles, que conservan, de año en año, las talanqueras
con sus herrajes para colocarlas durante las "corridas y
capeas" de los novillos en las Fiestas de San Antolín
de cada año, tapando el vano dejado en el soportal de poste
a poste o columna a columna.
Parece
que esta transformación de atalancamiento se efectuó,
paulatinamente en los años del decenio de los ochenta,
siendo uno de los que consiguió llevar a buen fin esta
idea, de modo principal, don Francisco López Flores, durante
sus años de regidor y sobre todo cuando fue Alcalde de la
Villa.
Resucitadas y entreveradas las Ferias de ganado, cereales y frutas, con los
Festejos de San Antolín a partir del año 1873, tenemos
que llegar, pasado un lustro, al año 1878, restaurada la
monarquía borbónica, con el rey Alfonso XII, previa
la abdicación de su madre Isabel II, que pacificó
España terminando la guerra carlista y los movimientos
cantonales y separatistas. Es entonces cuando nuestras Ferias
y Fiestas de San Antolín quedan fijadas ya, hasta nuestros
días, con ocho jornadas de festejos feriales es decir del
1 al 8 de septiembre (Pleno municipal del día 7 de agosto
de 1878). En dicha sesión se acordó también
que los días 6 y 8 tengan lugar "dos grandes corridas
de toros, para las que la Empresa ha contratado reses de la acreditada
ganadería del señor Montalvo, y una buena cuadrilla
de Madrid".
Al
año siguiente , 1879, determinadas ya las Ferias y Fiestas
en honor del santo Patrón del 1 al 8 de septiembre, se
fijan los "encierros" y las "corridas de novillos"
(capeas) para los días 2 y 3, iniciándose las ferias
de ganados, grano y frutos el día 4. Fueron más
explícito nuestros Regidores en los últimos días
feriales, cuando hacen anotar en el Acta de la sesión del
Pleno municipal ordinario del 23 de agosto del mentado 1879, además
de lo expuesto, el texto siguiente: "Día 7: a las
cuatro de la tarde los espadas Ángel Pastor y Francisco
Sánchez "Frascuelo", con sus respectivas cuadrilla
de diestros, lidiarán cinco toros procedentes de la renombrada
ganadería del Excmo. Sr. Fernando Gutrón, vecino
de Benavente". Y prosigue: Día 8, a la hora citada
en el anterior, segunda corrida, lidiándose por las mismas
cuadrillas, cinco toros de la acreditada ganadería de don
Pedro Valdés, vecino de Pedraja del Portillo".
El
espectacular crecimiento económico y demográfico
de Medina del Campo, merced al recién estrenado ferrocarril,
es harto palpable en los últimos lustros del pasado siglo
XIX, y queda reflejado también en la importancia de sus
Ferias y Fiestas sanantolineras, al mismo tiempo que se creaba
en 1887, la "Feria ganadera de San Antonio", de cara
a la recolección anual de la cosecha cerealista, que por
esas fechas se solía iniciar. Prueba de lo antedicho es
el acuerdo de fecha 6 de junio de 1884, por el que son fijadas,
ya a partir de entonces, tres corridas de novillos, con sus correspondientes
"encierros" y "capeas" y "desencierros",
y que a la letra dice así: El ilustre Ayuntamiento aprobó
el pliego de condiciones para contratar treinta novillos para
las corridas que han de tener lugar en esta Villa los días
2, 3 y 8 de septiembre, bajo el tipo de 2370 pesetas (dos mil
trescientas setenta pesetas.)
Los
referidos tres días de "capeas" y "encierros",
es decir, el dos, tres y ocho quedaron ya fijados y señalados
para la celebración siempre de los referidos "encierros",
"capeas", y sus correspondientes "desencierros",
desde el referido año de 1884 hasta el año 1935,
último año en que se corrieron los novillos a lo
largo y ancho de nuestra gran Plaza Mayor, y siempre que no hubiera
toros de muerte lidiados por diestros de cartel y siempre en otros
"cosos taurinos" ajenos a la Plaza Mayor de la Villa.
