De
las cajas rurales a la Confederación Nacional Católico-Agraria
(CONGA)
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Obreras haciendo
una pausa para almorzar. Óleo de Eyre Crowe.
(1824-1910)
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El
"catolicismo social" fue la respuesta dada por la iglesia,
a partir de la encíclica Rerum novarum (1891), al
auge del sindicalismo obrero laico. A las reivindicaciones económicas
en favor de las clases trabajadoras unía el propósito
de impulsar la recristianización de esos mismos sectores.
El movimiento tuvo eco especial en el medio rural, donde se conservaba
mejor la mentalidad tradicional y la iglesia tenía mayor
influencia. Además, este catolicismo social se vinculó
con políticas conservadoras, y a menudo se presentó
como un adalid de la lucha antisocialista y contrarrevolucionaria.
De las cajas rurales a la Confederación
Nacional Católico-Agraria (CONGA)
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La iglesia,
en retroceso en las grandes ciudades, conservaba
una gran influencia en las provincias más
apartadas. Ofendo misa,ó;leo de José
Benlliure Gil (1855-1937). Museu de Belles Arts.
Valencia
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En la España
más agraria que industrial a finales del siglo XIX era
más fácil que el catolicismo social calara en el
medio rural que en el urbano y obrero. En relación con
este último tardó en entenderse y difundirse la
necesidad de un asociacionismo obrero "puro" capaz de
reivindicar mejores condiciones laborales. Pero la reflexión
sobre la crisis del mundo rural, la ruina de las exportaciones
agrarias, los problemas de la emigración y del crédito
rural, junto a la preocupación por las "agitaciones
campesinas" revolucionarias en el sur eran temas comunes
del debate finisecular sobre la "regeneración"
de España.
Para ello no es
sorprendente que el punto de partida del catolicismo social rural
(y del futuro sindicalismo católico agrario) tuviera lugar
en 1899 (en medio de la reflexión general sobre el "desastre"),
y en Burgos, en el corazón de la España agraria
cerealista. En efecto, el quinto Congreso Católico Nacional,
que se celebró en Burgos en agosto de 1899, dedicó
la sección de "asuntos sociales" al estudio de
los problemas del campo, preferentemente la emigración
y la usura, y a las posibles alternativas, en especial la creación
de cajas rurales del crédito según modelo ya ensayados
en Europa. La expresa invitación del Congreso del clero
rural a partir de la fundación y difusión de estas
iniciativas modernizadoras de las explotaciones agrarias constituyó
el punto de partida del movimiento que culminó en 1917
en la constitución de la Confederación Nacional
Católico-Agraria (CONGA).
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Antigua sede
de la Confederación Nacional Católico
Agraria en Zaragoza
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Aunque las primeras
propagandas y fundaciones de cooperativas, sindicatos agrícolas
y cajas rurales se desarrollaron inmediatamente, en torno a las
primeras Asambleas regionales de corporaciones católico-obreras,
que se celebraron entre 1903 y 1907, fue la ley sobre sindicatos
agrícolas de 1906 la que impulsó el movimiento fundador.
A ese marco legal de protección y exención fiscal
se acogieron las primeras cajas rurales y otro tipo de asociaciones
para el fomento del crédito rural preexistentes, y las
nuevas iniciativas que la nueva ley impulsó. Los católicos
sociales hicieron campaña para una ampliación generosa
de la normativa frente a las restricciones y lentitudes gubernamentales.
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Propaganda
electora de la ceda en 1933
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Entre 1906 y 1914
se fueron fundando federaciones diocesanas de sindicatos agrícolas,
al tiempo que aumentó notablemente la propaganda del catolicismo
social a través de las Semanas Sociales o de revistas y
publicaciones específicas como La Paz Social (nacida
en Zaragoza) o la Revista Social, ligada a la Ación
Social Popular de Barcelona. Todas las primeras Semanas Sociales,
entre 1906 y 1912, excepto la de Barcelona, en 1910, dedicaron
atención preferente a los problemas del campo y a la expansión
del sindicalismo católico agrario.
La presencia del
primado Victoriano Guisasola y Menéndez al frente de la
acción social católica, entre 1914 y 1920, contribuyó
a impulsar y consolidar una organización nacional del catolicismo
social más eficaz y operativa mediante la constitución
de dos confederaciones sindicales y dos respectivos secretariados
para el mundo rural y para el obrero. En el primer caso el objeto
se logró plenamente a partir de la Confederación
sindical agraria castellana, bajo el impulso y la dirección
de sus principales propagandistas, el jesuita Sisinio Nevares
y el propietario palentino Antonio Monedero.