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Ubicación ciudades comuneras adheridas a la Junta Santa, VIII/IX-1520 (enlace) |
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El 20 de mayo de 1520 Carlos abandonaba España dejando al frente del gobierno a un extranjero, el cardenal Adriano de Utrecht. Toledo, que estaba ya en franca rebeldía, reclamó una reunión de las ciudades para poner orden en el reino. Pero comenzaron a producirse incidentes violentos; los primeros en Segovia, donde la multitud se amotinó y dio muerte a uno de sus procuradores, Rodrigo de Tordesillas. En otras ciudades, como Zamora, Burgos, Guadalajara, León, también se produjeron alteraciones de diferente intensidad. Y aunque en otras, como en Valladolid, no hubo inicialmente alborotos, éstos estallarían como consecuencia de las medidas represivas adoptadas por el cardenal al enviar contra Segovia un contingente armado al mando del general Antonio de Fonseca. Los segovianos, al mando de Juan Bravo, resistieron al ejército real y pidieron ayuda a otras ciudades. El cardenal consideró entonces que para someterlos sería necesario emplear la artillería que se custodiaba en Medina del Campo; pero la ciudad de las Ferias se negó a entregarlas para utilizarlas contra Segovia. El general Fonseca ordenó entonces el asalto a Medina del Campo, que aunque fracasó, provocó un incendio que destruyó buena parte de la villa propagándose hasta el convento de San Francisco, donde los comerciantes almacenaban sus mercancías (21 de agosto de 1520).
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Juana de Castilla fue incitada por los comuneros a declararse reina legítima. Óleo anónimo. Siglo XVII. Banco Urquijo (grupo KBL), Madrid |
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La indignación de estos hechos fue general. Ciudades y villas se unieron, como sucedió en Valladolid, cuya incorporación fue vista como un enorme triunfo. También la Junta Santa, constituida en Ávila por representantes de las ciudades insurrectas convocados por Toledo, se vio forzada con estos sucesos. Si a la reunión del 1 de agosto solo habían acudido Toledo, Segovia, Salamanca y Toro, ahora ciudades que antes se habían mostrado reticentes enviaron sus representantes.
Ni el Consejo Real ni el cardenal pudieron atajar una situación que se les escapó de las manos y que, sin embargo, no pareció preocupar demasiado al emperador. En septiembre de 1520, el ejército comunero se apoderó de la villa de Tordesillas y sus dirigentes se entrevistaron con doña Juana, que pareció acogerles con interés, por lo que la junta se trasladó a Tordesillas, actuando como Cortes y como gobierno. Esto hizo reaccionar al emperador, puesto que la legitimidad estaba en esos momentos más vinculada a doña Juana que a él mismo, tomando por ello importantes acuerdos: dispensó de pagar el tributo acordado en las Cortes de la Coruña a todas aquellas ciudades que se mantuvieran leales a la corona, hizo gestiones para atraer a otras, e hispanizó el gobierno, colocando junto a Adriano l contestable y al almirante de Castilla (Íñigo Fernández) de Velasco y Fadrique Enríquez, respectivamente), todo lo cual debilitó a causa comunera. También juró en contra de ésta el fuerte movimiento antiseñorial que se produjo en el mismo mes de septiembre y que puso en guardia a la alta nobleza ante sucesos como los acaecidos en la villa de Dueñas, donde los vasallos del conde de Buendía asaltaron el palacio de su señor expulsándolo de la villa. El movimiento se estaba radicalizando y esa radicalización provocaría que la alta nobleza se uniera al rey, reforzando su autoridad.
La derrota comunera de Villalar
A partir del otoño de 1520 los comuneros comenzaron a acumular errores y la junta se vio cada día más desbordada por el sector popular, cuyas actuaciones alarmaron a los más moderados provocando no pocas tensiones.
El campo de las operaciones finales tuvo como escenario las tierras vallisoletanas. Desde Medina de Rioseco, el ejército real tomó Tordesillas y las fuerzas del condestable y del almirante organizaron un ejército. Los comuneros, refugiados en Torrelobatón, tuvieron que buscar el amparo de una ciudad como Zamora o Toro. Cuando finalmente decidieron salir hacia Toro, fueron alcanzados por la caballería realista junto a Villalar, en el momento en que una abundante lluvia impedía avanzar a la infantería comunera. Era el 23 de abril de 1521. Los comuneros sufrieron una espectacular derrota, y aunque Toledo todavía resistió hasta febrero de 1522, también acabó sometiéndose.