A
tenor de lo precisado, en el año 1892, la corporación
municipal que presidida ya por por entonces Excmo. Sr. Don Francisco
López Flores, con fecha 28 de julio, aprobó la solicitud
suscrita por los vecinos "don Diego Quirón, don Marcos
Ayllón y otros, autorizando dos medias corridas de toros
de muerte en la plaza provisional de esta Villa, en los días
4 y 7 de septiembre", y durante los días, 2 3 y 8
se correrían "treinta novillos como festejos taurinos
organizados por el Ilustre (entonces) ayuntamiento durante las
Ferias y Fiestas de San Antolín en 1892". Debemos
aclarar, al curioso lector, que este ilustre personaje medinés,
don Francisco López Flores, (popularmente apodado como
"don Paco Oliva"), fue un acaudalado propietario y comerciante
de paños, que tuvo su establecimiento y domicilio en la
calle de Padilla (la antigua Rua Nueva), señalado con el
número ocho; fue muy amigo y políticamente afín
a don Germán Gamazo y a su hijo don Juan Antonio, primer
conde de Gamazo; el referido don Francisco la Reina regente Dª.
María Cristina otorgó, con ocasión del Cuarto
Aniversario del Descubrimiento de América (1892), como
Alcalde de la Villa, la Gran cruz de la orden Civil de Isabel
la Católica, y de ahí al Excelentísimo Señor
con que le hemos tratado.
Ya
desde ese año de 1892 y hasta el San Antolín de
1935 inclusive, los novillos se corrieron en toda la extensión
de toda la Plaza Mayor, como ya indicábamos, instalándose
"tablados" para que el público que no tenía
acceso a los numerosos balcones de las viviendas situadas en nuestra
Plaza Mayor, en todo el atrio de la Colegiata (quedando libre
la entrada a la iglesia protegida por un atalancado debajo de
su escalinata), así como en la parte anexa al Arco que
da paso a la calle entonces de Salamanca y hoy llamada de Gamazo,
sobre la acera del "portillo" y ocupando solamente la
fachada de lo que antes fue "cárcel del partido"
y hoy entrada a los restos del que fue Palacio Testamentario,
es decir donde dictó su ejemplar Testamento y murió
la eximia Reina Isabel la Católica aquel tormentoso 26
de noviembre del año de 1504.
El
crecimiento económico y demográfico de Medina del
Campo, merced al ferrocarril, era ya palpable y gratificante en
los tres últimos lustros del pasado siglo XIX y quedaba
reflejado también en sus Ferias y Fiestas de San Antolín,
empujando con ello a aquellos ediles a la creación, en
1887, de la "Feria Ganadera de San Antonio", fijada
como "feria chica" por el pueblo llano medinense, y
puesta de cara a la recolección cerealista anual.
Prueba
de lo antedicho en el acuerdo tomado por el Ayuntamiento de Medina
que presidía don León Fernández Amarelo,
en su sesión plenaria del 6 de junio de 1884, por el cual
ya quedan fijadas, a partir de entonces, tres corridas de novillos
con sus correspondientes "encierros" y que a la letra
se nos dice: "El ilustre Ayuntamiento aprobó el pliego
de condiciones para contratar treinta novillos para la corrida
que han de tener lugar en esta Villa los días 2, 3 y 8,
fueron señaladas para las "capeas" y "encierros"
con sus "desencierros" populares de novillos hasta el
ya citado 1935, y más, si circunstancialmente hubiere,
a cargo de empresas particulares con el beneplácito municipal
y gubernativo, novillos o toros de muerte, lidiados y estoqueados
por diestros de cartel, siempre se realizarán en "cosos"
o plazas improvisadas al efecto, como hemos ya adelantado.
A
este respecto, el año 1892, el Ayuntamiento que presidía
el que fuera Excelentísimo Sr, Don Francisco López
Flores, como ya hemos anticipado, aprobó en el Pleno ordinario,
celebrado el 18 de julio de dicho año, la solicitud suscrita
por los vecinos "don Diego Quirón, don Marcos Ayllón
y otros, autorizando las medias corridas de toros de muerte, en
la plaza provisional de esta villa los días 4 y 7 de septiembre",
y los días 2, 3 y 8, se "corrieron", previo su
"encierro" treinta novillos en total para los referidos
días, 2, 3 y 8, con ocasión de aquella Feria de
San Antolín de 1892, Cuarto centenario del Descubrimiento
de América.
A
parte, y como aderezo de los populares "encierros" y
"capeas" de novillos, Medina y algunos municipios de
su Tierra, tenía singular relevancia la lidia del llamado
"Toro del Alba" o "novillo del alba". Sobre
esto hemos podido constatar la tradición, eminentemente
oral, pero también escrita en prensa semanal por firmas
literarias, de este "toro del alba" que solía
ser el mejor y más descarado toro de encierro, el de mayor
tamaño, cornamenta y trapío, en resumen el que más
imponía a simple vista... Pero sin embargo, revisados todos
los Libros de Acuerdos del Archivo Municipal medinense desde finales
del siglo XVIII y todo l siglo XIX, no hemos encontrado nada que
haga referencia a esta especial lidia y costumbre taurina, entroncada,
al parecer, con la hora (aproximada) de su celebración
releante, hasta llegar al año 1884, en que vista la sesión
del Pleno ordinario del Ilustre Ayuntamiento de la Villa de fecha
7 de agosto, que presidió don León Fernández
Amaredo como Alcalde constitucional y que fue signada por el entonces
Secretario Municipal don Honorio Román Carrasco, después
de enunciar, harto escuetamente, el Programa de las "Ferias
de San Antolín de 1 al 8 de septiembre", Sigue diciendo,
"el Ilustre Ayuntamiento de esta Muy Noble, Muy Leal,Heroica
y Coronada Villa en uso de, ... etc." (sic) allí vimos
la primera alusión documental y oficial del llamado "Toro
del Alba". Hemos de precisar y aclarar que en Medina y su
Tierra aunque los toros corridos y encerrados, las más
de las veces, eran por su edad y hierbas TOROS hasta con barbas
y arrastrándoles el rabo (salvo si eran "rabones"
o sin rabo), siempre fueron denominados NOVILLOS, quizá
por mor de las autorizaciones y permisos gubernativos, ya que
se verificaba inspección veterinaria reglamentaria, por
entonces no estar pedida por la ley al no ser sacrificadas
las reses lidiadas en "capeas" a lo que años
después se denominaba en los programas "lidia al estilo
de la Villa", es decir "cortados" a cuerpo limpio,
con una vara o bastón en la mano, con el que se solía
"acariciar" al morlaco, unos con fuerza y saña
y otros suavemente como adorno y firma de su "corte".
Actualmente la familia medinense conocida popularmente como "Pinturas"
(por razón del oficio de sus varones), han puesto en candelero
esta especie de "suerte" taurina con sus bien organizados
y bien dotados "Concurso de Cortes" celebrados ya en
la Plaza de Toros, a más de la medinense, en las de Valladolid,
Iscar, Pedrajas,Olmedo etc. Y también fuera de nuestra
provincia.
Ya
hemos dicho repetido en nuestros escritos sobre este tema taurino,
que durante los años comprendidos entre el 1939 y el San
Antolín de 1988, ambos inclusive, volvieron a celebrarse
los festejos taurinos a base de los tradicionales "encierros"
de novillos y su lidia en "capea", devolviéndoles
al campo en los vespertinos y repetidos "desencierros",
y siempre con un atalancado, y, en cierto modo, análogo
al de los años 1840 si siguientes, es decir, en parte,
en la zona sur de nuestra Plaza Mayor, que entonces estaba sin
ajardinar ya que los jardines fueron plantados e instalados en
el año 1937, por acuerdo de la Corporación nombrada
por la Autoridad Militar y que presidía don Joaquín
Carballo y Álvarez, comandante de Artillería en
aquella fecha, o sea que la precitada zona sur estaba limitada
por la S.I. Colegiata de San Antolín y las casas linderas
con la Casa Consistorial y las de la acera del "portillo"
hasta la calle del Almirante, y cerrada por el lado este por la
iniciación de la antigua Carpintería hoy calle de
Bravo, y la antigua calle de Ávila, hoy Simún Ruiz.
En
el San Antolín de 1949, se inauguró la primera Plaza
de toros realizada toda ella de fábrica, en ladrillo castellano,
según proyecto y dirección del entonces Arquitecto
municipal don Dacio Pinilla, por encargo y a costa de su propietario
el vecino medinés don Manuel Casares Ramos, en el presente
la Plaza de Toros es de propiedad Municipal, y está siendo
reformada en profundidad por el Municipio medinense.
Años
después de inaugurada la citada Plaza de Toros, sita en
el entronque de los cordeles de las seculares Cañadas Reales
de Extremadura y Salamanca, volvieron a reimplantarse los "encierros
de novillos" desde el campo, cuyos itinerarios fueron variando
a través de los años; primeramente salieron los
novillos desde el prado de Martinache o de "Dehesa de Abajo"
y hasta los años veinte llega el "encierro" a
través de las Tudas y la calle del Costado del Hospital,
y ya en plenos años veinte lo hacían por la Cañada
de Extremadura, bordeando la carretera del Balneario de las Salinas
y por la calle Malena, (Magdalena antes) para desembocar siempre
en ambos recorridos, en la Avenida de Portugal, antes Arrabal
de Salamanca, para luego entrar en la calle de Salamanca, actual
Gamazo y penetrando en la Plaza Mayor de la Villa por el Arco.
Los
prados donde solían pastar los "novillos" contratados
por el Ayuntamiento medinés en el pasado siglo XIX y los
que van de éste hasta 1936, fueron los de "las Navas",
"Tovar", "la Golosa", "el Martinache",
así como también, a veces en la municipal Dehesa
de Abajo, y últimamente también en los propios Apriscos
de esta Dehesa, y antes de su construcción en los años
sesenta con fondos de la llamada "Ayuda Americana",
pastaban los novillos bravos en la parte libre y más alejada
del casco urbano de la citada Dehesa de Abajo.
En
los últimos años, al volver pro clamor popular los
"tradicionales y típicos encierros", el itinerario
de entrada de los ganados bravos, ha venido siendo "desde
el campo medinense" (pardos del Marinache y de la Golosa)
hasta la calle de Carrera, Primer tramo de la de Artillería,
Avenida de Portugal hasta la Plaza de Toros, bajo la protección
para el público asistente y guía del ganado, de
unas vallas metálicas instaladas en el recorrido urbano
que hemos especificado últimamente.
En
toda esta Comarca de la llamada "Tierra de Medina" y
sus aledaños, coincidiendo siempre con sus respectivas
festividades patronales, también se vienen celebrando festejos
taurinos, sustancialmente análogos a los de Medina del
Campo, teniendo especial relieve e importancia, los que se celebran
en las localidades de Rueda, Nava del Rey, La Seca, Ataquines,
Madrigal de las Altas Torres, etc.
Con
estos escuetos datos, creemos poder finalizar este tema medinense
relativo a los diferentes festejos taurinos celebrados en el transcurrir
de los tiempos, así como su reflejo y repercusión
en la importantísima historia de la Muy Noble, Leal y Coronada
Villa de Medina del Campo, y esperamos con ello haber fijado una
serie de datos recogidos en el valioso Archivo Municipal (Libros
de Acuerdos), así como otros que proceden de la tradición
oran de nuestros antecesores y de la infancia y juventud así
como de la madurez del que esto escribe en el un tanto rápido
discurrir de sus setenta y seis años de veda transcurrida,
sin faltar ninguno, en su amada Villa natal.
Laus
Deo.
Ricardo
Sendino (Cronista de la Villa)